Como bien se podía consultar en los libros de historia de la fundación de aquella ciudad después de la guerra civil, cuando era un pequeño pueblo floreciente de nombre Ponyville, por la utilización de aquellos equinos en el transporte de mercancías local, o todavía más atrás, en la guerra de independencia, cuando todavía era una pequeña fortaleza establecida con mucha antelación para proteger a los invasores de los nativos propios de aquel continente.
En fin, y extrañamente, desde sus inicios, el lugar albergó a dos familias contrarias en muchos aspectos, una granjera; la otra comerciante. Una trabajadora; la otra sirviéndose de los trabajadores. La una capaz de mantener el lugar con milicias en tiempos violentos; la otra atrayendo socios y pobladores adicionales. No hay que perdernos pues con nombres de las extensas familias Rich y Apple, ambas casi tan antiguas como la propia ciudad.
Y como familias contrarias en muchos aspectos, con opiniones, costumbres y vidas paralelas, pero opuestas, es inevitable que exista, si no un vínculo que ataba a ambas, si un acostumbramiento que devino de muchas formas, en algunas generaciones como amistad, en otras como sociedad comercial, alguna que otra estuvo cerca del amor.
Pero en estas diferentes relaciones, la más joven hasta el momento, se desenvolvió con una relación diferente, llámese enemistad, llámese antipatía. Como fuese que haya iniciado, ahora se podía ver, justo en este día, justo a esta hora en los pasillos de Canterlot High School.
- ¡Es la última vez que te lo digo! ¡Discúlpate o haré que te arrepientas! – Exigía de forma firme la muchacha pelirroja.
El público indeseado no paraba de incrementar; al principio fueron las amigas de ambas muchachas en discordia; poco después se agregaron los curiosos. Juraba que incluso vinieron los demás alumnos que ya habían salido del colegio. No era muy común ver a dos muchachas del grado intermedio en una riña que prometía bastante para ser un altercado.
Y, sin embargo, ninguna de las dos daba el salto, muchos lo ansiaban, pero ellas continuaban respetando el espacio de la otra.
- A mí no me dices qué hacer. – Respondía ya con más agresividad la fémina de piel lavanda; acercándose los pasos suficientes a la pelirroja.
- Hazlo o te obligaré. – Espetó nuevamente la muchacha de edad similar.
La chispa para que explotara todo aquello fue algo bastante sencillo en realidad: una de las muchachas con más habilidad para la esgrima y la primera en su categoría hacía un poco elegante desfile en dirección a la vitrina de la institución, junto a un trofeo ganado en competencia libre de todo el distrito, que incluía a más de cinco ciudades. El club estaba orgulloso de ella, incluso Sunset le dio uno que otro cumplido, aún después de haber tenido un logro similar en su propia categoría.
Sí, era un día en que, gracias a ella, la escuela ganaba algo de prestigio, probó su valía y eso era algo que merecía disfrutar, dar a conocer a los demás – alardear –. Dispuesta a dejar su trofeo en la vitrina donde estaban los logros competitivos de tantos otros estudiantes, la estudiante de intermedio estaba paseándose por los pasillos, todavía con el traje de esgrima a medio poner. Comentando cómo casi le habían hecho un punto en contra; pero al mismo tiempo, cómo ella aprovechó la situación para evitar el golpe y dar el golpe definitivo en la cabeza.
En fin, al momento final, cuando fue a solicitar las llaves en persona a la directora y pasearse por el pasillo para finalmente dejar su trofeo en la vitrina, donde sería expuesto hasta que ella lo deseara. Se tomó todo el tiempo posible, muchos estudiantes aplaudieron, unos por congratular, otros por compromiso. Aquella costumbre en el colegio era olvidada, pero se la merecía por completo. No importaba que Sunset Shimmer simplemente la hubiese puesto en la hora del almuerzo, cuando no había nadie en los pasillos. Ella recibiría las ovaciones con gusto.
No obstante, en su paseo, en el cual, los estudiantes debían dejar de lado lo que hacían para verla, lo que equivale a decir que dejaron de ver los libros, apuntes y demás que debían llevar a sus casas para estudiar, sus libros y demás para verla en un desfile improvisado, se cruzó con el trio de amigas que casi siempre resultaron un dolor de cabeza, completamente desconocedoras del desfile que realizaba Diamond Tiara.
Mala suerte, una equivocación, un mal entendido. Pero justo en el instante en el cual se aproximaba a ellas: Sweetie Belle mostraba una caja de plástico con algunos agujeros en ella. Resultaba que, a diferencia de su hermana mayor, no le tenía asco alguno a la tierra ni a su biodiversidad; siendo así que, según ella, atrapó un insecto de más de quince centímetros de tamaño, y lo tenía en una caja para ir al día siguiente al club de ciencias para que lo pusieran al microscopio. Así pues, al no creerle Scootaloo, se creó un reto, y en el peor de los momentos, la hermana adoptiva de Rainbow Dash observó el insecto; este por supuesto era la cucaracha Equestriana, de diez a veinte centímetros de tamaño, con una aparente inmortalidad frente a los intentos de aplastarla y una capacidad propia de su especie, difundir el miedo hasta a los más osados, al menos momentáneamente.
Sumado a ello, estaba el hecho de que la de cabello violeta no era precisamente la muchacha más valiente de todas, aunque trataba de aprehenderlo de Rainbow Dash. Desde luego que la cucaracha abrió sus alas y se hecho en vuelo ante quien consideró su atacante.
El grito de la muchacha se pudo escuchar por todos los pasillos, antes de dar todos los pasos atrás que sus pies le permitieron en un periodo de un segundo; llevó sus manos en alto para alejar a temeraria criatura que ya llevaba más de dos oportunidades de un tacleo constante, sentir su exoesqueleto, frio, liso contra su rostro fue lo peor.
Así, en menos de un segundo y medio, resbaló contra algo que se puso en el pie; después fue a dar con todo su cuerpo sobre algo duro que, por alguna razón cedió.
Diamond Tiara sintió a Scootaloo pisando su pie derecho, para después empujarla junto a su trofeo, la caída fue inevitable
Cuando cayó, pudo ver claramente cómo la figura de la esgrimista se partía en varios pedazos, al tiempo que las columnas inferiores que unían la base de madera y la figurilla quedaban separadas por la violencia de la caída, para desperdigarse por el suelo. Finalmente, una rabia se apoderó de ella y la expulsó de la única manera que conocía.
- Pedazo de torpe, ¡¿Cómo no eres capaz de fijarte por dónde vas?!
Tomada por sorpresa, la fémina retrocedió observando a la de cabello bicolor con una mirada completamente sumida en la ira, se olvidó por completo de la cucaracha.
- Oye, ¡Ella no sabía que estabas viniendo! ¡No es su culpa que tengas que lucirte por el único de tus logros! – Salió Applebloom en su defensa. Logrando que alguno de los presentes soltara una risita.
Primero destruían el símbolo de su victoria, después trataban de menoscabar a su persona ¡Después de haberle dado un logro a la CHS! No, a los orgullosos no se les debe menospreciar, tampoco se los debe alimentar.
- ¡Ah sí! ¡¿Entonces de quién es la culpa?! ¡Campesina de…!
- Así no le hablas, ¡¿Me oyes mocosa malcriada?! – Le dijo de pronto una Applejack salida de entre el tumulto que se agolpaba por tratar de ver mejor a quienes discutían en pleno pasillo.
Sí, esa algo que lo que recordaba de sus conflictos pasados contra aquel trio de muchachas cuya relación podía ser tan relativa. Ella solo tenía de su lado a Silver Spoon, y ellas siempre tenían detrás de ellas a sus hermanas, a amigos, conocidos. Ella estaba casi sola, entre ambas no podían hacer mucho cuando muchas voces y miradas inquisitivas se unían.
- A ellas les hablo como se me dé la regalada gana. - Le respondió a su mayor la de ojos azules. Con una altanería propia de ella; la vaquera por supuesto que estaba a punto de liquidarla con la mirada.
- Ya basta, todo esto fue un accidente, es mi culpa. – El tono conciliador de Sweetie Belle llegó al rescate, para muchos, mientras se ponía una mano al pecho observaba a quien hace tiempo les hacía la vida imposible, con una mirada llena de una rabia ciega. – discúlpame, te juro que…
- ¡Tenías que ser tú! Por lo visto la brutalidad les viene de familia. Pero al menos tu hermana sabe vestirse y no anda como una niñita de cinco años.
Quienes llevan enemistados bastante tiempo tienden a tener los mejores insultos, pues tienen bastante tiempo para convertir su rabia en palabras. Envalentonada, pero con cierta consideración. Applebloom pasó al frente para estar más cerca.
- ¡Discúlpate por decirnos todo eso! – Le ordenó, con un grito es cierto, pero esperando que todo fuese a un punto muerto que permitiera una solución diplomática.
Pero, como toda adolescente con su carácter, con su actitud y en su posición, Diamond Tiara la observó con una mirada asesina.
- Son ustedes quienes me deben disculpas.
No ceder ni siquiera un poco de aquello que llamamos tener la razón, esa fue la máxima que giró en la cabeza de la pelirroja. Y así volvemos donde iniciamos.
- ¡Es la última vez que te lo digo! ¡Discúlpate o haré que te arrepientas!
Frente a la exigencia, la de ojos azules no dijo palabra alguna, siguió observando a la menor de los Apple. En aras de paz, la de piel blanca y cabello enrulado se acercó a los pedazos del trofeo para reunirlos, pero al tocar tan solo uno explotó nuevamente la furia de Diamond Tiara.
- ¡Déjalo niña torpe! – le grito. Hasta la paciencia de Sweetie Belle tenía un límite. Estaba a punto de responderle cuando una voz se le cruzó.
- Sweetie, cariño el trato con necios solo te hace más necia. – Aconsejó en un tono ni de conflicto ni de insulto, solo Rarity podía llegar a usar un sarcasmo sutil.
Levantando una mano para que la tomara, la mayor llamaba a su hermana menor y esta acudió de pronto. Dejando el conflicto.
- Sí, mejor vámonos Applebloom, mañana veré cómo podemos arreglar esto. – Sostuvo mientras la mayor de las Apple se llevaba a la más comprometida en el conflicto. A los pocos pasos estaba ya parado Big Mac, su mirada silenciosa, pero inquisitiva logró que Diamond Tiara dejara de verlos.
- Sí, pues mejor vayan preparando lo que ganan en sus trabajos porque…
Entonces, se mostró algo propio de Scootaloo, sus nudillos fueron a dar directamente en uno de los hombros de Diamond Tiara, congelándola inmediatamente. Algo en lo cual no era buena era en tener que pelear, cosa en la cual le constaba que la de pelo morado era bastante buena, tenía a Rainbow Dash como supuesta hermana adoptiva y además era de un orfanato, claro que sabía pelear bien.
Se quedó estática, con el orgullo por el suelo, los presentes salían demasiado pronto.
- Scoots, no te metas con esa niña, solo te causará problemas. – Le dijo la de pelo arcoíris.
Cómo era posibles que estuvieran todos presentes en ese instante, sus hermanas y hermano en caso de Big Mac, cómo era posible que mita de la escuela las viera marcharse. Sin decir nada; sin siquiera dignarse en defenderla.
- Aunque, buen golpe, se lo venía buscando. Te mandarán a detención por esto, pero, qué bah, yo también estaré por llegar tarde toda la semana. – Explicó la de piel cian mientras se alejaron. – Así que quizás nos veamos allá.
Ya nadie le prestó atención a Diamond Tiara, pudo oír claramente las palabras de Rainbow Dash. Había tratado de ser diferente, de ya no tratarlas mal y cómo le retribuían eso. Arruinando su trofeo y siendo completamente hostiles.
Volteó para observar a su amiga; pero esta ya no estaba allí. Sí, le había dicho que ante cualquier conflicto o "berrinche" se iría de inmediato. Bien, su única amiga no la apoyaba en momentos como aquel, quizás era mejor estar sola. Su garganta parecía anudarse, sus ojos sentían una picazón, tenía ganas de llorar de rabia. Pero no lo haría. Se limitó a inclinarse para tomar los pedazos de su trofeo.
Estaba a punto de levantar una parte de la figura del esgrimista, pero una bota estuvo a centímetros de pisarle la mano, por lo cual la retiró de inmediato. Observó hacia arriba para ver de quien se trataba. Dispuesta a dejarse llevar por toda la indignación y rabia que tenía dentro.
- Disculpa, estoy algo ida. – Dijo Sunset Shimmer poco antes de inclinarse. Para tomar la pieza y acercársela. – Diamond Tiara ¿Verdad?
Hubiera reaccionado contra cualquier otra muchacha, de alguna forma habría librado toda su furia. Pero Diamond Tiara se quedó viéndola por unos segundos.
- ¿Qué? ¿Tengo algo? – Preguntó la fémina llevándose una mano al rostro.
- No… nada. Gracias. – apenas musitó la muchacha, poniendo la pieza dentro de su mochila.
- Oye, eso era parte de tu trofeo. ¿Qué le pasó? – Le preguntó la de cabello bicolor.
- Un par de muchachas que no se fijaron. – Expresó la muchacha fingiendo a duras penas su voz, el nudo en su garganta estaba a punto de romper en sollozos.
- Oye, no te pongas así… todas tenemos días malos alguna vez. – Concilió la fémina de piel ámbar, sacándose la mochila para extraer un envase de yogurt. – Ten, esto me ayuda en esos días. – Le dijo mientras se ponía a su nivel en el piso; alcanzándole el pote.
- Gra… gracias. – El gemido finalmente salió. – Siento que me veas así… no pienses mal de mí… yo… yo no soy así. – Las lágrimas de la muchacha simplemente no tenían vuelta atrás. No era tanto por la ira, ni por el dolor.
- ¿Así cómo? – Le cuestionó la fémina de ojos ámbar.
- ya sabes, débil, yo no soy así. – Trató de sonar convincente, pero estaba segura de que no lo logró.
- Oh, eso se nota. – Arguyó la adolescente mientras dejaba el bote de yogurt sobre el piso para arrodillarse y empezar a recoger las piezas rotas del trofeo. – No eres de las que lloran.
- ¿Enserio? – Preguntó Diamond mirándole a los ojos. - ¿Cómo lo sabes?
- Pues, porque yo también soy así. Claro que no se puede evitarlo todo el tiempo. – Sentenció con cierta sabiduría la mayor. – Mostrándole que ya tenía las manos llenas con los pedazos del trofeo. Al instante la menor abrió su mochila para que los introdujera.
Sunset se levantó. Para observarla.
- ¿Te vas a comer eso o no? – Le preguntó levantando una ceja.
- Claro… a mí también me encanta ese sabor. – expresó la de piel lavanda mientras cogía el bote y se levantaba.
Aquella noche, Diamond rechazó la limusina para caminar dos cuadras con Sunset Shimmer, porque… solo ella lo sabía con exactitud. Como sea, por primera vez en mucho tiempo, se limitó a escuchar a alguien más.
Luego de ver la mini serie de EG dije: vaya, tienen poco tiempo para hacer argumentos amplios y casi instantáneamente se me presentó la idea de hacer un fic que reviva uno de mis episodios favoritos de MLP, pero en el mundo de EG, claro que con otros personajes y en otras circunstancias; bueno, nos leemos pronto.
