Tanto a los alumnos veteranos como a los nuevos os doy la bienvenida a Hogwarts – decía Albus Dumbledore mientras todos los alumnos sentados en las mesas de sus respectivas casas le escuchaban con atención - Otro año escolar comienza y debo recordaros las normas de principio de curso.
El Gran Comedor se llenó de murmullos debido a los comentarios que hacían los alumnos ya no solo entre sus casas sino con las demás casas del colegio.
-Sí, lo sé. Sé que todos los años doy el mismo discurso y que resulta repetitivo, pero los de primer curso tienen el derecho y la obligación de conocer éstas normas y no está mal recordarlas para aquellos alumnos que año tras año parecen olvidarlas y se las saltan – dijo el director dirigiendo su mirada llena de brillo y picardía hacia Los Merodeadores.
-¿Cómo osa mirarnos Dumbledore a nosotros e insinuar que no obedecemos las reglas que él mismo escribió de su puño y letra hace un millón de años? - Preguntó Sirius con tono ofendido y en voz baja para que solo Los Merodeadores le pudiesen escuchar mientras Dumbledore seguía recitando su discurso.
-¿A lo mejor porque es lo que hacéis todos los años desde el primer día que pisáis el castillo? -Pregunto Remus con tono irónico.
-Perdóname Remus pero me ha parecido escuchar la palabra "hacéis". Se te ha olvidado incluirte amigo - Dijo en tono jocoso James sabiendo cual iba a ser la respuesta de su amigo.
-Bueno James estarás de acuerdo conmigo en que la mayoría de las veces me veo involucrado en vuestras bromas y trastadas sin proponermelo - Contestó Remus.
-Buena y bonita forma sutil de admitir que eres un poco soso y aburrido Lunático-Dijo Sirius agarrándole del moflete y haciéndole rabiar a propósito mientras todos reían y Remus intentaba apartarle la mano a Sirius de un manotazo mientras reía a carcajadas.
Es increíble la paciencia que tiene Dumbledore James, el pobre tiene la fe de que algún día os entrará el sentido común y cambiareis por eso no os castiga y mientras todo Hogwarts incluídos los demás profesores saben que eso jamás sucederá - Le dijo la chica que estaba sentada a su lado.
-¿Y para qué vamos a cambiar Elizabeth? Todos nos admiran tal cual somos y a tí te encanto así – Dijo James con tono arrogante antes de inclinarse hacia ella y besarla.
Elizabeth era una chica rubia, ojos azules y de estatura normal. Era una chica bastante popular en Hogwarts sobre todo entre los chicos y llevaba saliendo con James desde navidad. También era de las típicas chicas que si llevaba algún peinado que sobresalía entre los otros o si llevaba algún accesorio en el uniforme se ponía de moda entre las demás chicas que enseguida le copiaban e imitaban.
-Oye, ¿os habéis dado cuenta de que no está McGonagall?- Preguntó Peter.
-No me había dado cuenta ¡pero es cierto! - Exclamó James.
-Normal que no os hayáis dado cuenta – dijo con retintineo Elizabeth – No habéis parado de hablar desde que os habéis sentado a la mesa, pero si hubieras prestado atención a la selección de las casas de los de primer curso os habríais dado cuenta de que éste año el encargado de colocar el sombrero seleccionador sobre las cabezas de los alumnos ha sido Dumbledore.
-Creo que por fin la hemos vencido James. Hemos hecho que renuncie – Dijo Sirius emocionado y riendo.
-Sirius no tiene gracia – le reprendió Remus – Seguramente esté enferma y por ello no ha podido estar aquí.
Antes de que pudiesen seguir divagando Dumbledore pidió silencio absoluto para realizar un anuncio.
-Ruego a todos silencio por favor, seguramente os habéis extrañado de no haber visto a la profesora McGonagall y más os habrá extrañado que éste año haya sido yo el encargado de colocar sobre las cabezas del sombrero seleccionador...
Antes de que terminase de hablar su discurso se vio interrumpido al abrirse de golpe la puerta del Gran Comedor y por aquella puerta entró la Profesora McGonagall seguida de una chica de estatura media, piel blanca como la nieve que contrastaba con su cabello rojo fuego que llevaba recogido en una coleta, ojos verdes y que llevaba puesto el uniforme del colegio a la espera de ser seleccionada para alguna de las cuatro casas y poder ponerse el uniforme que le correspondiese.
-Es un ángel – Pensó James mientras la observaba atravesar el pasillo del Gran Comedor completamente ensimismado.
