Lilio candidior

"Me gustan fuertes, comandante", le dice Flora a Clare, aún desacostumbrada al nuevo título, del que no puede renegar, porque sabe que solo sería enfurecerle y es tan bonito que estén tan tranquilas, caminando bajo el paisaje sin estrellas, buscando un lugar en el que placerse parezca ameno. Flora la lleva por entre los árboles cubiertos de nieve y se acuesta sobre las piedras heladas, guiando las manos de Clare hacia donde se juntan sus piernas. Es la primera vez que NADIE hace algo parecido. "La número cuarenta y siete está húmeda. Es su deber hacer algo al respecto..." y Clare se estremece de satisfacción, aunque no quiera admitirlo, a penas revelando una sonrisa que parece más nerviosa que seductora. Fallaría de interpretar a una prostituta. O solo convencería a un hombre muy ansioso, no a Flora que es como una niña y es más fácil imaginarla sobre una cama de flores primaverales (Flora, flores, floripondrios y drogas flotando en el aire, infectándolos, haciendo que la ética se caiga al suelo con las armaduras) que arrojándose al invierno en un lecho improvisado con capas, donde nadie puede detenerlas. ¿Y es que las novicias que se acercaran lo suficiente por accidente o curiosidad morbosa podrían hacer algo más que contemplarles un momento (o hasta que terminen), entre embelesadas y sorprendidas si nunca se han topado con algo así, tampoco viviéndolo vez alguna? Parece que se conocieran desde hace mucho. No puede decirle que no. No puede ocultarle prácticamente nada de lo que se dice juntando los cuerpos, entre suspiros placenteros, que en la distancia inadecuada podrían interpretarse como los de un torturado que agoniza. Pero le falta la otra parte, la que Flora parece aceptar velada cuando le cubre los labios con los propios, aunque Clare se sienta culpable porque aún debe encontrar a Raki y Jeanne debe estar en la ciudad, curando sus heridas, sola. Sin que Flora pueda más que sentir la tensión que se disuelve en caricias por sus músculos. Es que tampoco sabe de Flora más de lo que puede ver, su número y su técnica, la que ha perdido ante su poder. Primero se dice que es por el disfrute de Flora, que no es quien para despreciar su entrega. Que es parte de haber ganado la pelea aunque no quisiera que la misma ocurriera en primer lugar. Entonces Flora la toca más y tiene que morderse la lengua para no decir suplicar, una y otra vez por terminar.