¡Saludos a todos!

Este es un Universo Alterno en el que me lanzo de cabeza al vacío. No sé qué saldrá de él, ni me atrevo a calificarlo de ninguna manera. Aquí, quizás más que en cualquier de otras de mis locuras, "Enter at your own risk".


# Prólogo #

Nunca era fácil entrar ahí.

No...no lo era. Aunque mi alma conservara celosamente la certeza que pasadas unas horas, yo iba a salir.

No era fácil cambiar el aroma contaminado de la calle por el aroma viciado que vagaba perenne por esa dimensión paralela. No era agradable tener que despojarse de toda identidad, de todo trazo empático y algún que otro escrúpulo en el paso previo al cruce de fronteras morales.

La "Sala de deshumanización" la llamábamos...Ahí quedaban nuestras ropas de calle, nuestras emociones más internas y alguna esperanza. El uniforme ya se encargaba de recordarnos que ésa no era nuestra casa, aunque en ella mandáramos.

O lo intentáramos.

Saber que una constante suma de dinero engrosaba las cuentas de mis bolsillos al final de cada mes no suavizaba el dolor de espíritu, y menos aún compensaba la espesura y oscuridad que sembraban esas largas horas...

Con fecha de caducidad diaria para mí.

Indefinidas para la mayoría de los demás.

La salida fácil para sortear las jornadas, convencerse uno mismo que debía ser así; que no era mi culpa, ni la de mis compañeros...que la verdadera y única culpa residía exclusivamente al otro lado.

"No habérselo buscado"

Un mantra muy desafortunado. Desgraciadamente, cierto y desgastado debido al rezo que de él hacíamos los creyentes del karma por convicción privada y los adeptos a la moda de agarrarse a cualquier razón que justificara lo insalvable.

Aún así, no era fácil entrar ahí. Por supuesto que no lo era. Y allí comprendí que la costumbre no siempre forja el hábito, por mucho que dicho hábito se presentara sin fisuras en la cáscara.

Allí comprendí muchas cosas. Envejecí por dentro y descubrí el altivo rostro con el que vestirme cada día para salir indemne de tanta opresión.

Esas paredes cambiaban, no importaba el lado que se pisara. Pero cambiaban; los rostros, las manos, las miradas, las ilusiones y el futuro. El pasado era el único que quedaba a salvo, que se recordaba y que persistía, que se enquistaba en la piel y en el alma. Dentro de esos muros, el pasado era el culpable que no existiera futuro, o en su defecto, el que iba minando la posibilidad de creer en uno.

Culpabilidad e inocencia se fundían en una confusa amalgama de matices que alzaban los etéreos muros coronados con alambrada, prestos a dividirnos sin falla. A cribarnos con fría determinación. A definir nuestro rol a jugar.

Éso creía yo, y así lo acepté...Hasta que llegó él.

Con él descubrí que la máxima verdad que guarda el Universo es que nada es seguro...No existe justicia perfecta, del mismo modo que no puede haber maldad perfecta*.

Ni en la orilla segura de la reja...

Ni al otro lado de ella.


*Estas palabras pertenecen a Kurumada, que las adjudicó al Caballero de Virgo Shaka tanto en el manga como en el anime.