Disclaimer: Teen Wolf no me pertenece, solo utilizo los personajes y la trama con fines de entretenimiento y sin lucro alguno, de un fan para otros más. Nada de lo aquí escrito es real, si es así, es mera coincidencia.
Destined
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Las cosas se han complicado para la manada, todos lo saben, pues la desventaja frente a una completa de alfas es una amenaza real, una contra la que técnicamente no podrán ni por mucho que lo intenten. El poder de Deucalion parece no tener límites, es superior al del propio Derek y lo peor que éste puede hacer es deshacerse de sus propias creaturas. Sin embargo lo hace, sí, justo ahora.
-¿A dónde voy a ir? –preguntó Isaac por tercera vez, mostrándose consternado, triste y tan decepcionado como lo estuvo los días en que su padre se dedicó a tratarlo como una basura, como alguien que no vale la pena, un ser sin derechos ni beneficios. Jamás comprendió en realidad qué es lo que motivó a su padre a tratarlo de esa forma, algunas veces lo escuchó hablando a una vieja fotografía de su madre en la que maldecía el día en que decidió concebir a su único hijo; sin embargo, Isaac no lo encontró como una razón, pues siempre terminaba pidiéndole disculpas a esa fotografía.
-No me importa, tienes que irte. –espetó Derek, mirándole con un desprecio que no le conoce, sobre todo después de las veces en que le habló de unidad, de familia, de una nueva era, de soluciones. Todo pareció irse al caño con el repentino desdén hacia la suerte del chico. –Con mi hermana estamos completos, necesito espacio para ella. –un nudo en la garganta de Isaac le impidió quejarse y retener las lágrimas le costó un fuerte dolor en el pecho. Tomó su mochila con lentitud y miró una vez más los ojos de a quien por meses ha considerado como el padre que siempre le hizo falta. Lloró, pero dentro de sí mismo.
Caminó rumbo a la puerta del loft y al llegar a ella quiso girarse, deseando que Derek le diga que solo se trata de una broma, pero sus pies pisaron el pasillo y pronto lo llevaron a las escaleras; bajó con lentitud, como si las contara, con la cabeza gacha y los pensamientos hundidos en el olvido, no creyendo que otra vez vuelve a estar perdido. Al llegar a la puerta principal vio la lluvia que minutos antes olvidó por los viejos recuerdos, su mirada se mantuvo estática por quien sabe cuánto tiempo, miles de cosas empezaron a circular por su mente, todas tristes y sin esperanza.
Por un momento se sintió frente a un precipicio, seguro de que si da el paso definitivo hacia la salida caerá a un abismo oscuro y desolado, lleno de carencias, de sufrimientos y de agonía; no se imaginó volver a tener tanto miedo, pero entonces prefirió verse así, morir de una vez por todas, no seguirse enfrentando a una vida que trata de despedazarlo. Dio el paso y dejó que el destino decidiera por él, pero solo la lluvia lo devolvió a la realidad, dándose cuenta que no es tan sencillo, que se necesita algo más que ser abandonado por segunda vez.
La lluvia aumentó con cada paso que lo alejó de aquella mansión, pero eso no lo llevó a mirar atrás, su poco orgullo lo evitó. No sabe a dónde ir y no tiene dinero para pagarse algún hotel, tampoco tiene muchos amigos. ¿Amigos? Lo pensó mejor, recordando entonces a unos cuantos. Un rápido escaneo a sus relaciones lo llevó irremediablemente a la única persona en quien realmente confía y a quien podría pedirle un favor de semejante envergadura.
De pronto tuvo un aliciente, siempre ha tenido a Scott en altas expectativas, con increíbles talentos y una bondad insólita, es un muchacho que vale la pena. No es algo nuevo, siempre ha sentido algo por Scott, algo especial, como un hermano o algo parecido, no puede definirlo con exactitud, pero estando a su lado se siente en verdad seguro, como si nada pudiera hacerle daño con él a su alrededor. Valiente como pocas veces encaminó sus pasos hacia la casa del moreno, de algún modo sabe que no lo rechazará, que será capaz de darle el refugio que necesita, quizá solo unos días mientras se decide a buscar algún empleo y un lugar para rentar. Sí, con Scott es posible. Todo parece volver a su curso tan de pronto como se sintió descarrilado.
Sus pensamientos se volvieron positivos ahora que tiene una solución a sus repentinos problemas, es probable que eso le diera rumbo a su vida, si desde el principio si hubiera decidido a enfrentarlos. Cuando tuvo frente a él la casa de Scott se sintió renovado, no esperó más y llegó hasta el pórtico, notando hasta ese momento lo empapado que ha quedado por la lluvia. Tocó un par de veces la puerta pero nadie respondió, temió que nadie estuviera en casa pero recordó la luz en una de las habitaciones del segundo piso y una muy tenue al fondo del primero. Entonces lo tuvo claro, debe entrar de todas formas.
Al abrir la puerta fue recibido por la calidez de la casa, un apapachante calor junto a olores perfumados que reconoció cuando tenía unos cuatro o cinco años, cuando su madre vivía; no supo si continuar, lo que menos quiere es ser una molestia para Scott, él es un chico lo suficientemente gentil para recibirlo, incluso es capaz de callarse cualquier inconformidad con tal de no ser grosero con los demás; le da oportunidades a quien no las merece. "¿Qué estoy haciendo?" Se preguntó a sí mismo, decidido a darse la vuelta, no tiene por qué fastidiarle la noche a Scott. Tomó el picaporte y se dispuso a dormir debajo de un puente o algo así.
-¿Isaac? –la suave voz de Melissa lo detuvo en seco. -¿Qué haces aquí? ¡Mírate, estas chorreando! –de pronto la mujer se sintió escandalizada.
-Yo vine a ver a Scott. –pronunció con lentitud, arrastrando sus palabras, como un niño indefenso; ante ello Mel sencillamente le dedicó un rostro de condescendencia, sabiendo que no debe preguntar, que las respuestas serán para después y que lo primero es atenderle.
-Está en su habitación, ve. –como si todo fuera comprendido se acercó al joven hombre lobo y tomó su mochila. –Yo me encargo de esto. –Isaac no tuvo palabras para agradecerle pues su garganta volvió a cerrarse y sus ojos se humedecieron con rapidez; pero ella se escabulló por la sala sin preguntas, lo que agradeció sobremanera. Con lentitud empezó a subir las escaleras, mientras lo hizo decidió quitarse la chaqueta y llevarla entre sus manos.
Cuando llegó al pasillo del segundo piso se sintió ligeramente confundido pues no sabe qué decir o hacer cuando lo vea a la cara, es decir, Scott es tan increíblemente bueno que seguramente lo llenará de preguntas y querrá respuestas claras. Dio un suspiro, se encogió de hombros y fue directo a la puerta entreabierta del final del pasillo en el lado derecho, su corazón empezó a latir con mayor rapidez al irse acercando, de pronto supo que él lo sabe, que Scott sabe que está ahí. Empujó la puerta con suavidad deteniéndose en el marco, Scott yace sentado en su escritorio escribiendo, al sentir la presencia de Isaac volteó con lentitud y sus ojos despejaron la mente del otro, como si tuviera las palabras exactas.
-Necesito un favor. –su voz salió natural, ya ni siquiera le importó el agua escurriendo por todos lados de su cuerpo, Scott abrió un poco la boca al verlo en ese estado, pero no se movió de su silla por varios segundos, mismos que parecieron más largos de lo normal. Hasta que finalmente se puso de pie.
-Qué te ha pasado. –no se acercó a él, fue en dirección a su guardarropa para regresar con una toalla y entregársela.
-Derek, me echó y… no tengo otro lugar a dónde ir. –de algún modo sabe que es mejor sincerarse de una vez, aunque tal vez sea por la confianza que tiene en el moreno, jamás le mentiría.
-Has hecho bien, aquí eres bienvenido. –la sonrisa de Scott lo hizo sentirse tranquilo. –Sécate. –lo invitó a que lo hiciera mientras fue de nuevo al guardarropa y empezó a buscar ropa seca. Isaac terminó de entrar y de inmediato se deshizo de la ropa húmeda. Cuando Scott se giró se quedó estático al verlo vestido solo en boxers, lo que provocó que Isaac se mirara a sí mismo.
-Tal vez no debí desnudarme por completo. –torció una ligera sonrisa y tomó las ropas que el moreno mantuvo en su mano sin acercarle, unos momentos después estuvo seco de nuevo. Decidió sentarse en la cama y soltar un suspiro prolongado, tanto que llamó la atención de su inesperado anfitrión.
-Puedes quedarte todo el tiempo que quieras, es decir, no solo esta noche. –la invitación del moreno fue agradable a sus oídos y no pudo evitar sonreír más abiertamente.
-Creí que todo estaba solucionado, que no tendría que preocuparme otra vez por tener donde vivir, pero él… -no pudo decir su nombre, pues un ligero tono de rencor habría salido y no es que en verdad pueda sentirlo, al final de cuentas Derek le dio un sentido nuevo a su vida, uno diferente en el que no tiene nada que temer. –Supongo que es necesario, Cora y él vuelven a estar juntos, Boyd tiene un lugar propio donde vivir, yo estorbaba. –su tono fue más melancólico de lo que alguna vez se escuchó.
-Te equivocas. –Scott se sentó a su lado y le miró de la misma forma que un hermano mira a otro. –Todos tenemos un objetivo en la vida, una misión si quieres, eso es lo que te hace no estorbar a nadie, te hace importante. –sin mucho preámbulos le paso su brazo por los hombros y sonrió tan amablemente que Isaac sintió un calor naciente desde su corazón.
-Si me lo repito todos los días tal vez me lo crea. –esas palabras rompieron por completo la tensión en sus hombros, mucho más con la sonora carcajada de Scott.
-Vamos, no es para tanto, si quieres puedes solucionar todo esto en poco tiempo… hundiéndote en tu propia miseria no solucionas nada. –y de pronto se sintió mejor al ser aconsejado por el mejor de sus amigos, uno que le habla claro, sin rodeos, una persona que en verdad quiere su bienestar.
-Eres… grandioso. –sonrió con verdadera sinceridad, sintiéndose muy bien por atreverse a soltar esas palabras a alguien que realmente lo es.
-Lo sé. –sonó en tono soberbio que pronto dejó de ser real cuando sonrió con cariño al chico. Sabe que no lo es, pues no se siente de esa manera, es tan común como cualquiera y hace las cosas comunes que todos harían por los demás. ¿Cierto?
-Chicos, hora de la cena. –por la puerta entreabierta apareció Melissa, mirándoles con amabilidad y desapareciendo casi al momento de que terminó de hablar, quizá pensando en no interrumpir el momento tan íntimo.
-Vamos. –Scott le pasó una mano por la espalda y lo obligó a caminar delante de él, Isaac no se opuso. Describir lo que siente no es tan complicado, la confianza que la familia McCall trasmite le hace pensar en dejarse llevar, dejarse apapachar porque en verdad lo necesita. Caminó hasta la cocina con el moreno detrás y una vez que estuvieron en el comedor se sentaron ya con una taza de chocolate caliente. La tenue luz le hizo sentirse tan cálido que casi parece un sueño.
La cena transcurrió con toda tranquilidad, al principio no hablaron mucho, aunque poco a poco la confianza empezó a permear entre ellos, sobre todo con Isaac que desde siempre ha tenido dificultades para abrirse a las personas, usualmente prefiere guardarse sus resentimientos y sobrevivir con ellos sin importar las consecuencias. Scott a su lado representó un sólido pilar cuando la madre de éste empezó a hacerle preguntas, primeramente sobre su vida antes de convertirse en hombre lobo, la relación con su padre y lo que sucedió con su madre; fue bastante bochornoso confesarle incluso que jamás se ha permitido enamorarse de alguien, al menos no realmente. No podría explicar el motivo por el que prefirió decir todo en lugar de mentir, tal vez tuvo que ver con su creciente necesidad de expresarse. Derek le enseñó a no caminar con la mirada gacha, a ser valiente, a defenderse de quienes intentan abusar de él; quizá fue un poco manipulado, pero él alfa también se comportó como un buen padre, uno mejor que el biológico.
No supo en qué momento la lluvia dejó de caer, lo único que percibió fue el ligero goteo del remanente de agua en el techo; miró su taza una vez más, la cuarta en lo que va de todo ese tiempo, luego levantó la mirada y sonrió a Melissa. La mujer terminó por comportarse como la madre que tampoco tuvo, curioso, de algún modo encontró la imagen de una familia en personas que no lo son, pero que se han ganado el lugar en su corazón de una forma que ni en sus mejores sueños. El silencio que se formó fue cómodo, ha dicho todo, no ha llorado porque no sintió la necesidad de hacerlo, pues al final de cuentas aprendió a vivir con su realidad, a perdonar a quienes ya no están y de paso a sí mismo al haberse escondido detrás de un muro, hasta ahora inquebrantable, de dolor y sufrimiento.
-Eres bienvenido durante todo el tiempo que quieras. –habló de pronto la mujer, mirando a los dos chicos. –Estoy seguro de que Scott estará feliz con ello. –el moreno sonrió y le dedicó una mirada de amistad. –Ahora debo ir a dormir, mañana tengo doble turno y no quiero desvelarme más. –se levantó y los más jóvenes hicieron lo mismo. –Ha sido un placer charlar contigo. –rodeó la mesa y le abrazó con cierta efusividad. –Descansa, aquí estarás seguro. –le dio la mano a Scott y después se fue a su habitación.
-Me ayudas. –dijo de pronto Scott, encaminándose al fregadero, el rubio lo siguió y se impresionó cuando tomó una esponja para lavar los trastos. Fue una imagen que no pensó de Scott.
-Cuando viví con mi padre yo hacía estas tareas. –habló, luego de unos segundos. –Nunca me desagradó, en realidad me parece reconfortante, incluso te da la posibilidad de pensar sobre ti mismo, sobre lo que haces. –se sinceró.
-Me pasa igual. Sabes, me alegra que hayas sido completamente honesto. –lo miró de reojo pero siguió lavando, mientras Isaac enjuaga. –Te admiro. –afirmó.
-¿Tú a mí? Creo que es al revés. –respondió. –Eres un gran amigo Scott. –se detuvo de los tratos y se giró un poco para mirarlo a la cara y que el moreno lo hiciera también. –De verdad, gracias. –el menos alto sonrió como si nada y volvió a su quehacer. Se dijeron poco a partir de ahí hasta que terminaron. Posteriormente subieron a las habitaciones, sin que Isaac olvidara su mochila. La habitación de invitados es a la que Scott lo llevó y según como lo vio no hay diferencia con las de ellos, así que se sintió un igual, un hecho trascendente, pues no siempre cuando llegas de invitado los anfitriones saben hacerte sentir parte de la familia.
-Que descanses. –dijo el moreno en señal de despedida, dispuesto a dirigirse a su propia habitación.
-Scott. –llamó el otro. Pero apenas cruzaron sus miradas, Isaac se lanzó a sus brazos y le dio un fuerte abrazo, uno que fue correspondido con la misma intensidad. Se quedaron por al menos dos minutos así, en un tiempo considerable ya que no es tan común sentirse cómodo en los brazos de otro, no de esa forma al menos, pero la capacidad de Scott para transmitir sentimientos es inigualable, Isaac no estuvo muy dispuesto a romper esa sensación sino hasta que fue inminente. Se tomaron de los brazos y se miraron como dos viejos y entrañables amigos, una ligera sonrisa y por fin se separaron.
Una vez que el moreno salió de la habitación, Isaac pudo empezar a acomodarse, no se sintió como un intruso, pues los McCall no le dieron esas sensación, es más, pudo moverse con facilidad dentro de la habitación al acomodar sus ropas y vestirse para dormir, siempre ha preferido dormir con playera pues no puede dormir sin ella, pasa frío, uno que no puede explicar, casi como desear que alguien lo abrace para sentir en verdad un poco de calor. Al estar recostado empezó a pensar en lo que sucede, llegar con Scott no le pasó por su mente hasta el último momento, cuando se sintió más desesperado, cuando creyó que no encontraría a nadie, porque nadie se interesa por él, es el chico huérfano que no merece la pena. No es así, Scott le enseñó eso desde el primer día en que lo conoció, siempre preocupado por su bienestar, por saber cómo se encuentra y sin que se lo pidiera. La respuesta llegó por sí sola, hay alguien que se preocupa por él después de todo y eso le da pie a protegerlo, a corresponder de la misma forma, a entregarse en cuerpo y alma para mantener a Scott a salvo de cualquier peligro; incluida Melissa, pues es parte de su nueva –aparente –vida.
Pensando en todo ello se quedó dormido, no supo en qué momento, pero la nube de Morfeo lo trasladó al lugar de los sueños, esos donde puede percibirte dentro de él y de algún modo controlar lo que sucede o al menos tener cierta conciencia de ello. Al despertar se halló sentado en medio de un cuarto oscuro, con los brazos extendidos en una sencilla mesa de madera, recordando casi al instante su vida antes de conocer a Derek y los demás. Tragó saliva, sintió miedo y cerró los ojos con fuerza.
-No por favor, no por favor. –empezó a decir, enfrentarse a sus miedos no es algo que le agrade.
-Hola hijo. –la repentina voz de su padre lo obligó a abrir los ojos y mirar a la mesa. –Hijo. –volvió a repetir la voz y esta vez se decidió a levantar la mirada; su padre, sentado al otro lado le dedicó una mirada de completa seriedad, la usual antes de que todo se volviera al traste. -¿Qué haces? ¿Por qué no cumples lo que te ordené? –la pregunta iba cargada de ira reprimida, Isaac no respondió. -¿Planeas mendigar toda tu vida? –insistió. -¿Crees que Scott estará ahí para siempre? –esta vez el tono fue más duro. -¡Contesta! –un fuerte golpe en la mesa y el grito hicieron al chico saltar y bajar la mirada con sumo terror.
-N-no. –tartamudeó, no creyó vivir aquello de nuevo.
-¿Entonces qué haces aquí? ¿Por qué pides casa cuando sabes que lo vas a arruinar? ¡Eres un inútil Isaac! No tienes futuro, no mereces existir. –las últimas palabras le provocaron el deseo de vomitar, de expulsar todo el coraje que le provoca escucharlas, quiso quejarse, gritarle que se equivoca, desearle la muerte; un sinnúmero de malos deseos que no pudo expresar y que sabe como incorrectos al final de cuentas. Apenas se dio cuenta cuando lágrimas empezaron a correr por sus mejillas, sintió frustración, dolor, deseó no ser hijo de aquel hombre.
-T-te equiv-vocas. –pronunció, lo que obtuvo fue una sonrisa de completa burla y el sonido de su padre levantándose de la silla y llegando hasta donde él, colocándose justo a su espalda hasta sentir su aliento en la nuca, temiendo que en cualquier momento lo golpeara.
-Jamás me equivoco, hijo. –habló con aparente ternura. –Yo sé lo que sientes, ocultas tus sentimientos a Scott. –sonrió o al menos así lo presintió. –Él no lo sabe, pero yo sí. –habló cada vez más cerca de su oído. –Estoy dentro de ti, te conozco… ¿pero crees que el corresponderá? ¿Qué se fijará en un cretino incipiente como tú? –aquello lo hizo encogerse aún más. –No eres digo de él, porque él si puede enfrentarse a quien sea, incluso a Deucalion, él es fuerte, poderoso, un verdadero hombre lobo… tú eres indigno de lamer sus pies. –se llevó las manos a los oídos con claros signos de dolor en su rostro.
-Vete… vete por favor. –suplicó como nunca antes lo ha hecho.
-Nunca me iré, no podrás deshacerte de mí. –escupió su padre. –Estaré contigo hasta que decidas hacer lo correcto, hundirte en la oscuridad a la que perteneces, odiarte como es tu destino… morir. –Isaac levantó el rostro y decidió enfrentarse a su padre, ser valiente al menos una vez en su vida, pero al girarse se encontró consigo mismo, un Isaac riéndose de él y con la mirada más oscura que jamás imaginó. – ¿De verdad? ¿En verdad crees tener el coraje? –el chico se detuvo ante esas palabras. –No tienes el valor. –su yo antagónico se burló de él poniendo las manos en su pecho. –No podrías. –agregó, justo el momento de empujarle. Isaac miró tras de sí observando una vieja caja de metal que por años lo martirizó.
-¡No! –un grito desgarrador se escuchó de su garganta el momento de sentirse dentro.
-¡Isaac! –el grito de una voz familiar lo hizo abrir los ojos de golpe y encontrarse entre penumbras a un Scott muy preocupado. –Ya, todo terminó, ha sido una pesadilla. –le dijo, regresando pronto a la realidad, escuchando la lluvia golpear de nuevo la ventana, descubriéndose con sudor por todos lados, escurriendo incluso de su frente. No contestó al moreno, prefirió tranquilizar su respiración, con temor a que su voz se quebrara y entonces llorara desconsolado, lo que sería demasiado humillante.
-Lo siento. –habló unos minutos después, con Scott aún sentado a su lado. –Hace mucho que no tenía esta pesadilla. –se sinceró, encontrándose con la mirada comprensiva del moreno, ahora más iluminada luego de que encendiera la lámpara del buró al lado de la cama. –Supongo que no estoy acostumbrado a esto. –agregó con melancolía aunque sin dejarlo claro para el otro. –Perdona, no debería abrumarte con mis problemas. –sonrió sin sentimiento.
-Deja de pedir perdón, no has hecho nada malo para pedirlo. –Scott tuvo un gesto inusual, se acercó al más alto y le pasó los brazos por los hombros, apretando un poco el contrario. -¿Estás mejor? –Isaac le miró con profundo dolor, uno que ocultó con todas sus fuerzas, no creyendo que alguien se preocupara tanto por él. De pronto odió la naturaleza de Scott, su manera tan sensible a los demás, su capacidad de mostrar cariño; debería dejar de ser así con las personas, para que no cayeran irremediablemente enamoradas, justo como él.
-Sí. –respondió arrastrando un poco su voz.
-Bien. –se levantó con claras intenciones de irse.
-Scott. –habló de pronto el otro. -¿Podrías… podrías quedarte? –aquello pudo tener muchos significados, dependiendo por supuesto de quién y en qué tono lo pedía, el de Isaac de fue súplica, no una lastimosa, sino de plena necesidad. El moreno le miró por breves segundos, aunque no pudo ver con claridad sus reacciones; cuando lo vio continuar a la puerta supuso que había pedido algo inapropiado y al verlo salir se sintió como un idiota; apenas un momento después volvió a verlo entrar y cerrar la puerta tras de sí, notando una frazada entre sus manos.
-Es mi favorita. –dijo con tranquilidad, quizá en tono avergonzado, pero al que Isaac no podría juzgar. Fue hasta la cama y tomó una de las almohadas para después acostarse sobre la alfombra al lado de la cama.
-No deberías…
-Quiero. –interrumpió Scott. –Duerme. –se acomodó en la cama y observó desde la orilla como Scott se acomodaba en el suelo o al menos hacía el intento. –No es la primera vez que duermo así, de hecho han sido tantas que no puedo contarlas y es que el suelo me hace sentir cómodo, es raro, lo sé. –Isaac tuvo la idea de que dormirían en la misma cama, pero tal vez para el moreno no sea lo más adecuado, al parecer está dispuesto a quedarse en la misma habitación, pero no a dormir tan juntos.
-Mejor duerme en la cama, yo estaré en el suelo. –le dijo, dispuesto a cederle el lugar.
-Claro que no, eres mi invitado, no lo permitiría. –contestó. –Y ya deja de pensar en esto, duerme. –volvió a decir, no teniendo más remedio que obedecerle. Volvió su mirada al techo y dejó que el tiempo pasara, fue difícil volver a dormirse, incluso percibió la respiración de Scott una vez dormido, hasta que el sueño lo venció y pudo entregarse a la inconciencia.
-o-
El ruido de una puerta cerrándose lo despertó de improviso y de inmediato la realidad volvió a su mente sentándose en la cama con rapidez al recordar que debe ir al instituto, miró al suelo en busca de Scott pero no lo encontró, solo al levantar la vista de nuevo notó la almohada que usó a los pies de la cama. No puede creer que no lo haya despertado, aunque agradeció el gesto, no es que tenga muchos ánimos de ir a las clases en ese estado tan decaído. Se arrojó de espaldas y soltó un prolongado suspiro; haciendo memoria empezó a recordar la noche después de su pesadilla, al dormirse tuvo diferentes sensaciones con el transcurso del tiempo, al principio se sintió desubicado y temeroso de volver a soñar con su padre, pero de un momento a otro el miedo lo perdió al ser cubierto por una especie de manto, uno que le dio calor y que lo llevó a una intensa calma y paz; todo sufrimiento y dolor dejó de existir al grado de que incluso ahora tiene esa sensación de bienestar muy presente en sí mismo. Luego de un rato se dispuso a seguir con su vida, Scott le ha tendido la mano, no desaprovechará la nueva oportunidad. En eso una nota en el buró llamó su atención.
No quise despertarte, dormías plácidamente. Te veré en el instituto si es que quieres ir. El desayuno está abajo, mi madre lo ha preparado, su especialidad.
Scott.
No pudo evitar sonreír con aquella nota, apenas lleva una noche durmiendo en esa casa y ya lo consienten de esa forma, bien podría ser lástima, pero presiente que no lo es, que en verdad tratan de consentirlo, aunque seguramente esperando a que responda como debe ser. No dudará en hacerlo así. Durante la siguiente media hora se duchó y se cambió dispuesto a ir al instituto. Conoce poco la casa, pero sabe dónde está la cocina y se apresuró a servirse el desayuno que Scott le comentó en la nota, apenas un par de huevos con pan tostado y guacamole ligeramente picoso, lo que descubrió como la especialidad. Está acostumbrado al picante.
Al salir de la casa se encontró con el sol radiante al oriente, apenas elevándose en los cielos y dándole al lugar, húmedo por la lluvia de anoche, un aspecto limpio y fresco. Se sintió bien como hace tiempo no se sentía, no es que al irse a vivir con Derek hubiera sido efímero o ya olvidado, sencillamente que ahora es diferente. Han pasado muchas cosas hasta ahora, sobre todo con Scott y, aunque no sabe a ciencia cierta qué es lo que le depara vivir en casa de éste, tiene la esperanza de que será para bien. Empezó a caminar por las calles, no le tomará más de una hora llegar, así que aprovechará para reacomodar sus ideas y pensar en lo que hará a partir de ahora, corresponder a los McCall está entre sus prioridades.
A una distancia prudente, la suficiente para no ser percibido por uno de sus hijos, Derek medita lo que sucede con Isaac, tomar aquella decisión no fue fácil, pero sí muy necesaria. Por suerte el chico ha actuado según lo presintió, en algún momento creyó que no lo haría, pero por fortuna no fue así. Ahora las cosas son más claras, sabe que estar detrás no es del todo seguro, pero por una razón los quiere juntos y sabe que al final la recompensa será bien recibida. Es normal que todo Alfa tenga un plan para su manada, es la forma de mantenerla unida y fuerte; perder a Erika no estaba entre sus planes, mucho menos Deucalion, pero no dudará en mantener unido el vínculo que tiene con cada uno de ellos y entre ellos. Solo así se consolidarán.
Continuará…
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Hola de nuevo. Sé que tengo otros fics parados, pero no pude evitar inspirarme en esta pareja, la tercera temporada me tiene enganchado y estos dos muchos más. Espero que sea de su agrado y que les plazca lo que he escrito, que sin duda es para ustedes. No tengo beta, así que cualquier error les pido que me lo hagan saber para corregirlo. Gracias.
