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Título
original: Finding The Celebration
Autor: Yonathan Wang -
yaanathn©pacbell..net
Traducción: Miguel García
-
garcia.m©gmx..net
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Lo Que Buscas Celebrar
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Nota del autor:
Ya va mucho tiempo, y mi vida degenera poco
a poco en una causa
perdida. En un esfuerzo por sacar algo
significativo de mis
devaneos, hace un tiempo empecé a pensar
en un proyecto y,
ahora, espero que alguien lo lea, o que hasta
lea entre sus
líneas, y extraiga así algo de estas pocas
palabras.
Sabiendo que habrá de aquellos lectores, esta es
una navidad que
puedo considerar rescatable, aunque sea sólo
un poco. Y así, sin
más preámbulo, por
favor.
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--Qué tal, Jefe --saludó
desde el pasillo un Toji de muy buen
ánimo--. Buenos
días.
--Sí --balbuceó Shinji en respuesta.
La puerta al otro lado del pasillo, por detrás
de Toji, se entreabrió,
y pudo percibirse claramente la
silueta de una soñolienta Asuka
mirando desde
dentro.
--Qué irónico, verlos tan madrugadores en un día sin colegio.
--No se puede desaprovechar un
día perfectamente libre --se
ufanó Toji, encogiendo
los hombros con satisfacción--. Oye, Shinji
--urgió,
punceteando afanosamente las sábanas de su amigo--.
Anda,
que no tenemos mucho tiempo.
--¿Por qué tanto
apuro? --intervino la pelirroja alemana. Ya no
estaba en su
puerta, que estaba ahora cerrada, sino llamando desde
dentro, tal
vez desde la cama--. Estamos en plenas vacaciones de
navidad,
tarado.
--Bueno, a ti se te nota harto poco --declaró
Toji con una tenue
traza de lástima--. Anda, jefe, hoy te
vas a levantar temprano y
te va a gustar, sí o
sí.
--¡Misato! --exclamó Asuka, su voz
asordinada indicando que quizá
gritaba desde debajo de la
almohada--. ¡Échalo!
--Shinji-kun --llamó
Misato con voz bastante alegre. Lo que era una
sorpresa, dada la
hora--. Tienes otra visita.
--¿En serio? --preguntó
Toji entusiasmado, aunque el muchacho en
cama no lo estuviese--.
¿Quién...?
Se interrumpió tan de pronto
que hasta Shinji se volvió hacia ellos
dos, por la
curiosidad. O mejor dicho, se volvió hacia ellos tres.
PenPen estaba allí, y graznó un alegre saludo matutino para Shinji.
--PenPen quiere darte las gracias por darle de comer a
diario, por
hacerle compañía y por salvar al mundo
todos los meses --dijo
Misato, radiante.
Todavía
amodorrado, Shinji exhibió una mueca de lamentación
y
se volvió en la cama, hacia la pared.
Silencio.
Unos graznidos más, seguidos por el sonido de pisadas.
Luego
una sensación fría y pegajosa en una mejilla. Los
ojos
de Shinji se abrieron de par en par al advertir que PenPen
le
lengüeteaba la mejilla. Entonces, hizo lo que pudo por
saltar
hasta el techo, gritando. Y entonces empezó la
barahúnda.
««««»»»»
--El
ojo de Shinji-kun va a estar bien en una semana -- anunció
la
doctora Akagi.
Mientras, junto a ella, bastante calmado, se
veía a Shinji Ikari,
que ahora lucía un parche en su
ojo derecho.
--Ahora tengan la bondad de decirme --preguntó
Ritsuko con
un tono más bien irritado en la voz--, ¿cómo
un pingüino de
termas se fue a alborotar tanto como para
casi sacarle el ojo
a un muchacho?
--No importa, Akagi-san --dijo Shinji.
--A ver... cómo fue... --empezó
Misato, sonriendo abochornada
y rascándose la nuca. Dio una
explicación del lío de la mañana,
y para
cuando terminó, Ritsuko tuvo que esconder su
diversión.
--¿Ves? Al principio es pura risa, hasta que alguien...
--¡Ya lo sé! --exclamó
Misato. Por descabellado que pareciese,
agarró a Shinji de
la mano y lo sacó de la sala de espera de la
sección
médica--. Carajo... --Miró al muchacho que iba a su
lado,
durante un momento breve--. Perdón, Shinji-kun.
--No
importa --dijo Shinji, con sinceridad. Pese a los efectos
colaterales
de lo sucedido en la mañana, por alguna razón el
chico
no parecía lamentar el haber sido despertado de aquel
modo.
--¡Cómo andamos, Shinji! --lo volvió
a saludar Toji--. Suerte perra
--dijo a modo de consuelo al ver
el parche--. Pero por lo menos en
una de esas te levantas la
próxima vez --dijo con una sonrisa ancha.
--Sí,
sí --contestó Shinji con un sonrisilla de resignación.
Entonces
se le ocurrió algo--. ¿Misato-san? ¿Por
qué te levantaste tan
temprano, en todo caso?
--¿Hm? ¡Ah! --Misato aplaudió ansiosa--. Fies...ta -- canturreó.
««««»»»»
Misato
había insistido en revisar el parche ocular con
maternal
prolijidad antes de convencerse de que bastaría,
antes de salir
todos a hacer las compras navideñas. De modo
que Shinji se sentó
obedientemente en el sofá de la
sala mientras Misato efectuaba su
inspección. Toji saltaba
por los canales ofrecidos en la televisión,
poniendo su
mejor empeño en verse ocupado; la presidenta de clase
Hikari
Horaki permanecía apostada en la puerta principal,
mientras
Asuka reunía cuantas pertenencias pudiera
necesitar antes de salir
con su amiga.
--¡Vamos!
--exigió Asuka, dándole a Shinji un palmazo en la
espalda
que fue un pelín demasiado entusiasta,
precipitándose luego a su
cuarto en busca de sus cosas. La
muchacha estaba claramente de
mejor ánimo tras su baño
matinal, y ahora que la presidenta de la
clase estaba en la
puerta, Shinji debía admitir que la época
navideña
hacía bien incluso -y en especial- al ánimo
de la Segunda Niña.
--¡Navidad! ¡Navidad! --festejaba la pelirroja.
¿Está cantando, se
preguntó Shinji, oyendo el sonsonete de
Asuka, apuntando
una mirada inquieta a la puerta de la muchacha.
Asuka pasó
corriendo por su lado y estaba a punto de anunciar su
partida,
cuando la frenó una pequeña idea. Se devolvió,
mirando
al Tercer Niño hasta que éste se dio cuenta.
El muchacho volvió la
cabeza como juguete a cuerda
descompuesto, y preguntó:
--¿Q...qué?
--La
Primera Niña llamó en la mañana --dijo Asuka con
voz suave,
entornando los ojos para dar énfasis a la
seriedad de su tono.
--¿Qué? --preguntó la voz desconcertada del joven.
--Eso --declaró Asuka--. Me dijo que te diera un recado.
Shinji, más
asustado a cada segundo y preguntándose si la cabeza
de la
alemana no se estaba expandiendo en tamaño y empinándose
por
sobre él, preguntó con sumo tiento:
--¿Cuál?
Asuka
respiró hondo antes de dar su respuesta. Ésta rivalizó
con
el chillido más estridente que un loro de tres metros
pudiera lograr:
--¡Feliz Navidad!
Cinco segundos
después, la pelirroja ya se había marchado con
un
simple adiós, dejando a un Toji, a una Misato y a un Shinji
muy
aturullados.
--Au --murmuró la mujer.
««««»»»»
Aida
Kensuke no tuvo palabra alguna al reunirse con ellos
afuera de los
juegos de video. En cambio, prefirió pestañear
y
reajustarse los anteojos, y pensar un momento antes de abrir
la
boca para hablar.
--Picotazo. Pingüino --contestó
Toji antes de que la pregunta fuese
formulada.
--¡Diablos!
--masculló Kensuke--. Y yo que esperaba que fuera una
cicatriz
de combate o algo así de macanudo. ¿Picotazo de
pingüino?
Mientras el otaku desvariaba entre los cómo,
porqués, y qué cosas
podían haber detrás
de un parche en el ojo, Toji y Shinji decidieron
estamparse una
sonrisa en la cara mientras meditaban qué clase de
obsequio
le daría Misato al muchacho. En cuanto a la mujer de
pelo
azabache, ésta esperaba que, eligiese lo que eligiese,
no consistiera
en objetos afilados, ingredientes inflamables o con
propiedades de
proyectil. Esta escena continuó durante un
lapso de tiempo que
nadie midió.
--Pero --terminó
Kensuke--, me imagino que así es más difícil que
te
reconozca la prensa.
Los tres recordaron algunas de las
noticias que habían visto en
televisión y que
involcraban a Asuka Soryu Langley, Segunda Niña y
piloto de
EVA Unidad Dos, primer modelo de producción. Asintieron
los
tres con un dejo de desconcierto en las
mentes.
--Vamos.
««««»»»»
--Los
que proponen que Shinji-kun sea el que invite a Rei, que
levanten
la mano --terminó Misato, levantando una mano, mientras
Toji
hacía lo mismo. Aida los había dejado en los juegos de
video
donde se habían encontrado. Esto dejó a
Shinji, el único otro
pasajero del vehículo,
sintiéndose un tanto estafado.
--Pero --se resistió--, pero a lo mejor no quiere venir.
--¿Quién sabe?
--rebatió Misato--. No hay cómo saber hasta
que
preguntemos. Además --Guiñó un ojo por el
espejo retrovisor--,
puede que hasta le tenga un regalo a
alguien.
--Eso --concordó Suzuhara, dándole un
codazo al muchacho que
estaba a su lado luciendo cara de
desgracia.
--Después de todo --reflexionó
Misato--, una fiesta es buena
oportunidad de darle algo especial a
alguien especial sin que
parezca especial. --Miró por el
espejo retrovisor, esta vez a
Toji--. ¿Tengo razón,
Suzuhara-kun?
--A ja já... --contestó Toji, cortado.
Shinji, sólo recientemente iluminado en
relación a la supuesta
admiradora secreta de Toji (y no muy
seguro, debido a la harto
ambigua explicación de Asuka), se
preguntó por un momento
quién regalaría qué
entre Toji y la presidenta de la clase, si es
que alguien
regalaba algo.
--¿Y? ¿Qué dices, Shinji-kun?
--Pero no creo que ella tenga ningún regalo.
--¿Sí? --insistió Misato--. ¿Por qué tan seguro?
--Porque... --empezó Shinji,
dilatando en busca de una respuesta--
...porque...
--¿Hm?
--Misato miró hacia atrás, reclinándose un poco
en el asiento
y esperado una respuesta.
--Porque ella nunca ha pedido nada. No sería correcto.
Toji soltó un suspiro y se recostó perezosamente en el asiento.
--Eso
como que no se entendió mucho --masculló en un sentido
tono
de irritación.
Shinji balbuceó en tono
afirmativo, y no dijo nada más en todo el
trayecto. ¿Qué
estoy diciendo, se preguntó.
««««»»»»
--¿Has conocido la nieve alguna vez, Shinji-kun?
--No --admitió el muchacho sin dificultad.
--Antes nevaba en el invierno
--discurrió Misato, oyendo el cantar
de cigarras que a
plena luz del día se colaba por la ventana de la
cocina--.
La época de navidad no es como antes.
Shinji no dijo
nada y se preguntó qué querría decirle
Misato.
Ella no se andaba con bromas, estando sentados a la mesa
del
comedor: medio de relax y distensión en las comidas, o
escritorio
de conferencias. Y la situación ahora caía
en esa última categoría.
Hikari estaba tras
ellos, habiéndose ofrecido a preparar comida
para el
encuentro. Shinji le había ayudado durante un rato antes
de
que Misato pidiera tener una breve conversación con
él.
--Shinji-kun --dijo Misato, solemne--, yo nada más
quería que te
sintieras apreciado. Todos los demás
están muy agradecidos por
todo lo que tú has
entregado.
--Misato-san, está bien --contestó Shinji, a la ligera--. Ya lo sé.
--Shinji-kun --empezó
Misato con seriedad y quizá hasta un tono
de tristeza--.
Pensé en eso que dijiste hoy.
"En Rei --explicó
Misato antes de que el muchacho pudiese
preguntar. Se inclinó
un tanto hacia adelante, haciendo girar la lata
de cerveza sobre
el fondo--. Creo que lo que quisiste decir hoy es
que ella nunca
ha pedido nada a cambio. ¿Cierto?
--Sí
--contestó Shinji con cierta indecisión, sabiendo que
Misato
lo había expresado de forma más cercana a lo
que él había
querido decir en el vehículo,
pero también preguntándose si era
completamente eso.
Clavar la mirada en su lata de té le ofreció
poca
ayuda para dilucidar qué era lo demás que había
querido
manifestar.
--Así que creo que le debemos al
menos un poquito --razonó Misato
prestamente.
¿Eso
era, se preguntó Shinji. A lo mejor. Asintiendo, se
levantó
para irse. Hikari se detuvo en pleno rebanar de
verduras; había
escuchado la conversación,
probablemente pese a sus esfuerzos
por no oír. Shinji no
advirtió nada de aquello, yendo simplemente
a ponerse una
chaqueta.
--Arriba ese ánimo, Shinji-kun --entonó
Misato en su tono festivo
de siempre--. Todos deberían
estar contentos en navidad.
Le dio al muchacho su sonrisa más alentadora.
««««»»»»
Mirando
desde la puerta entreabierta se hallaba Ayanami Rei, para
ver
quién había venido.
De pie afuera, intentando
encontrar un intermedio entre mirar la
profundidad de esas joyas
carmesí y pecar de impertinente, se
hallaba el hijo del
comandante.
--Ikari-kun --saludó la muchacha.
Shinji
cayó en la rápida cuenta, tal como había
esperado en parte,
de que Rei, no teniendo nada que ponerse además
de su uniforme
de colegio, vestía poco más que una
blusa y ropa interior. Era de
pies a cabeza una conglomeración
de blanco y negro. Tan pálida
parecía, en contraste
con la oscuridad tras la puerta. Sus ojos, por
el contrario,
estaban brillantemente iluminados.
--Eh, sí --profirió él en respuesta.
--¿Estás bien? --preguntó ella.
--¿Ah? Sí --respondió
él, entendiendo que se refería al parche que
llevaba
en el ojo. Un momento después, Shinji se daría cuenta
de lo
paupérrimo de su presentación. No era buen
comienzo para una
invitación.
--Pasa --ofreció
ella, abriendo la puerta por completo y volviendo a
adentrarse en
la habitación.
Shinji obedeció, pero no sin
detenerse un momento. Al abrirse del
todo la puerta antes de que
ella volviera a entrar, la luz de la tarde
se había colado
al interior y, por un segundo, la persona de Ayanami
había
quedado bañada en un aura de aceptación, de vida y
de
luminiscencia. Y era eso lo que daba a Shinji la bienvenida
a
ingresar. Al quitarse presuroso los zapatos en la entrada,
pudo
oír claramente una hornilla siendo encendida.
Shinji decidió esperar antes de ir al grano.
El cuarto seguía
sin cambio alguno. Las paredes estaban podridas
de moho, y hacía
falta urgente de alguna iluminación interior.
Sangre y
vendajes ensuciaban un rincón del piso. Polvo frío
volvía
pálida la ventana, trocando a la única
fuente de luz del cuarto en
un matiz de blanco fantasmal. La
construcción de afuera sonaba
como si no fuese a ser
terminada en toda una vida. El interior del
refrigerador de
Ayanami era quizá el aspecto más invitante de
su
vivienda. Tal vez, él pudiera ofrecer ayudarle a hacer
el aseo
alguna vez. Si se animaba, claro estaba, o si ella se
tomaba la
molestia.
--Ten --ofreció Rei,
alcanzándole una taza de té caliente. Sacado
de su
cavilar, Shinji aceptó la taza, dubitativo.
--¿Qué pasa? --preguntó ella alzando la taza.
--Ah --empezó
Shinji--. Yo, o Misato, o... o sea, todos, todos
quieren saber si
te gustaría venir al departamento de Misato... a
celebrar
las fiestas.
Cayó un breve momento de silencio, en que
Shinji rememoró cuánto
más fácil le
había parecido en teoría esta tarea que en la
práctica.
--Creo --explicó Shinji-- que Misato
tiene regalos para todos... a
ella le encanta hacer estas cosas, y
tal vez Asuka tiene algunos
para algunas personas, y...
--Yo no tengo ningún regalo --le informó la niña pálida--, para nadie.
--Ah --murmuró Shinji,
rascándose despacio la nuca con la mano
libre--. Yo...
tampoco tengo ninguno --pensó en voz alta. Miró
hacia
un costado, cosa que fue notada de inmediato por un par
de
profundos ojos rojos.
--Me imagino... que debería
lamentar no haberle comprado algún
regalo a nadie --admitió
Shinji con una esforzada nota de risa en
el tono.
--Entonces --calculó Rei--, yo también lo lamento.
Por
alguna razón, Shinji sintió algo enfermizo en el
estómago con
esas palabras.
--Ah --logró decir.
--¿Qué pasó? --preguntó ella.
--¿Esto? --contestó Shinji, señalándose
el ojo--. Fue una broma
cruel --dijo con una risa suave--. Pronto
va a estar bien, aunque
es un poquito incómodo.
--Entiendo
--contestó Rei con calma--. Es bueno que sólo sea
una
herida leve.
--Eh... sí --concordó
Shinji, desviando la vista y mirando la taza
de té--.
Bueno...
Sin más que decir, simplemente asintió
con la cabeza, dejó la taza
y empezó a dar media
vuelta camino a la puerta.
Ella lo siguió para al menos
abrir la puerta mientras él se ponía los
zapatos. La
puerta se abrió con un rechinido pausado, que sonó
estridente
en los oídos de Shinji. Cuando el ruido cesó, el
muchacho
dejó salir una exhalación que no había
podido sacar, con la mente
hecha un torbellino.
--¿Estás
bien? --preguntó una voz calma. Sonó justo con
la
intención con que quizá había sido
dicha... es decir, profesional.
Empero, sus ojos podían
haber casi musitado una traza de
preocupación.
--Sí
--respondió Shinji, asintiendo con la cabeza para no tener
que
mirarla al salir.
La puerta rechinó detrás
suyo al caminar. Adentro, la Primera Niña
concentró
la atención en su respectiva mano: puesta en la manilla
de
la puerta, la bajó para cerrarla. No se cerró. En
cambio, una
mano empujó del otro lado de la puerta,
evitando que se cerrara.
Con curiosidad, Ayanami miró
por la puerta apenas entreabierta.
Era Shinji Ikari, que la miraba
sin titubear, aunque no poco agitado.
Antes de que Rei pudiese
hablar, el muchacho contestó:
--No tienes por qué lamentarlo --le informó--. Porque... o sea...
Pese a su
tono tembloroso, el Tercer Niño parecía más bien
calmo.
Así lo vio ella con único un ojo asomado por
entre la puerta y el
marco, y viendo con eso sólo una
estrecha mitad de él. El muchacho
pestañeó
una vez y, entonces, pese a la expresión amedrentada
que
creía tener, continuó en un tono más
categórico:
--Nadie --dijo-- podría pedirte más.
Con eso, cerró el ojo y asintió con
firmeza, o quizá hizo una
reverencia leve:
--Gracias, Ayanami-san.
Con apenas una ranura de visión entre la
puerta y el marco, Shinji
no pudo ver la reacción de
Ayanami. Muy probablemente no había
reaccionado mucho, pero
él mantenía la esperanza. Entonces, la
respuesta de
la muchacha volvió todo cuanto él esperaba
inesencial,
redundante:
--Ah --dijo ella, casi sin voz.
¨
fin
¨
Nota
del autor: agradecimientos especiales a Toh Ee Loong, sobre
todo
por señalar un error, pequeño pero crítico, del
primer borrador.
