Harry Potter es propiedad de J. K. Rowling.
Esta historia participa en el Reto # 16 «Los opuestos» del foro Hogwarts a través de los años.
I
Belleza
El viento del cambio sopla directo hacia la cara del tiempo.
Como una tormenta que hará soñar.
Llévame a la magia del momento.
Scorpions – Wind of a change.
Existen dos cosas que Percival Dumbledore jamás va a soportar sin importar cuánto tiempo pase. La primera es que alguien insulte a su esposa sólo porque ella no ha nacido en una familia de pura sangre, la segunda es que cualquiera lastime a sus hijos por las razones más insignificantes y absurdas que se le puedan ocurrir; independientes que estas causas estén fundamentadas o no.
Por eso mismo él se encuentra apretando con fuerza la varita en el momento en que intenta recordar por qué no debe de aparecerse allá y causarles un buen infarto: esos asquerosos mocosos están jodiendo la existencia de su hija al estar tratando de forzar que haga magia sólo porque les ha parecido fascinante o vete tú a saber la razón que tienen esos cabrones.
«Son muggles, son ignorantes. No voy a rebajarme al nivel de un defensor de la pureza de sangre sólo por los insultos que le están dando a mi princesa, a una pequeña que la única magia que hace es accidental; ellos se irán, sí, se irán y dejarán a mi Ariana tranquila…». Él hace puño la otra mano, quedándose en el sitio sin ser capaz de hacer algo más que limitarse a ser un observador de la tremenda injusticia que hacen.
¿Qué culpa tiene Ariana si no puede complacer los caprichos de los otros? ¿Qué se han creído para andar exigiéndole a su hija que haga magia? ¿Cuánto tiempo más van a quedarse cerca de su princesa?
Uno de aquellos niños se salta la valla, que divide el jardín de la acerca, al entrar a la casa alza un puño, Ariana cae al suelo con la mejilla enrojecida por el golpe y ensuciándose la vestimenta que anda; los otros niños deciden que van a imitar al líder de la banda.
Percival suelta la varita, abre la boca tratando que de ella salga algún improperio que hagan que se desaparezcan de su hogar sin embargo, se recuerda, que no va a contaminar los oídos de su inocente hija con palabras que ella no merece escuchar, al menos no estando tan joven. Así que se queda quieto, observando a través de la ventana sin saber con exactitud qué tiene que hacer para separarles. ¿Un hechizo? Eso romperá el Estatuto Internacional del Secreto Mágico y pondrá a la familia en evidencia por lo que elige abordar el asunto de otra manera.
Percival inhala y exhala en varias ocasiones para serenarse, queriendo olvidar la escena que está ocurriendo en frente de él y evitar reaccionar de un modo del que va a acabar arrepintiéndose por el resto de su vida. Al estar convencido que se controlará lo mejor que podrá, abre la puerta y camina hacia Ariana, tomándose un minuto para lanzarle una última mirada fulminante a los muggles.
—Ariana, es hora de la merienda —informa con voz firme pero sombría. Ariana dirige la vista a su padre, seguidamente se levanta lo más rápido que le permiten las piernas del suelo y corre hacia él, tomando entre sus manos la tela del pantalón de Percival y ocultándose detrás de él; tiritando debido a las heridas que le han quedado en las partes visibles de su cuerpo. Percival mata con los ojos a los niños delante de él—. Esfúmense.
La mayoría de los agresores se van corriendo sin voltear a verle, espantados, sin embargo uno de ellos se queda el tiempo suficiente para decir:
—¡Su hija es un fenómeno! —Señala a Ariana con un dedo acusador, acción que Ariana no ve porque se ha rehusado a seguir viendo a los bravucones—. ¡Un fenómeno que es inútil! ¡Ni siquiera supo cómo enseñarnos a hacer esos trucos tan increíbles! ¡Es rara! —El niño se va.
La respiración de Percival se torna agitada, le aparece un tic en el ojo. Él le va a enseñar quién de los dos es el verdadero fenómeno bueno para nada dado que únicamente tiene que agitar la varita, pensar en el peor hechizo que ha aprendido hasta la fecha y echárselo a él; a ver qué van a opinar los padres de ese niño cuando lo vean entrar a su casa convertido en el híbrido más espantoso que pueda idear.
«El Estatuto», se recuerda. «No puedo hacer nada debido al Estatuto. Además Ariana depende de mí en estos instantes, aunque quiera vengarme de ellos no dejaré a Ariana sola en casa; tal vez cuando Kendra regrese ella pueda hacerse cargo de ella mientras yo me desquito… ¡No! El Estatuto me impide hacer magia enfrente de los muggles y, por mucho que me reviente reconocerlo, la venganza jamás la van a considerar como una razón válida. Creo que puedo hacer la vista gorda, podré convencerme que fue un accidente. Lo fue: accidentalmente se hizo daño al hacer magia.»
Percival suspira, rogando que convenciéndose de algo que no ha sido consiga que desaparezca sus ansias vengativas, se separa de la pequeña Ariana; se voltea hacia ella y la ve sentada en el jardín mientras juguetea con el verde pasto, propio de la primavera, sin sonreír. Percival sabe que algo se ha roto dentro de él al contemplar esa escena. La parte racional de él le dice que no intente acercársele ahora por lo que decide obedecer, ya que si se dedica a escuchar a la parte emocional… Lo primero que hará será darle una buena dosis del Maleficio Torturador a esos jodidos mocosos que le han jodido la tarde de juegos a Ariana.
¿Es bueno que sepa cómo lanzar los Maleficios Imperdonables? Los padres de Percival han acogido la defensa de la supremacía de sangre como una de las enseñanzas para sus hijos, él y Honoria Dumbledore –a quien no ha visto desde que ésta ha elegido no va a contraer matrimonio con nadie–. No le hace gracia haber visto cómo sus padres han aplicado esos maleficios en sus antiguos elfos domésticos. Pese a que sepa qué tiene que hacer para realizar, nunca se ha mostrado como un partidario de esos métodos tan… horribles. Sin embargo, en estos instantes, empieza a aceptar la creencia de su madre que los muggles son escorias que merecen ser eliminadas.
«Recuerda que los padres de Kendra son muggles nativos de América. No todos los muggles son basura», se dice Percival. «Eres más sensato que esto, Percival; sé que diferenciaré al resto de los muggles de las acciones de unos niños caprichosos… Porque eso son: sólo niños. Me niego a catalogar a los demás de una manera cuando no sé cómo son en realidad.»
No, en definitiva no hará nada que lo encierre en Azkaban con cadena perpetua. Tiene una familia que lo necesita… ¡Posee una hija que necesita a su padre con ella! ¿Por qué dejar su postura de lado por los sentimientos que, conociéndose a sí mismo, se alejarán cuando la pequeña Ariana vuelva a sonreír y a ser ella misma? Lo único que debe de hacer es recordarse en repetidas ocasiones que no él no es como sus padres, que se parece a su hermana y que no va a permitir que la rabia lo ciegue; todavía son capaces de salir adelante aunque las adversidades aparezcan en el camino de la vida.
—Te voy a curar las heridas, princesa —le dice Percival a su hija—. Te pondré un lindo vestido nuevo.
Ella asiente.
—Vamos, papá.
El verso está traducido del inglés, cito el original: «The wind of change blows straight into the face of time. […] Take me to the magic of the moment.»
En la wiki inglesa aparece una Honoria Dumbledore que es la tía solterona de Albus: ella o es la hermana de Percival o la hermana de Kendra. Pero teniendo en cuenta que Kendra es una hija de muggles, nacida en América, puse a Honoria como la hermana de Percival.
