Nota de la autora: ¡Saludos!, quería advertir que este fic a parte de breve no tiene otra intención más que divertir al lector. Es de comedia casi absurda, así pues, si gusta de historias de este tipo, por favor prosiga, de lo contrario, no le recomiendo leer esta disparatada historia. Muchas gracias.

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Aquella mañana lo que parecían las actividades habituales del día tras día para un fiscal y un detective, fueron interrumpidas de forma abrupta.

El fiscal Simon Blackquill se localizaba en su apartado asignado en la oficina del fiscal, gruñendo por lo bajo mientras ojeaba los documentos de su reciente caso. El juicio se reanudaría mañana por segunda vez y aun esperaba noticias del detective que por gracia del destino tuvo que terminar siendo su compañero de trabajo le gustara o no. Esa sonrisa detestable, esa risa audible y esa mirada de necio eran cosas que debía lidiar cada día, pero un problema extra se añadió a la lista y era la gota que colmó el vaso. Por supuesto este pequeño inconveniente se hizo más que notable entre los que le rodeaban y no tardaría de salir a la luz.

Unos toquecitos firmes y breves se dejaron oír de la puerta que pertenecía a su despacho. Con cierta irritación, el fiscal despegó la mirada de los folios y mordió con intensidad la pluma que sostenía entre dientes y labios.

-Adelante-Fue lo único que se escuchó. Esperaba ver al detective del otro lado de la puerta, pero en su lugar un oficial se aproximó a su prolija mesa- ¿Qué es esto? –Preguntó con amargura mientras un brillo aterrador se desprendía de su siniestra mirada.

-¡Fiscal Blackquill, señor! –Saludó el oficial-¡El fiscal jefe solicita su presencia en el despacho, señor!

-¿El señor Edgeworth-dono?-Preguntó para sí mismo mientras se despegaba del asiento y se aproximaba a la salida.

Por otro lado el detective que lideraba el caso, Bobby Fulbright se encontraba de brazos cruzados en medio de una discusión con la defensa, en plena escena del crimen.

-¿Cómo está tan seguros de que mi cliente pasó por ese pasillo?, ¡no había nadie!-Soltó Athena Cykes quien logró burlar la primera barrera que el detective impuso para acceder al lugar. Su rostro expresaba enojo.

-¡Vaya, vaya!-El detective alzó los brazos mostró las sus aguantadas manos en un gesto de alarma ante la subida de tono que la abogada estaba usando –Por mucho que alce la voz, no logrará que le proporcione dicha información-Sonrió- Después de todo se trata del pilar fundamental de la acusación, ¿entiende?

-¿Ah, sí?, no sabía que jugaba un papel muy importante. Muchas gracias por el dato, detective Fulbright-Dijo Athena dedicando una traviesa sonrisa al detective mientras se cruzaba de brazos. Fulbright se llevó las manos a la cabeza en un gesto de nerviosismo y soltó un breve quejido.

-¡Ha-haga de cuenta que no escuchó nada, señorita Cykes!

En ese mismo instante, un oficial interrumpió en la cotidiana escena de la defensa y el detective.

-¡Detective Fulbright, señor!-Gritó el oficial provocando un sobresalto a los aludidos.

-¿Qu-qué pasa?-El detective se dirigió al policía con una expresión de enojo- ¡estoy en medio de una misión importante!, ¡la justicia y mi placa van en juego!, ¡no puede interrumpirme de ese modo!-Su mano apretaba con firmeza su pecho intentando de algún modo, calmar las palpitaciones tras semejante susto.

-¡L-lo siento mucho, señor!-Contestó el oficial mientras se volvía más rígido-.

-Pero si tú me asustas de ese modo siempre que nos encontramos…-Murmuró Athena por lo bajo mientras miraba con incomodidad al detective.

-Está bien, ¿qué ha ocurrido?-Respondió Fulbright mientras acomodaba su aviador hacia arriba-Más le valga que sea breve, no quiero que la investigación tome más de la cuenta. El fiscal Blacquill espera respuestas pronto.

-¡Sí señor!-El oficial tragó saliva. Era consciente que el detective se tomaba muy en serio su trabajo, a pesar de su alegre forma de ser- ¡vine a informarle que debe presentarse en la oficina del fiscal jefe, señor!

-¿Hm?-Fulbright empezó a sostener el puente del aviador con cierta tensión-¿ahora?, ¿justo en plena investigación de un caso?

-Se-señor, me temo que las órdenes indican que debe abandonar este caso definitivamente.

-¿Oh?, no me digas que lo van a despedir-Rió Athena a modo de broma para volver al detective más nervioso de lo que ya estaba.

-¡¿Q-qué?!-Exclamó Fulbright mientras volvía alzar los brazos de forma alarmante y parpadeaba aturdido.

-No queda otra que ir y averiguarlo, ¿no le parece detective?-Irrumpió Ema Skye, quien en ese mismo momento había sido asignada como el detective que lideraba la investigación-Déjamelo a mí-Concluyó algo cansada.

Fulbright posó los ojos en Athena con cierta preocupación. La abogada se encogió de hombros en respuesta y le dirigió una sonrisa con la intención de ofrecerle su apoyo. Dejando un suspiro, el detective saludó con su habitual sonrisa, ambos dedos apuntando a la sien y prosiguió a abandonar la escena.

Una hora más tarde el detective Fulbright había llegado a la oficina del fiscal. Aproximándose con cierta ansiedad al pasillo que comunicaba con el despacho del jefe, divisó una figura sombría apoyada en la pared del corredor. Blackquill percibió el sonido de sus pasos y dirigió su macabra mirada al detective, pero éste era inmune a cualquier indicio de intimidación que su compañero pudiera atentar contra él. El detective saludó con su habitual gesto y el fiscal carraspeó en respuesta.

-¡Siento mucho la tardanza, fiscal Blackquill!-Sonrió.

-Hmpf, eso díselo al señor Edgeworth-dono-Contestó de forma seca mientras apuntaba con un breve movimiento de su cabeza la puerta del despacho del fiscal jefe.

Fulbright hizo una pausa y respiró antes de golpear la puerta, pues el fiscal no se había movido ni un milímetro de su lugar. Un suave "pueden pasar" vino del interior de la oficina y ambos entraron sin más preámbulos.

-Tomen asiento, por favor-Indicó Edgeworth de manera cordial, pero con un tono imperativo camuflado en su sonrisa-Seguramente ambos se están preguntado por qué he solicitado vuestra inesperada presencia en mi despacho-Sus interlocutores asintieron en silencio, lo cual dejó margen al jefe para proseguir mientras se acomodaba en su lujoso asiento y unía ambas manos entrelazando los dedos. La vista fija en ambos visitantes-Bien, solo quería cuestionarles acerca del estado actual de vuestra relación en el ámbito laboral.

-Todo marcha sin alteraciones, señor-Respondió Blackquill manteniendo la mirada seria.

-¡Nada extraño que reportar, señor!-Reafirmó el detective.

-Me alegra oír eso-Respondió Edgeworth mientras una de sus manos meneaba la cucharita de azúcar hundida en su taza de té-¿Té?-El fiscal rechazó la oferta, pero el detective necesitaba algo que pudiera aliviar el nudo que se le estaba formando en la garganta, así que asintió con gentileza. Mientras Edgeworth servía una taza de porcelana, Fulbright indicó que no le añadiera azúcar.

-Imagino que no nos hemos reunido aquí solo para charlar de cómo va el día y tomar té fingiendo que no ocurre nada, ¿me equivoco?-Interrumpió Blackquill descongelando el silencio que se había generado de un segundo a otro.

-Cierto-Asintió Edgewoerth-También quería saber cómo se llevan fuera del trabajo.

Los dos compañeros intercambiaron miradas incómodas. La dirección que estaba tornando esa conversación estaba lejos de resultar placentera.

-C-creo que todo está bien, señor-Se apresuró a decir Fulbright.

-Permítanme discrepar acerca de vuestras afirmaciones, detective Fulbright-.

-¿Qué sucede, señor?-Preguntó el fiscal al borde de levantarse de su asiento.

- Quiero seguir pensando que hice lo correcto en unirlos como equipo. Las respuestas y el profesionalismo que vuelcan en su labor son impecables y su desarrollo en los juicios es digno de elogio-Comentó Edgeworth mientras se acomodaba las lentes-Pero, últimamente los resultados se están viendo afectados por asuntos que guardan relación con vuestra interacción fuera del trabajo. Me gustaría que me aclarasen las dudas y analizar posibles respuestas para solucionar este pequeño inconveniente.

-Temo que no le sigo, señor…-Contestó a la defensiva el detective.

-Está bien, seré claro-Edgewporth abrió uno de los cajones de su amplia mesa y extrajo una foto que hacía poco había sido obtenida gracias a la cooperación del personal que trabaja en la agencia del señor Wright. Era una foto de nada más y nada menos que Athenas Cykes, quien sostenía una deslumbrante sonrisa-Ustedes tres tienen un conflicto que atender y resulta más que obvio que ambos sostienen un profundo interés en ella, pero ninguno ha obtenido una respuesta y…-el fiscal hizo una pausa y sonrió con cierta diversión- por si fuera poco, eso los ha conducido a ustedes a crear un lazo de rivalidad. Pero ninguno de los dos ha sido claro con ella, ni tampoco hay señales por su parte de tomar cartas en el asunto con vosotros.

-¿Qué significa todo esto?-Respondió alterado el fiscal Blackquill tras ponerse de pie y casi tirar la silla al suelo. El detective tan solo se quedó hipnotizado mirando aquella foto mientras un ligero rubor se apoderaba de sus mejillas, su silencio lo otorgaba todo.

-Significa que ustedes dos, si quieren seguir manteniendo vuestro puesto de trabajo, deberán resolver este conflicto de inmediato. Esto no es obviamente una petición, es una orden. Durante este lapso de tiempo, vuestros cargos serán temporalmente suspendidos, tómenlo como una pequeña tregua-Indicó Edgeworth mientras los señalaba con el dedo índice-Pueden retirarse. Ah, y una cosa más, hay un mediador que se encargará de reportarme los avances y los guiará en este conflicto. Los está esperando afuera.

Ambos hombres intercambiaron miradas incrédulas y se dispusieron a tomar partida. Antes de que el detective pudiera cerrar la puerta tras de ellos, agradeció al fiscal jefe por el agradable té.

Cuando Fulbright giró para conocer al mediador, se quedó tan mudo como su compañero al divisar una jovencita de atuendos particulares que les estaba dedicando una cálida sonrisa en aquél momento.

-¿El mediador?-Preguntó Blackquill creyendo que todo era producto de una horrenda pesadilla.

-Así es, me llamo Pearl Fey. La misión que les encomendó el señor Edgeworth comienza ahora mismo-Informó la niña mientras asomaba dos bolitas de papel que reposaban en la palma de su mano-Tomen una bolita y ábranla por favor.

Los dos hombres se encogieron de hombros y acataron la petición de la extraña jovencita. El fiscal Blackquill abrió la bolita y leyó en voz alta con cierta confusión.

-¿Pollito?

A su vez, el detective Fubright abrió el suyo y leyó.

-¿Princesa?

Como si estuviesen sincronizados, ambos hombres miraron a la joven Fey con cierta inquietud.

-Así es. La primera regla consiste en dirigirse a Athena usando esos dos nombres, usarán el que les corresponde a cada uno. Además deberán acatar las órdenes presentes en esta lista-Explicó Pearl mientras sacaba una hoja y proseguía a leerla en voz alta- El fiscal Simon Blackquill y el detective Bobby Fulbright tendrán un lapso de seis días en los cuales deben proceder con las siguientes actividades: Primero, deben recibir a Athena en cuanto regrese a la oficina tras terminar su día de laburo, donde deben prepararle la cena y desenvolverse de forma apasionada el resto de la noche-La niña realizó una breve pausa para observar los rostros ruborizados de ambos participantes y prosiguió- Segundo, deben encargarse de despertar a Athena y escoltarla hasta el trabajo. Tercero y como último, deben asistir a una cita romántica con ella-Concluyó sonriendo satisfactoriamente.

Tanto el detective como el fiscal quedaron en absoluto shock. Si el día había empezado de forma perturbadora, de la misma forma finalizaría, dando comienzo a una serie de sucesos difíciles de olvidar tanto para ellos como para la víctima, la señorita Athena Cykes.