Paranoias

Bokuoi

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"Quizás él es... un poco difícil de entender".

Bien, puede que el mismo Akaashi se lo haya advertido, pero fue implícito, ¡por todos los cielos! ¡Y Hajime todavía se atreve a desacreditarlo a él, que fue su mejor amigo desde que nacieron!

Gruñó, para luego darle una mordida a su tostada. Mirando el desayuno en la mesa amplia del comedor examina la situación: Bokuto no ha salido de la habitación que comparten. No solo eso, no ha salido desde la tarde anterior.

Musita una queja en nombre de Hajime y Akaashi, y piensa que sí, por algo encajan tan bien como pareja. Que eso debió ser siempre, y que fue un estúpido al no darse cuenta. Si son un par de bestias.

Para que el público inexistente de su mente entienda, Tooru va a repasar todo lo que pasó desde que el mejor amigo de su novio le ha dicho que "él es así". Pues bien, resulta que el armador de Fukurodani le ha tendido una trampa (que él lo cree con toda su alma, y más si Hajime está metido, de alguna forma, en eso); porque le dejó un aviso colgando de un hilo, allí, sin decir nada explícito pero con un algo flotando en el aire. Y así sin más, se ha pirado, como quien quiere la cosa.

Bokuto es un paranoico, sí, eso. Con todas las malditas letras. ¡Un jodido loco, para ser más claros! Tooru gruñe de nuevo, y vuelve a lanzar una retahíla de quejas a nombre del armador y la ex estrella del que fue su equipo (y, si para oreja lo suficiente, puede oírlos estornudar). ¿Por qué no decirle que el muchacho, tonto como es, le tenía pavor a los documentales de asesinos? "Documentales", porque ni siquiera tenían lógica sus gritos desesperados, como para creerle asustado de asesinos en serie.

Lo peor de todo es que no quiere dejar la habitación por miedo a encontrárselos. Bien, si existiera un premio al más idiota del mundo, sin duda, lo debe ganar Bokuto. Y es que no le ha podido convencer con nada, ni habiéndole propuesto jugar al vóley.

Suspira de nueva cuenta, hastiado de su tonto novio y sus supuestos amigos que ni le dicen cómo solucionar el problema. Se jura que va a hacer salir a Kotaro, en nombre de toda su extensa perfección, o va a volverse un ermitaño para el resto de su vida. Se levanta, sin pensar mucho en qué decir, y llama al chico con tono intimidante (lo cree, al menos).

—Kotaro, abre.

Toca a la puerta despacio, espera y repite la secuencia. No hay caso, y está poniéndose impaciente.

—Bokuto, esos asesinos murieron hace tiempo o están en prisión —explica, y oye ruidos dentro—. ¡Muchos de ellos viven demasiado lejos para hacerte algo!

Sabe que lo arruinó cuando el silencio está allí de nuevo, es mala señal no oír nada donde sea que se encuentre Kotaro. Se siente pésimo por no saber ni cómo calmar a su novio, tanto, que quiere llorar de frustración. Quizás se haya vuelto más sensible al estar tanto tiempo con él, no lo sabe.

En el casi mar de lágrimas que es, halla una oportunidad que tiene que intentar antes de mudarse a una cueva en África.

—¡Tú, mal novio! —vocifera, con fingido tono de molestia—. ¡Me has dejado tirado aquí! ¿Y si me matan mientras estás encerrado, huyendo de todo solo?

Oye movimientos, y la puerta se abre. Bokuto le abraza y se disculpa, las veces suficientes para que Tooru no le guarde rencores. No sabe por qué pero le arrastra consigo en su paranoia contra un asesino invisible, impidiéndole salir.

Quizás no salió como pensaba, pero ha aprendido a tratarlo un poco. O eso cree.


|NOTA|

Basura, eso es esto. No sabía bien qué quería hacer y, como consecuencia, terminé creando esta cosa. Lo lamento por esto, quizá lo arregle luego.

Consejo del día: no vean mucho ID.