Título: Por la Guardia

Autora: Keru-chan-sempai

Summary: ¿Qué hubiera pasado si, en vez de morir, Jon se hubiera quedado atrapado dentro de Fantasma? ¿Si, cuando Melisandre intentó resucitarlo, no había nadie a quien resucitar porque Jon ya no estaba en su cuerpo? ¿Qué hubiera pasado con Sansa, quien llegó al Muro en busca de su hermanastro? ¿Qué hubiera pasado con los miembros de la Guardia de la Noche que lo ayudaron? ¿Y con el Norte? ¿Seguiría Ramsay Bolton al mando de Invernalia?

Nota: Hace tiempo que se me ocurrió esta idea, y la verdad es que no sé si alguien en español o en otro idioma ha publicado algo parecido (agradecería que me avisarais si es así). Mi idea es revisar todos los momentos de Juego de Tronos a partir de la muerte de Jon, qué hubiera pasado si Melisandre no lo hubiera revivido. Pero, como me encanta Jon, me niego a matarlo, así que de ahí surgió la idea de que se quedara atrapado dentro de Fantasma.

El primer párrafo corresponde al libro danza de dragones, al primer capítulo de Jon, y es algo que le dice Melisandre (pero no antes de irse a la batalla como he puesto yo). No logro recordar si en la serie también le dice algo parecido, yo creo que no.

Si me he equivocado con algo el error es todo mío. Por lo demás, el maravilloso mundo de Juego de Tronos le pertenece a George RR Martin y a HBO.

POR LA GUARDIA

"No debéis temer a los que os maldicen a la cara sino a los que os sonríen cuando miráis y afilan sus cuchillos cuando dais la vuelta. Haríais bien en mantener cerca a vuestro lobo, Jon Nieve. Lo que veo es hielo y cuchillos en la oscuridad. Sangre helada y roja, y acero desnudo".

Eso fue lo que le dijo Melisandre a Jon antes de marcharse con Stannis a la batalla contra los Bolton. Jon, quien nunca llegó a creer del todo en las visiones de la sacerdotisa roja, no le hizo caso. Esa noche Fantasma estaba intranquilo, aullaba sin descanso, así que Jon lo encerró abajo, en el patio, en una de las cabañas. No quería que sus hermanos se pusieran nerviosos pues, aunque todos estaban acostumbrados a Fantasma, también era cierto que normalmente el lobo se mostraba silencioso.

Stannis nunca volvió de la batalla y tampoco lo hizo la pequeña Shireen ni la reina Selyse. Solo volvieron Melisandre y dos soldados de Stannis, ninguno de los cuales dijo una palabra de lo que sucedió en la batalla, únicamente que todos estaban muertos. Melisandre se retiró a sus aposentos y los soldados se fueron.

Más tarde esa noche Jon estaba en los aposentos del lord Comandante leyendo la pila de misivas que había recibido, todas anunciando noticias que no deseaba oír, cuando alguien llamó a la puerta. Levantó la cabeza y esperó la entrada de Olly, quien normalmente le informaba de quien lo buscaba antes de dejarlo pasar.

Esta vez no venía nadie con él. Olly entró a toda prisa y le dijo que uno de los salvajes que Jon había traído de vuelta de Casa Austera decía conocer a su tío Benjen.

-¿Estás seguro de que habla de Benjen? –preguntó Jon. Después de tanto tiempo… casi no se podía creer que alguien pudiera tener noticias sobre su tío. Benjen era uno de los pocos miembros de su familia que quedaban con vida-.

-El capitán de los exploradores –así fue como el salvaje se refirió a su tío-. Dice que sabe cómo encontrarlo.

Jon siguió a Olly fuera. Alliser Thorne los esperaba al pie de las escaleras. Le dijo a Jon:

-El hombre dice que vio a vuestro tío en Casa Austera la última luna llena.

-Podría mentir.

-Podría. Hay modos de averiguarlo.

No se detuvieron hasta llegar al patio donde entrenaban los nuevos reclutas. Aquí había conocido Jon a Sam, a Edd, a Grenn y a Pyp, los dos últimos muertos durante la batalla de la Guardia de la Noche contra Mance Rayder. No podía evitar acordarse de ellos cada vez que salía aquí.

Desde la cabaña se escucharon los aullidos de Fantasma.

-¿Dónde está?

-Ahí mismo.

Había un grupo de hermanos de la Guardia de la Noche en el lugar al que Thorne le estaba dirigiendo. Llevaban antorchas y parecían estar mirando algo, o a alguien. Jon se abrió paso entre ellos, ansioso por escuchar noticias sobre su tío Benjen. Sin embargo, cuando llegó delante, vio que el salvaje no estaba por ningún lado. En cambio, había una cruz enterrada en la nieve con la palabra Traidor pintada con sangre. Se detuvo de golpe. El lobo volvió a aullar.

Jon enmudeció. Se dio la vuelta para pedir explicaciones pero todo sucedió muy rápido. Thorne estaba detrás de él y lo apuñaló cuando se dio la vuelta. Lo miró a los ojos cuando sintió el puñal cortar carne y la sangre manar de su herida, y también cuando Thorne sacó el arma diciendo:

-Por la Guardia.

El siguiente en apuñalarlo fue Othell Yarwyck. Atrapó a Jon después de que Thorne lo soltara y evitó que cayera al suelo agarrándolo por la cintura y apuñalándolo en el abdomen al mismo tiempo. Él también dijo: "Por la Guardia".

Había quince miembros de la Guardia de la Noche observándolo impasibles. Quince. Jon se quedó mirándolos, sin creerse la traición de sus hermanos. Él sabía que había quienes no estaban de acuerdo con sus decisiones, entre ellos Thorne, quien siempre fue de frente a la hora de criticar sus métodos. Sin embargo, todos ellos habían visto a los Caminantes Blancos. Habían visto la muerte y la destrucción que traían consigo. Sabían lo que le pasaría a todo Poniente si lograban cruzar el Muro. Los salvajes eran su única posibilidad de hacerles frente. Si los dejaban más allá del Muro serían muchos más Caminantes Blancos que vendrían más tarde a por ellos. ¿Cómo podían no verlo?

No obstante, no había nada que Jon pudiera decirles. No podía hablar, el dolor era indescriptible, y además, veía en sus caras que nada de lo que dijera iba a convencerlos de que no estaban haciendo lo correcto. Leyó en sus ojos el deseo por su muerte.

Bowen Marsh lo sostuvo cuando Yarwyck lo soltó e hizo lo mismo que sus hermanos. Fue la tercera puñalada que recibió en el abdomen. Jon cerró los ojos por el dolor durante un momento, sintió otras manos y luego otras, y por fin, tras la quinta, se detuvieron.

-Por la Guardia.

Jon cayó al suelo. Sintió unos pasos pero no levantó la cabeza hasta que escuchó a los hombres moverse. Vio la pequeña figura de Olly emerger entre ellos. Sus cejas estaban unidas, su boca apretada. Había algo parecido al pesar en sus ojos pero cuando se acercó a Jon la emoción desapareció y fue reemplazada por rencor.

El pequeño Olly, al que Jon había acogido bajo su ala cuando perdió a sus padres. Jon lo hizo mayordomo después de que superase su reclutamiento, igual que él lo fue del Lord Comandante Mormont en su día. Había creído que Olly le entendía. Que compartían el deseo de proteger el Norte.

-Olly –le llamó-.

El rostro del niño se contrajo cuando escuchó su nombre. Apretó los labios con más fuerza y con un movimiento rápido le clavó el puñal en el corazón. Su voz sonó alta y clara cuando gritó:

-Por la Guardia.

Jon mantuvo los ojos en los de él hasta que cayó de espaldas en un charco de sangre. Los hermanos se alejaron cuando vieron que su trabajo estaba hecho. Jon no iba a sobrevivir a esas heridas.

Extrañamente, Jon no pensó en los Caminantes Blancos durante esos últimos minutos, ni en su fallecido padre ni en la promesa que nunca cumplió de decirle quien era su madre, ni en Robb o Arya. Jon pensó en el juramento que hizo años atrás, Sam y él arrodillados ante el arciano más allá del Muro mientras Fantasma, aún un cachorro, corría cerca de ellos.

Jon no se arrepentía de la promesa que les hizo a los antiguos dioses de servir en la Guardia de la Noche. Pensaba que lo había hecho tan bien como había podido hasta el día de su muerte. Mientras observaba el cielo negro y escuchaba a Fantasma aullar igual que lo hizo el día de su juramento, Jon rememoró sus palabras.

"—Escuchad mis palabras, sed testigos de mi juramento:

La noche se avecina, ahora empieza mi guardia. No terminará hasta el día de mi muerte. No tomaré esposa, no poseeré tierras, no engendraré hijos. No llevaré corona, no alcanzaré la gloria. Viviré y moriré en mi puesto. Soy la espada en la oscuridad. Soy el vigilante del Muro. Soy el fuego que arde contra el frío, la luz que trae el amanecer, el cuerno que despierta a los durmientes, el escudo que defiende los reinos de los hombres.

Entrego mi vida y mi honor a la Guardia de la Noche, durante esta noche y todas las que estén por venir."

-Os arrodillasteis como niños, levantaos ahora como hombres de la Guardia de la Noche –les había dicho a Sam y a él Bowen Marsh aquel día, años atrás-.

Ese día, cuando Sam y él se habían abrazado para celebrar su entrada a la Guardia, Marsh les había sonreído. Era difícil imaginar que ese mismo hombre acabaría apuñalándolo junto a tantos otros de sus hermanos.

En su cabeza, sin embargo, solo vio el arciano, las lágrimas de sangre cayendo por los ojos grabados en el tronco, y luego a Fantasma, sus patas blancas hundiéndose en la nieve. Cuando Jon tocaba al lobo notaba su respiración bajo su mano, su sangre corriendo por sus venas, y casi parecía que su propia respiración se igualaba a la del lobo como si fueran uno. Cuando Fantasma lo miraba con sus ojos rojos Jon realmente sentía que lo eran.

Así que cuando Jon escuchó otro aullido en ese último segundo de vida, pensó en su lobo corriendo por el bosque más allá del Muro, su lobo saltando a su regazo para dormirse encima de él cuando era un cachorro –incluso ahora, a veces se despertaba con el cuerpo cálido del lobo acurrucado junto a él, protegiéndolo-, su lobo siguiéndole, la cola moviéndose de un lado a otro para indicarle que quería que jugara con él, su lobo mirándolo fijamente con sus ojos rojos.

Jon pensó en esos ojos y, sin darse cuenta, allí estaba de pronto, observándolo todo a través de los ojos del lobo. Vio su propio cuerpo a través de las tablas de madera de la puerta de la cabaña: una figura oscura en el blanco impoluto de la nieve, la sangre rodeándolo como alas rojas.

Desesperado, Jon aulló.

Continuará…