Tras haber hecho una gran travesía por el mar y entre tanto marinero y hombre una puede acabar creyendo que lo mejor para defenderse es hacerse pasar por uno de ellos, por eso a Miaka no le quedó otro remedio que ser el grumete del barco cuyo capitán era Tamahome. El hombre más apuesto que la joven había podido encontrar en ese mundo, porque claro está ella pertenecía a uno más "actualizado", aunque cosas del capitán le molestaban no podía evitar el fijarse en el sobre todo cuando lo veía mientras aquella melena volaba al compás del viento de color negro azabache y que le llegaba a los hombros, esos ojos tan penetrantes y como no por supuesto jamás podría olvidar el musculoso cuerpo el cual se limitaba a mirarlo sin razonar porque siempre llevaba la camisa medio desabrochada para poder ver su pecho; y aún así se mosqueaba al ver esas horrendas marcas que tenia en sus brazos y algunos en la espalda por los castigos que le daban su tripulación en alguna que otra ocasión. La joven suspiraba al saber que jamás había visto ninguna porque seguro que no lo aguantaría pero seguía pensando que ese hombre era un bruto y un masoquista ¿cómo podía dejar que sus camaradas le pegaran y con un látigo de nueve colas? Y como si no fuera suficiente él mismo era el que les decía que lo hicieran.
Atándose un nudo al pañuelo de la cabeza y colocándose bien la ropa de trabajo inspiró aire y lo expulsó por la boca, hoy le esperaba un día de trabajo.
Al salir del camarote ,que le habían asignado por problemas con un hombre del barco, escuchó arriba en el timón la voz de un hombre cuyos brazos tenia en jarra y que en ese momento la miraba fijamente con el rostro despejado tras haberse puesto una coleta para recogerse el pelo. Cuando la chica se volvió a mirar hacia arriba se fijó, era él y seguro que lo que le diría no iba a ser nada agradable de escuchar.
-Ey, muchacho- como dije, solo esa palabra para ella no era fácil de asumir- Te has levantado tarde hoy, pero veo que vas dispuesto a trabajar duro.
-Sí, capitán "que se creerá este engreído" . voy a hacer aquello que tampoco he podido hacer por mi falta.
-Es bueno escuchar eso muchacho ahora ve junto al contramaestre, el te dirá- En ese instante vio como se alejaba para entrar de nuevo en su camarote seguro iría a escribir al cuaderno de bitácoras, todo aquello que hacían y encontraban lo escribía. La joven deseaba acercarse a él pero tampoco quería arriesgarse demasiado estaba en un barco lleno de hombres y además se suponía que ella era uno de esos brutos pero en miniatura, no solo eso le preocupaba quería saber como estaban los que conocía pero tampoco querían mandarla de vuelta y eso le disgustaba, otro secreto que mantener era su procedencia.
-"Van a llevarme a América, ¿¡De Japón a América!? No piensan ni un poco en mí"
De pronto se escuchó como si tosieran a propósito y al volver a la realidad miró al contramaestre que esperaba a que fuera hacia el para escuchar las órdenes. El rostro de la joven no le satisfacía para nada porque solo hacía gestos de disconformidades y a veces incluso se había opuesto a hacer alguna de las tareas "por supuesto, era una señorita y había vivido mejor que en este barco aunque no fuera rica" El contramaestre llamado Tasuki le decía que sus tareas serian limpiar toda la cubierta con un trapo y que también lo hiciera en los
camarotes. La cara de Miaka era cada vez más enfermiza por el simple echo de que verse en esa situación no le agradaba para nada. En frente del contramaestre parada el hombre tuvo que gritarle para que empezara a trabajar
-Chico muévete ya, a que esperas. No podrás volver a tu cuarto hasta que no acabes y me da igual si sale el sol. Así que empieza de una vez- Tan desagradable siempre con ella y con el capitán siempre riendo y siendo feliz, no había derecho alguno, eso pensaba mientras se alejaba y entonces escuchó una voz que no era tan brusca como la anterior y que para ella era el único amigo que tenía en el barco
-Mioru! Te volvió a decir algo el contramaestre cierto? Muchacho jamás aprenderás a catar órdenes
-Yo jamás he tenido que aceptar órdenes de nadie "bueno solo de mi madre" y jamás me doblegaré ante ese hombre- Decía enfadada, vaya el único que podía aliviar un poco de su mal genio y encima tenia que decirle lo mismo. El hombre rió al ver su rostro, dada la postura que tenia entrelazando los brazos sobre su pecho con la cara hacia un lado rechazando su advertencia y el entrecejo fruncido, volvió a reír dándole unas palmaditas en la espalda. Eran diferentes cierto pero no mucho porque ella no era ninguna princesita aunque allí todos lo creían por esa forma de hablar y de enfrentarse a ellos, no solo eso sino también las posiciones que adoptaba muchas veces como por ejemplo la que acababa de hacer.
-Si no haces lo que te dicen- decía negando con la cabeza en señal de rendición al mismo tiempo que suspiraba- se lo dirán al capitán y ese si que no se anda con rodeos. Ya sabes que si cree que necesitas un castigo te lo dará auque sea leve.
Había acabado de quitárselo de la cabeza cuando se lo volvían a mencionar, es que nunca la dejarían tranquila y sin preocupaciones. Su respiración se volvió acelerada cuando a su mente vino de nuevo la imagen del capitán. Era cierto que era apuesto y además inteligente dada en el lugar que estaban pero también la había salvado del problema que tuvo con uno de sus hombres y le dio cobijo dentro del barco además se disculpó por haberla traído al barco sin su consentimiento pero tampoco sabían ellos que ella estaba allí.
Aquella mañana apareció en la bodega del barco rodeada de hombres que tenían armas y que además dudaban de si era una espía, mas tarde se aclararon las cosas con algo de mentiras por medio sin embargo cuando quiso volver a Japón era demasiado tarde ya estaban en el mar. ¿Cómo habría llegado ella hasta allí y muchos años atrás? Todavía no había nacido Dios Santo, por mucho que en el trascurso de los días había insistido en que la llevaran de vuelta no había valido la pena y más cuando dijeron que iban rumbo a América. Así que tuvo que decidir que si tenia que ir a algún sitio con una panda de gorilas apestosos y encima todos hombres ella debía cambiarse el nombre y aparentar ser uno de ellos, por supuesto que los modales eran una excepción, jamás se comportaría como ellos.
Pensando de nuevo en lo que su amigo le había dicho lo miró y dijo
-Hotohori, ese hombre jamás me pondrá un dedo encima y además no le daré ningún motivo para hacerlo.- Hotohori sonrió y miró al contramaestre
-Toma este es el cubo y el trapo, haz tu trabajo Mioru- Al menos Mioru sonaba mejor que muchacho o chico, pero en que pensaba? también era nombre de hombre.
Mientras limpiaba la cubierta de rodillas como si estuviera limpiando un viejo templo o una típica casa japonesa, el contramaestre se acercó y empezó a reírse a carcajadas
-Muchacho así piensas dejar el suelo limpio? Debes ser más rápido, sino se volverá a ensuciar antes de que lo termines- El hombre volvió a su posición y miaka observó como había huellas en el suelo de nuevo de todas las pisadas de los marineros. Harta de la situación se levantó y se quitó el pañuelo de la cabeza de un arrebato ya que las gotas del sudor corrían por su rostro, solo pensar que había pasado ahí horas y que todo volvía a estar como antes la enfurecía más. Pero si no hacía el trabajo antes de que el capitán saliera de su camarote y llegaba a ver el barco así podía castigarla. En su mente se recreaba la escena de que la aplastaba con una pierna gritándole porque no había cumplido su cometido con una sonrisa demoníaca mientras le atizaba con el látigo y ella sufría en el suelo. De pronto sintió un escalofrío "maldición!" tenía que ser rápida se decía tirando el pañuelo al suelo al mismo tiempo que tiró el cubo lleno de agua. En ese instante la frustración se deshizo de su rostro creándole una gran sonrisa "¿cómo antes no había pensado en ello?"
Corriendo echó cubo tras cubo de agua por la cubierta y con las dos manos sujetando en una el trapo y en otra el pañuelo volaba como una bala de cañón limpiando el piso del barco. Menos mal que la ropa que tenia era ancha para que no notaran que era una chica aunque las mallas eran muy ceñidas y se notaban las nalgas pero bueno para todos era así. Claro que la joven no se imaginaba el trasero de esos tripulantes excepto uno que cada vez que corría por su imaginación el pandero de esa persona le entraba un calor interior que no podía controlar. Todos observaban con la rapidez que el joven grumete estaba haciendo su trabajo y estaban tan atónitos que Tasuki les tuvo que llamar la atención para que siguieran en sus quehaceres.
Al cabo de unas horas ya había limpiado la cubierta entera y se fue al contramaestre para ver si decía algo malo de nuevo de su trabajo, esperando alguna queja, éste le dijo:
-Buen trabajo chico lo has hecho bien te quedan los camarotes pero es bueno que lo hayas dejado para lo último porque creo que habrá tormenta esta noche.
-Gracias contramaestre Tasuki, me iré a limpiar los camarotes- cuando se iba a ir este lo detuvo y le indicó:
-Dile al capitán el pronóstico de esta noche
-De acuerdo
El compartimiento del capitán fue el último que fue a limpiar porque pensaba que si lo hacia en primer lugar todo su cuerpo se desvanecería seguro, ya le había pasado en alguna ocasión que su cuerpo no le respondía. En aquel momento justo al otro lado de donde se encontraba él, en frente de la puerta la chica cogió aire y lo expulsó era la primera vez que iba a entrar en la habitación de aquel hombre tras aquella noche que sintió miedo. Y con todo el valor del mundo llamó a la puerta, como era de extrañar hasta que el capitán no diera permiso para que pudiera entrar no podía abrir la puerta.
-¿quién es?
-Mioru, capitán, el contramaestre me ordenó que limpiara los camarotes.
-Pasa muchacho- Otra vez esas palabras que la enfurecían tanto
-Permiso.- Decía con la mosca tras de la oreja por el comentario q le había hecho. Tamahome se dio cuenta y suspiró al decir
-Sigues enfadado por las tareas que se te mandan?- Miaka no sabía a que venia ese suspiro como si le costara la propia vida entablar una conversación con ella, y encima lo único que quería hacer era acabar las tareas para no ser tentada tanto por el pero este solo hacia provocarla. Ella soltó de forma brusca el cubo y el trapo. El capitán lo miró como si fuera una ofensa para él ese signo era como si le dijera friega tu habitación tú mismo así que se mosqueó bastante que sus ojos se entrecerraron y sus labios se fruncieron y se levantó de la silla, tirándola, donde estaba para hacerle frente. Cuando ella vio lo alto que era no sabia que hacer creyó que había leído sus pensamientos, pero lo cierto es que ambos estaban confundidos con ambas cosas y ella no iba a tolerar q se quejara de ella cuando se estaba esforzando tanto aún siendo una chica (aunque no lo supieran)
-Sí, sigo enfadado por las tareas, son muy pesadas soy joven solo tengo 14 años y creo que lo que yo hago no lo ha hecho ni la mayoría de la tripulación cuando me han mirado estupefactos como si fuera una cosa tan difícil de hacer. Y usted me dice que si me quejo, no he dicho nada y ya me esta insultando. Además de que no me quieren llevar de nuevo a Japón aunque lo haya rogado miles de veces y uno de sus hombres quiso....
-Ya está bien muchacho! No permito que me hables así cuando yo tenía tu edad yo estaba haciendo el triple de cosas que tú y no me quejaba. Tenía que cuidar de la casa, de mis hermanos y mi padre, y salir a ganar dinero. Y tú te quejas
-Dije que no me quejaba pero usted lo dio...!- el capitán dio un golpe en la mesa para que no dijera ni una palabra más mientras su mirada se clavaba en los ojos verdes de la muchacha
-Haz lo que tengas que hacer y después te vas
-A eso venía capitán
Mientras él señalaba la ruta a recorrer marcando con cruces un mapa y escribiendo cosas en el cuaderno de bitácoras la chica empezó a limpiar, en ese momento su mente se volvió retorcida y maquiavélica y el cubo de agua lo echó por el suelo, al instante se echo al suelo a limpiarlo cuando él se dio la vuelta exclamó tras lo sucedido
-¡Pero que haces muchacho! Has puesto el...- sus palabras las detuvo el viento cuando vio al joven de espalda y de rodillas y aquellas mallas marcaban sus finas piernas y su trasero, el capitán se quedó sin habla cosa que aprovechó ella para decirle:
-así acabaré antes y le podré dejar tranquilo- La joven miraba al capitán que había vuelto la mirada hacia otro lado para no encontrarse con la de la joven
-Grumete deberías comer mas, estás demasiado delgado que no rellenas ni las mallas, por dios quieres seguir trabajando
-Claro capitán pero déjeme decirle una cosa si relleno las ropas lo que pasa es q soy muy joven ¡y me mandan mucho trabajo! Quedaré en los huesos
-Lo tendré en cuenta
Cuando terminó de limpiar el camarote se desperezó y se alegró porque había terminado sus tareas ahora podía descansar. Ambos se quedaron mirando el resultado de los esfuerzos del grumete y éste frotó su pelo reconociendo su esfuerzo con una dulce sonrisa que la dejó sin nada que decir no solo eso sino que el capitán se había disculpado de nuevo por los dos incidentes que ella
comentó antes pero aun así y lamentándolo mucho le dijo que no iba a poder regresarlo de nuevo a Japón lo que le entristeció al joven grumete. En aquel momento se hizo el silencio pero una turbulenta fuerza hizo que el barco se moviera y ella se tropezara y él la agarró por un brazo y por la cintura para que no cayera, ambos se miraron pero otro temblor vino cosa que hizo salir a Miaka de sus pensamientos
-Capitán el contramaestre me ordenó que le dijese que quizás hubiese tormenta esta noche- Su rostro se mostró serio y se fue directo a mirar por la ventana, lo que había dicho Tasuki era cierto había tempestad.
El capitán se puso el impermeable que tenían los marines para tempestades como esa y salió por la puerta el grumete salió tras él y cuando salió de dentro del barco que se estaba balanceando ella también lo siguió tenia miedo a ese tipo de cosas y no quería estar sola. Sí cuando lo vio ir tras él se dio la vuelta y de un empujón lo lanzó dentro de nuevo y cerrando la puerta la chica escuchó sus palabras.
-Has terminado tu trabajo por hoy- por un instante se quedó en la penumbra, sola, encogida y tapándose los oídos para no oír nada pero no daba resultado pensaba que si se quedaba allí se sentiría peor que estando con sus camaradas... Era cierto eran sus camaradas del barco, el contramaestre Tasuki, Chichiri, Hotohori, incluso el capitán Tamahome por qué le había dicho que se alejara de allí acaso ella no era parte de la tripulación, no trabajaba con ellos y seguía el mismo trayecto (aunque no quisiera) y estaba segura de que en ese instante no se dirigían a América. Sin pensárselo dos veces iba a luchar contra esa tormenta, le iba a enseñar a todos que no era ninguna debilucha y por su puesto iba a trabajar con sus compañeros.
Se dirigió a la habitación del capitán y miró a todos los lados pensando de dónde había agarrado él, el impermeable cuando se fijo en un pequeño gancho que había tras la puerta suspiró y se alivió al descubrir otro más allí así que se lo puso, en ese instante se sonrojó ya que la chaqueta olía a él; pronto salió de su sueño y se dirigió dando tumbos hacia la puerta que daba a la cubierta. Afuera hacía un viento muy poderoso así que le costó mucho abrir la puerta pero al fin lo consiguió un tremendo levante agitaba su pelo e hizo que las pequeñas lágrimas de sus ojos que se asomaban se las secara enseguida. Con mucho esfuerzo salió fuera y la puerta sonó atrás de ella, al volverse vio que la única salida que quedaba era aferrarse a ser valiente y que podía hacer cualquier cosa, aunque ella nunca se hubiera imaginado esa escena pero cogió aire en sus pulmones y se dio un par de palmadas en las mejillas para afrontar la situación entonces ocurrió lo que jamás se le había pasado por la cabeza, que vergüenza había pensado cuando de pronto se resbaló y al ser tan poco pesada iba balanceándose por el barco al ritmo de las olas. Intentó aferrarse a una cuerda cercana pero el agua que a veces cubría el barco tras algunas olas que eran bastante grandes la vencieron y se soltó de la cuerda dándose contra los costados del barco, golpes que la hacían gritar de dolor pero aún así intentaba ponerse firme y en pie pero no había nada a su alrededor, de otro balanceo del barco su cuerpo dio contra la proa y quedó inconsciente allí tras dar su último gritó.
Un marinero lo escuchó y dando un silbido además de sujetar las cuerdas de los mástiles junto a otros camaradas le gritó al capitán, éste enseguida lo miró y su mirada pronto fue tras el brazo donde éste señalaba un cuerpo cerca de proa. El capitán abrió los ojos como platos cuando vio allí a uno de sus hombres, él bien sabía que dentro de su código, su deber era la de salvarlo si no ponía en riesgo al resto de la tripulación pero en ese preciso momento si dejaba su puesto todos podían irse al demonio. Estuvo a punto de dejar que se hundiera si fuera necesario para mantener a todos los demás y al barco a salvo y si era cuanto antes mejor pero no sabía por qué fue a mirar otra vez y vio un destello en los cabellos rojos y al fijarse mejor se dio cuenta de que era una figura delgada y pequeña. ¡¿Por Dios bendito que hacía ese crío ahí?! No le había dicho que se quedará dentro, esas palabras resonaban en su cabeza pensaba que hubiera sido buena idea haberlo encerrado. Se había dado cuenta de lo delgado que era y de la figura fina que tenía cuando antes lo sostuvo en sus brazos para que no cayera. Dentro de él sentía una urgente necesidad de ir a socorrerlo y salvarlo solo para poderlo matar después él, pero ¿iba a dejar a su tripulación morir? ¡Mierda! Masculló y cuando volvió a mirar el cuerpo ya no estaba, una ola se lo había tragado entonces fue cuando le inundó el pánico, precisamente era el menos indicado para morir él no vino porque quisiera tampoco quisieron devolverlo a Japón si le hubieran hecho caso no estaría nadie pasando estas penalidades Maldito sea... volvió a musitar, no podía dejarlo morir
-¡Maldición!
-¿Capitán? – Dijo extrañado Tasuki al no entender su enfado ya habían superado varias tormentas juntos, esta no iba a ser diferente. De pronto sus ojos tomaron posición de sorpresa cuando vio que el capitán soltó las amarras y salió de su posición. Tamahome miró a Tasuki y a Hotohori que estaban en la misma línea de acciones en las que estaba el antes y dijo
-Os dejo a vosotros este trabajo un rato, podréis aguantar un poco sin mí?
-Sí capitán pero no tarde demasiado- El capitán fue agarrándose a todos los sitios que podía pero resbaló y cayó al suelo cuando volvió a ponerse en pie desde mitad del barco observó atentamente a todos los lugares y vio como alguien estaba agarrado al palo de un mástil cerca de la proa entonces la vio y fue corriendo hacia allí sin importar lo que fuera a pasarle cuando llegó a la proa se acercó todo lo que pudo y le extendió la mano para que ella la tomara, pero estaba tan asustada que negaba con la cabeza mientras otra ola los había cubierto
-Dame la mano muchacho te sacaré de aquí, si no vienes conmigo, moriremos todos, quieres eso? No querías volver a Japón?- En ese mismo momento abrió los ojos verdes de par en par y era cierto, no quería morir allí, quería volver a su hogar- Dame la mano!- le volvió a decir entonces la chica extendió la mano y él la cogió. Ambos volvieron al camarote y la encerró en el suyo diciendo cabreado- ¡No vuelvas a salir ¿has entendido?! –la joven afirmó entendiendo su enojo y él resopló por la nariz encerrándola en su cuarto.
Fue entonces cuando entendió de que no había sido una heroína ni que había ayudado nada, había sido torpe y una patosa Que vergüenza, se volvió a decir mientras se abrigaba, al mismo tiempo que escondía su rostro, en la esquina de la habitación con una manta.
