El Demonio Uchiha
CAPÍTULO 1
La pequeña Hinata Hyuuga miró a su enemigo directamente a su rostro inanimado. Con su puño suave había bloqueado los puntos de Charka del brazo del hombre. Sin prestar atención a los hombres de su tío exhibiendo sus habilidades de batalla alrededor de ella, activo su Kekkei Genkai y adoptó la pose de pelea característica de su clan, Hinata realizó una versión menor de los Ocho Trigramas Sesenta y Cuatro Palmas impactando profundamente en el tórax de su oponente. Logrando así derrotarlo.
Quitando su cabello lejos de sus ojos, ella vio a su tío Hizashi cruzando el pequeño patio de su mansión. Él había llegado a Konoha algunos días atrás para llevarla con él. Él había prometido llevarla a ella y a su hermanita a su casa desde que ellas eran muy pequeñas, pero al final de cada visita él partía sin ellas.
Su madre había muerto dando a luz a Hanabi. Su padre había sido asesinado en la masacre del clan Hyuuga cinco años después de eso, y poco tiempo después su tío Hizashi fue nombrado patriarca del Clan y guardián de Hinata y de Hanabi.
Hinata lo observó caminar en dirección a ella, su vestimenta era igual a la de su difunto padre. Su estructura era delgada, sus hombros anchos debajo de un Kimono manga larga, holgada, el cual mantenía cerrado con un Obi. Su rostro era sumamente hermoso y su cuerpo estaba dotado como el de un luchador, frecuentemente alardeaba de sus victorias en las batallas. Esas batallas eran lo que lo mantenían lejos de Kohoha por meses, él les recordaba eso muchas veces durante sus visitas, colocándoles un beso en sus frentes cuando iban rumbo a los portones. Pronto él vendría para llevarlas a su casa con él. Pero él nunca lo hacía. Ni siquiera cuando los miembros de la Rama secundaria del Clan habían comenzado a partir, excepto por un pequeño puñado que las habían criado y que permanecían fieles a ellos. Desde hacía muchos años las naciones Ninja estaban en guerra, todos luchando para proteger lo poco que quedaba y ellos habían decidido seguir en Konoha aun con todos los riesgos que eso implicaba.
Hinata encontró la mirada de su tío brevemente, y sus ojos color lavanda se pusieron oscuros por su intensidad, lo que hizo que su piel se erizase. Él podía no haberla querido cuando tenía cinco años, pero él la quería ahora, no sabía de qué forma, pero algo le decía que él quería algo más de ella.
—Maneja muy bien las técnicas del clan, Hinata Sama.
Él surgió detrás de ella y agachó la cabeza a su derecha cuando ella alzo su mano con Charka encima de su hombro para dar otro golpe, esta vez sobre el muslo de su enemigo.
Si, ella y su pequeña hermanita habían sido hechas para practicar día tras día. Ella como futura líder de un Clan que ahora estaba casi extinto y Hanabi como su sucesora.
— Ku—kurenai Sensei y Kō san nos enseñaron bien.
Detrás de ella, Hinata oyó un bufido.
—Ellos han permanecido files a usted todos estos años. Pero su deber para con usted ha terminado ahora. Me ocuparé de que ellos sean recompensados. — Él se inclinó sobre ella de forma que su aliento rozó su mejilla. — Me agrada saber que lucharía si cualquier hombre intenta abusar de usted.
Hinata trago duro y escondió su rostro con su flequillo.
—Ve-verdaderamente, tío, agradezco su preocupación por mi b-bienestar y el de Hanabi.
—No permitiré que se acerquen de nuevo a usted, me he alejado de Konoha por la guerra que estamos viviendo, mi deber como líder es luchar, pero no permitiré que intente quitarle el Byakugan. Yo sabía que ustedes estaban seguras aquí. Pero ahora...— Su respiración rozaba su garganta. Hinata se estremeció y utilizo su Puño Suave con fuerza sobre su oponente, haciendo que este cállese al suelo.
—Si al-alguien viene a hacernos daño, tío yo lu-luchare.
— ¿Y si nuestro enemigo llega? ¿Y si intentan de nuevo quitarle sus preciados ojos?
Hinata sabía a quién él se refería. Él había hablado de ellos incontables veces a lo largo de los años.
—Di-ficilmente quede algún Uchiha en Konoha. E-estoy segura que nunca voy a encontrarme con uno.
—Hay suficientes de ellos para continuar apoyando la causa. — El patriarca del Clan enrolló su dedo alrededor de un mechón negro azulado que caía sobre su rostro. — No debemos olvidar como ellos unieron sus fuerzas para darnos un golpe estado. O cuantos de nuestros parientes murieron durante sus rebeliones asesinas. Recuerdas que te conté ¿Cómo ellos masacraron sin clemencia a Shinobis de su propia aldea? Yo no dejaré que usted caiga en manos de ellos, también. Hará lo que yo digo y volverá a casa conmigo. — Él le dio un tirón a su cabello, como recordándole que no la dejaría rehusarse.
—E-esta es mi casa— dijo ella con su habitual tartamudeo.
—Ya no. — Cuando ella se puso rígida ante su réplica seca, él suavizó su tono. — Neji está ansioso por verte. Hace más de un año desde que él no ve a su amada prima.
Hinata había extrañado terriblemente a su primo, pero él había elegido pelear fuera de Konoha, se había alejado de su Clan y había preferido seguir el camino de su padre.
—M-mi Niisan esperó años para estar bajo su mando, pero estoy contenta aquí, tío. Soy fiel a mi aldea y me quedare aquí a defenderla.
Su risa sonó en su oído.
— ¿Con unos hombres viejos y un puñado de criados? ¿Qué podrías esperar hacer contra el Demonio Uchiha, si él te encuentra? Konoha está en ruinas, la aldea prospera y con los mejores Shinobis ya no existe.
Hinata estaba segura que el Demonio en persona estaba de pie detrás de ella en ese mismo momento. Su tío estaba intentando asustarla para que ella partiese con él, recordándole a los Uchiha del modo en que los niños se provocaban unos a otros contando cuentos de monstruos. El más atemorizante de todos los cuentos: El demonio Uchiha, quien había matado más de cincuenta Hyuuga´s cinco años atrás en una masacre que era leyenda, y los había dejado huérfanos a ella y a Hanabi.
Hizashi la empujó más cerca y apretó sus dientes.
— ¿Ya te olvidaste que él mató a mi padre y al tuyo?
—N-no — Hinata respondió en un susurro de voz. — No lo he olvidado.
— ¿Y no le temes a un hombre tan sediento de sangre?— Él exigió.
—S-si, dijo ella. Clavando un kunai en el hombro de su enemigo.
—Nunca lo dejare tenerte. — El líder deslizó su mano por su brazo hasta que sus dedos cubrieron los suyos. Él clavó un Kunai en su oponente, un gemido se escapó de su garganta cuando él apretó el arma contra su pecho. — Mañana volverá conmigo. Sólo allá estará protegida de nuestro enemigo, recuerde que mi deber es protegerla.
Hinata dejó de forcejear y apretó sus dientes cuando él besó su nuca. No entendía que era lo que su tío quería de ella, sabía que él era su guardián, pero su comportamiento para con ella era sumamente extraño. Su maestra Kurenai le había dicho que se cuidara de Hizashi Hyuuga, al principio no le dio mucha importancia a sus palabras, pero ahora estaba empezando a dudar de las intenciones de su tío.
Dejando el kunai donde había aterrizado, Hinata fue en dirección al prado donde las ovejas pastaban inocentes e ignorantes de la malicia de los hombres. La enfermaba la idea de por qué su tío la quería. Su maestra le había dicho que su tío Hizashi era un depravado, mas nunca creyó en sus palabras. Verdaderamente no pensaba que su tío tuviera malas intenciones con ellas. Pero ahora él estaba aquí y estaba demasiado ansioso por sacarla de Konoha, ella estaba segura que él la arrastraría hasta su hogar amarrada a su caballo si fuese necesario. ¿Cuáles eran sus verdades intenciones? Su Niisan la defendería. Neji era noble y valiente, con un fuerte sentido del deber para proteger a su Clan.
Su Niisan le había implorado que ella fuese con él, pero Hinata no quería dejar su casa, y ciertamente no quería vivir con su tío. Ella estaba segura aquí. Konoha no estaba totalmente destruida y tenía la esperanza de que las cosas cambiaran tarde o temprano.
Kurenai la había hecho jurar a ella y a su hermanita que nunca levantarían un arma contra los ninjas desertores. Los robos sistemáticos, ella les había dicho, son un estilo de vida. Ellos no vienen a matar, siempre y cuando no sean atacados. Pero eso no se aplicaba a los Uchiha. Por más de dos siglos ellos habían sido considerados un azote para el mundo ninja, criminales salvajes sin ninguna consideración por el honor o la familia de un hombre. Tan aberrantes eran sus crímenes contra los Hyuuga y sus aliados que su apellido había sido proscrito durante cincuenta años.
Kurenai y Ko nunca habían hablado mal de ellos, incluso después que el Demonio Uchiha hubiese matado a su padre. El odio, ellos le habían dicho al igual que su padre, es un veneno para el alma.
Un grito atronador interrumpió sus pensamientos. Su rostro empalideció.
— ¡Un ataque!
Ella giró, mirando a los hombres de su tío que se ponían en posición de combate.
— ¡No!
Ella corrió en dirección a ellos, rogando poder alcanzar a los hombres de su tío antes que los Ninjas desertores lo hicieran.
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Itachi Uchiha, comandante del clan Uchiha, frenó su caminar sobre la cima de una colina y observó la pequeña batalla desarrollándose en el valle más abajo. Sus cejas oscuras se curvaron encima de sus ojos mientras escudriñaba a los hombres rodeando la mansión de los Hyuuga y aquellos que yacían muertos sobre el pasto. Hizashi Hyuuga no estaba entre ellos.
—Parece que inesperadamente nos encontramos con un ataque de Ninjas — dijo uno de los cuatro hombres que lo flanqueaban.
—Yo te dije que el líder del clan Hyuuga estaría aquí, Itachi. — dirigió su mirada hacia su capitán. —Él está aquí — Deidara aseguró confiadamente mientras se sacaba su sombrero y sacudía alegremente su melena rubia. Si alguno de sus hombres tenía razón para estar tan seguro de sus palabras, ése era Deidara. Después de haber fingido ser un Hyuuga y de haber vivido en la mansión por los últimos dos meses, Deidara conocía todo lo que debía saber sobre los Hyuuga de Konoha y el líder del Clan. — Esta era la casa de su hermano Hiashi. Él ha venido aquí a buscar a su sobrina. — Deidara señaló a los ninjas en el valle. — Los hombres del Hyuuga están aquí. Tal vez él se esconde en la fortaleza. Nosotros sabemos de su falta de coraje.
—Salvo cuando arranca los ojos de las mujeres Uchihas para apoderarse de su Kekkei Genkai. — dijo otro hombre, un poco más ancho de hombros que el resto. Él quitó el tapón del sake y la llevó a su boca.
— ¿No puedes ir a ningún lado sin tu veneno, hijo de puta?
Tobi tomó un trago, eructó, y luego pasó sus brazos detrás de su nuca.
—Hidan, sabes que Tobi es un chico bueno y me gusta matar Hyuugas y tener un poco de la bebida en mi cuerpo. — Él le sonrió a su amigo quien estaba a su lado. — Me limpia las entrañas.
Itachi rehusó cuando Tobi le golpeó con el sake en su brazo, ofreciéndole a su líder tomar un trago. Itachi no necesitaba sake para limpiar sus entrañas. Odiar a los Hyuuga era suficiente. Ellos habían tomado mucho de su Clan. Y habían tomado todo de él.
—Los Ninjas desertores están terminando rápidamente con los Hyuuga. Nos quedarán pocos Hyuuga para nosotros.
—No te preocupes por eso, Kisame, — Tobi dijo, tapando el sake. — Nosotros matamos suficientes Hyuuga en las afueras de konoha antes de venir aquí.
—Nunca será suficiente. — Su líder gruñó.
—Si Hizashi está allí, los Ninjas podrían llegar a él antes que nosotros, — Kisame Hoshigaki, comentó.
— ¡Hay un mocoso que lucha entre los hombres!
—Ese no es un puto mocoso, Tobi. —Hidan lo miro con asco. — Es una puta Hyuuga con cabello corto.
Tobi lanzó una mirada incrédula a su amigo Jashinista.
— Es una niña, tonto.
Itachi oyó el golpe de Hidan contra la cabeza de Tobi, y los insultos subsecuentes de Hidan antes de golpear su puño contra el pecho de Tobi. El líder ignoró a sus amigos y observó el tema en discusión. El guerrero ciertamente parecía una niña. Él nunca antes había visto a una mujer luchar, aunque muchas veces había deseado que las mujeres supieran luchar. Los gritos de terror de su madre atormentaban sus sueños. Él había sido un muchachito cuando el padre de Hizashi Hyuuga había invadido su Clan y sus hombres habían violado y arrancado los ojos de las mujeres, y ninguna mano había sido levantada contra los hombres del líder.
Pero aquí había una pequeña Shinobi que realmente tenía el espíritu para luchar y salvar su vida.
—Es una pequeña Ninja— él dijo, más para sí mismo que para sus hombres. — Tal vez la sobrina de Hizashi.
—Sí. — Deidara sacudió la cabeza, observando su magnífica melena color negro azulado mientras ella giraba para asestar otro golpe poderoso. — Pelea contra los Ninjas renegados. Sé que ella es una Hyuuga, — él dijo con sólo una sugestión de remordimiento. — Parece bastante buena para luchar ¿Debemos ayudarla, Itachi?
Deidara sonrió y asintió levemente con la cabeza, luego desapareció en un torbellino de hojas, un momento después que Itachi se lanzaba a correr en dirección a la mansión.
El líder Uchiha cortó camino y fue directo hacia la muchacha, activando su Sharingan ante cualquiera que se cruzase en su camino. Sus hombres se distribuyeron alrededor de él, matando al resto. Cuanto más cerca él estaba de ella, con más fuerza él corría, su cabello corto flotando detrás de ella como un estandarte. Sus brazos se fueron cansando. Ella estaba teniendo dificultad en seguir luchando para contrarrestar la lluvia de kunais que caían sobre ella. Él se decía a sí mismo que estaba yendo en su defensa para mantenerla viva de modo que ella pudiera decirle el paradero de Hizashi Hyuuga.
Ella giró hacia él al mismo tiempo que él la alcanzaba, e Itachi sintió que algo se apretaba en sus tripas. Su piel era blanca como la nieve, su cabello era negro azulado con dos mechones enmarcando su hermoso rostro, un rostro empalidecido por el agotamiento. Sus ojos eran tan bellos como luna, y cuando ella lo miró, ellos le dijeron a Itachi que ella acababa de perder la esperanza de sobrevivir a ese día.
Él no esperaba que ella se balanceara hacia él, pareciendo tan derrotada como lo hacía. Por un momento, él solamente miró azorado la sangre empapando su muslo. Entonces él activo con su ojo derecho el Amaterasu, un ninjutsu exclusivo del Mangekyō Sharingan que creo llamas de color negro que él dirigir con la mirada, derrotando así a más de 10 ninjas. La muchacha se alejó de la fuerza mortal de su técnica, pero un momento más tarde ella volvió a clavar su mirada en la suya asombrada. Itachi respondió al gran alivio en la expresión de ella girando y gritándole a sus hombres para que la cuidasen de todos lados. Ellos la protegieron hasta que los únicos hombres que quedaban en el patio, además de ellos, eran los muertos y los heridos.
Cuando Itachi giró para enfrentarla nuevamente. Él la miró, entonces levantó sus ojos a los suyos.
— ¿Estás herida?
Ella parpadeó como si emergiese de un desmayo. Su respiración todavía era suficientemente pesada como para separar sus labios.
— ¿Está lastimada? — Él preguntó nuevamente.
Ella sacudió la cabeza negando.
— ¿Y usted? — La mirada de ella se dirigió hacia su muslo. — P-perdón por herirlo. Yo no s-sabía quién era usted, o...
— ¿Eres la sobrina de Hizashi Hyuuga? — Él interrumpió.
O ella no lo oyó o eligió ignorar su pregunta.
—D-debo encontrar a mi hermana, ella debe estar en pe...
—Señorita — él la interrumpió nuevamente, esta vez su voz fue suficientemente dura como para hacerla pestañear. — Es usted la sobrina de Hizashi Hyuuga?
Cuando ella sacudió la cabeza afirmativamente, su expresión fue dura.
— ¿Dónde está él?
Ella buscó entre los caído, presentándole la delicadeza de su perfil.
—E-esperaba que él estuviese aquí.
Una sugestión de humor cruzó la expresión de Itachi antes de lanzar otra orden a los cuatro hombres alrededor de ella.
—Hidan, verifica dentro de la misión con Tobi y Kisame. Si encuentras a Hizashi, tráemelo a mí.
— ¿Q-quién es usted? Q-quiero agradecerle correctamente por haberme salvado la vida.
La mirada de Itachi se volvió hacia ella. Por un momento perturbador, él perdió la capacidad de razonar, salvo por el hecho que supo que se sentiría feliz de mirarla por el resto de los días que le quedaban en la Tierra. No fue el temor lo que hacía que sus bello ojos parecieran tan grandes, sino la admiración. ¡Admiración de un Hyuuga! Como él nunca había salvado la vida de un Hyuuga antes, no estaba preparado para esa admiración. Él se movió incómodamente, sintiéndose horriblemente avergonzado y culpándola por eso.
—Yo soy Itachi Uchiha.
Era mejor terminar con eso cuanto antes en vez de dejarlo para más tarde, aunque una parte de él lamentaba tener que observar como esa mirada de admiración se transformaba en una de horror cuando él dijo su nombre en voz alta. No estaba decepcionado. El rostro de ella se empalideció tanto que él pensó que ella podría desmayarse y caerse de sus brazos.
Sus ojos habitualmente eran muy rápidos, y nunca Itachi Uchiha habría fallado en ver a un enemigo agarrando un arma. Pero por un momento su belleza lo hizo olvidar sobre el odio y la sangre derramada entre los clanes. Un momento fue todo lo que le tomó a ella para deslizar su mano debajo de su chamarra y extraer un Kunai pequeño que llevaba escondido allí.
La luz de sorpresa que iluminó los ojos de Itachi contrastó con su voz fría e impasible.
— ¿Tienes el coraje de apuntarme con tu puñal? — Ella se balanceó, y él se movió a toda velocidad. Él cerró sus brazos alrededor de ella, sujetando su puñal con firmeza. — Insultas al líder del Clan Uchiha con una arma tan ínfima, señorita.
— ¡D-déjame ir, por f-favor! — ella se lanzó contra él y gastó el resto de energía pateando y forcejeando, intentando librarse. — D-déjame ir.
Deidara miró a Itachi, observando la expresión de admiración de su amigo ante ese desafío. Ella era una muchacha valiente pero no tenía lo necesario para enfrentarse al gran Itachi Uchiha.
Pero era una Hyuuga.
— ¿Hizashi está en la mansión? — Itachi le preguntó, apenas moviendo un músculo contra sus tentativas para librarse de él.
—Ya le dije que no sé d-donde está él.
Si, ese era el tipo de reacción que esperaba de un Hyuuga. Ella no era más inocente que el resto de los Hyuuga.
—Deidara, consígueme un pedazo de cuerda. Esta muchacha me está cansando.
Su forcejeo cesó abruptamente. Ella lo miró con un miedo incontenido. ¿Qué le iba a hacer?
Brevemente, su mirada recayó en sus labios, luego se movió hacia el resto de su cuerpo en una inspección lenta de sus aspectos femeninos, como si estuviese evaluándola.
—Señorita, soy mucho más que un Uchiha.
Sus fosas nasales se tensaron.
—No me ha...
Por encima de su hombro, Itachi vio uno de los hombres del tío de ella salir por detrás de la casa, armado con un arco. No tuvo tiempo para protegerla cuando la flecha silbó en dirección a ellos y la penetró en su hombro derecho, apenas por encima de su pecho. Aunque todo sucedió en un segundo, él pudo observar como la flecha perforaba su piel de porcelana, y observó como la chispa de vida oscurecerse en sus ojos. Mientras Deidara corría hacia el soldado, los ojos de ella encontraron los de Itachi en el momento en que ella se daba cuenta que había sido herida.
— ¡Oh, dios! — Su respiración fue un susurro contra su mentón. — P-probablemente esa flecha era p-para usted.
