LITHIUM

En busca de problemas.

Aberdeen recibía los matutinos rayos del sol aquella esplendorosa mañana del 1 de junio. Los pequeños comercios de aquel pueblo del estado de Dakota comenzaban la rutina como cualquier otro día, los niños se arremolinaban formando una pequeña muchedumbre inquieta a la espera del autobús urbano cuyo destino era la escuela elemental situada a las afueras.

Muchos hablan de Aberdeen como una pequeña ciudad fantasma, apenas llegan a los 2000 habitantes y sus andrajosas calles son los principales testigos de numerosos atracos a mano armada, peleas entre jóvenes alcohólicos, reuniones de drogadictos que se dedican a introducirse jeringas en vena o esnifar hachís, violaciones a jóvenes adolescentes y todo aquello que quebrante la ley de manera alarmante.

Curiosamente, Aberdeen es la ciudad de los Estados Unidos con mayor tasa de suicidios, es por todo ello por lo cual apenas recibe visitantes y sus gentes se encuentran tan apartadas del resto de la sociedad civil.

En uno de los mugrientos barrios de Aberdeen, en una de las numerosas chozas que conviven con semejante panorama, vive Yamato Ishida, un joven de 18 años que acaba de terminar la escuela secundaria. Yamato es un muchacho alto, un poco delgado pero de complexión musculosa. Su cabello es de un rubio dorado y siempre está despeinado, sus ojos de color azul celeste y rasgados muestran una mirada tranquila pero a la vez acechante, como la del más astuto de los felinos. Su ascendencia es japonesa y norteamericana. Es su padre, Hiroaki Ishida, quién le dejó su legado oriental, mientras que su madre, Wendy O´Connor, le dejó su otra mitad americana. Desgraciadamente Hiroaki y Wendy se divorciaron hará cosa de unos 10 años, desde aquel momento Yamato se convirtió en una pesada carga debido a su cambio radical de carácter, de un niño inocente y afable a un joven problemático y rebelde. Estuvo durante varios años como un fardo de una casa a otra, ya que nadie de a familia conseguía aguantar durante más de medio año a su cargo, cosa que el joven se encargaba de provocar. A la edad de 15 años, Yamato se estableció definitivamente en casa de su madre y su nuevo marido, Bryan O´Connor.

Desde aquel entonces consiguió tranquilizar los nervios y las hormonas, tal vez porque en esa época fue cuando su tío Chuck, hermano de Wendy, le regaló su primera guitarra.

En medio de todo el caos de su vida, Yamato había encontrado algo con lo que desahogar sus pensamientos y frustraciones, la música. Antes de volver definitivamente con su madre, estuvo durante una temporada viviendo con su padre, el joven encontró un día una colección de discos que su progenitor tenía amontonados, ya que era suscriptor de una revista musical y cada mes le enviaban un nuevo vinilo que él se dedicaba a mirar sin ningún interés y que dejaba posteriormente en la pila de discos. Aquel día el muchacho decidió escucharlos tras un duro día de clases y curiosamente quedó fascinado e influenciado con grupos como Led Zeppeling, the Beatles, Kiss...

Desde aquel día Yamato demostró auténtica devoción a la música y se dedicaba a escuchar y cantar sus canciones favoritas, incluso alguna vez consiguió sacar la melodía a partitura, y cuando le regalaron su primera guitarra a sus 15 años su afición comenzó a ocupar la mayor parte de su tiempo.

Yamato se encontraba recostado en la cabecera de su cama, los rayos de la mañana se habían filtrado entre las cortinas de su cuarto y se había despertado súbitamente, antes de que pudiera reaccionar a su malestar repentino, Wendy irrumpió en la habitación bastante agitada.

-Dios mío, Yamato ¿pretendes seguir toda a mañana holgazaneando en la cama?.

-Mmmm... – fue la simple respuesta del muchacho.

La mujer observó con una mueca de disgusto el lamentable estado de su hijo y después recorrió con su cristalina mirada el pequeño habitáculo del cual Yamato salía apenas últimamente más que para lo necesario. Un montón de ropa esparcida por el suelo, el escritorio inundado de botellas de cerveza, montones de papeles sucios y arrugados adornaban el final de la cama, y su hijo seguía con la mano apoyada en su ceño fruncido haciendo caso omiso de la pregunta que acababa de hacer. Ver una escena tan deprimente la llenó de rabia por dentro, salteó los numerosos obstáculos que había en la habitación para acercarse a la ventana y descorrer las cortinas.

-¿Pero qué coño haces? – bufó el joven ante el inminente haz de luz que invadió la estancia.

-Ya estoy harta de tu actitud – dijo ella rabiosa – que hayas acabado el instituto no significa que puedas andar como un cerco marginal en esta asquerosa pocilga durante todo el día.

-¿Y a ti qué coño te importa? – repuso él.

La mujer no se contuvo más y agarró a su hijo del brazo, sacándole forzosamente de la cama, éste se tambaleó un poco para enseguida mantenerse a duras penas erguido.

-Mírate, ni el barrendero lleva unas pintas tan vomitivas como las tuyas.

-El barrendero al menos tiene un estatus social, yo ni siquiera tengo eso ¿cómo quieres que vaya?.

-Escúchame Yamato, la vida de vago inútil se te acabó, hace poco recibiste una carta de la universidad de artes ofreciéndote una beca.

-Sí ¿y qué?.

-Quiero que la aceptes, y de paso te busques un trabajo este verano para ayudarme con los gastos de la vivienda.

-¿Qué pasa? – dijo con sorna el joven - ¿acaso Bryan no gana lo suficiente¿os que todo su sueldo se va en alcohol?.

-Tú no eres nadie para decir eso – se defendió Wendy señalando con la mirada las botellas de cerveza.

-Oh, vamos mamá, no compares cantidades, si fuera por Bryan, esta casa sería una fábrica cervecera.

La mujer no pudo contenerse más y le dio una bofetada a chico en a mejilla.

-Deja a mi marido en paz, y vete pensando en hacer todo lo que te he ordenado o tendrás que marcharte de esta casa.

Yamato a miró fríamente.

-No pienso hacer nada de lo que has dicho, no me interesa esa beca, y no voy a trabajar para que ese cabronazo malnacido tenga otros tres litros al día de razones para montar follón.

-Te lo vuelvo a repetir Yamato, no es una petición, sino un mandato.

-Pues entonces ya sabes lo que hay.

La mujer apretó los puños, a la vez que los músculos de su cara se contraían en una mueca casi grotesca.

-¡El que lo va a saber eres tú, desgraciado¡ya te puedes ir largando de esta casa!.

-Estaré encantado de hacerlo – respondió él con un tono sereno y pausado.

-¡Pues ve recogiendo tus cosas!.

Y la señora O´Connor dio el asunto por zanjado abandonando la habitación con un estruendoso portazo. Yamato pudo oír cómo varios platos se estrellaban contra el suelo a la vez que su madre gritaba ahogadamente injurias en su contra.

El joven comenzó entonces a recoger las pocas pertenencias que albergaba en aquel lugar: ropa, su guitarra, un par de condones... y cuatro cosas más. Salió de a habitación con una pequeña maleta en su mano izquierda y la guitarra enfundada a su espalda.

-Bueno mamá, ya nos veremos – se despidió él con un toque de amabilidad sarcástico.

La mujer, que se encontraba recogiendo el estropicio que había provocado minutos antes no se dignó ni siquiera a mirarle, la única reacción que pudo ver Yamato por su parte fue un pequeño gruñido acompañado de un comentario que sólo entendió ella. Sin mayor dilación y sin darle apenas importancia, el rubio salió de su casa como si fuera un día normal y corriente, en cuanto cerró la puerta de entrada y dio dos pasos volvió a escuchar el ruido de cristales chocando contra el suelo.

-¡Maldito desgraciado¡ojalá te pudras como un muerto de hambre! – y dicho esto la mujer se echó a llorar.

-Yo también te quiero mamá... – murmuró resoplando el joven.

oooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooo

Ken disfrutaba de una noche de placer, acompañado de una pizza y el partido de baloncesto más importante de la temporada. Reposaba cómodamente estirado en el sofá del salón, mientras que de vez en cuando cogía un trozo de pizza de la mesilla que tenía al frente.

-Venga... con esos dos tiros libres tendremos el partido resuelto... ¡sí, sí¡eso es! Ya sólo nos quedan dos puntos para el desempate...

El joven muchacho había cambiado de postura sentándose con tensión y acercando poco a poco su rostro al televisor.

-Vamos, vamos... a ver qué pasa – la pantalla mostraba al jugador lanzando con gracia el balón anaranjado, parecía que la trayectoria era la correcta – encesta, encesta, encesta, encestaaa...

¡DING DONG!

El chico calló de bruces contra el suelo ante el repentino sonido del timbre, algún día tendría que comprar uno nuevo porque el que tenía sonaba peor que una trompa de elefante desafinada.

-¡Mierda¡menuda ostia que me he dado!.

Se apoyó en la mesilla sin apartar la vista del televisor, comprobando aliviado que en efecto habían encestado, después dio un brinco y se dirigió al modesto recibidor abrir la puerta. Al encontrarse a su rubio amigo se le escapó una pequeña sonrisa.

-Oh... me complace verle por aquí, su majestad... – dijo a la vez que simulaba una reverencia.

-Déjate de gilipolleces, Ken... – contestó un malhumorado Yamato – y déjame entrar de una condenada vez, que no estoy para bromas.

Ken observó con detenimiento el cargamento que llevaba su amigo mientras le abría paso. Yamato dejó sus cosas en el recibidor y fue al salón a sentarse. Cogió un trozo de pizza.

-¿Cómo van? – preguntó el rubio distraídamente.

-De momento ganan los Lakers.

-Ah...

Ken miró de arriba abajo a su amigo, iba empapado en sudor y sus ropas estaba un poco descolocadas, no era muy usual recibir visitas por su parte, y mucho menos a estas horas de la noche.

-¿De dónde vienes?.

-De casa de Mary Kate.

Mary Kate era la actual "amiga con derecho a roce" de Yamato, era indiscutible que era uno de los chicos del pueblo más atractivos y populares, por no decir el que más, y las chicas se peleaban como lobas por conseguir obtener aunque fuera una mísera sonrisa por su ídolo.

Yamato había tenido numerosas novias, la mayoría eran del estilo "sin moda no puedo vivir, pero sin cerebro sí". La verdad es que el muchacho necesitaba su compañía únicamente para disfrutar del sexo y tener a alguien como acompañante y con quien demostrar su absoluta masculinidad, manteniendo así la imagen de chico rebelde y autónomo que pretendía dar. Nunca duraba más de tres meses , porque enseguida se aburría de ver la misma cara y escuchar lo mismo de siempre, así que cambiaba de chica constantemente por puro aburrimiento.

Mary Kate era una muchacha extravagante y llamativa, las prendas que utilizaba en el día a día no tapaban más del 5 de su cuerpo y se ajustaban perfectamente al contorno de su figura, era alta, rubia y bastante guapa. Vivía sola en un pequeño chabolo mantenida por el dinero de sus padres, y sus únicas aficiones eran aparentar ser la chica más moderna del pueblo, y su querido novio.

-¿Por qué traes esa cara? – volvió a insistir Ken.

-Mi madre me ha echado hoy de casa.

-¡Qué?.

Ken saltó alarmado por la noticia del sofá, Yamato resopló entornando los ojos y le contó todo lo sucedido aquella mañana.

-Joder qué problema – comentó el muchacho tras escuchar lo sucedido - ¿pero y qué has estado haciendo desde que te marchaste por la mañana hasta estas horas? No me digas que te has tirado todo el día en casa de Mary Kate.

-¿Por qué te crees que ya no me quedan condones? – insinuó con una sonrisa traviesa – aunque todo se fastidió al final, cuando estábamos tan tranquilos en pleno acto va y me salta con lo de que me quedase a vivir con ella.

-¿Y eso te extraña, tu madre te ha echado de casa y ella es tu novia...

-Vamos Ken, habiendo convivido estos tres años con experimento de mujer defectuoso como lo es mi madre no me ha dado muchos ánimos como para intentarlo con otra tía, por muy novia mía que sea.

-Lo que pasa es que a ti no te gustan las ataduras...

-Aparte de eso.

-Pues no creo que Mary Kate opine lo mismo al respecto.

-Me importa una mierda lo que ella piense o deje de pensar, nadie me da órdenes sobre lo que hacer con mi vida.

Ken hizo un gesto de asentimiento para luego ir a la cocina, regresó al minuto con un par de latas de cerveza y le dio una a Yamato, éste la aceptó a la vez que se encendía un cigarrillo.

-Bueno ¿y qué es lo que quieres de mí? – preguntó el peliazul yendo al grano.

-Que me des cobijo – contestó Ishida dando una calada.

-No sé si podré tío, quizás un par de semanas, pero luego te tendrás que marchar, el sueldo que gano apenas da para que llegue a fin de mes, y la casera es una vieja loca que me mira como si fuera un dólar con patas.

-No te estoy pidiendo que me alojes unos cuantos días – interrumpió Yamato – te estoy pidiendo que me dejes vivir contigo.

-No puede ser – dijo Ken al instante con os ojos como platos.

-¿Por qué no?.

-Porque no tienes ni un centavo y yo apenas gano para mí.

-Eso no es problema, he conseguido un trabajillo.

-¿Trabajillo? – objetó Ken con el ceño fruncido - ¿dónde?.

-En el supermercado que hay a tres manzanas de aquí, el dueño es amigo de mi tío y ha dicho que no hay problema para que trabaje con él.

-¿Y cuánto ganarás?.

-Lo suficiente como para que la casera me vea como un monedero... – dijo Yamato sacándose los bolsillos del pantalón - ¿qué me dices?.

-Está bien, si ganas lo suficiente podremos salir a flote todos los meses, e incluso puede que nos sobre algo para comprarnos algún capricho.

Yamato sonrió, conocía a Ken desde hace un año y desde el primer momento en el que charlaron descubrieron que se llevaban como uña y carne, tenían un carácter bastante distinto, pero sus ideales y su forma de vivir la vida eran bastante similares. Además, a Ken se le daba de maravilla tocar la batería, tenían un pequeño local junto con el resto de los amigos de la pandilla y tocaban muy a menudo juntos para pasar el rato. Ken también era bastante popular entre las chicas, otro de los chicos más codiciados, pero a diferencia de Yamato era más selectivo, y era sólo cuando tenía verdaderas ganas que desaparecía durante toda la noche con una amiga, a diferencia del rubio, que se solía ausentar casi cada noche.

-Por cierto – dijo Yamato con una sonrisa inquietante – tengo que comentarte una cosilla, pero antes me gustaría darme una buena ducha, parezco un pollo recién salido del horno.

-¿Y es que acaso no lo eres? – contestó su amigo.

El rubio hizo una mueca desagradable, Ken le indicó al joven dónde se encontraba el baño y volvió a ver de nuevo el partido, estaba casi acabando, y los Memphis habían conseguido remontar a los Lakers. El joven miró hacia el televisor como un tonto que se queda observando el aleteo de una mosca. Cuando Yamato sonreía de esa forma era que algo estaba planeando, y no sabía si e iba a gustar o no.

ooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooo

Sora se había levantado de muy mal humor esa mañana, hacía poco que había terminado el curso, pero sus expectativas de seguir estudiando se iban desvaneciendo como aquella ligera niebla matutina. Actualmente vivía en un humilde piso en el pueblo de Aberdeen, junto con sus amigas Mimi y Miyako, con ésta última establecía lazos de sangre, pues eran primas.

El caso es que inicialmente Sora vivía con sus padres en as afueras de Aberdeen, pero debido a sus constantes problemas económicos y personales, tales como la tendencia de su padre a propasarse con el juego, o darle palizas a su madre de contínuo, hicieron que la muchacha abandonara su hogar para buscarse un trabajo y pagarse ella misma sus estudios de secundaria. Sin embargo, había terminado definitivamente su etapa en el instituto, y su madre reclamaba su vuelta a casa para ayudar en las labores y ceder sus sueldo a los gastos de la familia, o en resumidas cuentas, a las numerosas deudas de su padre.

Sora no deseaba en absoluto volver a su antigua vida, pero sabía que sino lo hacía, su progenitor la buscaría por cielo tierra, y cuando la encontrara no la iba a recibir precisamente con los brazos abiertos.

De todas formas, como ellos no seguían contínuamente su vida estudiantil, Sora había conseguido aplazar su regreso a casa alegando tener exámenes de fina de trimestre que en realidad ya había hecho.

-¡Hola nena! – Mimi la saludó alegremente desde la barra de la cocina apunto de meterse a la boca un trozo de tostada - ¡agh! Por favor, no me salgas con esas pintas a la calle.

-¿Qué tiene de malo mi ropa? – preguntó ella incrédula.

-Todas las mañanas me haces la misma estúpida pregunta... ¿no te das cuenta de que si sales a la calle así te van a confundir con un saco de patatas con pies? – ironizó su amiga.

Sora frunció el ceño, si había algo que ella odiaba era a las niñas pijas y la coca-cola, pero principalmente las niñas pijas, ya que para ella su mentalidad se componía de una o dos neuronas que pensaban qué ropa llevar un día u otro. La verdad es que su amiga Mimi siempre había dicho que Sora era guapa, tenía el cabello corto y pelirrojo, con las puntas hacia fuera y revuelto, dando como resultado un peinado bastante curioso pero a la vez bonito. Su tez era un poco pálida pero conservaba un ligero toque de moreno, sus ojos tenían un color poco común, rojizo otoñal, y buen, en realidad tenía un cuerpo hermoso y esbelto, pero siempre lo tapaba con unas prendas tres veces más anchas de lo que tendrían que ser. Esa mañana la pelirroja llevaba unos vaqueros anchos y desgastados y una camiseta de la talla XXXXXX...L de color negro.

-Bueno, yo me voy ya – dijo la joven cogiendo una bolsa de deporte.

-¿Adónde vas? – preguntó Mimi.

-A algún sitio donde mi vida existencial no sea tan frustrante – resopló la pelirroja – no, en realidad voy a ver a Becky, el otro día me dijo que me pasara por la academia hoy mismo para practicar un poco.

-¿Otra vez? – bufó la pelirrosa – qué fastidio, eso significa que me quedo toda la mañana sola...

-Sino fueras un bloque de cemento inmovible descubrirías que a tu alrededor hay muchas cosas que puedes hacer, empezando por recoger un poco esta casa, que dentro de nada parecerá un palacete para cerdos.

-Pero es que yo sola... es muy cansado...

-¿Entonces por qué no te vienes conmigo a la academia?.

-¡Ni hablar¡que tú seas masoca no significa que yo también lo sea¡prefiero quedarme recogiendo! La última vez que fui, Becky fue tan dura en el entrenamiento conmigo que podría haberme cambiado el cuerpo con el de un moribundo anciano y me hubiera sentido más joven...

Sora rió.

-Entonces ya que la princesita no se digna a ir al castillo hará de Cenicienta – dijo Sora abriendo la puerta de apartamento – y la madrastra espera que al llegar, la casa esté impecable ¡adiós!.

Y dicho el discurso bajó las escaleras de aquel cuarto piso a todo correr antes de que Mimi tuviera la oportunidad de replicarle.

oooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooo

La academia de baile Arrow era en realidad un viejo caserón cochambroso situado en el centro de Aberdeen, tenía dos pisos, pero e segundo hacía años que no se pisaba porque se temía un derrumbe repentino.

Sora abrió el portón de madera y caminó por un largo y estrecho pasillo hasta dar con una sala de grandes dimensiones. Lo más destacable era que una de las paredes del recinto era un espejo, por lo demás sólo había unas cuantas colchonetas dispuestas en el suelo, un antiguo equipo de música y un par de bancos.

-Llegas tarde – dijo una sonora voz que hico eco en la sala.

-Buenos días, Beck – saludó Sora a la mujer que se encontraba frente al espejo realizando una serie de estiramientos.

-¿No habíamos quedado a las diez? – volvió a decir con voz autoritaria.

-No habíamos puesto hora.

-Sabes que si no pongo hora es porque casualmente estoy de buen humor y comienzo a las 10, no a las 8 como suelo hacer.

-No he dormido bien – finalizó la pelirroja a modo de disculpa.

Sora conocía a Becky desde hace un par de años, cuando ésta fue en sustitución del profesor de gimnasia de su instituto. En aquel entonces la joven comenzó a interesarse por el baile, y cierto día en el que la peirroja se quedó practicando en el gimnasio uno de os pasos que acababa de aprender en un programa de la televisión fue descubierta por su profesora. Desde aquel día se hicieron grandes amigas con una afición en común, el baile. La mujer tenía una academia donde impartía clases a unreducido número de muchachas y los fines de semana solía entrenar con Sora, quien realmente no pertenecía a su escuela porque no tenía dinero para pagarla.

Becky era una mujer alta y robusta, de facciones muy marcadas y semblante severo. Sus ojos grises contrastaban sobremanera con e color de su cabello, negro azabache. Pese a ser de constitución fuerte, era increíblemente flexible, principalmente porque no pasaba un solo día en el que a mujer no practicara un poco en su academia.

-¿Qué tal va el tema de tus padres?.

-Bueno, podría ir mejor – contestó Sora – aunque he conseguido retrasar mi llegada un mes.

La mujer suspiró.

-¿Qué vas a hacer cuando vivas otra vez con ellos?.

-Supongo que encontrar un trabajo medio decente y ayudar con as tareas del hogar – volvió a decir la pelirroja incómoda por tanto interrogatorio.

-El único trabajo decente para una mujer en este maldito pueblo es el de prostituta, no entiendo cómo te dejas engatusar por ellos, desde que dejaste esa casa, tu vida se ha tornado mucho más tranquila, tú misma me lo dijiste, y si vuelves... regresarás a la pesadilla de antes.

-¿Y qué coño quieres que haga? – reclamó Sora molesta – ese desgraciado tiene a mi madre realmente amargada, y sino regreso dentro de un mes, no sé lo que es capaz de hacer con ella, o conmigo.

El silencio inundó el gimnasio, la pelirroja se sentó en el suelo para realizar sus estiramientos, no pronunciaron palabra alguna durante el resto de la mañana.

Ooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooo

-No me lo puedo creer... esto es demasiado.

-Venga mujer, no te lo tomes así.

-Es que esa tía tiene un morro que se lo pisa... seguro que lo ha hecho sólo para jodernos, porque sabía que no iba a dudar en ayudarte ¿cómo eres tan gilipollas de ofrecerte a hacerle ese favor?.

-Oye, de gilipollas nada, sabes que no hago favores a cualquiera.

-¡Pero es que mira¿cómo se supone que vamos a levantar todo esto? – gruñó Mimi señalando con tensión una caja de transporte.

-¿Quieres tranquilizarte? – dijo tajantemente Sora.

Antes de salir del entrenamiento, Becky le había pedido a Sora que llevara un paquete hasta un bar cercano a la academia, el Pumpkin, la muchacha aceptó gustosa, lo que no sabía es que el paquete era en realidad una caja de medio metro que tuvo que sacar a rastras porque no podía con ella. La pelirroja al ver que si lo llevaba ella solatardaría por lo menos un mes y debía ser entregado esa misma tarde, pidió a su entrenadora el teléfono para llamar a su casa y pedir ayuda a sus dos compañeras.

-Por cierto ¿dónde está Miyako? – preguntó distraída la pelirroja.

-¿Y yo qué coño sé? Salió por la mañana temprano y todavía no la he visto.

Sora suspiró, teniendo en cuenta que estaba agotada del entrenamiento y que Mimi tenía un humor peor que el de una mujer divorciada en celo, llegó a la concusión de que el resto del día iba a ser una pesadilla.

Cuando llegaron con la mercancía al local, las chicas estaban tan exhaustas que tuvieron que sentarse en el suelo unos minutos para que el aire les llegara a los pulmones y la sangre a la cabeza, jamás se les habían hecho dos manzanas tan eternas.

Observaron detenidamente la fachada del local, no muy lustroso, aunque en Aberdeen no había nada de alta categoría, así que no se extrañaron de ver un bar muy simple, lleno de mugre por lo que se apreciaba a simple vista, y descuidado.

Dieron unos toques en la puerta, ya que aparentemente estaba cerrado, un hombre bajito, regordete, calvo y con cara de pocos amigos les salió al paso.

-Venimos a traerle un paquete de parte de...

-Joder, ya era hora - interrumpió el hombre con un leve carraspeo en su voz - ¿a qué leches esperáis para meter eso dentro?.

Las jóvenes se miraron entre sí, no esperaban ser recibidas con una alfombra roja, pero tampoco esperaban ser tratadas como esclavas en la Edad Media.

Entraron cargando la caja y la depositaron al lado de la barra, el hombre as apartó con brusquedad y comenzó a abrirla, sacó de ella una extraña serie de piezas.

-Ya os podéis marchar – dijo mientras seguía con su tarea.

-Maldito ca...

Un silbido distrajo la atención de Sora en su afán por decirle cuatro cosas bien dichas al viejo barrigudo, un muchacho de unos 20años les hacía gestos desde la barra, parecía ser el camarero del bar.

Las chicas se acercaron con malas pulgas.

-¿Qué ostias pasa? – preguntó Sora muy cabreada - ¿al cerdo de tu jefe le ha dado por jodernos más aún?.

-Madre mía, qué modales tienes para ser una jovencita – murmuró él divertido.

-En este pueblo nadie tiene modales, y menos en este bar – dijo Mimi sentándose cansada sobre un taburete.

El chico las miró de soslayo y comenzó a reír, cosa que ni a Mimi ni a Sora les hizo ninguna gracia.

-Tomad – dijo sirviéndoles un par de bebidas – en realidad quería invitaros a tomar algo, mi jefe es bastante cabrón y muy maleducado, suerte que soy la cara opuesta de la moneda... – dijo dándose aires de grandeza.

-No hacemos tríos – cortó Sora.

-¿Cómo dices? – preguntó él perplejo.

-Que si quieres llevarnos a la cama lo tienes más jodido que intentar hacértelo con una monja en plena misa.

El joven se echó a reír a carcajada limpia.

-No, no es eso, simplemente quería agradeceros el favor...

-Déjala – irrumpió Mimi dando un trago – cuando se cabrea e potencial de sus neuronas se reduce en un 99,9.

-Cállate idiota, si eras tú la que antes casi lanza la caja a un pobre perro que se cruzó en su camino – se defendió Sora cruzándose de brazos.

El muchacho siguió riendo.

-Sois muy graciosas – dijo limpiándose una lágrima de la risa.

-Vaya, ahora resulta que cuando me cabreo soy un payaso – refunfuñó Sora.

-Me llamo Lauren, encantado.

-Yo soy Mimi, y este saco de malas pulgas se llama Sora – la aludida miró con fingida ofensa a la peirrosa – por cierto ¿qué es lo que hay en esa caja?.

-¿No sabéis ni lo que transportábais? Son las piezas para colocar una tarima.

-¿Una tarima? – preguntaron as dos muchachas curiosas.

-Sí, este bar suele tener varios grupos que actúan a menudo, y ahora el jefe ha decidido poner una plataforma para que el espectáculo sea más vistoso.

-Vaya, vaya... ¿y hoy toca alguien?.

-¡Claro que sí, los Wolvering!.

-No me suenan – dijo Sora.

-Es que el grupo se formó hace poco tiempo – respondió Lauren – pero seguro que conoceréis al cantante.

-¿Quién es?.

-¿Por qué no os quedáis y lo descubrís vosotras mismas?.

Y así hicieron, Lauren resultó ser un chico de lo más agradable y sencillo, y conversar con él era muy fácil, no es que fuera un modelo, pero tenía cierto atractivo y a las chicas les cayó muy bien. Al poco rato llegó Miyako, que sabía que se encontraban allí porwue Mimi le había dejado una nota en casa.

Y la tarde pasó como un rayo, entre risas y botellas de cerveza.

La noche llegó, y el Pumpkin estaba rebosante de gente, el escenario ya estaba preparado, Sora, Mimi y Miyako estaban sentadas en una de las mesas, esperando pacientes la actuación por la cual el bar estaba tan lleno. A los cinco minutos, Roger, que era el "carismático" dueño del Pumpkin, se puso al micrófono.

-"Buenas noches a todos, me complace presentaros a la nueva banda nacida aquí en Aberdeen, los Wolvering, démosles un fuerte aplauso".

La gente comenzó a vitorear y saltar agolpándose cada vez más hacia la plataforma. Tres jóvenes salieron al escenario, ocupando cada uno su puesto.

-¡Mirad, mirad¡es Yamato Ishida, qué bueno está! – exclamó Miyako entusiasmada.

-No te niego que esté bueno – dijo Sora tranquilamente – pero si algo le sobra a ese tío aparte de belleza, es arrogancia.

-Estoy de acuerdo contigo – puntualizó Mimi – pero aún así está muy bueno, sólo hay que ver cómo se le marca el culito debajo de esos tejanos...

Las chicas rieron, para luego prestar atención al foco de bullicio.

Yamato se acercó al micrófono y ajustó las cuerdas de la guitarra, tocó un par de acordes, miró a sus dos compañeros, estaba preparados, así que comenzaron a tocar.

I'm so happy

Cause today I found my friends

They're in my head

I'm so ugly

But that's ok, 'cause so are you

We've broke our mirrors

Sunday morning

Is everyday for all I care

And I'm not scared

Light my candles

In a daze 'cause I've found god

Yeah, yeah, yeah

Yeah, yeah, yeah...

I'm so lonely and

That's ok, I shaved my head

And I'm not sad

And just maybe

I'm to blame for all I've heard

And I'm not sure

I'm so excited

I can't wait to meet you there

And I dont' care

I'm so horny but

That's ok, my will is good

Yeah, yeah, yeah

Yeah, yeah, yeah...

I like it

I'm not gonna crack

I miss you

I'm not gonna crack

I love you

I'm not gonna crack

I killed you

I'm not gonna crack

I like it

I'm not gonna crack

I miss you

I'm not gonna crack

I love you

I'm not gonna crack

I killed you

I'm not gonna crack

I'm so happy

Cause today I found my friends

They're in my head

I'm so ugly

But that's ok, 'cause so are you

We've broke our mirrors

Sunday morning

Is everyday for all I care

And I'm not scared

Light my candles

In a daze 'cause I've found god

Yeah, yeah, yeah

Yeah, yeah, yeah...

I like it

I'm not gonna crack

I miss you

I'm not gonna crack

I love you

I'm not gonna crack

I killed you

I'm not gonna crack

I like it

I'm not gonna crack

I miss you

I'm not gonna crack

I love you

I'm not gonna crack

I killed you

I'm not gonna crack

Los tres jóvenes miraron hacia el público con una mirada de seguridad y entusiasmo, habían estado perfectos, se habían compaginado magistralmente y el sonido de sus guitarras y batería había mostrado justamente el toque entre punk y rock que ellos habían querido darle, a satisfacción se hizo presente al ver cómo los espectadores comenzaban a aplaudir y gritar como histéricos, arrimándose cada vez más al improvisado escenario.

-Madre mía, son muy buenos – dijo Sora – no creo que el ego les quepa ni en los bolsillos del pantalón...

-Agh, chica ¿por qué no admites sin ningún tipo de insulto que han estado magníficos? Son unos bombones y encima tocan de maravilla – suspiró soñadora Miyako.

-Eh, Miyako, vuelve a la realidad, esos tíos le harían más caso a un mono de feria que a cualquiera de nosotras – puntualizó la pelirroja.

-Es verdad, es una lástima que unos chicos tan monos sean tan sobradamente estúpidos... – añadió Mimi.

Efectivamente, cuando los Wolvering bajaron del escenario fueron rodeados por un corro de muchachas alborotadas, pero rápidamente las apartaron Mary Kate, la novia de Yamato, y sus amigas. El resto de as jóvenes se resignaron a marcharse con una envidia reprimida hacia ellas, y el grupo se sentó en una de las mesas del bar para degustar el triunfo de la banda.

-Yamato, has estado fantástico, hasta me han dado ganas de subir al escenario y hacer o de la noche pasada... – susurró Mary Kate pícaramente al oído del joven.

-Nena, eso llegará más tarde – sonrió el juguetonamente para comenzar a besarla.

-Y bueno, señores ¿para cuándo será la próxima actuación? – preguntó Josh, uno de los amigos del grupo, en fingido tono reverencial.

-Ni idea – dijo Ken – esperamos que el gordo nos deje tocar la semana que viene, de todos modos sin la ayuda de Tai esto no hubiera sido posible.

El audido sonrió, Tai era uno de los amigos de grupo en el que salían Yamato y Ken, se le daba bastante bien tocar el bajo, y cuando Yamato y Ken le ofrecieron unirse a la banda para ganar algo de dinero con sus actuaciones, no se lo pensó dos veces para decir que sí. Como Yamato ya era bastante popular por su fama de buen guitarrista entre otras cosas, no tuvieron problema alguno para que Roger les dejara tocar, aparte de que el Pumpkin era el bar por excelencia al que iban siempre a divertirse.

Tai también tenía novia, Claire, la mejor amiga de Mary Kate e igual de superficial que ella, Taichi, al igual que Yamato, era feliz teniendo una novia con la que poder echar unos cuantos polvos a la semana.

-Bueno, bueno, dejémonos de agradecimientos y vámonos a lo que nos interesa, a beber – comentó el moreno pasándole el brazo por detrás a su novia.

Los demás comenzaron a reír y alzaron las botellas de cerveza.

-¡Por los Wolvering!.

-¡Por los Wolvering! – repitió el resto.

Miyako miró al grupo embobada.

-Deja ya de mirarles, se me están revolviendo las tripas viendo cómo te sorben los sesos a distancia – dijo Sora.

-Es normal que se les quede mirando, todo el mundo les mira – dijo Lauren, que se había sentado con ellas ya que tenía un descanso de media hora.

-Pero eso no es bueno Lauren – objetó Mimi – luego tiene paranoias, por lo consiguiente sueña con ellos, y como habla dormida y compartimos habitación, me creará un trauma escucharla en uno de sus sueños eróticos.

-A mí también – añadió Sora.

-Dejadme en paz, ahora mismo voy a pedirles un autógrafo.

-No te recomiendo que te acerques a ellos, la estupidez se pega fácilmente – dijo Sora mirando atontada su botella de cerveza.

La joven ignoró el comentario y se levantó para acercarse al grupo. Cuando llegó, los muchachos la miraron con desprecio, cosa que ella no notó.

-¡Hola! – saludó alegre la joven de lentes – me llamo Miyako, he visto vuestra actuación y me ha encantado ¿podríais firmarme un autógrafo?.

El grupo se miró entre sí y acto seguido comenzaron a reírse, la joven se quedó perpleja. Mary Kate se levantó melosa de su asiento.

-¡Hola! – dijo imitando burlonamente el tono de voz de Miyako – me llamo Mary Kate, y te digo en nombre de todos los que estamos aquí que no nos gusta que se nos acerquen cucarachas pordioseras.

Las risas aumentaron, mientras que el resto de a gente miraba en dirección a ambas chicas cuchicheando entre sí. Miyako enrojeció de vergüenza, había hecho el ridículo delante de todo el bar y ni siquiera podía moverse de la tensión. Pero entonces notó cómo una mano se posaba en su hombro dándole una enorme sensación de seguridad.

-¡Hola muñeca hinchable! Si necesitas renovar tu ego para seguir pareciendo a chica más guay de Aberdeen, te comunico que te ha salido el tiro por la culata porque lo único que pareces es una Barbie diabética – dijo Sora con la mayor de las sonrisas.

-¿Y tú quién te crees para hablarme así, saco de patatas? – respondió Mary Kate irguiéndose ofendida y mirando asqueada a la pelirroja.

-Alguien lo suficientemente inteligente como para no acercarme a una prostituta gratuita como tú.

-¡Desgraciada de mierda! – Mary Kate alzó la mano para darle una bofetada a Sora, pero éste fue suficientemente astuta para esquivarla.

Mary Kate trató de tranquilizarse, no iba a dejar que una estúpida niñata salida de la nada la volviera a poner en evidencia.

-Bien se decía antes que los pelirrojos se asociaban con el demonio, eres lo más repugnante que he visto hasta ahora – dijo sintiéndose satisfecha.

-Pues de toda a vida se ha dicho que as rubias son las más tontas y putas...

No aguantó más, Mary Kate se abalanzó contra Sora y una pelea llena de arañazos y tirones de pelo se dio lugar en el bar. Yamato se levantó de su asiento para frenar a su novia, al igual que Lauren y Mimi con Sora.

-¡Déjame a esa sucia perra¡la voy a dejar peor que a la basura! – maldecía la rubia.

-¡Ven si te atreves, consolador andante! – respondió la pelirroja.

Yamato echó a su novia atrás, que seguía revolviéndose de a furia, y la dejó a cargo de sus amigas, mientras tanto Lauren y Mimi soltaron a Sora, que ya se había tranquilizado.

-Escucha, cosa amorfa – dijo Yamato fijándose en las anchas ropas de Sora con una mueca – mejor será que no te vuelva a ver por aquí, tienes suerte de ser una chica, sino ya estarías arrastrándote sobre el asfalto de la paliza que te hubiéramos dado.

-¿Crees que me dan miedo tus amenazas, rubio de mierda? Vendré aquí todas las veces que me vengan en gana, para que te enteres, y ni tú ni nadie me lo va a impedir.

-Pues si esas tenemos – agregó el rubio con tono despectivo – más te vale esconderte en la taza del váter, porque una don nadie como tú no me va a amargar el día, payasa.

-¡Gilipollas! Me llamo Sora Takenouchi, y si te crees que por ser el más durito y guay de la Tierra me voy a acojonar, más te vale que te pongas a hacer punto de cruz.

-Takenouchi... vete antes de que me arrepienta...

-¡Que te den, imbécil!.

Yamato estuvo a punto de estallar, pero entonces Lauren, Mimi y Miyako consiguieron sacar a la histérica Sora del Pumpkin ante la atónita mirada del bar. Cuando salieron Mimi agarró a Sora por los hombros.

-¿Pero qué coño haces¿sabes dónde te estás metiendo? Te podrían haber dejado hecha un cromo allí dentro.

-Me importa una mierda, nadie se mete de esa forma con uno de mis amigos, había que bajarles los humos a esa panda de creídos.

-En vez de bajárselos se los has subido, idiota – dijo Mimi cruzándose de brazos.

-Escuchad chicas – interrumpió Lauren – será mejor que os vayáis a casa antes de que a esos les de la venada orgullosa y salgan a por vosotras.

-Bien ¿pero y tú qué, Lauren¿no se meterán contigo? – preguntó preocupada Miyako.

-No os preocupéis, yo me las sé apañar.

Las chicas se despidieron y se marcharon a toda velocidad hacia el apartamento. Ahora a Sora le carcomía el arrepentimiento, sabía que de ahora en adelante le iban a hacer la vida imposible, antes de que fuera más imposible cuando volviera junto a sus padres. Definitivamente éste había sido el peor día de toda su historia.

CONTINUARÁ

¡Hola!

¿Qué os ha parecido el primer capítulo de esta historia? la verdad es que no pensaba publicarla hasta terminasr con "Esencia de amor" pero no lo pude evitar, le tenía muchas ganas. Decir que esta historia está basado un poco en la vida de mi ídolo musical, Kurt Cobain, líder del grupo Nirvana (de hecho el título del fic es el de una de sus canciones), me pareció que podría establecer una conexión interesante entre él y el personaje de Yamato. Tranquilos para los que odien a Courtney Love, Sora no se va a basar en ella, jeje!

Pues de momento no sé qué más contaros, sólo espero recibir unos cuanto comentarios con opiniones de todo tipo para seguir echándolae muchas ganas a esta historia a la que le he puesto tanto entusiasmo...

En fin, que ya nos veremos por los sitos de la red, muchos kisses!

sakurahop