Adiós… y perdón por amarte tanto.
Entraste por esa puerta y todos mis sueños se hicieron realidad, eras mi sueño encarnado, lo que más he deseado y nunca tendré.
Tu voz, tu risa, me despertaron del eterno letargo al que estaba atada.
Pude salir, te vi, me sorprendiste. Nunca había visto algo así.
Es una pena, no me amas a mí, la amas a ella, todos siempre amamos a los que no nos aman, pero tú eres una excepción.
Me gustaría decirte que ella te ama, con pasión te corresponde; pero me gusta verte sufrir, así que lo tendrás que descubrir por ti mismo.
Ella me lo ha confesado, también eres su sueño, pues lo que tanto ha buscado, lo ha encontrado en ti, y aunque no lo dice con palaras, lo leo en sus ojos, que brillan cuando habla de ti con cualquier persona.
Me veo al espejo, y comparo sus ojos con los míos; después de tanto tiempo se han ido apagando, cada día pareciera que me voy muriendo, mientras ella se roba mi vida…
Hoy te vi, llorabas… ¿Acaso es por ella? Me sorprende lo estúpido que puedes ser, a pesar de eso me acerqué a ti y te abracé mientras ella no estaba, ¿Qué ha pasado?... ¿Por qué no estás con ella?
Tu voz me susurra que la amas, y que ella se ha ido de tu lado, quizás vuelva mañana, tal vez se marche para siempre.
Algo has de haber hecho, ella no se iría de ti tan fácilmente, se que volverá la conozco perfectamente, se como piensa y se que volverá contigo.
Esa noche te dejo en tu habitación, estás descansando después de tanto llorar; te veo por última vez y me despido de ti en silencio.
Salgo de aquella casa que fue mi hogar durante mucho tiempo, con todas mis cosas, pues me voy para no volver.
Las lágrimas empañan mi mirada, en realidad no deseo marcharme, pero es por el bien de todos.
Comienza a llover, el agua se mezcla con mis lágrimas, dejándome empapada mientras corro por la acera con mi mochila a cuestas.
El suelo está resbaloso, disminuyo ligeramente la marcha para no caer, sin embargo, alguien viene en dirección contraria, corriendo, y ninguna de las dos nos dimos cuenta.
Todo pasó muy rápido, chocamos y quedamos en el suelo, una a lado de la otra, doloridas.
"Supe que era ella al ver su vestido y su cabello, algo indudablemente inconfundible"
Te levantas rápidamente y me miras confundida.
Bajo la lluvia me preguntas a donde voy, yo no te respondo, sólo te sonrío, me levanto lentamente y te anuncio que él te está esperando.
Se que algo en ti se enciende, lo veo en tus ojos a pesar de la lluvia, te conozco, y se que hago lo correcto.
Me agradeces con la mirada y continúas corriendo a la casona, dónde él te espera en la puerta, adormilado y cansado, pero feliz de verte volver.
Los veo y me despido de lejos, él me sonríe, ella sonríe con la mirada, tan inexpresiva siempre y tan simple de descifrar para mí… y para él.
Comienzo a caminar nuevamente, y vuelvo a voltear con un dejo de tristeza en mis ojos.
Se observan, se hablan sin palabras, sus voces silenciosas confesándose su amor.
Me voy, para siempre. Todo empieza para ellos, pero para mí, todo terminó.
