Este fic participa en el Reto Especial " 4#Trece para uno y uno para trece" del foro "El poney pisador".

DISCLAIMER: Ni hoy, ni mañana, ni nunca "El hobbit" me pertenecerá. Nuestra amada Tierra media pertenece a J.R.R Tolkien. Yo no gano ni un mísero centavo con esto.


DURIN

Por ShadowMoon430


Dicen que cuando estas a punto de morir, la vida pasa frente a tus ojos como un recuerdo a cámara lenta.

Mienten.

Quizá, para los que se han afanado tanto a esa idea sea así al ser su mente en sus últimos minutos de conciencia la que les otorgue ese último viaje en retroceso a su vida, porque en verdad esperan que ocurra. Pero desde luego no es así.

O por lo menos, no para Kíli.

No para quien en sus últimos minutos de vida, ha visto morir a un ser querido…

A decir verdad, él sabe que la muerte está ahí, asechándolo a él como un predador a su pequeña e indefensa presa.

No importa si intenta evitarlo, lo alcanzara tarde o temprano. Pero en eso no hay ningún problema. No ha pensado ni siquiera en hacerse a un lado.

La flecha, recibida con tal fuerza por su cuerpo ha traspasado la tela y la cota de malla hasta clavarse en su carne. Duele, sí, pero no es nada comparado con ese otro dolor que está experimentando dentro de su pecho.

Ese dolor provocado por la pérdida de su hermano. Ha muerto, de eso no existe duda alguna. Pero Kíli, con las lágrimas difuminando su visión, se niega a aceptar que eso sea cierto.

Por inercia, sigue agitando su espada, con golpes cada vez más débiles y faltos de dirección. Sin herir a nadie pero tampoco frenando los golpes que el joven enano recibe.

Hay sangre, demasiada. La siente pegajosa en los dedos y corriéndole también por el rostro, y…es suya.

Grita. Liberando como una olla de presión todo lo que su alma a acumulado a cada minuto de esa cruel batalla. Su garganta resiente la fuerza de su voz que en esos momentos le suena rota. Rota. Como lo está él justo ahora..

Él se ha convertido en un montón de piezas que nunca serán capaces de volverse a unir y lo sabe.

Cae de rodillas cuando sus piernas le fallan. Escupe al suelo y sin inmutarse ni un poco mira la saliva pintada de rojo que ha caído sobre la tierra.

El dolor se ha vuelto insoportable. Pero ya todo carece de importancia.

Se siente muy, muy cansado, hasta el punto en que caer al suelo ha sido casi un alivio.

Su pecho sube cada vez con más suavidad, al compás de su respiración menguante. Inhala y exhala con más lentitud y sus parpados comienzan a sentirse pesados…

Solo haría falta cerrar los ojos para que todo cese… y la idea de dar una despedida al dolor y a la agonía tanto física como espiritual se siente tan tentadora en esos momentos…

En sus oídos, los sonidos de la batalla se han vuelto opacos. En su nariz ha desaparecido cualquier olor desagradable en antaño percibida; ya no huele la sangre, la tierra, la muerte a su alrededor. Y en sus ojos, un manto de paz y tranquilidad se ha sido instalado.

La muerte ha llegado, y el brillo de la vida antes tan presente se ha extinguido velando los orbes avellana de uno de los últimos descendientes de Durin.