Wind miraba la oscuridad que lo rodeaba, mientras un sentimiento de angustia infinita invadía su ser. Conocía aquella sensación, la sensación de sentirse atrapado sin ninguna luz de esperanza que iluminara su camino, hacia donde sus ojos se posaban no habían más que sombras, era un desierto negro donde el único ser vivo era él. Pero eso no era lo más aterrador, Wind sabía muy bien que algo peor se aproximaba, en cualquier momento aparecería "él", podía sentirlo, estaba cerca. Un escalofrío le recorrió la espalda cuando vio aquellos ojos amarillos destellar en el fondo negro, entonces apareció aquel monstruo, el monstruo que poseía su mismo rostro y su mismo cuerpo, este le sonrió con maldad y se acercó. Wind quería escapar pero sabía que era inútil, aquel malévolo ser tenía absoluto control sobre su voluntad, en aquel mundo de sombras, él era el rey y se hacía su voluntad. Wind temblaba de miedo, sabía lo que "él" quería, planeaba apoderarse de su ser, siempre era igual. Quería volverlo su esclavo, dominar su voluntad y sembrar la maldad en su ser, pero no podía permitirlo, al igual que tantas otras noches lucharía, no se dejaría dominar, ser poseído por aquel malévolo ser podía ser devastador, no sólo para él, sino que también para todos sus seres queridos, por eso comenzó a luchar por liberarse, batalló por poder abrir los ojos y despertar de una vez por todas de aquella pesadilla...

Un par de ojos se abrieron de golpe ante la claridad de la mañana. Wind despertó sobresaltado, su respiración era agitada y el miedo inundaba su rostro, aquella pesadilla había vuelto a asaltarlo, aquel tétrico sueño plagado de una oscuridad asfixiante donde residía aquel monstruo que deseaba apoderarse de él. Pero ya todo estaba bien, estaba en su cama, en su cuarto iluminado por los rayos del sol que se colaban por la ventana brindándole al lugar una luz tranquilizadora.

Suspiró tranquilo, había vuelto a la realidad donde estaba a salvo. Miró por la ventana donde se alcanzaban a divisar algunos árboles frutales y las calabazas del huerto que cada día que pasaba estaban más grandes. Se podía ver también su caballo que pastaba tranquilamente, esto le preocupó un poco, había vuelto a escapar del establo, no había caso con él, siempre saltaba la reja, sin importar lo que hicieran, ese animal era imparable, no había caballo que pudiera igualar sus habilidades saltando, no por nada era descendiente de Epona. Desvió su vista de la ventana y al otro lado de su cama se encontró con los pálidos ojos celestes de su hermana que lo miraban atentamente mientras sujetaba una cubeta con agua entre las manos, la cual sin previo aviso le arrojó encima.

—¡Ah! ¡Abril por qué hiciste eso! —gritó Wind enfadado.

—Pues, mamá dijo que te despertara, pero no despertabas, así que decidí tirarte agua.

—¡Pero si me la tiraste cuando ya estaba despierto!

—Te despertaste justo antes de que te tirara el balde, pero yo no iba a dejar que el tremendo esfuerzo que hice al acarrear toda esta agua se desperdiciara, así que decidí mojarte de todas formas.

—Bruja —Susurró Wind molesto.

—Y a mucha honra, deberías estar agradecido de que mamá y yo nos preocupamos por despertarte, podríamos dejarte simplemente dormir hasta tarde, que no vayas a tus sesiones de entrenamiento con la espada y que luego papá te regañe. Por cierto, ya estás atrasado, yo que tú dejaría de quejarme y me iría rápido.

Wind abrió los ojos como platos al escuchar las últimas palabras de su hermana, debía apresurarse o estaría en problemas. Veloz como un rayo echó a Abril de su cuarto, quitó las cobijas y las sábanas de la cama para dejar que se secara y se vistió lo más rápido que pudo calzándose sus pantalones blancos, las botas, la camiseta interior para la el frío y la túnica verde encima.

Una vez listo cogió su bolso que por suerte siempre dejaba preparado la noche anterior, su gorro verde para colocárselo cuando se le secara el cabello y su espada de madera para entrenamiento.

Corrió a toda prisa por el pasillo de la casa que lo conducía a la cocina donde Illia, su madre, le había preparado un desayuno que consistía en leche tibia la cual ya estaba fría y un par de tostadas con mermelada. Wind se bebió la leche de un sorbo y cogió las dos mitades de pan para comérselas por el camino, ya estaba abriendo la puerta para irse cuando fue detenido por las palabras de su madre.

—Claro, crecen y se olvidan de su madre, una que los quiere tanto que hasta les prepara el desayuno, que se preocupa de que coman bien, que los despierta en la mañana y estos hijos ingratos son incapaces de agradecer nada, ni siquiera tienen la decencia de despedirse, un simple adiós sería suficiente, pero no, hay que salir, olvídate de tu madre, la pobre triste y abandonada que...

Wind lanzó un gruñido bajo, estaba siendo víctima de uno de los famosos ataques de culpa de su madre, su arma secreta con la que hasta su mismo padre caía a menudo. Aunque cada segundo que perdía era valioso, igual se devolvió para abrazar a su madre y despedirse como correspondía.

Una vez cumplido con su deber, salió de la casa y se apresuró a ir a la huerta para llamar a Puini, su caballo, ya que la había visto desde la ventana sabía que esta no estaba en el establo, pero por más que gritó su nombre Puini no acudió, quizás se habría ido a corretear por algún lugar cercano. Comenzó a buscar en su bolso el silbato con el que siempre llamaba al animal pero no lo encontró, quizás se le habría quedado en su habitación, o podría estar en cualquier parte, no tenía tiempo de buscarlo así que se decidió a ir a pie, correría todo el camino hasta el centro de entrenamiento, quizás todavía podía llegar a tiempo.

Era un día agradable, tal vez un poco frío pero podía deberse a lo temprano que era, el sol aún no abrigaba el ambiente, pero esto no impedía que las cientos de aves emprendieran el vuelo para entregarse de lleno a sus actividades matutinas, trinando alegremente llenaban todo el lugar de vida, picoteaban escondidas entre la hierba alta o cerca de las diminutas flores blancas que se asomaban tímidamente con una delicadeza infinita cual copos de algodón. Pero toda esta belleza no era suficiente para captar la atención de Wind, estaba demasiado atrasado, un par de kilómetros lo separaba de su destino y debía cubrirlos rápido.

La academia de esgrima se encontraba en las afueras del pueblo, todos los días Wind se levantaba temprano para asistir a este y entrenarse en el noble arte de la espada. Hasta el momento nadie sabía los verdaderos motivos por los que el muchacho decidió estudiar esta disciplina, no parecía ser una actividad que disfrutara particularmente, ni siquiera tenía talento, dentro del ranking interno estaba prácticamente en último lugar, constantemente se disputaba el penúltimo puesto con Ralph, su mejor amigo, otro inútil igual a él.

Algunas personas pensaban que la motivación de Wind era igualar a su padre, pues claro, crecer bajo la sombra del gran héroe del reino no es algo fácil, la gente a menudo lo reconocía como, el hijo de Link en lugar de simplemente Wind, formarse una identidad propia y ser reconocido por ello era un verdadero desafío. Por esto, supusieron que el muchacho practicaba el arte de la espada, era la única explicación posible, tomando en cuenta que su padre ni siquiera lo alentaba en sus prácticas, pero el chico afirmaba que no era por esto que insistía en aprender a usar la espada, pero tampoco daba una explicación al respecto, fuera cual fuera la verdad este era un secreto que sólo Wind conocía.

En ciertos aspectos se podía considerar a Wind como un chico bastante misterioso, siempre vestía de verde y defendía el color de su indumentaria con fiereza, otra particularidad suya es que evitaba mirarse en los espejos, muchos se preguntaban por qué, considerando que el muchacho era bastante apuesto, tenía un buen físico, relativamente alto, de complexión delgada pero atlética, probablemente se volvería un poco más robusto al crecer, tenía apenas 15 años, su cabello era tan rubio como el de su padre y tenía los mismos ojos azules, aunque los de Wind eran de un tono más celeste grisáceo y tenían un dejo de picardía, que de alguna forma parecía quedar bien con rostro infantil que poseía.

Era un chico bastante inmaduro e irresponsable, todo se le olvidaba, pero tenía una gran imaginación para inventar las excusas más increíbles de todas, desde que su caballo quería jugar y le quitó la tarea para llamar su atención, hasta que el loquito del pueblo lo había forzado a ir a cazar hadas con él. Pero Wind también tenía sus cualidades buenas, como su buen corazón y gran valor, además de un cierto sentido del humor que a veces se salía un poco de control, a menudo hacía comentarios fuera de lugar.

Wind corría veloz como el viento, sus pies ligeros y sus largas zancadas hacían que pareciera que flotaba sobre el camino, era muy rápido, en realidad necesitaba serlo, tomando en cuenta que su irresponsabilidad siempre hacía que estuviera atrasado, vivía corriendo para llegar a todas partes. Con todo el ejercicio que hacía, no era de extrañar que terminara desarrollando tal velocidad y la verdad, gracias a esto, la mayoría de las veces lograba llegar a tiempo a todos los lugares... Pero en esta ocasión no fue así.

La loca carrera de Wind fue interrumpida abruptamente por un proyectil de dudosa identidad que impactó contra su cabeza y que fue capaz de tumbarlo en el suelo durante algunos momentos. El muchacho se levantó torpemente sobándose la cabeza, le dolía el lugar del golpe, seguramente le quedaría un chichón, además se sentía algo aturdido

—Espero que este golpe no me deje tonto —se dijo así mismo—. Se aproximan los exámenes y necesito todas las neuronas posibles, ay ay, pero que rayos fue eso ¿Acaso alguien me tiró una piedra?

En eso vio algo que brillaba en el pasto con una tenue luz blanquecina, se aproximó curioso por ver de qué se trataba y se sorprendió bastante con lo que encontró.

Allí en medio del césped había una esfera luminosa de color blanquecino de la que sobresalían un par de alas transparentes y resplandecientes, semejantes a las de una libélula. Lo que Wind tenía frente a sus ojos era ni más ni menos que un hada del bosque.

Miró a su alrededor sin poder creerlo ¡Tenía a un hada frente suyo! Eso era algo sumamente extraño, las hadas vivían en los bosques o en las fuentes de hadas y de ahí no salían, había una leyenda de una hada que una vez se atrevió a abandonar la seguridad de su hogar para acompañar a un héroe en su misión de salvar el reino, pero una vez cumplido con esto, regresó a su lugar de origen. En general, se consideraba que ver a un hada cerca de un lugar habitado por humanos era un mal presagio

Se acercó y tocó tímidamente a la bola de luz, una agradable calidez recorrió su dedo al tiempo que tocaba algo suave, la pequeña criatura brillante movió ligeramente las alas sin reaccionar del todo, al parecer golpearse contra la cabeza de Wind la había dejado muy mal. El chico no sabía qué hacer, no existían los médicos de hadas, él no sabía nada sobre ellas, pero tampoco podía dejarla ahí tirada esperando que un gato se la comiera o que la picotearan los pájaros. Tras meditarlo un momento, decidió cogerla y metérsela en un bolsillo, ahí estaría a salvo de animales salvajes, no podía hacer más por ella, si moría la sepultaría en los lindes del bosque. A decir verdad se tomó la situación de forma bastante banal, en algunos aspectos Wind podía ser bastante bruto.

El muchacho una vez más emprendió el camino a toda prisa, esta vez pudo llegar a academia sin sufrir ningún otro contratiempo, pero por desgracia luego del incidente con el hada llegó tarde y fue regañado por el maestro. Pero en realidad a Wind esto no le importaba demasiado, lo que en verdad le molestaba eran las burlas de su amigo Ralph.

Wind y Ralph eran los mejores amigos del mundo, pero su amistad era bastante particular, a muchos les parecía increíble como dos personas tan diferentes podían congeniar tan bien. Wind era amistoso y tenía muy buen carácter, amaba la naturaleza y no tenía demasiadas ambiciones, era feliz viviendo como un humilde granjero. En cambio Ralph era bastante gruñón y muy terco, era el hijo del comerciante más rico de la ciudad, por ello acostumbraba vestir de azul, que era considerado como el color de la nobleza, tenía grandes ambiciones y proyectos, buscaba la grandeza y el poder. Pero a pesar de sus deseos y carácter, tenía decencia y respeto por los demás, si fuera de otra forma, jamás se habría hecho amigo de un granjerito como Wind, ni aunque fuera el hijo del héroe del tiempo.

Pero con respecto a su relación de amistad, este par vivía peleando. A veces con simples discusiones, en otras ocasiones con peleas a puños en las que a menudo terminaban revolcándose en el piso. Pero no eran disputas tan agresivas como pudiera pensarse, más que golpear a su adversario el juego consistía en inmovilizarlo o cansarlo y para cuando la contienda terminaba, ya habían olvidado porqué peleaban en primer lugar.

Además de los enfrentamientos físicos, también competían en toda clase de cosas, desde carreras de velocidad, natación, comer rápido o quién sacaba mejor nota en un examen, pero la mayor rivalidad la demostraban a la hora de luchar con la espada, ambos asistían a academia y siempre competían por quien de los dos era el mejor, o mejor dicho quién era el peor, puesto que ambos eran pésimos y del penúltimo lugar del ranking interno no pasaban. Su nivel era tan bajo que hasta a sus compañeros les avergonzaba tener que luchar contra ellos, él único que les mostraba respeto era Ingus, el mejor espadachín de la escuela.

Ingus era alguien serio y poco hablador, respetuoso, honorable y considerado todo un caballero, además de ser bastante atractivo, era alto y musculoso, tenía el cabello rubio, ojos cafés y un rostro varonil que aparentaba más edad de la que realmente tenía.

Ingus era el hijo Aquilo, el maestro de la escuela. Con este antecedente resultaba bastante evidente la razón de su gran habilidad con el manejo de la espada, su entrenamiento había iniciado desde que era muy pequeño y había sido educado con mucha disciplina, por ello no era de extrañar que desarrollara aquella forma de ser digna de un caballero de la guardia real, de hecho aspiraba a ser eso precisamente. Siempre tenía un aire marcial y rara vez reía, pero por alguna razón esta actitud de hombre serio y caballeroso resultaba muy atractiva para el sexo opuesto.

La clase transcurrió con normalidad, Wind tuvo que quedarse haciendo flexiones de brazos los primeros 15 minutos en castigo por llegar tarde, luego hicieron algunos ejercicios de calentamiento, posturas básicas y prácticas de bloqueo con los compañeros, en las cuáles como era habitual Wind se emparejaba con Ralph. Estuvieron algunos minutos trabajando correctamente pero no tardaron en pelearse, como era costumbre el maestro los regañó y los castigó obligándolos a quedarse a limpiar el gimnasio después de clases.

—En serio muchachos —decía el maestro caminando hacia el armario donde guardaba las escobas—, me considero a mí mismo como un hombre de mucha paciencia, pero ustedes están haciendo que llegue a mi límite ¿Cómo es posible que todos los días tenga que castigarlos? Esto es inconcebible, se supone que... —El hombre se quedó callado al ver las escobas del armario, cada una tenía en la punta del mango una bolita de calcetín con una carita bordada, una de ellas estaba decorada con cabellos de lana negra y un gorrito puntiagudo color azul y exhibía un rostro algo tosco de gruesas cejas, que recordaba muchísimo el aspecto de Ralph, la otra tenía cabellos de lana amarilla coronados por un gorrito caído color verde y mostraba un rostro bastante bonachón— ¿Qué significa esto?

—Es que como siempre nos castiga, nos tenemos que quedar a barrer el gimnasio —contestó Wind con una sonrisa—. Esto de barrer ya es prácticamente una rutina, ya hasta tenemos escoba propia, así que decidimos personalizarlas, la escoba rubia es mía y la del pelo negro es de Ralph.

—¿¡A qué se supone que vienen a mi escuela!? ¿¡Acaso para ustedes esto es un juego!? Siempre están armando escándalos, no trabajan con seriedad ¡Ni siquiera parecen estar verdaderamente interesados en esta noble disciplina!

El maestro estaba prácticamente gritando, repentinamente miró a los muchachos que mostraban una expresión de sorpresa, él siempre había sido muy tranquilo, jamás lo habían visto así de alterado. Respiró hondo calmándose y luego continuó

—Miren muchachos, si ustedes de verdad aman y respetan el arte de la espada, siempre serán bienvenidos en mi escuela, no importa si al parecer no tienen talento, siempre estaré dispuesto a enseñarles las técnicas milenarias de esta disciplina. Pero si no les interesa, pues entonces no vengan, entiendo que tal vez tengan sus razones. Ralph, sé que tu padre te presiona para que estudies esgrima porque es un arte de nobles y Wind, entiendo que quieras igualar a alguien tan destacado como tu padre, pero de verdad, si no aman esto no tienen por qué hacerlo, nadie puede obligarlos. Así que con la mano en el corazón, díganme ¿De verdad quieren aprender a manejar la espada?

Los chicos se miraron algo asustados, en realidad nunca nadie les había hablado con tanta franqueza y ellos mismos no se sentían preparados para contestar sinceramente, el maestro Aquilo percibió su nerviosismo y decidió no presionarlos más.

—Ya chicos, pueden irse, no los voy a retener más por hoy, pero piensen en lo que les dije y por favor... No vuelvan a personalizar las escobas de la escuela.

Los muchachos salieron algo cabizbajos y pensativos, era cierto que el arte de la espada no era exactamente la pasión de sus vidas, pero tras años de entrenamiento le habían agarrado cariño, no eran buenos en eso pero tenían sus razones para no desistir, sin embargo estas eran razones que no podían explicar fácilmente de modo que para ahorrar problemas, simplemente guardaban silencio y sobrellevaban la situación lo mejor que podían.

Luego de la clase de esgrima, la mayoría de los muchachos se dirigían a la escuela de educación general. Ese era el lugar donde aprendían ciertas materias de conocimiento general como lenguaje, matemáticas, algunas pinceladas de geografía, historia, botánica y biología.

Este establecimiento era bastante nuevo en Ordon, no tenía más de 15 años de existencia, había sido construido por disposición de la princesa del reino. Luego de que Hyrule fuera salvado por el héore del tiempo, la princesa Zelda quiso recompensar a Link por sus servicios prestados, pero este se negó, por eso, para retribuir de alguna forma toda la ayuda recibida decidió desarrollar Ordon, después de todo, era un pequeño pueblito cerca del bosque muy rico en recursos y a pesar de todo, con una ubicación favorable, por ello su plan resultó sumamente fácil. En pocos años el comercio con ese lugar creció notablemente, la población aumentó y la calidad de vida de su gente también. Seguía siendo una urbe muy pequeña y rodeada de granjas y ranchos, pero de bastante desarrollo. Por supuesto, para que todo resultara bien, era necesario educar a la población, por ello fue fundada esta escuela, gracias a la cual, ahora la mayoría de la población sabía leer y escribir.

Wind y Ralph junto a sus compañeros de curso, eran una de las primeras generaciones que recibía el plan de educación completa, muchos estaban expectantes a ver que resultaba de este innovador proyecto, de momento las cosas parecían ir bien.

No era demasiada la distancia que separaba la academia de esgrima de la escuela, en poco menos de 15 minutos a pie los muchachos podían llegar a su destino. Tomando en cuenta que habían salido de clases media hora antes, no tenían excusa para llegar tarde, pero de una y otra forma, siempre se las arreglaban para atrasarse, aunque usualmente la razón por la que ocurría esto era siempre la misma: Vaati.

Vaati era todo un personaje en el pueblo, era un mago oscuro que vivía en los bosques perdidos junto a su maestro el viejo mago Ezero. El muchacho no era muy querido por la gente, las razones de esto no eran del todo justificadas, en general se trataba simplemente de prejuicios, se asumía que por ser un mago especializado en magia oscura era malvado, hasta ahora Vaati no había asesinado ni maldecido a nadie por lo que no se le podía acusar de nada. Lo peor que tenía era su carácter agresivo y su mala actitud.

Otra razón por la que las personas no lo querían y se apartaban de su lado cada vez que lo veían era por su apariencia, era bajito y menudo como la mayoría de los magos, su aspecto era bastante frágil cosa que se acompañaba de su delicado rostro cuyas facciones eran tan finas que parecían casi de mujer, ya alguna vez lo habían confundido con una chica al verlo por la espalda, sobre todo porque utilizaba el cabello largo hasta la cintura y además suelto. Hasta ahora su descripción no parece tener nada fuera de lo común, pero lo que hacía distinto a Vaati de cualquier otro humano eran sus colores, su piel era de un blanco imposible, literalmente era blanco como el papel y sus ojos eran rojos como la sangre, esto le daba un aspecto un tanto repulsivo a ojos de la mayoría, se tapaba la cara con sus cabellos violetas pero esto no ayudaba mucho a ser aceptado.

Vaati se limitaba a mantenerse apartado de la gente y no causaba problemas a nadie, a menos que se metieran con él, en cuyo caso respondía de malas maneras y si alguien lo molestaba mucho lo peor que podía hacer era utilizar un hechizo de inmovilidad, cosa de dejar a su interlocutor adherido al suelo mientras él se iba a algún lugar donde poder estar tranquilo. En cuanto se alejaba lo suficiente la víctima era libre, esto sólo había pasado una vez y fue suficiente para volverse aún más ignorado de lo que ya era, de todos modos a él no le molestaba.

Se le podría considerar una persona pacífica excepto cuando se trataba de Wind. Ese era otro de los misterios que rodeaban al muchacho ¿Por qué Vaati lo odiaba tanto? El joven mago parecía estar obsesionado con él y siempre ideaba alguna treta para meterlo en problemas, a veces utilizando magia, a veces de algunas otras maneras más sutiles, pero siempre de forma indirecta, su broma favorita era hacer que Wind llegara tarde.

Wind y Ralph caminaban por las calles adoquinadas del pueblo, avanzando entre las elegantes casas de madera color pastel, iban inusualmente silenciosos, las palabras del maestro Aquilo los habían perturbado un poco y meditaban seriamente su situación pensando en qué hacer. Tan absortos estaban en sus pensamientos que ni siquiera se fijaron en Vaati y tropezaron con él. Wind dijo un mecánico "lo siento" y siguió avanzando sin siquiera mirarlo. No era un incidente tan grave en realidad, pero tomando en cuenta el odio que Vaati sentía por Wind fue suficiente para que este decidiera vengarse, así que mientras veía a los dos muchachos alejarse se concentró en Wind, levantó la mano y chasqueó los dedos invocando el hechizo "pies de plomo".

El chico de los ropajes verdes repentinamente comenzó a sentir los pies muy pesados, hasta el punto que caminar se le hacía extremadamente difícil, se detuvo agotado por el esfuerzo y miró a su amigo de forma angustiada, este lo miró extrañado

—¿Qué pasa Wind?

—No... No puedo mover las piernas, me pesan mucho, no sé qué me pasa –Ralph se mostró tan preocupado como el muchacho, se preguntaba qué le pasaría, pero lo dedujo rápidamente cuando vio a Vaati pasar con una sonrisa arrogante en el rostro.

—¡Aah! ¡Estoy debe ser culpa tuya Vaati! Te ordeno quitar de inmediato el hechizo que pusiste sobre Wind.

—¿Me ordenas? Ni que fuera tu sirviente, además, no tienes forma de probar que fue mi culpa, podría ser que Wind simplemente esté fingiendo. Al fin y al cabo eres tan estúpido que no te darías cuenta.

—Maldito bastardo —dijo Ralph entre dientes al tiempo que comenzaba a correr hacia Vaati para golpearlo—. Me las vas a pagar.

Pero antes de que Ralph pidera alcanzar a Vaati, este chasqueó los dedos y los pies del azabache se volvieron tan pesados como los de su amigo rubio.

—¡Oye! ¡Qué me hiciste! ¡Libérame ahora! —Gritó enfurecido.

—¿Liberarte? ¿Cómo puedes asegurar que es mi culpa? Quizás sea su alergia a los estudios la que está haciendo que no puedan llegar a clases y sientan las piernas pesadas. Je, de todos modos yo que ustedes me apresuraría, cada vez queda menos tiempo para llegar a clases, la escuela está como a 30 metros, buena suerte chicos, los dejo, nos vemos en clases.

Wind y Ralph miraron con odio al mago mientras se alejaba, tenían unas ganas locas de correr hacia él y golpearlo, pero de momento el simple hecho de avanzar era todo un desafío y como la prioridad era en primer lugar llegar a clases a tiempo, se olvidaron el asunto y pusieron todos sus esfuerzos en caminar.

Lo que siguió fue bastante humillante, avanzaban arrastrando los pies a una velocidad mínima, parecían abuelos arrastrando los pies y todos las personas que pasaban se les quedaban mirando extrañados por este avanzar tan particular, los niños preguntaban a qué jugaban aquellos chicos y otras personas mal intencionadas se reían en voz baja.

Nadie sabía el tremendo esfuerzo que hacían por recorrer los 30 metros que los separaban de su destino, sudaban a mares mientras movían sus piececillos, pero poco a poco se acercaron hasta estar a dos metros de su destino, el portero miraba a los muchachos avanzar de aquella forma tan extraña sin inmutarse, ya los conocía y estaba acostumbrado a sus rarezas, sobre todo por parte de Wind. Suspiró algo aburrido creyendo que esa era otra de las ideas locas que acostumbraban a realizar aquellos chicos, tal vez era una carrera a paso de tortuga, quien sabe, pero de todos modos la situación ya lo estaba aburriendo así que decidió apurarlos.

—Chicos ¿Podrían apresurarse? Ya casi es hora de que inicien las clases y tengo que cerrar la reja, será mejor que dejen sus juegos para después.

—Don Brend, avanzamos lo más rápido que podemos, pero nuestras piernas pesan como plomo, denos unos minutos que ya casi llegamos.

El hombre los miró fastidiado, los chicos avanzaban a paso de caracol mientras otros chicos atrasados los rebasaban con facilidad, finalmente llegó la hora en la que tocaron la campana para entrar, esa era la señal para que cerrara la reja, todos los que quedaran afuera tendrían que esperar 15 minutos a que saliera una inspectora a anotar a los atrasados antes de dejarlos pasar. A los chicos les faltaban 40 centímetros para atravesar la reja, pero el portero simplemente no quiso esperarlos pues pensó que se estaban burlando de él, cerró la reja sin miramientos y los dejó fuera.

Los chicos miraron frustrados como Don Brend se iba dejándolos solos, entonces escucharon una risita cerca de ellos, Vaati desde el otro lado de la reja sonreía de forma burlona. Entonces levantó la mano, chasqueó los dedos y los pies de los muchachos volvieron a la normalidad, pero ya era demasiado tarde, serían anotados como atrasados. Wind ya temía el regaño que le daría su padre cuando regresara de su viaje, desde que él se había ido había llegado tarde la mayoría de los días.

Le gritaron feroces insultos al mago mientras este se encaminaba hacia la sala de clases, pero aparte de eso no podían hacer más, no había forma de probar que llegaron tarde por culpa de Vaati, era la misma historia de siempre, ese era un día normal como cualquier otro dentro de la particular vida de Wind.


Notas:

Si, algo rara la historia, muy inusual, pero no se desanimen por eso y denle una oportunidad, les aseguro que será interesante, con peleas, misterios y friendship power, además, más adelante igual aparece Link. Y... Por otro lado usaré estas notas para hablar de los personajes y las locuras que me llevaron a crear esta historia tal como es.