Diclaimer: Arrow no me pertenece, ni tampoco cualquiera de sus personajes. Este fanfic está creado sin ánimo de lucro y con el único objetivo de entretener. Ninguna infracción de Copyright es intencionada.
Aviso: Este fic participa en el Reto de Apertura del fandom de "Arrow: Momentos Divertidos y Espontáneos" del foro La Revolución de los Fandoms.
Número de palabras: 315
Nota de la Autora: Este fic está situado en algún momento de los cinco meses que transcurren entre la primera y la segunda temporada, pero no contiene ningún spoiler.
Espero que os guste…
Y no lo olvidéis, cuando estéis aburridos, coged unos papeles y vuestro boli favorito y ¡disfrutad escribiendo!
Mamá oso
- Todavía no sé cómo pudiste convencerme de esto. - Murmuró Diggle mientras caminaba junto a Felicity hacia el coche que habían dejado en el parking del hospital.
- Oh vamos, era por una buena causa. Esos niños necesitaban un poco de alegría.
- No me refiero a eso Felicity. Me refiero a esto. - Dijo señalándose a sí mismo.
Ella se rió antes de contestar:
- Creo que fue en algún momento entre la cuarta o la quinta copa… Además, ¡estás genial! Y a los niños les ha encantado.
Él rodó los ojos, pero no dijo nada.
- Vamos John, sabes que tengo razón…
- La verdad es que ha estado bien ver sus sonrisas.
- ¡Lo ves! Sabía que en el fondo te iba a gustar. Por cierto, ¿qué me dices de lo que ha dicho esa niña? ¿Cómo era? ¡Ah, sí!
Diggle se paró en seco y con cara seria le dijo:
- No lo digas.
- Ha dicho, ¡Mirad, ahí viene mamá oso! - Gritó imitando el entusiasmo de la niña. - ¡Mama oso! ¡Mamá oso! ¡Mamá oso! - Añadió entre risas, recordando la cara que él había puesto al oírla.
Diggle negó con la cabeza, sin decir nada. Había sido un momento en el que había pasado más vergüenza de la que quería admitir, pero lo cierto era que la sonrisa de aquella niña había valido la pena. Mañana ya no se acordaría del calor que le había dado el disfraz o de todo el tiempo que Felicity se pasó maquillándolo; y mucho menos se acordaría de la vergüenza que había pasado. Pero de lo que si se acordaría siempre era de la sonrisa de aquella dulce niña.
Y cuando al acompañar a Felicity hasta su casa, se despidieron con un abrazo y Felicity le susurró al oído "Gracias por acompañarme hoy, Mamá oso", no pudo evitar reírse a carcajadas.
