Oh sí. Nuevo fic.
En realidad de nuevo tiene poco, lleva meses en mi mente, esperando al momento oportuno para empezar a ser escrito…

Lo sé, tengo pendiente uno, y hace tiempo que no actualizo, pero prometo hacerlos las próximas vacaciones.

Pero este necesito subirlo yaaaaa~!


Título: No se aceptan compañeros de piso.
Personajes/parejas: Antonio/Lovino (España/Italia del Sur); Emma(Bélgica) y el machorro de su hermano Govert (Holanda. Ya vi este nombre en varios fics para él y me gustó :D), y más que irán apareciendo progresivamente.
Anima/manga: Hetalia: Axis Powers
Resumen: AU. ¿Y ahora qué? Sin dinero, sin trabajo, con una carrera estresante por delante… Y por si fuera poco, un idiota desconocido en la habitación continúa.
Advertencias: El mal uso del lenguaje de Lovino, odio de este hacia TODO, ligero RomaBel y si hay algo más digno de ser advertido… no me hago responsable [¿?]. Ah, sí, narrado desde la perspectiva de Lovino.


Regla #1: Las chicas son lo primero.


Siempre creí que el mundo era un lugar maravilloso, en el que si una persona hacía todo lo considerado correcto, no se metía en problemas y era bueno con los demás, alguien desde ahí arriba le daría una grata recompensa. Al fin y al cabo, ¿qué cosa en el mundo puede ser mejor que la satisfacción de ayudar a los demás? ¿Y qué mejor sentimiento que aquel que te invade al oír un "Gracias" o al ver la sincera sonrisa de aquellas personas que están a tu alrededor? Todo irá bien siempre y cuando estés dispuesto a andar siempre con una sonrisa y tengas una mano dispuesta para aquel que te necesite. Sí, todo es genial…

Eso es lo que diría el estúpido de mi hermano Feliciano, da igual cual sea la situación.

A mi Dios me odia, el mundo me odia, le gente me odia… ¡Incluso mi abuelo me odia! Y todos ellos en conjunto me están poniendo a prueba. Lo sé. Lo noto. De no ser así, no me estaría sucediendo esto.

Aún así, no es del todo cierto que nunca intente ayudar a los demás… Yo les ayudo echándome a un lado, y ellos me ayudan a mí no estando cerca, no molestando. Es una relación en la que ambas partes se benefician. Porque… ¡joder! Hay cada persona más gilipollas suelta en el planeta… Si fuera por mí estarían todos en cautividad.

Y viéndolos desde fuera estaríamos Emma y yo; ella sí que me entiende. En realidad, entiende a todo el mundo. Es perfecta. Si la Tierra fuese un zoo humano y fuéramos de visita los sábados, seguro que prepararía gofres para almorzar en el césped mientras vemos algún espectáculo. Y seguro que se preocuparía por mí diciéndome con su dulce y tierna voz: "Ten cuidado, Lovi. No te vayan a morder". Me gusta que se preocupe por mí. Los demás me dan más igual… Pero si ella dejara de estar a mi lado, de ser mi mejor amiga…

Vaya, no sé si me pone más enfermo la idea de estar soltando tanta cursilería o la imagen de un zoológico humano.

En cualquier caso, ambas cosas son traumatizantes. Y así mi lista aumenta.

Ah, cierto, mi lista. La comencé a redactar hace varios años, y aún sigo añadiendo cosas cada cierto tiempo. Cosas que no quiero hacer, o repetir. Bajo ningún concepto. Y vaya, son de extrema importancia. Sobre todo aquellas relacionada con la comida. ¿Y si un día, sin querer, olvido que juré no volver a comer patata? ¿Qué pasaría? Seguramente moriría en el acto al notar ese desagradable sabor, y esa textura que me provoca la mayor de las asquerosidades. Incluso es muy probable que me pusiera a vomitar como un descosido, incluso comidas de días anteriores. Es un sufrimiento y un riesgo que no estoy dispuesto a correr.

¿A quién se le ocurriría traer semejante atrocidad de la tierra a Europa? Debía de ser tremendamente anormal.

Como decía, el mundo me está poniendo a prueba. Un estudiante como yo, con toda una carrera por delante, no está preparado para enfrentarse a esta situación. Y si no me esfuerzo lo suficiente o falto a algunas clases, no es porque no quiera, es porque no tengo tiempo… Tengo más obligaciones como estudiante universitario como… ver a la selección italiana jugando al futbol.

Hace dos años que comencé a estudiar la carrera de turismo en la universidad. Aunque no lo parezca, siempre me gustó bastante la idea de ser guía turístico y enseñar a esos inútiles e ignorantes las cosas dignas de ver de mi ciudad, o de cualquier otra. Pero estoy seguro de que ni siquiera sabrían apreciarlo… Sobre todo los turistas bastardos de Inglaterra, solo les interesa la fiesta, nada cultural.

¿He dicho ya que Emma asiste a mi misma universidad? Pero ella por su parte, estudia gastronomía. Sé que le irá genial en eso, es fantástica cocinando, sobre todo dulces. Aún así estar en carreras distintas no nos impide que comamos juntos todos los días. Y en una de estas quedadas para comer fue donde mis problemas comenzaron a aparecer poco a poco.

-¿Hoy no trajiste tu propia comida? –pregunté casi desilusionado, siempre que llevaba para ella solía preparar una ración para mí. Era una especie de tradición.

-No, pensé que estaría bien pedir algo para variar un poco –me dirigió una sonrisa, levantando el dedo índice y apuntando con él hacia un grupo de chicos y chicas que se encontraban en otra mesa algo alejada, riendo de algo entre ellos, seguro que alguna cosa sin gracia ni importancia. Les miré con mirada indiferente, gritaban tanto que incluso podía escuchar algunos detalles de sus juergas nocturnas. Emma seguía hablando, pero estaba tan inmerso en mis pensamientos que ni me daba cuenta de qué me estaba diciendo.

Seguí mirándoles, frunciendo cada vez más el ceño mientras oía, a pesar de la lejanía, sus chillonas e insoportables carcajadas. No fue el hecho de que estuvieran en grupo divirtiéndose lo que me molestó, me da exactamente lo mismo con quien ande esa gente, fue su conversación lo que tocó un punto delicado en mí. Pues hacía escasas horas que la idea de salir alguna que otra noche se había desvanecido completamente para mí.

No lo comenté antes, pero hasta ahora me mantenía mi abuelo. Él es mi único familiar con vida aparte de mi hermano pequeño, Feliciano, y ambos viven juntos en la casa familiar. Yo, por otra parte, decidí marcharme justo después de acabar el instituto. Estar con esos dos realmente me asfixiaba, son DEMASIADO iguales. Igual de desesperantes, se emocionan por las mismas tonterías… No los entiendo a ninguno de los dos. Y tampoco entiendo porqué el viejo decidió dejar de pasarme dinero todos los meses. ¿Tanto gasto supongo? La universidad, el alquiler de la casa, la comida, y gastos secundarios para mi disfrute personal… Joder, no debe de ser una pérdida tan grande para un hombre con tanto dinero. ¿Acaso no le importa la felicidad de su nieto? Sin embargo, Feliciano ahí está, en su primer año de universidad que sé que es un gasto estúpido, ya que estoy seguro de que no conseguirá aprobar jamás, y mantenido. Él sí que es un gasto. ¿Lo habéis visto comer? Es una bestia.

Pero no pasa nada, su nieto predilecto siempre tendrá lo que necesite.

Puta familia… Al final uno siempre acaba solo.

Pero el viejo insiste en que es culpa mía, que fue una mala compra aquel piso. Vale que no es demasiado grande… pero está en pleno centro, ¡una posición privilegiada! Lo tengo todo al alcance de un par de pasos.

Porque cualquiera le pide un coche al muy agarrado…

Seguro que a Feliciano se lo compraría.

De repente sentí un fuerte tirón de cierta zona de mi cabello que me hizo salir rápidamente de mis pensamientos, dejando escapar un fuerte y estruendoso grito que hizo que todas las miradas curiosas se posaran en mí a la velocidad de la luz, incluso los del personal me miraban. Joder, Emma, que vergüenza.

-¡¿Qué mierdas estás haciendo? –completé el grito con una pregunta, todo en uno.

-Llevo un rato hablándote, ni siquiera te diste cuenta –me miró furiosa. ¿De cuánto tiempo estaría hablando? Por un momento me sentí mala persona. –Te decía que aquellos de allí son compañeros míos de clase, y me dijeron que desde que la cafetería cambió de dueños hacen unos platos estupendos. ¡Incluso puedes elegir según regiones del mundo! –rápidamente se le pasó el enfado, dando lugar a una inexplicable emoción.

Se giró repentinamente, levantando la mano para así hacer una seña al camarero, que se encontraba estático apoyado en la pared. Ja… estaba embobado, que estúpido. Un poco más y se le cae la baba. ¡A ver si cierras la boca gilipollas! Le seguí con la mirada mientras se acercaba a nosotros sonriente.

-Perdonad, ni me di cuenta de que estabais llamándome –comenzó a reír él solo. ¿Dónde está el chiste? -¿Queréis pedir algo? –sacó su libreta de anotar pedidos del bolsillo del delantal, dispuesto a tomarnos nota.

-No, te llamamos por miedo a que derrumbaras la pared con tu peso –dije sarcásticamente mientras rodaba los ojos. –Pues claro que queremos pedir –Por favor, denle el Premio Nobel a este hombre, es tan sumamente inteligente…

-¡Lovino! No seas maleducado –Emma me regañó, era de esperar. Pero es algo que no puedo evitar, ambos lo sabemos. –Así es, pero no sé muy bien que pedir… es la primera vez que comemos vuestra comida… -por un momento se puso pensativa, mientras el tipo nos miraba expectante. ¿Es qué no tenía más clientes? ¿Por qué se emocionaba tanto con que fuéramos a pedir?

No puede ser que le guste Emma. Lo mato.

-¡Ah! En ese caso… creo que sería una buena opción que pidierais algo dulce, nuestro cocinero hace un dulce de mi país de una forma estupenda y… -comenzó a hablar, pero mi mente se fue de nuevo. En realidad, no tenía interés en lo que le pareciera el postre. Además, se supone que vinimos a comer, ¿no sería más normal que nos ofreciera un plato de primero, y después intentara vendernos el postre? Dios mío, se va a arruinar. Se lo merece, por cabrón. No lo conozco, pero por cabrón.

En cualquier caso, no pensaba pedir nada, que Emma pidiera lo que quisiera. Yo… la miraría intentando ocultar mi envidia. Tendré que empezar a preparar mi comida en casa. ¡Qué triste es ser pobre!

Oh, genial. Dejó su parloteo continuo, volvamos a la conversación.

-En ese caso lo dejaremos a tu elección, tráenos un plato a cada uno. Confío en que nos gustará –Emma, tan encantadora como siempre, que bien que se haya acordado también de mí a la hora de pedir… Oh, mierda.

-Emma, no pidas para mí… Creo que…que…que no tengo hambre –le susurré, buscando una escusa decente y creíble, pero cuando creí que lo había conseguido, mi estómago rugió, delatándome. También me odia, frustra mis planes.

-Venga, Lovi… A mí no me engañas –se llevó la mano a la boca, tapándosela mientras se reía. –Ni caso, tráenos lo que te pedí –volvió a dirigirse al susodicho plantado frente a nosotros.

-Que no Emma… -incómodo, miré hacia Emma y hacia el camarero, sin saber muy bien qué hacer. Opté por decir la verdad. –Es que…no tengo…dinero para pagar…hoy –sí, añadí el hoy, aunque mañana tampoco podría.

El chico que nos atendía –digo chico porque tampoco se le podía considerar excesivamente viejo, de hecho, yo le echaría… dos años de edad física más que yo. En cuanto a la edad mental… oscila entre los 3 y 4 años, en la línea de Feliciano– dirigió su alegre mirada hacia mí, lo cual me hizo dar un respingo sobre mi asiento, sorprendido.

-No te preocupes chico –llevó una de sus manos a mi pelo, alborotándolo, lo que provocó por mi parte un ligero gruñido que tan solo le hizo reír más. –Puedes pagármelo otro día, nadie se enterará. Hoy te invito yo.

Iba a abrir la boca para quejarme, no aceptaría que hiciera eso. Más que nada… porque me negaba deberle cualquier cosa. Pero no me dio tiempo, enseguida se dio media vuelta y comenzó a andar en dirección opuesta a nosotros, hacia la cocina.

Yo, por mi parte, miré a Emma con cara de desaprobación, pero ella solo se limitaba a sonreír. Me preguntaba cuanto tardaría en preguntar…

-Dime Lovi… ¿por qué no puedes pagar? Nunca te faltó el dinero.

Ya estaba tardando.

Pero bueno, a ella se lo contaría, solo por ser quien era.

-Mi abuelo decidió no pagarme más. Y hasta que encuentre un trabajo… -me llevé las manos a la cara, cubriéndome con estas. -¡No sé cómo voy a pagar el piso, maldición!

La expresión de Emma se tornó a una de extrema preocupación. Supongo que a la chica le costaba imaginarme llegando por los pelos a fin de mes… sin luz, sin agua… muriendo lentamente. Se quedó unos momentos en silencio, pensativa, tratando de encontrar una solución, supongo. Mientras yo solo miraba expectante hacia de donde debía salir nuestra comida.

Al fin, mi compañera reaccionó, llamando mi atención de golpe.

-¡Ya sé! Deberías buscar un compañero de piso. Tu casa tiene dos habitaciones, ¿verdad? Y una de ellas no la usas… Puede ayudarte a pagar los gastos del alquiler y demás –se emocionó con su propia idea, se le notaba en el brillo de los ojos. Preciosos, por cierto. Y a mí no me convencía para nada… Si precisamente me fui de casa de mi abuelo para estar solo y tener mi espacio… ¿Cómo meter ahora a un completo desconocido?

Ah, pero si me mira así… no puedo evitarlo. Le daré una oportunidad.

-Sabes que no funcionará… Pero bueno, las mujeres son lo primero, hay que hacerles caso… -suspiré resignado, recibiendo un repentino abrazo por su parte que me hizo sonrojarme violentamente, adoro y odio a la vez que haga estas cosas… sobre todo con gente delante.

Mientras tanto, llegaba el camarero de nuevo, con las manos ocupadas por dos platos con nuestro pedido sorpresa. Con una amplia sonrisa –además de darle el Premio Nobel, deberían contratarlo para sonrisa Colgate– colocó los platos sobre la mesa. -¡Qué aproveche! –exclamó antes de irse de nuevo.

Miré hacia el plato delante de mí, y una vez me di cuenta de lo que nos había servido, me llevé la mano a la boca, tapando una sonrisa.

Churros, a la hora de comer.

Maldita sea, ¿qué clase de camarero es este?


Ya está, primer capítulo subido. Me hacía tanto ilusión escribir como Lovino y cagarme en la madre de todos… -oknoxD-
Bueh, sé que parece RomaBel, pero tiempo al tiempo, solo es el primer capítulo.

Aws, espero que guste, en serio ;_; Y me haría mucha ilusión recibir reviews y favs, aunque sé que no los merezco porque fui mala con Antonio –llora-.

El próximo estará narrado desde la perspectiva de Antonio, decidí que vayan alternando o3o

Y dicho esto, me piro a dormir [¿]

Byee~