Titulo; Corona para el traidor.

Tipo; Se supone que era re-corto y espontaneo, ya quisiera resumirlo y resumirlo…

Tiempo; Eventos antes de Dressrosa y fingiendo que hay más sucesos antes de ello.

Pareja; Inocente LawSan hasta el final.

Notas; Quiero algo de comedia, complots, y los nervios de llegar a con Doflamingo Pero veamos en que termina. Spoilers de Tottoland (menciones y demás)

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the first and last person who understood me

is burned into my memory

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-Están bien, no sospechan de nosotros, así que no hay que sentirse mal, pero dejando de lado lo imprudentes que fueron….¡NO HAY RETORNO!.- Con una mano cerca de su boca e inclinada entre la reunión de los sombreros de paja escuchándole, Nami tenía a todos al tanto.

-Agradézcanle a Zoro,- Pidió molesta absteniéndose de no ahorcarle. Los demás respondían con unos 'muchas gracias', al final Roronoa se alejó del grupo sin sentirse avergonzado al respecto, había disfrutado su travesura.

-No empeoremos lo que iniciaron, entonces pasaremos la noche aquí sin ser devorados. ¿Listos?- La peli-naranja susurro sin ser tan agresiva con los idiotas del barco, les pidió a los demás que asintieran si acordaban no ser los brutos e incontrolables piratas de siempre.

A excepción de Sanji, ese es medio torpe-romántico y ya conocemos su caso.

Inconformes con esas restricciones, había protestas, por ello es que el único que no levantó su mano en son de molestia fue el Capitán de los Piratas del Corazón. Law experimento lo inútil que es hacer entender a Luffy que la tripulación debía ser exploradora pacífica y no agresiva imprudente.

No tenían permitido aventurarse sin el consentimiento de los habitantes cuales les seguían en una vigilancia silenciosa. El silencio era tanto por no compartir su idioma así como la intimidación mutua de ambos bandos.

Robin se acercó a la reunión de sus amigos sentados en el suelo de solido adobe. -Acaban de mencionar que tenemos una bandera pirata, ellos saben lo que somos.- Nico escuchaba atenta con múltiples orejas a todos los murmullos de quienes les observaban.

-Diles que no pretendemos nada, anda Robin…- Todo el equipo Sombrero de paja expuso a la arqueóloga al frente del grupo, dejándola como la traductora oficial para pedirle al jefe de la tribu que les quitasen todas las trampas en las que habían caído. Desde sanguijuelas de hoyos en el suelo, hasta ramas falsas como serpientes pintadas y camuflajeadas que se enredaban en los pies.

El denso bosque de flores parecía una zona tranquila para que la peli-negra pasase un buen tiempo explorando las ruinas de la isla, salvo que sus aterrados amigos le querían más que presente en este encuentro.

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Entraron en orden marchando entre la barrera de guerreros que les guiaban al centro de la tribu. Sus pieles bronceadas brillaban contra el sol con una tonada Bermellón que les daba el aspecto de estar bañados con la sangre de enemigos, animales o posiblemente humanos, así lo comentaba la arqueóloga.

Sus vestimentas se mezclaban con metales perfectamente forjados y hojas de plantas que lucían sólidas, los hombres cubrían lo necesario así como las mujeres.

Ussop usaba una máscara con cara de demonio de largos colmillos que salían de sus labios, exclama ser un diablo que explotaba en ira. Aunque el miedo del tirador era latente, incrédulo, no se percataba de que sus habilidades eran ventajosas entre la jungla.

Los recién llegados piratas se cubrieron de la luz al final de la ruta gracias a las inmensas flores Cosmo que incontables habitantes sostenían como sombrillas, las mujeres de la isla caminaron acompañando a un Sombrero de paja por sombrilla.

Instrumentos de viento se tocaban al momento en que Luffy se adelantó al exclamar el oler la comida de bienvenida, se sentó frente al festín que había a sus pies. Largos pétalos suaves y afelpados se acomodaron unos sobre otros extendiéndose alrededor de un campo de arena de playa.

Por primera vez el peli-negro se quitó sus sandalias antes de saltar junto a los platillos que no eran nada vegetarianos.

Antes de unirse a su capitán, otros aldeanos se acercaron felices hasta los demás piratas que aceptaban las cadenas de flores que colocaban en las cabezas de todos.

Tanto para Franky como Brook, una pirámide de niños pequeños colocaron sus coronas de margaritas sobre sus cabezas inclinadas, no falto que esas escaleras humanas se derrumbaran apropósito para correr a lado de Zoro y sus espadas admiradas por algunos guerreros.

Hermosas doncellas seguían esperando a que cierto cocinero aceptara una de las cadenas florales, el rubio se movía rápido, el huracán del amor giraba de lado a lado siéndole imposible a las mujeres coronarlo para que se largara.

-¡No aun no!,- Sanji esquivaba todo tipo de flores que le eran lanzadas. -¡Quiero que todas me den la bienvenida!~,-Ya era un juego de feria atinarle a su cabeza o a ese ojo en corazón que resaltaba, -¡Hermosas mujeres!~, ¡Nada se les compara!~-

Robin llamo la atención del inquieto rubio. -Escoge solo una, cocinero-san, cada una tiene su significado para ellos y no son tan horribles aunque tampoco buenos.- Su sospechosa risa dejo estático al cocinero, quien por descuido se atravesó en el camino de un Law huyendo de una mujer nativa tan linda pero el doble de alta que las demás, incluso superando al supernova.

El asustado moreno se reusaba aceptar regalos tan degradantes y olorosos para su masculinidad pirata. ¿¡Acaso sus tatuajes no les decían "peligro"!?

Law tropezó con Sanji, entre ellos se empujaron hasta caer entre esos pétalos alfombras que se levantaron con el viento de su caída.

Entre la necesidad de separarse y reunirse con los demás, recogieron sus coronas de flores del suelo y las colocaron en su cabeza tras escuchar que debían seguir el espectáculo al paso de los nativos o serian sacrificados.

Grandes hojas con forma Lobada cubrían a las bailarinas mientras entraban en la suave arena, su presencia alocaba a Blackleg, su ojo visible no se concentraba del todo en el movimiento de las hojas pero de sus caderas y largos cabellos naranjas ondeándose….

El climax de la corta danza se dio después de que las mujeres levantaran una sutil cortina de arena cual no llegaba a la escaza comida que dejo Luffy.

La arena cayo en su lugar revelando a un extenso grupo de guerreros con coronas de hojas y faldas del mismo material.

Sus largos gritos de guerra acompañaban sus demostraciones de lucha y armas. Con esto el rubio tenía la mirada lejos de esas faldas que se levantaban entre sus luchas y su ojo-azul se daba cuenta de que no llevaban más que orgullo bajo la ropa.

Nauseas confundieron al cocinero, sus recuerdos le llevaban a esa horrible isla donde también había hombres que gritaban y corrían. Era igual, ¿igual?, aunque ahora no estaban persiguiéndolo ni aventándole zapatillas de su talla.

Sanji se levantó del grupo y se filtró entre la multitud para huir entre los arbustos, persiguió a unas cuantas chicas y tropezó con unos cuantos traviesos niños que le lanzaban picadientes al centro de la espiral de su ceja…. A pocos pasos de lanzarse a la fauna, un hombre que no hablaba su idioma (nadie en general) se interpuso en su camino.

El joven peli-rojo era un poco más alto que Blackleg, tenía la misma corona de hojas que los musculosos soldados pese que este contaba con un par de ramas quemadas en la cabeza como si fueran sus cuernos.

Tenía "maquillaje" en la cara, una línea vertical blanca bajaba de ambos ojos. Su ropa eran telas anudadas mutuamente con joyas negras, su collar y brazaletes lucían pesados ya que eran de la misma tonada que sus broches negros. Las telas otoñales resaltaban bastante entre el verde de la fauna.

Tras ver al hombre de pies a cabeza, Sanji retrocedió y saco la vuelta sin tener que tocarlo a él o a ese ramo de flores que le ofrecía con su brazo extendido.

El extraño seguía interponiéndose y ofreciéndole el hermoso ramo en su mano.

El oji-azul se arto con facilidad tenía suficiente con las que cargaba en la cabeza. –¡Esta bien, volveré a la fiesta!- Le grito y escupió el pequeño cigarrillo que se acabó entre sus labios.

Camino por donde mismo y encendió otro al encontrar su asiento a lado de Ussop y los niños que escuchaba a Robin traducir las historias del nariz-larga mientras este seguía actuando en un segundo plano. Nico se reusó a darles muchas de sus mentiras aunque Ussop ni se enteró.

La actuación al centro del pueblo eran gritos, armas con sangre posiblemente falsa, todo lo que exclamaban no requería ser explicado, la guerra de fantasía entretenía a los hombres-piratas.

Fue complicado entender de qué bandos constaba la actuación, Brook le confundía y nadie quería explicarle del todo al rubio ya que no despegaban sus ojos de ello. Zoro encontró el agua sagrada (su adicción, delicioso alcohol artesanal), Law volvió al barco escoltado por la mujer que tanto le seguía. Luffy no contuvo las ganas de integrarse en la pelea.

Monkey convirtió el enfrentamiento de lanzas en un ring de boxeo, los aplausos de sus amigos sacaban su ego fuera de control.

Desde ese momento Sanji fijo su atención en su Capitán luciendo unas cuantas prendas que le prestaron, lo adecuaron para el espectáculo. El cocinero jamás le dejaría pelear sin su apoyo, por ello es que grito y aplaudió hasta que un ebrio Zoro apareció y los persiguió a todos creando un falso pánico entre divertidas persecuciones.

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Unas manos se apoyaron en los hombros del cocinero, Sanji volteo inmediatamente creyendo que la chica (alguna de las tantas) que flecho su corazón le había buscado. Salvo que cruzo la mirada con el mismo hombre que le hizo regresar de mala gana anteriormente...

Molesto, el rubio se inclinó hacia delante para separarse, no obstante ahora una capa amarilla le cubría la espalda, ese era otro objeto que le ofrecía.

Sanji sacudió sus hombros despojándose de la prenda que Robin volvió a ponerle encima. La peli-negra tampoco entendía el porqué de ello, se le notaba tensa y también curiosa, el cocinero se doblego a su hospitalidad y suspiro derrotado aceptando para no involucrar a los chicos en otras incomodidades más que el miedo a ser ejecutados a culpa de ser la minoría.

No todos temían (Ussop sí), a pesar de ello no bajaban la guardia.

Bien, un trozo de tela no era nada, la necesitaba si es que el anochecer significaba que apagarían todos los pilares de fuego. El frio rondaba por el suelo y los Sombrero de paja estaban ya acostados y soñolientos expuestos al cielo.

Sanji dormía, pese que el insistente peli-rojo aprovechó ese sueño para acercarse con su ramo de flores, esta vez el hombre amarraba su obsequio con fuerza al brazo derecho del tez-blanca.

El cocinero le miro cansado y sarcásticamente le conversaba, -Ya tengo bastantes con la que me dieron, gracias…- Le dio la espalda y siguió con lo suyo, si el tipo quería verle con todo eso encima entonces lo dejaría, como si no pudiera quitárselo y largarse como lo hizo Law…..

Cuando el nativo se fue, Sanji se despertó de golpe, esa idea de volver al barco impulso al oji-azul a retirarse a hurtadillas de todas esas bellezas durmiendo a su alrededor, la creencia de ser despertado por tantas mujeres al siguiente día tenían a Sanji entre retrocediendo y siguiendo con su propósito, ¿Sería posible evitar a ese hombre mientras soñaba?

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Hasta un quinto desayuno le fue preparado al capitán de los Sombrero de paja, Luffy estaba tan consentido que se notaba en esa gordura de goma que acumulo, el peso extra lo mantenía quieto salvo que seguía con ganas de tener el mismo permiso que sus amigos de estar en la isla.

Robin al fin fue guiada a las montañas, ella insistía en ver las rocas moldeadas y talladas con ciertos rostros ancestrales. Nami le siguió con mapas bajo el brazo, quería pulir los garabatos que hizo al llegar.

Algunos sombreros de paja comenzaron a vagar por la isla, otros disfrutaban la compañía de los nativos.

Y Sanji…

Nadie vio a Sanji cuando los piratas fueron invitados a pescar entre los ríos.

Sanji no asistió a la presentación de danza en que Chopper participó.

Cuando la cena se sirvió no había un Sanji que preguntara sobre los ingredientes, ni cómo es que idearon el hornear tan deliciosas cebollas rellenas, dentro de un tronco consumiéndose en llamas

Sus amigos no dejaban de disfrutar de todas las atracciones, por ello es que no les cabía en sus mentes que había un puesto vacío entre ellos.

Unas sospechas se comentaron entre los Sombreros de paja después de que a la mañana siguiente todo el pueblo desapareciera.

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El segundo día de su estadía se resumió en una cárcel, engañado por creer estar bajo un cálido techo como alojamiento, la mañana del cocinero empezó por ser extraído de sus amigos durante la noche y ser inmovilizado dentro del hogar del nativo peli-rojo.

Sin graves intenciones de por medio, el rubio lo tomo como unas vacaciones forzadas; sin amenazas a sus amigos y una extraña hospitalidad, no le desagradaba la idea.

Con solo una mano atada al mástil principal de soporte y la agradable fragancia floral que le adormilaba bastaban para estar a merced en el refugio del hombre.

El nativo traía consigo platillos que Sanji pellizcaba cuando el hambre surgía, ya que su captor olvido traer sus cigarrillos, Aunque cabeceaba más de lo que amenazaba al secuestrador sobre cómo le joderia la vida antes de zarpar.

Secuestro era secuestro, separarle de sus amigos igual le enfadaba.

El peli-rojo rezaba frente Sanji, o eso parecía desde su perspectiva, se arrodillaba en zen tras colocar ofrendas tras ofrendas, materiales y efímeras, insistió en que usara las prendas que una frágil anciana trajo por sí misma.

La situación ya era plan comunitario, niños corriendo a su alrededor cantando dentro de esa diminuta choza, doncellas entregando las más fieras y pequeñas bestias cazadas y difuntas, de mano en mano. Lo que recibía era inspeccionado por el peli-rojo antes de dárselo y acercarlo a sus pies adormilados.

Multitudes entraban en turnos a verle, las visitas de las hermosas mujeres serian satisfactorias si ellas le dieran la mano o que lo adorasen como a estatuas que se besaban para obtener bendiciones.

Al anochecer el hombre le liberó, aprovecho que el cocinero sucumbía a un sueño profundo contra el que lucho las horas pasadas; Con amabilidad le llevo con la ayuda de otros camaradas a la cima de la montaña.

A una cueva.

Un horrible hueco en la cumbre donde encontró a Law, custodiado por la inmensa mujer, cual le capturó triunfalmente debido a tener la actual situación que el oji-azul vivía.

Sentados frente a frente, sus piernas extendidas y pateándose amistosamente en son de distraerse, ambos aliados esperaban….esperaban…

-¿Ya podemos irnos?.- A labios sellados y pena en su rostro, el rubio vigilaba el interior de la cueva, las tinieblas emitían chillidos, gotas y rocas que se desprendían de las paredes.

Siendo bravos piratas, indetenibles… un accesorio en sus cuellos les paralizaba, para Law era una gargantilla de minerales, Kairoseki cortado como bellas y diminutas esmeraldas.

Cualquier ritual que estos desconocidos hacían con ambos incluía esta roca de mar como joyas.

Como sea, Law tenía dos perspectivas de esta situación, poseía un pleno descanso de los Sombreros de paja, escuchaba sus propios impulsos y opiniones sin ese mini-diablo-Luffy en su hombro.

Al convivir con D. Monkey se le pegaba lo alocado de ser un D.

Y la locura tenia forma de Luffy.

-No se irá.- El peli-negro hecho un vistazo a la diminuta salida de la montaña. El Supuesto hombre que acosaba a Sanji también se encargó de cuidar a Law.

El peli-rojo les daba la espalda, vigilaba la destruida montaña a la lejanía. Esa misma que Zoro corto por puro placer competitivo, por ello es que la tripulación concordó en llevar a Roronoa a la isla a que se disculpara, salvo que a los habitantes les agradó esa destrucción.

Dejando de lado que Law era tan egoísta… Sanji no disfrutaba de su participación en este "evento".

-Tu cuello…, ¿No te molesta?.- Hecho un vistazo al nuevo atuendo del rubio, el mismo estilo de telas rodeándole a ambos; junto con flores con ramas atadas a su cuerpo. La corona de flores ahora estaba en su cuello y el ramo seguía en su brazo aunque ahora estaba marchito por los intentos en vano del oji-azul en descifrar esos nudos.

-¿Cuánto llevas aquí?- Preguntaba para distraerse del pequeño espacio que le deprimía dejándole sin fuerzas, cuales reservas desgasto el día anterior luchando mentalmente contra las tácticas del peli-rojo.

Sanji podría irse, provocar unas cuantas peleas huyendo de estas tradiciones, pero con Trafalgar muy cómodo en tal horrible escondite… Luffy daría una segunda vuelta buscando al Cirujano.

El nativo se mantenía de piernas cruzadas, sosteniendo en su mano derecha un bastón de plata que mejor dicho era una espada sin filo. Su espalda protegía a ambos piratas mientras vigilaba el Humo purpura que se levantaba a lo lejos, más allá de la montaña destruida.

Con tales espesas nubes, el peli-rojo se levantó para guiar a ambos montaña abajo y subir otra no tan pronunciada aunque repleta de plantas diminutas; tréboles que brillaban con un verde lima y mecían con el viento que las tropas del pueblo provocaban, cantos que exclamaban la victoria de un combate.

Como no reconocer esa alegría, los piratas también celebraban así.

El pueblo entero volvía de entre los escombros de la montaña, parecía que un camino les permitía cruzar, retornaron con las manos llenas de tesoros, armas y objetos de plata y oro que trasladaban hasta la montaña y no al pueblo.

-Me va a restregar en la cara que él hizo eso.- Comentaba el cocinero, cual se percataba de como la fuerza de Zoro abrió un camino de posibilidades a los habitantes y sus talentos de invasión.

-No, Roronoa- ya dirá que eso supera los faros de Marines que destruí hace días.- Con una mano sobre su boca, el moreno pensaba en cómo superar ese favor a la isla.

Blackleg le escuchaba, creaba gruesas imaginarias gotas de vergüenza resbalando por su cara –¿Tener espada te hace compararte de esta forma?-

-Tener otros piratas instigándote a pruebas de fuerza es un motivador deporte.- Trafalgar se cruzó de brazos y tomo asiento en el trono hecho de ramas que el peli-rojo ofreció amablemente a ambos.

Los piratas observaban la larga ruta que recorrían hasta su ubicación. Se distraían de los arreglos y objetos que el nativo traía consigo, decorando la cima para la llegada de los habitantes.

-Luffy tiene que estar al final de la fila, no se perdería un saqueo así.- Bromeaba, sus amigos entenderían esas gracias de ser piratas, sin embargo, Law seguía serio pese al intimo tiempo de colegas que tenían.

-Se quedara novato asistiendo a estas cosas.- El peli-negro no conocía los castigos de hablar así de Monkey.

Una palabra de su comentario destruyo la amabilidad verbal del rubio, -Vuelves a contestar así y te rompo todos los putos huesos.- Tranquilo tomo asiento en el brazo del trono, por costumbre acerco sus dedos a sus labios, necesitaba un cigarrillo….

Law Sonrió resoplando al escuchar al cocinero cuidando el orgullo de Luffy, -Será impotencia tuya no controlar tus emociones, si tus piernas no son fuertes no sirve alardear.-

-Van dos.- Le mostro su mano y dos dedos salían de su puño, el cocinero amenazaba e advertía que recordaría el dúo de palizas que le daría sin aviso previo.

Ahora, retomando el misterioso secuestro, el peli-rojo de la tribu, como buen anfitrión se colocó a lado de los piratas sosteniendo una de las tantas flores-sombrillas por sobre ambos.

Con el peli-rojo a su lado, Sanji aprovecho para cuestionarle unas importantes dudas.

-¿En dónde está la hermosa peli-naranja y la diosa de ojos cafés?.- Para describir a Nami, el cocinero fingió que peinaba un largo cabello a sus espaldas y para hablar sobre Robin; parpadeo para que su doble parpado fingiera la tranquilidad de la peli-negra.

El hombre sonrió por cortesía, señalando al Sombrero de paja que se alcanzaba a ver en los escombros de la montaña que aterrizaron al oeste.

Percatándose de la distancia entre aliados, Trafalgar no le dejaría más la esperada interrupción del evento al a manos del Capitán del Sunny.

Pese que Sanii estaba molesto con el cirujano, el peli-negro le rogo al cocinero que le quitase su collar ya que al tocar las "joyas" los dedos del moreno sentían derretirse.

El tez-blanca torció la boca, analizando porque le convenía ayudarle.

Gastaba tiempo en semi-cerrar los ojos y acariciar su propia barbilla lentamente…. Arrogantemente desesperaba al Supernova. Analizaba los beneficios, los horrores y como se complicaba lentamente esta festividad.

¿Liberándole decepcionaría a los habitantes que subían hasta ellos?, ¿Sus alegres rostros tenía que ver con el botín que cargaban o era por la llegada a esta montaña?

La importancia del desfile era ….

Para Law; hacerle creer que era el rey de los mortales, que algo así pasaría si fuera rey pirata… aunque viendo como les repelía, era tan antipático como para terminar celebrando en su propio barco.

¡Para Sanji son las señoritas!, ¡Esas mujeres guerreras que llegarían con ofrendas, que le servirían y consentirían!.

Esas que verían a Law y Sanji como ¿dioses o sacrificios?….. ¿Y por qué no solo amar como deidad a Blackleg?.

A mal sonrisa escondida del peli-negro, le tomo bruscamente del cuello y arranco su gargantilla, le levanto de su asiento, dándole por hecho que; ¡Listo! ¡Podía irse! ¡Adiós Torao, no te tropieces con las rocas, ni caigas en el rio. Avísale a los Sombreros de paja que Sanji gozaba de un descanso dominical!

Las molestias persistían, porque el cirujano no planeaba retirarse aún, su ida no significaba que volvería al barco, caminar montaña abajo seria verse con sus aliados y largarse, que importaba el Log, ¡Acamparían en el barco! Las orillas coralinas serían más cálidas que las locuras en las que les metían los habitantes, sangrientos y desquiciados humanos…. Aah, ¿Que no son los piratas así?. Figuradamente esta raza eran piratas terrenales.

A brazos cruzados, el peli-negro le esperaba a que se levantase, a ceño fruncido el rubio se agarró de los brazos del trono, apegándose que le divertía la atención.

El cocinero negaba con la cabeza, ¡Cuando Blackleg se aferraba a recompensas así no había Capitán que le ordenase la retirada!, pero éste recibió una firme mirada del oji-gris, una que no sabía que significaba que su fruta lo convencería.

Entretenidos entre ese juego de miradas, tras ellos; al peli-rojo se le veía alterado, pego un brinco del susto por la forma en que se quitaron los collares y otros accesorios, por lo que el joven tomo el cuerno de mármol que cargaba la lado de su cintura para apresurar el ritmo de su gente, estaban muy cerca, salvo que esta pareja demandaba la conclusión del evento.

A gran bocana de aire, el cuerno resoplo como un gran silbido que provoco desesperación que apresuraba la llegada a la montaña, corrían riendo o gritándose entre ellos, probablemente organizaban con prisas las ubicaciones donde dejarían las joyas, armaduras y armas, cuales no estorbaban en el camino de los piratas.

La rivalidad de estos aliados los aislaba de lo que había tras ellos, Los guerreros llegaron para dejar su ofrenda y sentarse en el pasto junto a los demás en silencio.

Law invoco su espada, su Room fácilmente trajo su arma a disposición, por lo que esa fue otra sorpresa para el líder de esta locura.

Volvió a silbar, esta vez con sus dedos en su boca, cuales invocaron la ayuda de un grupo de jóvenes que cargaban con una capa para los piratas que bajaban de la cima "agarrados de la mano".

Sanji jamás tiro el collar que le arrebato al cirujano, precavidamente había escondido esos trozos de Kairoseki entre las telas que le rodeaban, por lo que al ver esa luz azul en las manos del peli-negro, Blackleg tomo con firmeza el ante brazo de Law, cancelando su fruta ya que entre su palma y la piel de Law estaban las dichas joyas negras.

Con tan pequeña cantidad de rocas oprimiendo su poder, Trafalgar decidió arrastrar al oji-azul consigo, si Sanji le soltaba podría transportarle o cortarle por la mitad evitando que volviera, de una manera u otra, Law se lo llevaría.

El peli-rojo les alcanzo, empujo a Sanji al lado del pirata que le remolcaba de esa forma tan lenta, la larga capa rojiza rodeo a ambos por sus hombros, Obligando al cocinero a aclarar que solo él se quedaría, que no compartiría esos lujos con un amargado mientras el moreno afirmaba que no seguiría jugando al dios.

Apegados lado a lado, hombro a hombro, de mala gana siguieron bajando, pasando por encima de las ofrendas y entre los espectadores que se levantaban para seguirles al verles huir así de sus lugares.

-¿Estos jóvenes ya no degustan de las bendiciones de un interesante anciano como yo?-

No porque sea un antagonista salido de la nada; ambos piratas se detuvieron frente a la persona o cosa que se interponía, una que era un poco pequeña debido a su edad, aunque lo suficiente para detenerles.

Lo que les impactaba era ver a un nativo con el mismo tipo de piel y características que los demás que SI HABLABA SU IDIOMA.

-No pongan esas caras….- Esa pila de trapos andantes dejaban ver un viejo rostro que se burlaba de esos dos aliados en shock. -Sin embargo me están entendiendo. Vamos,-

Llamo a por el joven de cabellos rojos, -Que traigan lo que forjaron para estos piratas.-

Con el susto en sus bocas, ambos chicos dejaron de pelear, seguían estáticos mirando a ese anciano y su misterioso bastón con un curioso diamante amarillo en la punta de éste.

-Sacerdote Hilimop, bienvenido, Aboor se encargó de ello. lLs piratas cooperaron magníficamente,- Al lado de Sanji y Law se encontraba Ychil, o el chico peli-rojo, conocido por el pueblo como el sacerdote de repuesto por que el viejo Hilimop había sido secuestrado por el pueblo vecino junto con la joya de la paz.

-Intercambiaron coronas al llegar, se separaron una noche completa tal como dice la tradición, ¡Incluso eligió su arma sin duda alguna!- El joven sacerdote contaba emocionado lo bien que ejecutaba su papel, siendo esta su primera vez.

Como si contuviera el aliento, con un largo suspiro confesó; -No creí que pasaría tan fácil,-

El mencionado artesano se acercó con un ritmo que combinaba con los gritos y el ruido que los nativos hacían con los escudos y armaduras que golpeaban, el maldito ambiente aumentaba y los piratas no decidían a donde correr, horriblemente no decidían entre si retroceder o separarse.

A lo último que accedió el peli-negro fue el bajar su espada debido a lo que Aboor le mostraba encima del pañuelo en su mano.

Antes de que Ychil las repartiera, una para el rubio y otra para el cirujano…. Law tomo ambas piezas, pequeñas, con grabados en plata con esa joya oscura tan recurrente en sus núcleos.

Estas monedas hipnotizaban a Trafalgar, sus delicados detalles encendieron la fascinación del peli-negro que Sanji creía muerta a culpa de su obsesión por matar a Doflamingo.

El corazón de Law latía rápido y seguro, embelesado por un detalle como este, dando justo en sus ocultas emociones…. Ahora que el oji-gris decidió quedarse al aceptar esa ofrenda Sanji seguía atado pero sin poder empujar a su compañero de nuevo al trono.

-Los castigo a una vida larga, de piratería y lamentos, entre devoción y abundancia, que el mar nunca les separe de sus sueños… Por ello….- El anciano oraba entre las disputas de fuerza entre los chicos.

Les apuntaba con su bastón mientras Ychil imitaba las señas del viejo, tratando de aprenderlas para ser capaz de hacer la ceremonia por sí mismo en el futuro.

-Tu espada te protegerá, defenderá tu orgullo y el de tu compañero, quien te ofrece su corazón como un eterno aliado.-

-¡Oye anciano, yo no soy el capitán!,- Interrumpió aclarando sobre lo que deducía, -¡Si está bendiciendo la alianza Sombrero de paja-Torao así no funcionara!- Agitaba sus manos y golpeaba su pecho señalándose, explicando como un cocinero no era un medio para unir fuerzas.

-Las bendiciones de los dioses de la isla recaen en ustedes. Les juzgaron al pisar nuestras tierras para concederles fortuna.- Ignorándole, el sacerdote siguió tras golpear en la cabeza al oji-azul con el bastón. Que mala educación el meterse en sus palabras.

-¡Unan sus vidas para ver juntos el amanecer del mundo!-

Con esa última frase, los habitantes aumentaron sus gritos, corriendo sin patrón alguno a por los tesoros y llevándolos montaña abajo, no falto que llevasen a la pareja encima de unos de los escudos más grandes celebrando lo que no entendían qué los había condenado.

Sanji discutía con Law, por cómo no le dejaba ver esas monedas que no le compartía, salvo que cortó su enojo al ver a las mujeres de su tripulación acercarse al desfile cual no tardaba en llegar al Thousand Sunny.

-¡Nami-san, Robin-chwan!.- El cocinero no tenía por qué avisar su llegada con tantos seguidores y su escándalo.

A manos en su propia cintura; la navegante estaba feliz de verle pese que renegó por ver como el rubio estaba bien tras su desaparición, se dio la vuelta al ver que no estuvo en peligro por estar junto al temible cirujano. Pero Nami se arrepintió en darles la espalda al oler oro tan cerca.

Robin siempre reía aunque los momentos fuesen espantosos, esta vez la peli-negra evito a sus camaradas y se dirigió junto al anciano y su misteriosa joya traductora, una de las que leyó entre ciertas ruinas de guerra.

Al llegar al barco; quienes cargaban a la pareja comenzaron a saltar en unísono, alcanzando la fuerza suficiente para lanzarlos al Sunny, cual no era un buque gigantesco ni diminuto.

Aterrizarían en el pasto si es que Franky no les hubiese atrapado, el peli-azul los saludó normalmente como si hubieran convivido esa mañana. –Súper reveladoras prendas llevan los dos, ¿Se puede saber donde estuvieron?-

Y es que siendo un Sombrero de paja, era válido irse unos días, desaparecer, ya estaban grandes para cuidarse. Todos habían tomado sus rumbos, Luffy uniéndose a la guerra cruzando la montaña, la arqueóloga investigando y los demás chicos deambulando.

Les gustaba tomar al Nuevo Mundo como otro patio de juegos.

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Ussop clasificaba todos los tesoros por pureza de materia de acero, hierro, oro y obsidiana; Elementos abundantes dentro y alrededor de la montaña que Zoro destrozo.

El camino que se había abierto permitió terminar las disputas de territorios, resolvieron la lucha recuperando una de las joyas más importantes junto al hombre con la sabiduría de sus cultos.

Las guerras no se provocaban por sed de poder o dominación de razas, si no por ser parte de la bendición que les dieron a los piratas, su parte de la ceremonia era ofrecer tesoros para su suerte. Con montaña o no, ellos habrían viajado a saquear tal como lo hicieron por otros visitantes.

Law no reclamo nada del botín aunque se entretenía viendo a Luffy probarse todas las armaduras y combinar todos los sets, ensangrentados o no, el Capitán luchaba contra Zoro y Chopper quienes se vestían de la misma forma.

Probablemente el cirujano quería hacer lo mismo, pero pensaba que la felicidad e interés generaba confianza, esa que no quería que prosperara.

-Comprometiste la alianza a más allá de lo lógico.-

Bebió de su té, uno muy amargo que le hacía olvidar como compartió ese tiempo con el supernova.

-Vas a morir joven si esa relación prospera, bueno, si no es que yo te asesino primero.- Caesar se relajaba bebiendo al lado del cocinero. Más bien dentro de la cocina.

Desde que Sanji le vio en el piso y le dio un cojín para su cansado trasero gaseoso. El científico accedió a ser compañero de conversación, uno que podía comentarle lo que sea sin sufrir las opiniones que sus mejores amigos le darían. Caesar era alguien de paso, le daba igual si lo liberaban y llevaba unos inútiles secretos.

-¡Calla la puta boca!, déjame terminar!, Ah, Robin-chan pudo advertirme…-decaído puso su barbilla en la mesa. El samurái Kin'emon se proponía a descifrar esas bendiciones y compararlas a con las de Wano.

-Sanji-san, ¿Había algo que deben compartir?.-

-Law tiene unas monedas, ese estúpido loco coleccionista…. Guarde los anillos que estaban atados a los collares que usamos, cuando use uno me quemo…- Los saco de su bolsillo y los dejo rodar en la mesa, con la mano con las que los tomo había una grave cicatriz en su dedo, donde había intentado colocárselo.

Era diseños impares, de oro blanco con minúsculas joyas negras aleatoriamente alrededor de todo el exterior, brillaban cual prismas contra el sol.

Dejo que el científico diera su veredicto analizando esos accesorios, si eran parte de algún embrujo o ciencia, aunque siendo el nuevo mundo, estos dos hechos se unían para sorprender al más experimentado historiador.

Saco los peces del breve baño de leche en que los preparo, encendió la estufa y utilizo una gran cantidad de aceite que comenzó a monitorear en busca de las burbujas que le indicaban la temperatura perfecta.

-Son totalmente diferentes. ¿Probaste colocarte el otro?.- Con un objeto que parecía un monocular de aumento, Caesar hablaba realmente franco sobre esos anillos… al fin y al cabo no tenía mucho por hacer, no cooperaba por que el cocinero tuviera su corazón, como creen….

….

Sus nuevas monedas eran únicas, además de ser fabricadas para cultos, no estaban dentro de los datos de los catálogos, tendría que presumirlas por un par de islas para que viajara el rumor de su preciado tesoro.

En las páginas de su libro había lugar para una, así que no tenía nada de malo darle la otra a Sanji, así podría difamar que existen dos y otros tontos tratarían de buscarla pese que el cocinero la tendría por puro compromiso.

¿Realmente la cuidaría?

Por el momento las guardó. El peli-negro se dispuso a ver como una pandilla de peces esponjosos nadaban al barco.

El cocinero sirvió la cena pese que a tripulación se entretenía con los animales que rogaban por comida, eran unos fans de los dulces aclaró Chopper al traducir sus llamados, por supuesto encontrarían esos caramelos en los barcos por que el mar contenía desde peces a serpientes sin azúcar.

Con un segundo grito todos se acomodaron para la cena. Los invitados tomaron asiento en el comedor, Franky prefirió cenar en el desayunador junto al reno que se lamentaba el compartir algunas de sus dulces reservas.

-Luffy,- El oji-azul se detuvo detrás de su capitán, percibía un olor incomodo en él. -¿Por qué apestas a saliva?- Sanji retrocedió así como los que se sentaron a su lado se distanciaban de él.

-Unas vacas de cuello largo me comieron, escupieron y luchamos.- Malhumorado, el Sombrero de paja comía su carne con prisa, esperaba que al terminar podría volver a la pelea.

-Eran alpacas marinas, Luffy.- Ussop tenía una pinza en su nariz, toleraba la peste pero seguía comiendo sin problemas.

Las tres tenían el tamaño de un rey marino, y solo una capto las burlas de Luffy como para pelear con él. Law lo había revuelto al barco regañándole por que siendo un usuario sería estúpido pelear en el mar.

Ah, Trafalgar vivía en pánico, sospechaba incluso de la fauna por si acaso eran colegas de Doflamingo.

El mencionado cirujano se sentó en la otra punta del comedor, ya sea por el olor del Capitán o porque así Sanji no se molestaba en llegar hasta el para darle sus porciones. Por educación, Brook ayudo a alcanzarle los platos.

++H++

La vigilancia nocturna persistía por petición de Law.

Zoro, Luffy y Brook acordaban a que jugarían durante la noche, mientras disputaban con piedra, papel o tijera si apostarían a las cartas o se dividían para vigilar; Sanji termino sus deberes en la cocina, saco a rastras a Caesar antes de cerrar la puerta al comedor.

Se apresuró a dejar al hombre-gas a la vista de sus amigos para así buscar al Cirujano, no era complicado acercársele, si a Luffy no le importaba pisarle por accidente, entonces no se reusaría a interactuar con cualquier Sombrero de paja.

Law se recargaba contra el mástil principal, acompañado por su espada.

Blackleg aprendió a sobrepasar ese perfil intimidante, conocía que no era más que un alma desvergonzada que rechaza la empatía.

Antes de que el tez blanca propusiera lo que pensó durante la cena… Law levantó su mano, en ella le ofrecía una de las monedas, esa que desde el principio Sanji quería arrebatarle para verla solamente.

Al tomarla la intercambio por el anillo que le sobraba, tal como pidió probar Caesar, se colocó el segundo, cual no hizo nada; No quemaduras ni brujerías.

-Un recuerdo del carnaval.- Se refirió al anillo como otro tesoro forjado para ellos. –Es de tu collar, no creo que quieras el Kairoseki.- Bromeo al sacudir su cigarrillo, hacia contacto visual con el peli-negro pese que éste no se lo devolvía.

El oji-azul utilizaba su propio anillo para cubrir esa herida de la vista de Tony.

Posiblemente Law lo usaría…

Como en ese mismo momento.

-Es horrible, me recordara que no debo bajar la guardia.- Lo verifico por el frente y el reverso al ponérselo, tapaba la E de su mano derecha.

Cuanto mentira, esos minerales incrustados serian geniales para su aspecto, le recordaban a la estrellas ninjas, y entre nos, el Cirujano era un fan de los oficios de Wano.

Apretaba su puño sintiendo ese material, por supuesto no olvidaría que estaba ahí.

-Bien, yo me quedo con esto,- Le mostro como guardaba la moneda dentro de la cajetilla de cigarrillos. –Además, el pelear en Dressrosa junto a nosotros es defender nuestro orgullo, al menos así cumplirás algo de lo dijo el anciano, tan siquiera tenlo hasta que nos separemos-

¿Comprometía a Trafalgar a ser un devoto compañero de guerra?, ¿Funcionarían esas bendiciones para la alianza?

Ese pequeño evento que los dejo confundidos los incitaba a reunirse y preguntarse mutuamente que sucedió, o si paso lo que realmente escucharon.

Mala suerte que eran hombres muy reservados.

-Es una promesa, Trafalgar.- Como todo Sombrero de paja, Sanji choco los cinco con la mano despistada del cirujano, dándole a saber que era su relevo, un colega de sus locos planes.

No obstante; ese choque de manos tan breve los mantuvo atados por un largo tiempo.

Sus cuerpos se paralizaron a causa de sus anillos haciendo contacto. Seria completamente distinto lo que sus ojos verían…. revelaciones, secretos….

Sanji descubrió lo que un niño con una enfermedad mortal codiciaba. De un gran cambio de corazón, de muertes, nuevos colegas, piratería y planes de venganza.

Law enmudeció ante la ambición familiar, el rechazo, la hambruna, los intensos entrenamientos…promesas y aventuras, separaciones y el re-encuentro de sus amigos uniéndose para volver a navegar.

Mientras ellos eran golpeados con tales revelaciones, un trio de idiotas jugaban a las cartas frente al dúo petrificado.

-Ve de pesca.- Le instruyeron a un Zoro que no quitaba la mirada del cuerpo de Sanji que estaba por caerse de lado.

-¿Esto es acaso normal?,- El esqueleto con afro buscaba por una buena jugada mientras contemplaba esos dos cuerpos inmóviles.- ¿Acaso la forma de dormir ha cambiado en esos cincuenta años que deambule sin sombra?-

–¡Luffy!, Si no vas a jugar dame tus cartas.- Renegó el peli-verde al ver a su capitán quitarle la gorra a Law así como su espada, jugaba con esas cosas fingiendo ser el doctor. ¡Había que aprovechar el momento!

El imprevisto cambio terminó a minutos cerca de la mañana, ese lapso en que descubrieron que estos dos no respondían a ningún ruido ni frases provocativas, por ello prefirieron sentarse frente a ellos por si algún ataque al barco los dejaba vulnerables…

Parpadearon al unísono, retrocediendo alucinados cada quien a su manera, compartieron sus primeras palabras en un susurro que pedía que fuese falso lo que ocultaban.

-L-Law… tu… tu …- Sanji retrocedió tropezándose y cayendo encima del espadachín.

El peli-negro bajo la mirada a sus manos, no dándole importancia a como su anillo desapareció. Levanto la vista confundido por el enojo de Blackleg mezclado con su cara sonrojada.

-¿Vins…moke?.-

Ese fue el detonante para lanzarse contra el cirujano y taparle la boca antes de que lo repitiera. Esquivando la presencia de sus amigos, Sanji lo llevo contra su voluntad a la bodega.

El trio de vigilantes no se inmuto en meterse en sus problemas, no porque Robin había aconsejado que los dejasen sin comentar nada sobre la isla anterior, más que nada por lo que se aproximaba.

Luffy y Zoro se levantaran en poses de ataque, quietos mirando al oeste.

Ese comportamiento conmociono al esqueleto que preguntaba qué les sucedía.

++H++

-¡NADA!, ¡NADA DE LO VISTES DEBERAN SABERLO!.- El rubio continuaba con su violencia, tomando a Law de su suéter, lo golpeaba contra la pared. -¡No mi nacimiento, no mi familia, JAMAS ESE NOMBRE!.- Esa rabia derramaba amargas lágrimas que terminaron por soltar al moreno.

La intimidación de Law supero con una gran distancia las advertencias de Sanji.

¡Si él había visto las tinieblas de su corazón, entonces Blackleg también presencio el suyo!

El rostro de Trafalgar oscureció, empujo al cocinero al suelo mientras sus pisadas lo hacían retroceder…. Posiblemente… definitivamente…Sanji había visto a la persona por la que hizo esa alianza y lo que este viaje había provocado en los reprimidos deseos del oji-gris..

La respiración del tez-blanca sucumbió a un ciclo de hiperventilación, y aunque podría seguir así hasta que el peli-negro prometiera que no soltaría migaja alguna de su vida…. El barco se agito provocando que el contenido de la bodega los arrastrara contra la pared.

++H++

Un objeto cortaba el viento. El espadachín de cabellos verdes presentía la amenaza por la misma dirección en que Luffy no dejaba de vigilar.

La sentían, sabían que apuntaban al barco, salvo que su velocidad distorsionaba el momento de su llegada.

Dos ganchos aterrizaron en el pasto, empujando a los piratas del lugar donde impactaron, estas armas no provocaban daños si no que los atraía a la dirección opuesta por la que decidieron navegar.

Los gritos de Nami se escucharon desde el timón. Pidiendo que pararan, revelándole al Capitán que a esta velocidad se desprenderían del campo magnético.

La fuerza que los atraía los mantenía con su pecho contra el suelo, Zoro se aferraba a su espada clavaba en el suelo, Brook hizo lo mismo con su bastón, Luffy amarro sus estirados brazos a la pierna de Roronoa.

Monkey opto por estirarse y llegar a esos ganchos que aflojaron su agarre tras ser interrumpidos por las explosiones contra el barco culpable.

El Thousand Sunny termino a las cercanías de una isla donde tres barcos piratas luchaban por los territorios que no tenían la bandera de un Yonkou.

Tal parecía que el barco que los remolco buscaba una pelea con ellos, pese que más enemigos le atacaban hasta hundirlo.

El trio de vigilantes y Nami se molestaron por tal interrupción en su viaje, ese intento por matarles la había salido por la culata a esos idiotas.

La navegante pidió que se acercaran a la isla para retomar el hilo del Log. Había que dejar cargar el peso magnético que debía llevarlos a Dressrosa.

Law apareció en cubierta para reclamar sus pertenencias regadas por el pasto. Sanji entro en el cuarto de los chicos para alistarse y planear el desayuno.

++H++

Gracias por leer.