Sinopsis: Por un segundo, pensó que iba a morir, porque el salón entero lo volteó a ver en profundo silencio. Viktor Nikiforov, con quien nunca había intercambiado palabra, lo miró con una expresión indescifrable: algo que se veía como una mezcla de intriga y expectativa. Yuuri tragó pesadamente y pensó, "¿en verdad acabo de interrumpir al mejor estudiante de la preparatoria?"

[High School AU] [Victuuri/Viktuuri]


SOY DE PAPEL


Hey, you've been used

"Míralo de esta forma," manos pálidas gesticularon a su izquierda. "Si no se dan cuenta, dudo mucho que nos castiguen."

Entre más se alejaban de la escuela, más se relajaban sus nervios. El aire comenzó a oler como pastelillos recién horneados. "Se van a dar cuenta. Está en su oficina. Además, no es algo que valga el castigo."

Eso pareció ponerle fin a la discusión, momentáneamente. "Va, pero si uno de nosotros fuera a tomarlo accidentalmente durante un mandado…" puso un dedo a sus labios, perdido en sus pensamientos y no, eso nunca ha sido buena señal.

"No. Para nada. Sólo olvídalo," dijo tan firmemente como pudo, y aun así, la cara del otro se movió como si quisiera decir algo más. "Déjalo, Viktor. Ya ni siquiera me importa."

Eso le ganó una sonrisa sabelotodo, pero no era tan irritante como debía haber sido.

"Bueno, yo no estoy tan seguro de eso…"

Yuuri crujió la nariz, enterrando las manos aún más en sus bolsillos cuando una brisa de aire fresco recorrió la calle. Cada tantos segundos miraba las manos de Viktor y se preguntaba cómo decirle que se abrigara mejor sin sonar estúpido. Pero siendo que eso, obviamente, era imposible, mantuvo la boca cerrada.

"¿Tienes que llegar a casa temprano?" el otro lo volteó a ver y preguntó.

Yuuri vio de reojo los mechones de cabello plateado que le andaban cayendo en la cara, así que se mantuvo viendo al frente. "Supongo que sería lo mejor. Tengo un examen mañana."

"Ah… entiendo" Viktor batalló para sacarse el cabello de la boca. Tenía un manojo de éste en un puño, usando la otra mano para sacar dos pasadores del bolsillo de su chamarra. Yuuri estaba determinado a ver a cualquier otra parte mientras él los abría con los dientes. "Quizá después del examen podamos hablar con el profesor y—"

"Viktor," Yuuri se dio la vuelta para fruncirle el ceño, y recibió una sonrisa ridículamente inocente. Todavía quedaban cabellos errantes en su rostro. "No," resopló, y enfocó la mirada de nuevo en la calle.

"Ya, ya, sólo era una sugerencia," Viktor se defendió débilmente, sonrisa aún presente en su tono.


La primera amiga de verdad de Yuuri fue la presidenta de la clase de segundo año, quién, en lugar de delatarlo cuando olvidó la tarea, se mantuvo callada. La parte de 'de verdad' tenía más que ver con el hecho de que no era una persona imaginaria que con cualquier tipo de lealtad. Ese era su primer recuerdo de alguien ajeno a su familia haciendo algo bueno por él.

Se había sentido mal por la tarea, aunque sea sólo porque la había dejado en casa a propósito, hecha a medias y con garabatos por todos lados. La tarde anterior había trabajado por horas, y con cada cálculo se sentía tan y tan estúpido que se le empezaron a hacer nudos en el estómago cada vez que veía el papel. Desde ese día, la cantidad de tiempo que invertía en los deberes (tanto haciéndolos como preocupándose por ellos) se cuadruplicó.

Su primera amistad de verdad de verdad consistió de ejercicios de matemáticas en el receso… y esa tampoco había durado mucho, como la mayoría de las amistades de la niñez. Entre ser pequeño y luchar por no llorar cada vez que no entendía algo, no le quedaba mucho tiempo a Yuuri para aprender cómo ser un buen amigo. O cómo conseguir amigos, en primer lugar.

Yuuri siempre le ha tenido miedo a los malos sentimientos. Era bastante irónico que entre más creciera, más y más se encontraba metido en ellos.

Sus sentimientos en relación a la escuela, no obstante, habían mutado a través de los años: de terror a ansiedad, de ansiedad a miseria absoluta, y de miseria a vaga incomodidad. Así se sentía ahora, de hecho. Las últimas horas de trabajo habían dejado su marca, visible en sus dedos manchados de tinta y marcador.

Solía estar intimidado por aquellos con talento innato. Personas que entendían todo a la primera y que encontraban uso para la nueva información en la vida real. Yuuri siempre ha tenido que pasar horas en un solo tema antes de siquiera entender la esencia de éste. Así, sabía que no era inteligente. Simplemente ponía un montón de esfuerzo para estar a la par de quienes sí lo eran.

De esa forma se puede describir toda su vida: una persona mediocre intentando sobrevivir en un mundo de prodigios.

Y no es que todos fueran genios, claro, pero algunos de ellos se le acercaban bastante, y cada vez que lo demostraban de una forma o de otra, Yuuri reaccionaba con tanto asombro como miedo. No tenía ni idea de cómo se terminó haciendo amigo de Viktor, quien era tan absurda e increíblemente inteligente. A veces no sabía ni cómo lograba sostener una conversación con él.

Lo que le molestaba más hoy era que Viktor, indiscutiblemente, podría entrar a esa maldita oficina y recuperar su libreta sin que nadie le dijera nada. Yuuri lo sabía, y honestamente no quería que se lo comprobaran. Por eso estaba tan terco con su decisión de no recibir ayuda. Podía resolverlo por sí sólo, aun si su idea de resolverlo era ignorar el problema por completo.

Pero aun así, a veces desearía no tenerle tanto miedo a pedir ayuda.


Viktor estaba sentado en su escritorio cuando llegó al salón la mañana siguiente, libreta en mano, cara en blanco y sin denotar nada. Yuuri vio la libreta, su mano, y se sintió como para echarse al suelo y no volverse a parar. Gruñó elocuentemente y, con mucho esfuerzo, tomó la libreta entre sus propias manos.

"¿Por qué?" susurró con los ojos pegados a la portada.

"La puerta no tenía llave," Viktor explicó con sencillez, y Yuuri supuso que también se encogió de hombros, aunque no lo estaba mirando.

Se sentía estúpido, lo que no era nada nuevo, pero también culposamente aliviado, así que se castigó haciendo contacto visual. Los ojos de Viktor no lo estaban juzgando ni tampoco reprochando.

"Gracias." Había pasado un tiempo desde que se había atrevido a ver a alguien a los ojos. Por hábito, más que nada.

"No hay de qué," el otro sonrió antes de ponerse de pie y salir del salón.

Otra vez olvidó ponerse los pasadores, pensó Yuuri, observando miserablemente su libreta. Se preguntó si Viktor la había abierto.


Phichit estaba dormido de nuevo, Yuuri notó mientras entregaba al profesor los últimos exámenes que recogió de sus compañeros. Se había dormido por todo el examen, y se preguntó si Phichit en verdad lo había terminado así de rápido, o si había puesto todas sus esperanzas en las actividades de clase. Independientemente, esa había sido la última clase del día, así que fue hacia él y sacudió su hombro gentilmente.

"¿Phichit? Ya nos podemos ir. ¿No preferirías dormir en una cama?"

Pestañeó lentamente y lo miró sin comprender por un segundo. "¿A qué te refieres? No estaba dormido."

"Ah, seguro…" soltó una pequeña risa ante su gigantesco bostezo y le dio un vistazo al salón, ya casi vacío, incluso sonriendo cuando alguien dijo adiós en su dirección. "¿Vienes a casa conmigo?"

"Pues…" intentó responder, sólo para detenerse a bostezar otra vez. "Sí, sí, obvio. Sólo dame un segundo."

"Ok," y lo ayudó a meter las cosas en su mochila, enderezando los papeles para que se fueran a arrugar adentro. Phichit sólo levantó las cejas.

"No sé por qué siempre haces eso, pero está bien," Phichit sonrió, guardando un lapicero. "Es la única semblanza de orden en mi mochila." Lo que Yuuri ya sabía; había visto envolturas de caramelos y papas fritas ahí metidas, después de todo.

No fue hasta que terminaron que se dio cuenta de que Viktor estaba sentado en la paleta de una de las bancas, pies rozando el suelo y una sonrisa preparada para ellos. Yuuri se preguntó si a ese tipo de cosas se refería su mamá cuando le decía que era demasiado callado.

"¡Yuuri! ¿Cómo estuvo el examen?," preguntó al notar que Yuuri lo estaba viendo.

"Estuvo bien…" dijo, levantándole los hombros al piso y guardando la última libreta en la mochila de Phichit. Gracias a las horas que pasó estudiando el otro día, no se le complicó tanto, pero no estaba dispuesto a bajar la guardia todavía. "¿Vas a venir con nosotros?" Sería una caminata corta hasta la estación de autobús donde se separarían, pero le gustaba poder hablar con él al final del día.

"Por algo me quedé esperando, ¿no crees?" rio, y Yuuri recordó algo que Phichit le había dicho el año pasado, que Viktor no sonreía mucho con otras personas, o al menos, no tan frecuentemente como con él.

Algo le decía a Yuuri que eso debería alegrarlo, pero sólo mandó una dosis de incomodidad por su columna. ¿Lo hace por mi beneficio? No tenía ilusión de que, en su año y medio de amistad con Viktor, no se hubiera dado cuenta de su amargura perpetua, pero a veces le gustaba engañarse a sí mismo.


"¿Te la devolvieron?" Phichit preguntó una vez que Viktor se fue en el autobús.

Yuuri puso una mueca al viento y continuó mordiéndose sus labios resecos compulsivamente. "Viktor la pasó a buscar en la mañana," admitió, y dejaron esa estación para ir al que ellos necesitaban. "Le dije que no lo hiciera, pero ya sabes cómo es."

"Hm, no creo que le haya molestado. Es mejor a que la hubieras perdido para siempre, en todo caso," su cara sólo mostraba una sonrisa extraña, que siempre aparecía cada que hablaban de Viktor.

"Supongo," dijo casualmente, bajando la mirada a su mochila, ahora más pesada que en la mañana. Otra ola de alivio lo envolvió; ni había notado lo tenso que estuvo durante el tiempo que no tuvo su libreta. "Pero creo que a partir de ahora la dejaré en casa."

Phichit lo miró sorprendido. "¿En serio? ¿Seguro que eso está bien, Yuuri? Sabes cómo te pones cuando no la estás cargando."

"No la quiero volver a perder. Será mejor si la dejo de llevar a todas partes." Vio la expresión de Phichit y movió la mano rápidamente, soltando una risa nerviosa. "Tampoco es para tanto. Puedo abstenerme de escribir listas por seis horas."

Phichit infló las mejillas, pareciendo meditar su respuesta antes de asentir.

"Bueno, cómo digas, pero si lo necesitas, puedes pedirme una libreta prestada," dijo, enterrando la nariz en la tela de su bufanda, y Yuuri se sintió, por un momento, verdaderamente afortunado de contar con él.


No es como si a Yuuri le gustara hacer listas. Es sólo que eso le habían recomendado cuando estaba pequeño. Hasta ahora, ese es el único buen consejo que le han dado. Estaba consciente de que era un ejercicio tonto y que probablemente no le servía de nada, pero de cierta forma, se sentía mejor cuando tenía esa libreta en particular a su alcance, sólo por si acaso.

Y no es como si le hiciera daño a nadie. Tampoco es como si anduviera haciendo listas de todos los venenos habidos y por haber. Sólo eran listas estúpidas. Lo peor que ha escrito ahí es un berrinche de 200 palabras sobre cómo deberían de dejarle de poner piña a la pizza. Sólo sucedió que, el otro día, la dejó olvidada en el laboratorio de química, así que el profesor la confiscó y se la llevó a la sala de maestros.

A decir verdad, Yuuri había tenido más miedo de pedir que se la devolvieran, que de perderla para siempre.


La primera vez que Viktor entró a su cuarto, alarmas rojas se prendieron en el cerebro de Yuuri, gritando cosas como Oh, Dios, no limpié el librero y Ojalá que no note las calcetas debajo de mi cama y No tengo otra silla para que se siente qué hago. Sólo tenía una silla, escondida cerca de su escritorio, pero Viktor sólo le dio una mirada apenada antes de sentarse en la orilla —exactamente en la orilla— de la cama.

Eso fue entonces. Ahora, Yuuri estaba cubierto de hojas llenas de texto en el piso, mientras Viktor se sentaba en la cama de piernas cruzadas, leyendo sus apuntes y pasándole los que encontraba relevantes.

Iba por la química orgánica como si él mismo la hubiera inventado, y era desconcertante, viendo que esa es una de las pocas clases que mejor se le daban a Yuuri. Viktor casi nunca tomaba notas cuando estudiaba fuera de clases. Lee libros de texto con la misma expresión con la que uno leería un libro de ficción, la información entrando a su mente como si de cuentos de hadas se tratase.

Hoy, sin embargo, se había ofrecido a ayudar a Yuuri a ponerle orden al caos que eran sus notas; y si bien le ponía los nervios de punta, saber que estaba viendo todo el esfuerzo que él tenía que poner para mantenerse al nivel de los demás, también debía admitir que le era de mucha ayuda.

"No es tan grave como lo haces sonar," Viktor dijo al pasarle otra página, y Yuuri no lo volteó a ver, sólo se puso a acomodar las hojas en una pila ordenada. "Eres muy ordenado, Yuuri," murmuró después para sí mismo, y cuando Yuuri miró por encima de su hombro, Viktor estaba inspeccionando una lista especialmente detallada.

"Uh, no es nada… de verdad," se mordió el labio, y le dio un vistazo incómodo a los apuntes en su regazo.

Que Viktor dejara caer los codos justo al lado de su cabeza, no obstante, no era algo que esperara, y le sacó un vergonzoso chillido.

"¡No, es impresionante, Yuuri! Yo siempre tengo todo hecho un desastre," y con eso, igual dejó caer su cabeza en el colchón, hasta que Yuuri sólo podía ver sus brazos, aún con los papeles en las manos, y nebulosos mechones de cabello. Sintió su rostro empezar a arder. "Deberías enseñarme a tomar apuntes bien, un día de estos, lo voy a necesitar para la universidad," Viktor continuó, voz oculta en el edredón.

"P-pero creo que te va perfectamente bien sin mi ayuda," Yuuri casi se ahoga intentando inhalar y hablar al mismo tiempo. Decir que cree que Viktor le va bien es como decir que cree que el Coliseo es viejo.

"Eso dices tú," Viktor giró la cabeza para verlo, dirigiéndole un puchero. "Aun así, me gusta estudiar contigo."

Y eso fue… inesperado. Tan inesperado que Yuuri lo volteó a ver a los ojos, lo que en retrospectiva no era muy buena idea cuando tenían las caras tan cerca. Viktor tenía parte de su cabello agarrado a un lado con un pasador, pero se alborotó tanto cuando tiró la cabeza a la cama que el pasador ya ni parecía estar ahí. Repentinamente, Yuuri sintió una tristeza indescriptible.

En lugar de mostrarlo, le dio a Viktor una pequeña sonrisa. "A mí también."

Se puso de pie poco después, diciendo algo sobre café y las reglas de un buen anfitrión. En la cocina, casi sirve agua de más en la cafetera. Y escuchando a la máquina trabajar, un único escalofrío recorrió su cuerpo, el cuál bien pudo haber sido un sollozo.


Había días en los que recordaba.

Era el principio de su primer año de preparatoria y las clases apenas habían empezado hace unas semanas. La profesora había invitado a un alumno de tercer año para dar una presentación sobre la civilización o algo similar, y Yuuri había dormido especialmente bien la noche anterior. No queriendo decir que eso fuera bueno, porque estar de buen humor usualmente lo hacía cometer aún más idioteces que de costumbre. Estar relajado significaba que pensaba menos antes de actuar.

Todavía no conocía a nadie; sólo recordaba sus nombres, gracias a haberlos enlistado en su libreta. Sentado en la primera fila de bancas, rara vez tenía una buena vista del salón, a menos que alguien al fondo estuviera hablando. El tema no era uno que le interesara mucho. Pero pensándolo bien, quizá era la idea subyacente la que le molestaba personalmente.

"…Las personas nunca han existido fuera de una jerarquía natural. Por eso es que creo que los problemas tercermundistas deberían ser tratados con el fin de hacer su existencia útil, en lugar de intentar llevarlos al mismo nivel que los países de primer mundo. La historia ha demostrado que no todos los países poseen el mismo potencial, así que es contraproducente perder recursos ayudando a una causa perdida. No estoy diciendo, aclaro, que no se deba enviar ayuda, sino que se debe hacer con la intención de darle al país receptivo un rol que le sirva al emisor, en lugar de dejarlo desarrollarse en algo que sólo puede, con el tiempo, dañar el mundo todavía más."

Yuuri había estado frunciendo el entrecejo tanto tiempo como pudo, hasta que escuchó su propia voz surgir, torpe y haciendo el equivalente vocal de un pato tropezándose con una piedra.

"Estás mal."

Por un segundo, pensó que iba a morir, porque el salón entero —profesora incluida— lo volteó a ver en profundo silencio. Viktor Nikiforov, con quien nunca había intercambiado palabra, lo miró con una expresión indescifrable: algo que se veía, vagamente, como intriga y expectativa. Yuuri tragó pesadamente y pensó, ¿en verdad acabo de interrumpir al mejor estudiante de la preparatoria?

Todos lo seguían viendo como si esperaran a que hablara. Lo intentó.

"Q-quiero decir… sólo porque algunos países no se hayan desarrollado tan rápido como otros, no significa que deberían ser considerados… causas perdidas. P-piénsalo así, hay pruebas de sociedades más inteligentes que existieron antes de las actuales, y aun así desaparecieron. Decir que algo no dará resultado en el futuro sólo por los eventos del presente y pasado significa ignorar la posibilidad de que los conocimientos de hoy sean incorrectos. Ya que mantienes que la sociedad siempre está evolucionando, estás consciente de que hay cosas que se pueden mejorar. Entonces, um, ¿cómo podemos estar tan seguros de que estamos en lo correcto al tomar el desarrollo de otros países en nuestras manos, en vez de dejarlos progresar por su cuenta y darles oportunidad de descubrir mejores formas de vivir que no se les han ocurrido a nadie más?"

Lo que quiso decir con todo eso era por favor, no metas a las personas en categorías que eliminen toda esperanza para su futuro a partir de su desempeño en el pasado. Lo que quiso decir era por favor, no lo hagas sonar lógico porque entonces nunca podré mostrarte que estás equivocado. Lo que se tuvo que callar era por favor, no hagas que todos mis esfuerzos parezcan una causa perdida.

Lo que dijo en realidad fue un revoltijo de tartamudeos. Y todos los ojos estaban sobre él. Y Yuuri quería que se lo tragara la tierra… tal vez podría irse al campo y vivir en absoluto aislamiento, lejos de sus recuerdos y miradas.

Viktor, aún de pie desde frente al salón, pestañeó, llevó los ojos al techo, una mano contra su boca, y entonces, lenta y calculadamente, asintió.

"Tienes razón, Yuuri. Sin embargo, ¿cómo explicas que la mayoría de las grandes civilizaciones han sido construidas por medio de la esclavitud? Ese es, ciertamente, un proceso terrible e inefectivo, porque causa la destrucción insensata de fuerzas de trabajo, pero desde otro punto de vista…

Continuó, su tono elocuente haciendo que las palabras de Yuuri se escucharan aún más horribles e infantiles en su mente, pero era difícil seguirle el paso. No porque fuera excesivamente complicado, sino porque el cerebro de Yuuri estaba gritando por el hecho de que sabía su nombre y de que había dicho que tenía razón, e, inexplicablemente, estaba haciendo el esfuerzo adicional de tomar sus palabras en consideración. Era, francamente, más atención de la que había recibido en años.

"¿…no lo crees?" Viktor lo sacó de sus pensamientos, atento a una posible respuesta pero con la pista de una sonrisa en sus labios, como si supiera que Yuuri no le había prestado atención.

Lo cual, para dejarlo en claro, era cierto.


Lista de pequeños países interesantes:

· Tuvalu ("las ocho islas")

· Liechtenstein (dientes falsos)

· Seychelles (¡piratas!)

· Islas Marshall (cocos)

· Eslovenia (¿festival de la col? ¿día del frijol?)


Nota de Autor: Tengo dos fics que comencé a publicar y nunca terminé, así qu tengo que empezar otro fic. La tercera es la vencida, ¿ok? Además, vengo de regreso al POV de Yuuri porque esa es mi zona de confort lmao . . ¿qué quieren que diga? Yo entiendo a mi niño. Yuuri y yo somos uno ¯\_(ツ)_/¯

Y bueno, este es un AU preparatoriano, porque miren que nos faltan de esos /sarcasmo/. Básicamente es un festival de ansiedad desde el punto de vista de Yuuri, pero está bien, porque también hay mucho fluff y todo el mundo ama el fluff

En fin, ¡espero que lo disfruten! Todos los comentarios son súper dúper apreciados (。•̀ᴗ-)✧ bless!