Abrir los ojos, ser una misma. Capítulo 1.

Tipo: swanqueen

Nota: ubicado en esta séptima temporada veremos a Regina como Roni, la historia rondará en Hyperion, y al Storybrooke donde huyeron por el portal Emma y Hook. Apunte: En el fic Emma NO está embarazada.

Agradecimientos: a Danae y Génesis. ;) Y dedicado a todas las swanqueens de la comic con de Barcelona, Facebook, wasap y rol.


Alrededores de la provincia de Storybrooke.

Habían pasado varios meses desde que Emma dijo adiós a su familia con mil dudas en la cabeza, un descanso, le había propuesto Killian y ella sin saber cómo lo había aceptado. Su salud había disminuido tras tantos altercados y había perdido peso, por lo cual acabó aceptando como que aquello había sido una buena opción.

Vivían en una cabaña en el bosque pero cerca de un puerto pesquero al otro lado del mar angosto que colindaba Storybrooke, lo que menos deseaban era volver a su casa, pues múltiples recuerdos la albergaban. Killian se pasaba las noches en una taberna de pueblo próxima a la zona de astilleros del puerto, obsesionado con ese ron tan único que ofrecían en esa taberna regentada por un irlandés, el primer mes Emma lo acompañaba, tratando de hacer alguna amiga allí, lo cual fue infructuoso, las camareras solo tenían ojos para sus clientes y se dejaban manosear por ellos, eso le repugnaba. El segundo mes Emma tuvo una charla con su marido, debían de buscar un quehacer, algo que les diese dinero para sacar la casa hacia delante, necesitaba estabilidad.

-¿Para qué un trabajo?, ¿no hemos vuelto para desconectar?, a disfrutar de la vida, love- le contestaba besándole en los labios y ofreciéndole su petaca, a lo que ella trataba de negarse pero acababa bebiendo.

-¿No te das cuenta de que esto no es sano?- le entregó la petaca.
Esa noche se percató de que sin buscarlo se estaba volviendo adicta al alcohol. No pegó ojo en toda la noche.
A la mañana siguiente el pirata despertó al medio día. Emma había salido a pasear por el bosque. En sus oídos se vislumbró la voz de Henry diciendo mamá, la sobresaltó. Al girarse un gato montés salió de entre unos arbustos maullando intentando cazar un ratón de campo.

Los días pasaban para Emma lentos como el crecimiento de un árbol, sus padres vivían en una granja a como veinticinco minutos de allí, pero el hecho de que le fuesen a preguntar cómo estaba y ella no saber la respuesta la frenaba a visitarles. Aquellas siete primeras y únicas noches en las que se fueron a dormir los dos a la vez y abrazados Morfeo los cubría, quedaban como un recuerdo de otra vida. Su casa ahora olía a alcohol y sudor, pues una de las cosas que poco le gustaba de su marido era la falta de higiene, cosa que ella le había deplorado en varias ocasiones y éste había solucionado con echarse algo de colonia sobre sus vestimentas.

Fue entonces cuando una mañana de otoño sintió algo que la llamaba, un imán, o un hilo de metal, la atraía hipnóticamente bosque a través; con su camisón de lino blanco de bastilla descosida que desganada por salir a buscar una mercería había dejado estropear, unas sandalias de cuero descoloridas y el pelo despeinado, salió al exterior, con el sol aun por salir pero el cielo claro como sus ojos, caminando hacia el sur a saber cuanto tiempos, donde no sabía que yacía en sus tierras, dio con una cabaña introducida en una cueva que más parecía la copa de un árbol que una casa.
Asomó la cabeza lentamente dentro aquel cubículo y algo la empujó a su interior. Sin saber por qué aquel pequeño recoveco ahora parecía grande y luminoso. Frente a ella se aproximaba lento un ser de piel blanca y cabellos rubio oscuro, con una túnica blanca, parecía un ser angelical.

-Bienvenida Emma-, sonó aquella voz que parecía de ultratumba pero se veía cubierta por un manto de ternura y cercanía.

-Me llamo Alan.
La rubia frunció el ceño e inclinó la cabeza, -¿cómo sabes mi nombre?.

-¿Y quién no lo sabe, salvadora?-, sonrió. –Acompáñame.
Extendió sus brazos para dejarle paso. Tras ese manto blanco apareció un río con aguas turquesas, un bosque brillante, con mariposas de color azul marino que volaban en fila y el viento traía olores a rosas y chocolate.

-¿Qué sitio es éste?.

-¿Importa acaso?.

Emma lo observó, pero el olor placentero, un extraño pero cálido sol y las hierbas altas, que hacía tener ganas de tumbarse entre ellas, le impedían ofuscarse.

-Siéntate, sé que lo estás deseando.

Emma se sentó sintiéndose tapada entre las verdes hierbas y Alan se puso de rodillas a su lado, observando el río.

-¿Te gusta?.

Ella asintió. –Parece un sueño.

-¿Cómo te sientes?.

-No lo sé- alzó la cabeza hacia el sol con los ojos cerrados mientras se dejaba bañar por él.

-Es como estar en casa, sentirme a salvo, feliz, plena.

-Bien. ¿Te gustaría sentirte así siempre?.

Ella abrió los ojos de sopetón y lo observó. Se quedó pensativa unos segundos y afirmó con la cabeza, fue una afirmación corta, pero segura.

-Eso significa que no te has sentido así en mucho tiempo, ¿verdad?.

Emma no quiso pensar y ofuscada se levantó.

-Ya basta de preguntas, ¿cómo me has traído aquí y por qué?.

Puso sus brazos en jarra ya de pie a la defensiva.

-Te has molestado. – Sonrió. -¿Sabes eso de que la verdad duele?.

-Alan, seas quien seas, me voy a casa, no sé que estás planeando pero me voy- se giró para buscar la salida pero tras ella un muro de preciosos árboles y un interminable llano de flores la rodeaba.

-¿Qué has hecho?, la salida estaba por ahí.

-No, querida-, se acercó a ella y le tocó con el dedo índice el pecho a la altura del corazón, -la salida está aquí.

La miró comprensivo, ella agachó la cabeza y permaneció en silencio minutos.

Alan se limitó a observarla.

-Acompáñame.

Río abajo había una cascada fina y sosegada que hacía al agua desaparecer bajo tierra para aparecer de nuevo 200 metros ladera hacia abajo haciendo una laguna. Se situó frente a la cascada de no más de dos metros de ancho, sintiendo el chisporroteo del agua. –Observa la cascada.
Alan realizó un círculo completo con la palma de su mano en el aire y en la cascada apareció una imagen.

-Soy yo- dijo Emma.

En la imagen, la rubia cenaba con un hombre en un restaurante, llevaba un vestido ajustado color rojo, de tirantes.

-Así es-, continúa mirando. Se vio así misma peleando con él, como una guerrera lo inmovilizó. La imagen pasó a ella soplando una vela, abriendo la puerta a un pequeño Henry. Ella sonrió recordando el momento y sus ojos brillaron en una mezcla de emoción y pena.

Alan volvió a girar la mano y Emma llamaba a la mansión de Regina, ésta la miró desconfiada, y las siguientes imágenes eran de sus padres abrazándola de forma protectora, Regina volvía a salir y esta vez parecían llevarse bien, recordó que aquello sucedió cuando en la mina Regina protegió a todo el pueblo dispuesta a sacrificarse. Emma se quedó pensativa, Alan la miró.

-¿Quién es ella?.

-Regina Mills, es la madre de Henry también.

-Aha-, Alan asintió.

Mientras salían imágenes nuevas él observaba la reacción de Emma Swan. Ante sus padres y Henry se emociona, ante la gente del pueblo sonreía, ante Regina, su rostro era inmutable. Bien, era lo que buscaba.

-Echas de menos a tu familia, ¿no es así?.

-Mucho-, una lágrima brotó de sus ojos.

Las imágenes ahora mostraban a Hook, sus inicios, apuesto, cómico, ella sonreía. Primera imagen de él con una petaca, su yo en escena sonreía, la Emma que veía esa imagen en el agua se mostraba seria, triste.

-¿Qué?, ¿no te gusta que tu marido beba alcohol?.

Ella lo miró inquieta, -¿por qué haces todo esto?.

-Es por tu bien.

La historia cambió no sólo en momentos en los que Killian hizo cosas malas como asesinar a su abuelo, sino su apariencia, estaba más desaliñada, casi siempre vestía igual, Emma inclinó su cabeza.

"Ahora viene lo bueno", pensó Alan.

-¿Recuerdas ese momento?- al decirlo una abubilla voló frente a la cascada haciendo a Emma sobresaltarse, Alan se rió.

-¿Lo recuerdas?-, en imágenes todos volvían de la maldición en la que Arturo y Hércules vivieron sus propias aventuras en Camelot, en el suelo de una ancha avenida de Storybrooke estaba Regina, tumbada boca arriba, Hook supuestamente había muerto en aquel mundo.

Emma se levantó, abrazó a Henry que estaba junto a Regina pero a ésta ni la miró, se dirigió directa a su casa. –Killian había muerto.- Se justificó la Emma actual ante ese ser. En la imagen Regina aun en el suelo la observó irse mientras se tocaba el vientre aun con miedo en el cuerpo y su hijo la ayudaba a levantarse.

-Pero a Regina la habían herido también..., casi hasta matarla- dejó caer Alan. Ésta lo miró sorprendida. En escena pudo ver algo que no vio y fue tristeza en la mirada de su amiga.

-Dame la mano, podrás sentir lo que ella sintió.

La escena se volvió a repetir y Emma pudo sentirse vacía, como si no importara, aun asustada, y tirada en el suelo, cuando momentos antes la habían agredido con una espada hasta casi desangrarla. Se sentía verdaderamente mal.

Entonces Emma quiso llorar, se contuvo pero su rostro se veía enrojecido y su labio superior temblaba.

-Esto no lo hago por torturarte, salvadora, no pienses que soy un ser malvado- le apretó el hombro paternalmente.

-Sigamos, pero antes siéntate anda.

Se sentaron de rodillas, la cascada se perdía a sus pies pero el sonido era delicado y el sol la continuaba envolviendo cálidamente.

-¿De quien era el entierro?.

-De la pareja de Regina.

Emma sintió de nuevo el vacío, el dolor, y recordó cuando en aquel atrapasueños vio la muerte de Daniel.

-¿Y qué hiciste?.

-Estuve a su lado.

-¿Seguro?. No te veo a su lado, ni cogerla de la mano, ni abrazarla. ¿Seguro que sois amigas?. Tus madres la cobijaron entre sus brazos.- fue tajante. –Sin embargo, tú estabas al lado de tu marido.

Emma frunció el ceño. -Él también había pasado por cosas desagradables recientemente…

-Sí, pero él …- se silenció, no quería mostrarse subjetivo. -Ya estamos acabando…- le sonrió.

Y aquí llegó el momento más actual, Alan le tenía cogida la mano cual niña pequeña, ella no le dio importancia, aunque con algunas de sus contestaciones no estaba de acuerdo en el fondo lo necesitaba, pero ese gesto implicaba que también iba a sentir lo que sentía el que salía en escena, el momento que tocaba ver era la despedida de su familia frente al portal, justo antes de separarse e irse hacia donde estaba ahora, esta vez la visión era desde el punto de vista de Regina, ella no lo reconoció hasta que luego se vio todo en plano general, Regina observó como su amiga abrazaba al otro Hook y le regalaba buenos deseos, a Henry le acunó como un bebé, emocionada, le besó, entonces Regina hizo el adem de abrazarla pero para entonces Emma estaba ya de espaldas. Las manos volvieron a su sitio y sintió ganas de que alguien le clavase una espada porque nadie iba a llorarla. A Emma se le nubló la vista, al tiempo que se veía a ella misma cruzar el portal, la imagen se detuvo segundos antes.

-¿Te ves?.

Llevaba chaqueta de cuero rojo pero su cabello estaba despeinado y su rostro casi inerte, falto de fuerza.

-¿Te reconoces?-, ella casi ignoró su pregunta, aun con el malestar en el cuerpo se tapó la cara con sus manos y se echó hacia delante.

-¿Tan mala soy?-, se secó las lágrimas. –Debo de serlo si he hecho tanto daño sin siquiera verlo.

-Cariño, no eres mala- le acarició la espalda. –Solo es que… no estás en el camino correcto.

-Es que no me puedo creer que a una de mis mejores amigas la haya echo sentir tan mal- su rostro era rojo brillante, por las lágrimas mal secadas. –Ella no se merecía eso.

-¿Y por qué piensas que sucedió?.

Tomó aire hasta normalizarlo mirando el cielo pensativa.

-Hablas de él, ¿verdad?.

-Hablo de él pero también habló de ti, te has visto, cuando tu hijo era pequeño, ¿cómo eras?.

Aspiró los mocos que aun le tapaban la nariz y observó su entorno. –Fuerte, independiente, con personalidad.

-¿Y cómo te ves ahora?.

Ahí lo tenía claro, -amargada, sin personalidad, sola…- se miró el anillo que bailaba en su dedo, entre algunos arañazos y motas de barro. Su pupila caminaba como en un partido de tenis.

-¿Te estás dando cuenta?.

-Yo…Creo que sí.

-¿Sabes que tienes que tomar una decisión?.

Tomó aire. -Creo que… que sí, que debería hacerlo.- Pareció segura de su afirmación.

-¿Y qué harás después?.

-No lo sé, creo que buscarme una casa.

-¿Volverás a vivir con tus padres?.

–No. Iré a Hyperion.

Alan sonrió ampliamente. -Pero no solo para ver a tu hijo…

Se puso en pie. -Quiero verla, creo que tenemos que ajustar muchas cuentas.

-¿Eres consciente de que están sujetos a una maldición y que no te van a reconocer verdad?-.

Emma se quedó pensativa. Era consiente de que algo iba a pasar, pero de que estaban todos bien.

-Algo se me ocurrirá.

En su cabeza rondaba al comienzo de la lista en buscar las palabras correctas para cortar con aquella relación tóxica que la había mantenido falsamente feliz los últimos años. Y después, solo después, quizás pueda ser feliz de verdad.

CONTINUARÁ

Bueno, hace muchísimo que no escribía, la idea la tenía desde el segundo capítulo de esta temporada, espero que os haya gustado. Actualizaré poco a poco porque estoy trabajando. ¡Saluditos!