Naruto no me pertenece. Es totalmente hecho por el gran Kishimoto Masashi (si fuera mío ya habría habido NaruSaku desde hace muuucho tiempo). Sólo uso sus personajes con fines creativos sin ánimo de lucro.
SUMMARY: Un matrimonio arreglado puede robarte el cuerpo, el alma… pero nunca el corazón.
Por conveniencia
Capitulo 1
El Huracán que llegó con el verano
Se sentía nauseabunda. Llevaba media hora de recorrido y los saltos que realizaba la carroza hacían que sus pechos brincaran, que sus riñones doliesen y que sus ganas de vomitar fueran en aumento. Tomó su pañuelo de seda fina blanca y tapó su boca con suavidad. Abrió su abanico y comenzó a moverlo para dar un poco de aire que no otorgaban las ventanillas abiertas.
El ambiente se sentía turbio, algo pesado y bastante pegachento. La mujer movía las piernas frotándolas entre sí para ver si se pegaban y despegaban debido al calor de ese verano que llegaba sin misericordia.
Inclinó un poco su rostro hacía adelante apostando su vida que el desayunó se devolvía. Sin embargo el carruaje paró. No supo si eso la hacía sentirse mejor. Pasó saliva y la boca le supo amarga. Sintió tener mal aliento y el abanico no proporcionaba ninguna brisilla como antes.
La puertezuela se abrió dando paso a un fulgor desesperante que bañó el interior del coche. Todo se hizo más caluroso y ella sólo quería vomitar. Una mano fue tendida. No había opción. Tocaba aceptarla. Con ello el final de su vida, el inicio de otra… de otra fatídica etapa.
Aceptando la ayuda para bajar supo que algo andaba mal con ella. Sentía la mano del cochero caliente. Hirviendo, sudorosa, con callos duros y algo rasposos. Sabía que no llevaba guantes por el calor, pero en ese momento se dio el gusto de exigir clase. Se apoyó en la mano del hombre y bajó teniendo cuidado de no pisar su furisode color mar. Qué ironía de la vida. El kimono más hermoso que tenía usándolo por primera y única vez.
Pisó fuerte para evitar que cada uno de sus zori saliera de su lugar. La luz la enceguecía y maldijo el sol. Con su blanca piel de seguro tendría las mejillas rojas. Kami-sama oyó su ruego pues al segundo una sombra la cubrió de pies a cabeza. Una de sus nodrizas le daba el cobijo del fresco con una sombrilla de papel roja.
El chongo que sujetaba su largo cabello rosa permitía que el poco viento acariciara su nuca al descubierto. Escuchó un chirrido y el portón de la gran casa se abrió.
El mensajero de su padre avanzó con paso primo y la mujer de prendas azules oscuras rió. Ella avanzó al unísono y con ella la caravana. Dejó de mover el abanico y tapó su rostro dejando sólo sus ojos al descubierto. Ojos glaucos, de inocente vaivén y mirada perdida. Se sentía extranjera en país vecino mientras observaba curiosa el gran jardín de la mansión que ahora sería su nuevo hogar.
Desde muy pequeña su madre le contaba cuentos de princesas y de príncipes. Ella sería protagonista en uno algún día, pero no de la manera en que ahora resultaban las cosas.
El camino en piedras le cansaba el caminar, aun cubierta en sombra, el calor le violaba la razón. Con el pañuelo secó su frente sudorosa y vio la entrada. Dos filas de personas le daban la bienvenida con una reverencia. Por un lado mujeres, por el otro, hombres. Todos pulcros. Ellas con un houmongi blanco con bordado de setas verdes y ellos con yukatas azules rey.
Ella pasó entre ellos como si de reina se tratara. Bajó el abanico cerrándolo con decoro, exhibiendo una sonrisa dulce que fue aplacada por el carraspeo que emitió la nodriza que llevaba la sombrilla. No está bien visto en una dama mostrar la sonrisa sin taparla. Odiaba su vida.
La mujer bajó su mirada para concentrarse en el suelo. Cuál fue su sorpresa al mirar que ya se encontraba en el genkan. Todos le observaban como si de espectáculo se tratara. Una pequeña muñeca vendida al mejor postor. Quería gritar, irse corriendo, soltarse el cabello y rodar por una colina. Lástima que las cosas no fuesen así.
-Ojou-sama- apuró el mensajero con una reverencia.
La pelirosa entrecerró sus ojos con cansancio y descalzó sus pies. Eso le gustó. La sensación de pesadez de los zori dio paso al desliz de sus tabi sobre la duela de madera lacada. Se sentía fría y deliciosa. El calor de repente no le pareció importante pudiendo guardar el abanico en su pequeño bolso de tela que colgaba de su muñeca izquierda donde iba el pañuelo sucio de sudor.
Caminaron por el corredor principal de la casa. El capataz de la casa encabezaba el cortejo, le seguía el enviado de la casa Haruno, en la mitad como sándwich venía el objeto a quedarse en la casa, caracterizada por el color cerezo de su cabello, y atrás las dos nodrizas con paso diligente y mirada prieta.
Ella lo sabía, nadie le interesaba lo que ella quería. A nadie le importaba lo que una mujer quisiese. Eso estaba por fuera de todo pensamiento. Todos pensaban así, incluso su padre, el cual no había escatimado en organizar su vida desde el momento en que cortaron el cordón umbilical cuando dio el primer berrido fuera del útero de su madre.
16 años de preparación. De alta alcurnia, sumisión, y devota entrega a un ser que jamás había visto y sería su compañero de vida.
Caminaba con pequeños y apresurados pasos. Con mirada gacha sin ganas de observar su casa… su casa, que lejano y raro se escuchaba. Luego los dos hombres se detuvieron. El capataz se arrodillo frente al fusuma para deslizarlo y abrirlo al sonar tan característico que otorgaba. Pasó aun arrodillado quedándose de un lado para dejar que los invitados siguiesen a la mitad del washitsu.
Siguieron con presteza y se arrodillaron esperando a que el jefe de la casa hablara. La mujer mantenía una postura aplacada. Puntas de los dedos juntos sobre el piso, sin recostar su peso sobre los brazos y cabeza gacha.
-Sean bienvenidos a mi humilde hogar.
Fue lo que ella escuchó. Era una voz seria, grave y demandante. Quiso mirar, deseaba y tenía el derecho de hacerlo. Con disimulo alzó su mirada y vio al hombre arrodillado frente a ellos. Se encontraba oculto tras una cortina de esterilla. Sólo podía ver su figura gruesa pero armónica. La sombra de su cabello revuelto, una voz ronca, profunda y calmada.
Su corazón brincó de la sorpresa, cerrando los ojos con temor. Su respiración se agitó y quiso huir. No quería de verdad que no quería. Le asustaba, no le gustaba. Pero ya nada se podría hacer.
De Haruno Sakura pasaría a ser Namikaze Sakura sin que pudiese haber alguien para evitarlo. El matrimonio ya estaba arreglado.
Continuará…
Ohhhh no pude resistirme a escribir esto. Quiero dejar en claro esto desde el principio. Este es un fic NaruSaku, se podría pensar que es otra cosa… PERO NO! XD No hay tal. Yo soy fiel amante de Naruto-Sakura como pareja.
A lectores que venían de "Historias de papel", lo prometido es deuda y he acá el fic anunciado. A los nuevos, bienvenidos a mi narrativa XD, espero no decepcionarlos.
Les digo desde ahora, que este es un fic categoría M (que se verá en los siguientes capítulos). Así que si son algo sensibles a esas cosas se les advierte desde ya.
Se realizó un fan art de este capítulo, hecho por mí XD. Lo subí a mi DeviantART. El link está en mi perfil por si quieren ver como estaba vestida Sakura.
Se ha abierto una comunidad NARUSAKU, la dirección en mi perfil. Se han venido recolectando fics de ésta hermosa pareja. Y de paso aprovecho para saludar a Mariana (Fern25) y Ayumi, mi hermoso y eficiente STAFF Y autoras de fics NaruSaku, encargadas conmigo de esta comunidad. Gracias chicas bellas ;)!! Así que si conocen de fics que deban ser leídos, no duden en hacérnoslo saber =D
Léxico
Por si alguien no entiende algunos términos, acá están:
Furisode: Son los kimonos más formales que usan las mujeres solteras en Japón. Tienen mangas larguísimas y generalmente tienen colores vivos y trocados muy elaborados. Se usan para ocasiones especiales como matrimonios, fiestas, etc.
Zori: Sandalias japonesas. Hechas de distintos materiales.
Houmongi: Kimono usado por toda clase de mujeres. Para ocasiones semi formales. Pueden ser de cualquier color, con mangas más cortas que el furisode pero que cambian su largo respecto al estado civil de la que lo usa.
Yukata: Kimono tradicional. Es usado en cualquier ocasión. Muy liviano y cómodo. Están las yukatas de festivales o las de dormir.
Genkan: El vestíbulo donde se descalzan los japoneses antes de entrar a la casa.
Ojou: Es un término al que se le designa a las mujeres no casadas. Literalmente significa joven dama. Yo le agrego el sufijo "sama" porque el estatus de Sakura lo requiere.
Tabi: Son las medias que tienen la abertura entre el dedo gordito del pie. Son tradicionales y se usaban mucho en el época antigua (aun lo hacen pero sólo para ocasiones especiales).
Fusuma: Una de las puertas características de las viviendas japonesas. Son delgadas y se abren deslizándolas.
Washitsu: Una habitación tradicional japonesa. Es decir, que tiene todo clásico. Incluso es en tatami.
Comentarios son recibidos. Críticas SÍ y SÓLO Sí son constructivas ;)
Bienvenidos a este fic
Miyuki Uchiha
Escuchando: Because we CAN (Fatboy Slim-Moulin Rouge OST)
