N/A: Los personajes de HP no me pertenecen, yo solo escribo por placer personal y lo único que espero de ello son reviews...
Capítulo 1 – Oscuridad
Todos sus recuerdos eran engullidos por una espiral sin fin que se agitaba sin parar confundiéndolo aún más. Imágenes, la mayoría sin ningún sentido aparente; sonidos, distorsionados y lejanos. Y luego, el dolor. Un dolor como nunca hasta entonces había sentido, nada podía compararse con tal tortura. Podía sentir las llamas quemándolo y matándole lentamente, consumiéndose en un fuego atroz y sin piedad que le cegaba en una profunda oscuridad demasiado luminosa.
Caos. Todo giraba entorno el caos. Era otra vez lo mismo, el mismo sentimiento que había sentido después de la explosión de luz en el ministerio, el mismo desconcierto y temor, temor a aquello que no lograba entender, del que era incapaz defenderse.
Miles de agujas rojas como el hierro al fundirse se clavaban inclementes en su cuerpo haciéndole enloquecer. Gritaba, gritaba como nunca había hecho, gritaba con toda el alma deseando fervientemente que terminara aquella tortura. Pero no se detenía. Y nadie parecía poder oírle en aquel lugar donde se encontraba. No sabía dónde estaba, no tenía ni idea. Ni siquiera era capaz de saber si había otro lugar que no fuera aquél, lleno de dolor y sufrimiento. Pero seguramente estaba sólo. Siempre había estado sólo, sólo en aquel universo negro, sólo en su agonía, sólo, siempre sólo…
Volvió a gritar. No podía ver su cuerpo, ¿acaso tenía cuerpo? ¿Tenía cuerpo? Quizás era solo una mera sombra, un pequeño hálito nacido del dolor, quizá solo era una existencia sin alma ni vida cuya existencia se limitaba a nada más que el dolor, aquel sentimiento tan conocido.
Más imágenes vinieron a él irrumpiendo la oscuridad como molestos destellos de luces que aún lo atormentaban más. En cada una de ellas, aunque apenas duraban un par de segundos, duplicaba su dolor eterno haciendo que sus gritos se mezclasen con impotencia y miedo.
Veía un chico alto y atractivo que caía a su lado con una expresión de perplejidad, unas sombras que le sonreían y animaban entre unas rejas de luz, un animal con cuerpo de león y de águila que se llevaba a un hombre sobre sus lomos emplumados, un árbol que golpeaba furioso a un par de chicos que intentaban acercarse a él, una gran serpiente con los ojos sangrando se levantaba encima de alguien, unos lavabos con todos los grifos abiertos inundándolo, un espejo que mostraba a un niño algo temeroso que le sonreía, un gran comedor lleno de gente mirándole, un tren escarlata sacando gran cantidad de humo en una estación llena de gente con carritos… una niña muerta en sus brazos, una pareja asesinada brutalmente en su habitación, una señora con la mirada fija en algún punto infinito sentada en su butaca cerca de un fuego que ya no calentaba, una casa derruida… un hombre con ojos grises y larga melena negra que le sonreía, un chico con el pelo rojo y la cara llena de pecas dándole la mano, una niña de pelo ondulado y alborotado riñéndole, una intensa mirada azul detrás de unas gafas doradas de media luna, una señora de poste severo con un moño concienzudamente recogido, una mirada de asco y una nariz aguileña, cabellos largos y ondulados, un coche plateado, una pluma ardiendo, una joven rubia sentada delante un lago, una mano enorme agarrando unas cuerdas, ojos azules leyendo algo al revés, una mano abierta y una sonrisa sincera… unos ojos rojos, penetrantes, escalofriantes, y una voz fría y despiadada… unos pájaros cantando, la melodía de una flauta… un susurro suave lleno de muerte y terror… el canto de un ángel… el sonido chirriante de las cadenas de la muerte yendo hacia él… miles de risas resonando entre grandes paredes de piedras, gritos de alegría y entusiasmo, una explosión de sorpresa y emoción… gritos desesperados, sollozos y palabras de clemencia no escuchadas… amor… odio… miedo…
Oscuridad.
Otra vez había llegado la deseada oscuridad. El dolor rojo de las agujas continuaba presente, pero no resultaba tan insoportable como cuando las imágenes y los sonidos venían a él. Los sentimientos quedaban apagados por el negro, el vacío de su existencia limitada solo al dolor. Ahora nada más que el fuego que le consumía reinaba en aquel espacio tenebroso, dejado de la memoria y olvidado por el corazón.
No quería gritar de nuevo, ¿para qué? Nadie acudía a él, nadie podía oírlo, estaba sólo…
Una mano sangrando por una herida en su dorso con unas palabras escritas, un espejo roto, un velo negro, una puerta negra, llamas azules, caballos alados, seres medio hombres medio caballos apuntando a tres personas con arcos y flechas en medio de la oscuridad, árboles arrancados de raíz, un hombre sangrando al suelo medio muerto, un cuadro gritando, rejas… ojos rojos llenos de odio, una mano larga y blanca, máscaras de hierro, frío… una bola de cristal llena de polvo, cerebros dentro de recipientes, seres encapuchados sin ojos, una señal, muertos… sangre… dolor… gritos… rocas puntiagudas, una figura negra, símbolos extraños, una cueva oscura, lágrimas, paredes prensándole… más lágrimas, sin vida…
Cristal roto, una luz deslumbrante, susurros, sonrisas, aire y tierra, velocidad y vértigo, libertad… derrota, oscuridad, desesperación, terror, angustia, confusión, pánico, pesar, nostalgia, soledad, muerte…
Todo se reducía a muerte. Una muerte con ojos rojos como rubíes, brillantes y crueles que le miraban intensamente, con sorna.
Gritó. Dejó que sus gritos rompiesen el aire, desgarrándole, arañándole, hiriéndole. No podía dejar de gritar, era como si haciéndolo su dolor disminuyese para dejar paso al nuevo que venía a él. Había intentado guardarlo, resistir a la tentación de chillar otra vez, pero eso solo hacía que se hiciera aún peor, si es que cabía imaginar tal cosa.
Aunque sabía que no era capaz de sentir nada más que aquel sufrimiento, un nuevo sentimiento vino a él, escondido entre los rugidos. Desesperación. ¿Por qué debía sufrir tanto? ¿Qué había hecho para merecer ese castigo? ¿Sería siempre así? ¿Sin escapatoria, sin fin?
Oscuridad.
Bendita oscuridad. Aunque algunas imágenes parecían agradables, incluso hermosas, eran fugaces, escondidas entre las largas visiones de terror que aún le sumían más en el desespero. No había esperanza, nunca había existido, dudaba que hubiese una palabra como aquella. Entonces… ¿de dónde la había sacado? ¿Acaso tenía un significado? Esperanza… era bonita… sería bonita si al menos significase algo para él. Tenía la sensación que había tenido un valor en el pasado, pero ahora… ¿qué pasado? Él siempre había estado allí, sufriendo, ¿no? ¿No? Confuso. Estaba confuso, y aquello solo hacía el dolor más insoportable de lo que ya era.
Imágenes, sonidos, rojo… no, rojo no, otra vez aquellos ojos rojos no… no, por favor… Dolor. Y oscuridad.
Aquella vez, la oscuridad no duró tanto, sin dejarle un leve respiro. Oh, cuanto deseaba respirar, aunque solo fuesen unos diminutos instantes... pero aquello también le aterraba. Era como si un lugar sin todo aquél horror tuviese que ser aún peor, lo temía...
Unas figuras, compuestas de niebla gris, aparecieron rodeándolo. Pronto tomaron formas de personas. No las conocía, ni siquiera se conocía a sí mismo, pero no por ello dejó de sorprenderle aquel cambio en su rutina. Una rutina que quería, puesto que era lo único que conocía, temía un cambio, un dolor aún mayor, algo que pudiese dañarlo con mayor intensidad llegando a sus ya de por si extraordinarios límites.
La primera que vio fue una mujer. Su mirada era indiferente, como si no estuviese allí, con los brazos caídos en cada lado y una cara serena, neutral. Tenía un precioso pelo que le caía hermosamente por su espalda. Aunque no era capaz de saber cuál color eran sus ojos, supuso que debían ser bellos. No le miraba, al igual que el hombre que apareció a su lado. Poco más alto que ella, con el pelo revuelto escampándose por todos lados, con unas gafas redondas que le daban un aspecto intelectual.
Los dos estaban con el mismo poste, ajenos a todo lo que le sucedía y al lugar donde se encontraban. Parecían una caricatura, una caricatura grotesca y de mal gusto, completamente ilógica y sin sentido. ¿Quiénes eran? ¿Qué hacían allí?
Más gente apareció. Una mujer esquelética, con cara de caballo y los labios apretados en una fina línea; un hombre con bigote, de cara redonda y ojos pequeños; un chico similar a un cerdo, con poco cuello y unos flequillos que le caían por la frente; un señor con largos cabellos y barba, con unas gafas de media luna y un sombrero puntiagudo; la misma señora de las imágenes, con un moño bien recogido, y la espalda recta con severidad; una nariz de garfio, el pelo lacio cayendo por la cara, una larga túnica oscura que le cubría al completo; un gran ser con barba y pelos indomables acompañado de otro mucho más pequeño que agarraba un palo de madera en una de sus pequeñas manos… Nueve individuos más aparecieron de golpe: un hombre alto medio calvo, una mujer más baja y algo rolliza, un chico con parte del brazo izquierdo vendado, otro con una preciosa cola de caballo y un pendiente en forma de colmillo, un chico con gafas y el pelo religiosamente peinado, dos muchachos idénticos, otro chico que ya había visto antes, y una pequeña niña sujetando la mano de la mujer. Parecían una familia…
Cada vez eran más, sin parar, se multiplicaban llenando todo lo que su vista podía divisar. No los conocía. Tenía una vaga impresión de que les había visto con anterioridad, pero seguía sin poder recordar. ¿Quiénes eran?
Aquella chica, joven, con los cabellos embullados y ondulados, destacaba por encima de todos los demás. Le sonreía. Aunque solo fuera con un pequeño movimiento facial, era suficiente para separarla de todos aquellos rostros impasibles fuera de lugar entre tanto dolor.
Quiso acercase a ella, aquella alma distinta a la multitud, llena un sentimiento infinito y tranquilizador. Quería saber… ¿por qué al mirarla parecía que el dolor disminuyera? ¿Por qué se sentía tan intranquilo y perturbado por no poder reconocerla? ¿Por qué…? Pero no se movió. No conseguía avanzar un paso siquiera, estaba completamente inmóvil, mirándola sin poder desviar su atención hacia nada más que aquel ángel protector que continuaba sonriéndole tímidamente, reconfortándole.
Cuando más la miraba, más remitía el sufrimiento y, con ello, su gran desesperación. Al mismo tiempo, su figura se fue convirtiendo en una imagen más clara y viva. Ahora podía apreciar sus bellos cabellos color castaño con reflejos que brillaban con una extraña luz resaltando sus suaves rasgos. Sus ojos, color miel, le miraban con sinceridad y afecto, acariciando su rostro como plumas de un ángel. Sus labios, rosados, medio abiertos en una sonrisa tranquila. Llevaba una larga y favorecida túnica de un azul cielo muy pálido que le cubría los pies descalzos y sus finos brazos de porcelana.
Justo cuando más deseaba continuar observando a su salvadora, los ojos rojos le oscurecieron la visión dejando su única imagen ante él. Clavándose en su piel sin piedad y lanzándole en un pozo infinito y sin fin, empezó a caer.
Caía, rodeado de un abrasador fuego que le quemaba la visión y su atormentada alma mientras aquellos ojos se confundían entre las cegadoras llamas haciéndole chillar nuevamente de puro sufrimiento. Pero, poco a poco, dejó que la misma oscuridad que le rodeaba se hiciese paso entre el rojo, sumergiéndole en una profunda tristeza y soledad.
.
.
Lentamente, como había hecho ya miles de veces, fue abriendo los ojos dejando que contemplasen su entorno aunque no esperaba encontrar nada más que negro y más dolor. Pero esta vez fue distinto.
Centenares de pequeñas luces blancas brillaban encima de él. Redondas y tímidas, destacaban entre el oscuro infinito. Una suave brisa fresca acarició sus mejillas haciendo que, por primera vez desde hacía ya mucho tiempo, un sentimiento de alivio recorriese todo su cuerpo enfriándolo, alejando el ardor de él. Suspiró agradecido. Dejó que el nuevo aire entrase en sus pulmones liberándole del peso que hasta ahora le había impedido disfrutar de aquella necesidad. Durante largo rato dejó que su mente volara lejos de allí, saliendo de su jaula mortal que le retenía en aquella difícil existencia. Y no fue hasta mucho después que empezó a preguntarse qué lugar sería aquél.
Instintivamente, intentó ladear la cabeza. No pudo. Extrañado, probó de moverse, pero tampoco consiguió nada. Un escalofriante pensamiento le estremeció. No era capaz de sentir ninguna de sus extremidades, lo único que podía hacer era mover sus ojos y pulmones. Su respiración se volvió mucho más rápida mientras todo le decía que debía tranquilizarse para poder analizar su nueva situación, mas aquella posibilidad no dejaba de taladrarle sacándole de todo razonamiento posible. No se podía mover… ¿y si…? ¡No, por favor no! ¡Eso no…! Podía soportar el dolor, hasta ahora lo había resistido con una fuerza increíble, algo que muy pocos hubiesen podido resistir, pero lo que ahora se le presentaba… ¡no podría soportarlo!
Las lágrimas empezaron a dificultarle la visión, enturbiando las preciosas joyas perladas que colgaban pacíficamente encima de él, inalcanzables. No podía detener aquel muro de agua, salido del terror que le taladraba, que le impedía ver bien. Tuvo que cerrar con fuerza los ojos para permitir que cayeran por sus mejillas. En aquel momento hubiese gritado de pura frustración y abandono, pero ningún grito salía de su adolorida garganta sumiéndole en un sollozo silencioso.
Agotado, sin saber qué sería lo que le sucedería a continuación, indefenso y con su voluntad anulada, dejó que el sueño le llevase lejos de allí sin importarle qué sería lo que le esperaba al despertar en aquella desgraciada existencia, perdida y abandonada en un mundo cruel dispuesto a terminar con él en medio de la más terrible tortura.
-----------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------
Al fin! Espero que os haya gustado la continuación de mi primer fic "Harry Potter y el Diamante de Oro".
Agradezco a Kary Anabell Black, Sacralo, al, paul, icaro, FFmania i a Blackcat, además de todos aquellos que me han ido apoyando a lo largo de mi estada en fanfiction con el ya mencionado fic. (Por cierto, hay un error que no conté en aquel momento: Luna es un curso más pequeña... se me pasó, sorry)
Espero encantada vuestras opiniones y demás en los reviews!!! Y, porqué no, también acepto sugerencias... ;)
Hasta pronto:
-Ithae-
