Era patético, no tenía fe en sus habilidades, hasta que la vio llorar, si había algo que él amaba sin darse cuenta era patinar, era como si su cuerpo fuera creando música con cada uno de sus pasos sobre la pista y él era el único que no se daba cuenta de lo fantástico que era.

Había idealizado demasiado a su ídolo, lo había dejado tan alto en el pedestal que sentía que no podría alcanzarlo, sí, eso era lo que pensaba.

Comenzó la música, sus ojos cerrados, respiro hondo y extendió sus manos con tal gracia que a todos les rompía el corazón, su semblante sereno, sus movimientos estilizados, totalmente delicados y sutiles, era esto lo que le había salvado la vida, su corazón agitado estremecía a todos en la pista, lo estremecía a él por sobre todos, sus ojos fijos en su entrenador que lo observaba y su acto de rebeldía derretía el hielo con sus pasos, realiza un giro, salchow cuádruple , ¡pefecto!, extendía sus brazos como si fueran alas, mientras recorría la pista , toe loop doble, Víctor no podía quitar sus ojos de su pupilo, lo había logrado, había logrado sorprenderlo, había encendido la chispa dentro de él que todos creían perdida.

Yuri, recordaba la primera vez que vio a su ídolo en la televisión, cabello largo plateado, la gracia de un cisne en la pista, cada movimiento letalmente apasionado, letalmente delicado y a la vez tan poderoso, y su rostro, representando el sentimiento de la música, totalmente concentrado, aquel día se maravilló con ese hombre, quiso ser como él.

La música se detuvo, parado en medio de la pista, ojos abiertos mirando hacia arriba, respiración agitada, lagrimas caen de sus mejillas, lo había logrado.