Hacia muchiiiiiisimo que tenia esto escrito y no me había atrevido a subirlo. Además es la primera historia no de Hetalia que subo. Decir que esta basado en la temática de un foro en el que, al aprecer, sigo estando, así que parte de esta historia a ese foro. Ni que decir tiene que esto es un AU y la pair es SisterxMaría. Muy cortito, a la próxima ira algo mejor.

Disfruten~~


Sister dio de bruces contra el suelo. Intento levantarse pero no podía.-¿Acaso el combate ya ha acabado?-La voz con un deje de burla de María le hizo recobrar las fuerzas de volver a levantarse y empuñar su espada. Observo a su oponente. Tenia el pelo de un extraño color rosa que le llegaba hasta la barbilla y sus ojos eran rojos, como los del demonio.Él no quería reconocerlo pero esa mujer le parecía increíble.

-¿Segundo asalto?-No iba a rendirse tan fácilmente, y menos delante de una mujer. Volviéndose a poner de nuevo en posición volvió a atacar a María, que repelía sus ataques sin casi proponerselo, ya que, como ella decía "Los hombres eran demasiado predecibles". Estuvieron todo el día combatiendo, cosa que Sister agradeció. La ultima persona a la que quería ver era precisamente ella. No le había comunicado a nadie la decisión que había tomado de marcharse para viajar, para olvidarse de esta guerra.

La llegada de la noche se le hizo eterna aquella vez y eso que entreno más fuerte que la mayoría de los días. A medianoche, cuando todos se habían dormido saco la bolsa donde había estado metiendo sus pocas pertenencias y algo de provisiones; se puso sus antiguos hábitos de monja y en silencio se dirigió hacia la salida, hacía la libertad. Atravesó todo el patio, observando con tristeza todos aquellos instrumentos de tortura que nunca más volvería a ver. Antes de salir se giro para poder observar todo. Gran error.

-¿A dónde crees que vas, perra de las galletas?-Aquella voz, acompañada del frío metal que estaba ahora sobre su cuello, le hizo sorprenderse

-M-María...-su voz era seria, intentando ocultar el miedo que tenia en este momento. Le había cogido desprevenido y eso no podía pasarle nunca a un guerrero como él. Intento zafarse de ella, pero le era imposible hacerlo sin herirse a si mismo. Maldijo varias veces mentalmente. Nunca debió bajar la guardia-Me marcho, María.-La otra retiro su cuchillo con gran parsimonia. El rubio no se fiaba, algo traía entre manos.

-Siste... Yo quería decirte que...-María se situó delante suyo. A la luz de la luna, parecía incluso un ángel, sin contar con esos inquietantes ojos rojos. Le acaricio levemente la mejilla y en ese momento Sister noto como si le desgarraran por dentro.-Eres un cabrón, Sister.-Retiro el cuchillo de la mejilla del rubio y dio media vuelta. Él se quedo anonadado, sin saber que decir o como reaccionar, aunque al notar la sangre rápidamente se llevo la mano a la mejilla y saco un pañuelo del traje para limpiar un poco la herida.

-No te olvidare...María...


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