Los personajes son creados por la escritora Kyōko Mizuki, uno de los seudónimos de Keiko Nagita, y la mangaka Yumiko Igarashi, seudónimo de Yumiko Fijii, publicado en Japón por Kōdansha Ltd. desde 1975 a 1979.
EL PRINCIPIO DEL TIEMPO
Al principio del tiempo, Dios creó hermosas criaturas para que poblaran la tierra, todas vivían en armonía y el mundo estaba en calma, los seres humanos eran las criaturas más frágiles de la creación, debían trabajar para vivir, sufrir para traer al mundo a sus hijos y sobretodo eran mortales que vivían una vida muy, muy corta a pesar de ello eran las criaturas más enigmáticas, al romper la regla primordial que Dios padre había establecido como inquebrantable perdieron la gracia de su inmortalidad y sus ojos fueron abiertos al entendimiento por ello fueron extraídos del edén y trasladados a nuevas tierras, poseían sentimientos muy muy profundo y sobretodo poseían extrañas costumbres.
Cada especie viva en su espacio y bajo sus reglas y normas, el mejor ejemplo de que las reglas no debían ser transgredidas, la efímera vida de los seres humanos, que no iba más allá del suspiro de un hada, o el aleteo suave de un joven dragón.
Las hadas nacía de una minúscula partícula de magia que se desprendía de la sonrisa del amor entre dos de ellas, los dragones nacían de la Unión del Fuego y el hielo, generados de sus padres por amor, cada especie nacía del amor y la magia, de las risas y de los sueños.
Todo fue roto cuando los humanos seducidos por las oscuras fuerzas de la seducción cedieron ante la tentación, al romper su pureza dejaron de ver a los otros seres, porque su nuevo entendimiento no les permitía entender el accionar puro del amor y la magia, por ello sus ojos fueron cerrados a todas las hermosas maravillas que los rodeaban.
Pero ellos sí podían ser observados por los otros seres que muchas veces sentían pena, curiosidad, fascinación y desdén por ellos, al perder su inmortalidad eran considerados inferiores.
Entre las Hadas había una muy especial, su aleteo era brillante más que el de cualquier otra Hada, ella tenía un don podía dar alimento de vida, era aventurera, curiosa y muy alegre, sobre todo era muy compasiva, sentía una amor especial por los seres humanos tan frágiles y fascinantes y tan locamente adorables.
Entre los dragones había un joven dragón de hielo, era especial porque nació del amor de dos dragones de hielo, era único, hermoso, sus ojos eran azules, similares al azul del cielo claro de la mañana, su piel era como el hielo claro y limpio de los glaciares, su don era transmitir paz, y contradictorio a su naturaleza fría su cercanía transmitía calor, amaba a los animales y los cuidaba del frío invierno antes de hacerlo llegar, él podía hacer caer la nieve delicada y fina, o torrenciales tomarme capaces de acabar con todo a su paso.
Después de la transgresión de los humanos se estableció una regla inquebrantable, el amor entre los seres mágico estaba prohibido, aún cuando podía compartir los mismos espacios no podía estrechar ningún tipo de lazo afectivo, por ello la habilidad de comunicación entre las especies fue eliminada, por ello sólo podían verse, más no hablar entre sí.
Un día invernal sobre una elevada montaña, una pequeña familia de conejos quedó atrapada al caer una tormenta de hielo, el trago no se dio cuenta que estaban allí, su pelaje era tan blanco que se confundía con la espesa nieve que siempre había en ese lugar, cuando logró verlos ya era muy tarde la nieve había sido llamada y no podía ser detenida, el dragón soplo suavemente y tranquilizó los fríos cuerpos que estaban casi congelados e infundió tranquilidad a los pequeños seres, aquello le causó tanto dolor, él que desplegó sus inmensas alas y las batió una y otra vez manteniendo la nieve lejos de sus cuerpo, al hacer esto, el sol radiante lo baño completamente con su luz y de él se desprendió un brillo nunca antes visto, fue tal que todas las criaturas pudieron ver su esplendor, a lo lejos el hada era atraída por su curiosidad, después de vagar por el mundo entero, ella había visto todo y aquello era algo nuevo y hermoso, que se presentaba ante sus ojos.
Sin perder tiempo voló, ágil y velozmente hasta que se topó de frente con aquel hermoso ser que brilla, su hermosura era tal que lágrimas de magia pura se desprendieron de los ojos esmeralda del hada, un destello pequeño pero poderoso llamó la atención del dragón, que sin razón alguna se paralizó, con sus alas extendidas al máximo se veía imponentes y majestuosas, por un segundo hada y dragón se miraron a los ojos azul y verde, el azul del cielo y verde del bosque que se unieron en unos, en ese breve momento.
El dragón bajó su mirada y el hada la siguió, hasta dar con los pequeños conejos que daban su último aliento de vida, ella sin perder tiempo y entendiendo lo que él trataba de hacer, voló hasta ellos y les infundió aliento, como aún tenían vida, poco a poco se fueron recuperando, ella se paró sobre la nieve acariciándonos, él descendió hasta la tierra observando aquel milagro que por primera vez veía, los conejitos pronto empezaron a brincar y felices se alejaron, dejando a estos dos seres uno frente al otro observándose, tímidamente ambos comenzaron a sonreír el uno al otro y algo nuevo Surgió, una magia antigua y poderosa que por una eternidad había estado dormida despertó.
La fuerza de la magia que se había despertado fue tan grande que todas las criaturas durmieron, sin saber por cuánto tiempo, mientras el hada y el dragón entraban en un trance mágico, no podían moverse, solo sus miradas se sostenían, no podían entender qué estaba sucediendo solo podían sentir la fuerza de la magia que los tenía cautivos.
Poco a poco las alas del hada antes multicolor, se fueron transformando en alas transparentes, brillantes y tornasoles, y la piel de él fue tomando el brillo de un millón de estrellas y en vez del color del hielo comenzó a brillar como un diamante, cuando la transformación de ambos término todos despertaron de su letargo, teniendo la extraña sensación de que todo había cambiado.
Continuará...
