N/A: Hola! primera historia del hobbit ¡yuju! se me ocurrió hoy y simplemente no dejó mi cabeza. Espero que les guste. Voy a tratar de actualizar una vez al mes si es que no antes... Eso! espero poder terminar pronto el fanart que me inspiro para mostrarselos

Declaro que ni la película ni el libro del hobbit me pertenecen (si lo hicieran estaría retirada y escribiría más fanfics)


Bilba miraba como el humo de su pipa ascendía por sobre su cabeza cada vez que esta exhalaba.

Sentada frente a la puerta de su casa, la apreciada Bolsón Cerrado, se dedicó a mirar el maravilloso paisaje que tenía frente a sus ojos.

Enormes prados verdes cubrían el lugar mientras que los pequeños hobbits de la Comarca sembraban las tierras y arreglaban sus jardines de la forma que sólo un hobbit podía hacer. A pesar de toda la tranquilidad que la rodeaba, la armonía que entregaba a maravillosa vista, Bilba no podía dejar de sentir una pequeña molestia en el fondo de su mente.

Esa pequeña piedrita en la tranquilidad de Bilba había aparecido en la época en que sus padres murieron, en ese traumático invierno en que los ríos se congelaron y tanto lobos como orcos habían podido llegar hasta la Comarca y allí produjeron estragos. Los padres de Bilba, Bungo y Belladona, no fueron los únicos heridos por las heridas de las redadas que se produjeron, pero si no de los pocos que murieron a causa de ellas.

Desde entonces Bilba estaba sola.

Es cierto que aún tenía muchos familiares repartidos por la zona, primos, primas, tíos y tías de diferentes grados. Pero nadie era capaz de reemplazar a sus padres. Ni nadie podía llenar el vacío que ellos dejaron.

Lo único que parecía alegrar a la joven hobbit era recorrer los pasillos de su amado hogar, el cual fue construido por su padre para su madre como un regalo de cortejo mucho tiempo atrás. Las risas de tiempos pasados impregnaban las murallas, de la misma forma en que cada cosa del hogar tenía un significado especial para Bilba, porque junto a eso existía un recuerdo invaluable para ella. Incluso en esas cucharas de plata que su prima Lobelia intentaba robar cada vez que iba a visitarla.

Pero el vacío parecía agrandarse lentamente y Bilba sabía que tarde o temprano la pena la consumiría…

Fue con ese pensamiento cuando Bilba sintió una sombra cubrirla completamente y tubo que mirar hacia arriba para identificar quien perturbaba su tranquilidad.

"Bilba Bolsón" dijo la alta figura envuelta en un manto gris.

"Buen día" le dijo ella con una suave sonrisa, mientras seguía fumando con toda tranquilidad.

El extraño la miro directamente a los ojos, como si tratara de descifrar su carácter de esa forma. Bilba simplemente sostuvo su mirada, dándole la oportunidad de hacerlo.

Hacía mucho tiempo su madre le había enseñado que no tenía que dejarse intimidar por otros, sin importar que tan grandes y fuertes fueran, porque ella era una Took y los Took simplemente no se dejan intimidar.

La sonrisa de extraño solamente creció.

"Estoy en busca de alguien qué se una a una aventura" le dijo él.

Bilba inhalo un par de veces su pipa, pensativa.

"Quizás alguno de mis primos Took o Brandigamo estén interesados" dijo ella mirando en dirección a donde se encontraban sus smails "Si quiere puedo enviarles una carta para ver quienes se ofrecen. Aunque vino a preguntar en una mala época, se acerca la primavera y todos están preparando sus tierras o preparándose para cortejar a las jovencitas" dijo ella con un tono maternal, como si su época de cortejo hubiera pasado hace mucho. Lo cual no era cierto, apenas estaba bordeando los cuarenta, pero nunca se vio interesada por los hobbits de la zona o ellos por ella.

El extraño soltó una carcajada mientras se inclinaba hacia atrás en busca de dejar entrar más aire a sus pulmones. Bilba lo miró sin entender mientras se secaba lágrimas de los ojos.

"Oh, pequeña, ustedes los hobbits nunca dejan de sorprenderme, o traerme una buena risa" ahora Bilba lo miraba más bien ofendida, sin entender que había dicho que fuera tan gracioso "Me refería a usted, querida Bilba. Te estaba preguntando a ti, Bilba, si estabas dispuesta a unirte a una aventura"

Por un segundo el corazón de Bilba dio un brinquito de alegría, como si una parte oculta de sí misma ansiara desde hace tiempo está oportunidad, pero la conciencia de Bilba se apuro en apagarla. Se paró rápidamente de la cómoda silla en la cual estaba sentada y se sacudió las faldas.

"Lamento decepcionarlo, señor…"

"Gandalf" dijo él, rellenando la falta de nombre "Gandalf el Gris"

La mente de Bilba hizo un pequeño click cuando relacionó el nombre con las fantásticas historias que le contaba su madre antes de irse a dormir y los maravillosos fuegos artificiales de su infancia. Pero su lado racional seguía en control y no dejó que se mostrara mucho su emoción.

"Señor Gandalf" dijo ella "Es una pena que haya venido hasta aquí, porque yo no soy la persona que busca. Soy solo una hobbit, una Bolsón que no busca aventuras sino la paz del hogar"

Dicho esto fue hacia su puerta y se dispuso a entrar cuando escuchó de nuevo la voz de Gandalf.

"¿Y si es para recobrar el hogar de otros?" preguntó él, Bilba se detuvo, con la mano en la puerta "¿Qué pasa si esta aventura es para que otros recuperen el hogar que perdieron, sin que fuera su culpa? ¿El hogar ancestral que muchos no han llegado a conocer y del cual a los mayores solo les quedan los recuerdos? ¿Participarías de esta aventura para ayudar a otros a tener lo que para ti es tan preciado?"

Con esa última pregunta Gandalf se quedó en silencio, dejando que sus palabras hicieran su efecto.

Bilba suspiró antes de abrir la puerta.

"¿Por qué no entras?" dijo Bilba mirando a Gandalf mirándolo fijamente a los ojos "Al parecer tenernos que hablar seriamente"

Con una sonrisa Gandalf entró a Bolsón Cerrado siguiendo a Bilba, quien se apuro en calentar agua para el té y sacó unas galletas mientras Gandalf se sentaba en la pequeña mesa.

Una vez que la comida estaba servida Bilba se sentó frente a su invitado, quien observaba los adornos de la casa mientras daba traguitos pequeños de té.

"Lindos muebles" dijo él, después de unos minutos de silencio.

"Algunos dirían que los mejores de la zona" dijo Bilba orgullosa mientras masticaba una galleta "Pero definitivamente no estamos acá para hablar de los mueble de mi padre"

"No, pero para hablar de algo que tiene el mismo significado para algunos que tienen para ti estos muebles"

Bilba suspiro de nuevo.

"Vas a tener que ser menos enigmático si quieres que nos alcancen las galletas para esta conversación, señor Gandalf" dijo ella sacando otra del platito "porque hasta ahora no he podido entender bien lo que dice"

El sonrió mientras tomaba más té y se rellenaba a taza.

"Mucho tiempo atrás, cuando tu aún no habías nacido, existió un gran reino de enanos…"

"¿Enanos?" dijo ella extrañada.

"Si, enanos. Ahora mantente en silencio para que pueda contarte la historia" ella asintió y se metió otra galleta a la boca, como si esta asegurara su silencio "¿Dónde iba? A si, un reino llamado Erebor. Este era el reino más maravilloso de a época, muchos otros reyes se inclinaban ante Thrain, el rey bajo la montaña. Sus riquezas eran superiores a todas que habían existido hasta entonces. Cascadas de oro, ríos de zafiro, prados de esmeraldas y montañas de rubíes. Lo único que parecía hacer el tesoro era crecer. Y las ciudades de los alrededores de Erebor florecían bajo la influencia de la montaña solitaria. Pero como se sabe, la codicia solo trae cosas malas, en este caso, atrajo lo peor que puede pasarle a un reino. El fuego de un dragón" Bilba sostuvo el aliento "era tanto el tesoro acumulado en un solo lugar que el dragón Smaug viajó hasta Erebor, destruyendo todo a su paso. Ni el ejército mejor armado de los enanos pudo detener el deseo del dragón por el tesoro. De esa forma, los supervivientes del reino de Erebor se vieron desterrados de su hogar, obligados a deambular sin un lugar fijo al cual llamar suyo. Pero han pasado sesenta años desde este desafortunado suceso y todas las profecías sobre el retorno de los enanos a la montaña se están cumpliendo. Es hora de que se les sea devuelto su legitimo hogar"

Más de una lágrima había caído por las mejillas de Bilba al escuchar la historia. Se imaginaba a todos esos enanos corriendo por sus vidas sin poder hacer nada por evitar el sufrimiento, el ver cómo eran despojados de su lugar ancestral.

"Es una historia terrible, de eso estoy segura. Es el tipo de desventura que no le desearía nunca a nadie. Pero aún no veo que tengo que ver yo con todo esto" le explicó Bilba.

"Tú, mi querida hobbit, tendrás un papel de su importancia en esta travesía"

"Pero… ¿Por qué yo?" le preguntó Bilba poniéndose de pie, mientras que recogía la mesa rápidamente, como si esto calmara sus nervioso. Dejó las tazas para lavar, antes de girarse para mirar a Gandalf, apoyándose contra el mesón de lavado "Soy solo una hobbit. Una mujer hobbit. Yo no tengo lugar en las historias, solo las escucho y se las cuento a otros"

"Ahí es donde te equivocas, Bilba. Tú no eres solo una hobbit. Ni un hobbit es solo un hobbit. Pero tú eres la hija de Belladona Took, quien desciende de la más fuerte de las ramas de los Took, los cuales nunca han temido por nada. Y eres hija de Bungo Bolsón, el cual perteneció a las familias más comprometidas con lo que creen de todas las razas. Eres lo que ha sido llamado una hija del destino, la mescla entre dos linajes opuestos, sacando lo mejor de ambos. Estás destinada a grandes cosas, cosas que ni tú ni yo podemos imaginar aún. Y con que seas una mujer… carece de importancia. Serás la primera de muchas que probarán la valía de tu género, sin importar nada. Y sé que tú, Bilba, no dejaras que otros sufran por la falta de un hogar, porque eres de los pocos que compren el sufrimiento sin sufrirlo tú misma"

Después de ese discurso no había mucho que Bilba pudiera objetarle al mago. Lo miraba fijamente, con los nudillos blancos de afirmarse con tanta fuerza al mesón. Él la miraba con la misma intensidad que ella a él, hasta que finalmente Bilba se rindió.

"Explícame más sobre esta aventura tuya, Gandalf el Gris, para ver cómo me tengo que preparar"

"Bueno… serás la catorceava en una compañía de trece enanos…" explicó él, sabiendo que este sería un pequeño problemita que tendrían que superar.

"¡¿Trece enanos?! ¡¿Esperas que viaje con trece enanos hombres?!" gritó ella escandalizada, su cara volviéndose color escarlata rapidamente "¡Gandalf, soy una dama! Algo mayor es cierto, pero sigo siendo una dama respetable que no puede viajar con un grupo de varones. ¿Qué crees que soy?" de repente lo miro levemente más asustada "¿Qué pasa si alguno me…?"

"No creo que seas nada y sé que no lo eres. Debes entender que los enanos nunca te harán nada. Soy una raza que tiene una alta estima por cualquier dama sin importar la raza y ninguno de ellos te tocaría en contra de tu voluntad. Entre los enanos nacen tan pocas mujeres que cada una de ellas es tratada con la mayor de los respetos, sin importar nada. Te aseguro que mientras viajes con ellos nunca se te faltará el respeto y estarás más segura en ese aspecto que en ningún otro lugar"

Pero las mejillas de Bilba no habían perdido su color.

"No podría, simplemente no puedo viajar con un grupo de varones" dijo ella, retorciéndose las manos. "¡Soy una dama!"

Gandalf le dio una mirada, compadeciéndose de su predicamento y entendiendo su posición. Mirándola fijamente a Gandalf se le ocurrió una idea, pero no estaba seguro de que ella la aprobaría.

"¿Pero que pasaría si no fueras una dama?" le preguntó Gandalf con lo que el suponía era una idea brillante.

Solo consiguió que Bilba lo mirara aún más ofendida.

"Deja que me explique. ¿Tu único problema con esta aventura es que siendo mujer viajarías con un grupo de varones?"

"Uno de los mayores problemas" dijo ella cruzándose de brazos, pero por lo menos escuchando lo que el mago tenía que decirle.

"¿Qué pasaría si no fueras una dama?" Bilba ahora levanto una ceja, golpeando uno de sus peludos pies contra el suelo para demostrar que se estaba impacientando "¿O por lo menos, no aparentaras ser una?"

Esto finalmente consiguió que Bilba se relajara un poco y mostrara más curiosidad, Gandalf se sintió envalentonado por el cambio de postura y siguió adelante con su idea.

"Si los enanos te vieran como un varón, no te sentirías tan vulnerable. Podrías aparentar ser un hobbit varón y no tendrías que temer por tu honor en ningún momento, podrías viajar con ellos como si fueran hermanos"

Ahora Bilba dudaba.

"Bilba, es el destino el que me ha susurrado que eres tú la que debe tomar el catorceavo lugar en esta compañía. Obviamente preferiría que fueras como tú misma, pero si de esta forma te llegas a sentir más segura, entonces yo no soy quien para impedírtelo"

Gandalf la miraba expectante, mientras que Bilba analizaba los pros y los contras. Finalmente miró al mago.

"¿Cómo esperas que yo pase por un varón exactamente?" le preguntó Bilba "Se que no soy la más agraciada de las hobbits, pero nunca se me ha dicho que mis rasgos se alejan tanto de lo que es considerado femenino. Y hay que tener en cuenta que… digamos que… mi figura está lejos de ser masculina"

Gandalf se fijo solo un poco más y se dio cuenta que la hobbit tenía razón. Al igual que todo el resto de las hobbit, su figura era curvilínea, busto relleno, cintura fina y caderas anchas, cada una de estas características marcadas y definitivamente lejos de la redondez de barriga que caracterizaba a los hobbits masculinos. Incluso su cara estaba llena de rasgos suaves que demostraban su feminidad. Labios rellenos, mejillas rosadas unos hermosos ojos azul obscuro que tenían un brillo que indicaba suavidad y tranquilidad poco comunes en un varón

Lo único con lo que no estaba de acuerdo Gandalf de lo que dijo Bilba fue con respecto al no ser agraciada. Es cierto que no cumplía los tipos estándares hobbits con respecto a la belleza, pero tenía un aire exótico que ningún otro hobbit podría soñar, como si fuera algo más, algo especial.

Para Gandalf ese era uno de los sellos de que ella era una hija del destino, ese aire difícil de explicar pero que todos podían ver.

"Bueno" dijo finalmente Gandalf "supongo que aún conservas alguna de las ropas de tu padre, ¿verdad? Porque ese sería un buen logar para partir"

Antes de que se diera cuenta, Bilba estaba guardando su vestido de jardinería, vestida con los pantalones de trabajo más resistentes de Bungo y con su camisa favorita de trabajo. Mientras cerraba el cajón de su propia cómoda, Bilba olio las prendas que llevaba puestas. Aún conservaban ese aroma a su padre, una mescla de hierba de pipa y tierra recién removida, que siempre le traía tan bueno recuerdos.

Suspirando suavemente salió de su habitación y miró como Gandalf observaba los detalles de la casa con sumo cuidado de no pasar nada por alto.

Bilba no sabía que tenía el mago, pero de alguna forma sabía que podía confiar en él. Que tenía que hacerlo. Por alguna razón sentía más confianza con él que con cualquier otro hobbit que hubiera conocido.

"Lista" dijo ella llamándole la atención.

Sus penetrantes ojos azules brillaron al verla.

"Excelente" dijo Gandalf aplaudiendo "Si no te importa darte una vuelta…"

Bilba sonrió y giró sobre sus pies, dándole a Gandalf una visa completa de cómo se veía en la ropa de su padre.

"Mmmm" dijo él pensativo "Si bajas un poco el cinturón y te preocupas de siempre andar con la chaqueta encima, es difícil distinguir tu figura. Mmm… ¡Ah! Toma, si te pones esto debajo de la camisa podrás disimular mucho más tu cintura"

Dicho eso Gandalf sacó algún tipo de tela rellena, muy parecido en forma a un corsé, pero que rellenaba a Bilba en los lugares justos, ampliando su cintura y dándole la barriga tan común entre los varones hobbits.

Bilba se miraba a un espejo del salón cuando vio también reflejado a Gandalf detrás de ella. Se giro para mirarlo a la cara, obviamente levantando el mentón para tener contacto visual.

É l la miraba orgulloso, tan orgulloso como la había mirado Bungo cuando se probó por primera vez su vestido para su bienvenida a la madures. Bilba le sonrió de la misma forma que le había sonreído a su padre entonces, era una sonrisa para calmarlo, como si estuviera asegurándole que estaba bien.

"Bilba, ¿estás segura que esto es lo que quieres?" le pregunto Gandalf, tendiéndole unas tijeras de cocina, con las cuales Bilba de alguna forma daría el paso definitivo

Bilba se volvió a mirar al espejo, admirándose a sí misma en las ropas de su padre. Se sentía valiente vestida así, como si de alguna forma sus dos padres la estuvieran acompañando ahora más que antes. Vestida así, se veía como si pudiera lograr cosas, completar travesías, participar en aventuras y salir victoriosa. O por lo menos así se sentía al verse en el espejo.

"Estoy segura" dijo Bilba tomando las tijeras que le ofrecía Gandalf.

Con la misma delicadeza de siempre Bilba desató el lazo que mantenía su voluminosa cabellera junta. Fue un proceso lento, como si de alguna forma se estuviera despidiendo de los dorados rizos que nunca antes habían sido cortados. Una vez que todos los lazos habían caído al suelo, el cabello de Bilba estaba libre sobre su espalda.

Era costumbre entre las mujeres hobbits cortar los cabellos por primera vez el día del matrimonio de la joven, simbolizando así la nueva vida que esta llevaría y un cambio sin retorno.

Bilba inhalo profundamente y tomando un rizo de su derecha alzó las tijeras y lo cortó a la altura de su oreja.


N/A: Espero que les haya gustado, se aceptan todo tipo de criticas (aprecio las constructivas) y si les gustó díganlo! Eso me anima a seguir escribiendo! Portence bien y no hagan tonteras!