Kuroshitsuji y ninguno de sus personajes me pertenecen.


Tú, libreto de siempre tan predecible… Ya me lo sé.

Eres un pequeño odioso, fastidioso, molesto y petulante, pero eres mío. Me veo a mi mismo hipnotizado por tu belleza, viéndote de reojo mientras trabajas en tu oficina, más obstinado que un mismo adulto.

Puedo sentir la furia que albergas en ti mismo, siento tus ganas de gritar… escucho tus silenciosos gritos resonando en mis oídos.

-Ciel

Te sorprendes cuando me oyes decir tu nombre, y con ese ojo azul me miras. Tu mirada posee tanta intensidad que si tuviera un alma, sería como cuchillas atravesándola. A veces incluso a mí me da miedo tu mirada, pero me gusta, nadie me había hecho sentir algo como eso.

-¿Sí, Sebastian?

-¿Podrías… acompañarme al bosque?

-¿Acompañarte al bosque? Qué petición tan inusual… Pero está bien, sólo porque de ti se trata

Te quitas el sombrero y tu gabardina, que aunque muchos lo vean común ante mis ojos lo haces de una forma provocativa ¿Haces esto a propósito verdad? Tomas tu báculo y dejas que yo te habrá la puerta.

-No creo que te veas en la necesidad de usar tu báculo

-¿Porqué lo dices?

Entonces te cargo en mis brazos y velozmente te llevo hasta la parte más hermosa del bosque.

-¿Porqué hemos venido hasta aquí?

-Quiero preguntarte algo

-Bien, ¿qué es tan importante, como para haberme arrastrado a un bosque lejos de la ciudadela?

-¿Qué sientes por mí?

El color se drena de tu cara por un momento, y luego tus mejillas se sonrojan. No lo esperabas ¿Verdad?

-¿A qué te refieres con eso?

Me diviertes. Sonrío maliciosamente y te tomo de la barbilla para que me mires a los ojos -¿Qué sientes tú por mí?

-Su-supongo que… que…

-¿Qué...?

Bajas la mirada tratando de encontrar algo elocuente que decirme, siempre tratando de racionalizar los sentimientos antes de actuar, pero conmigo no puedes hacer eso. En eso subes la mirada, pareces molesto y tus ojos demuestran severidad, por lo que preparó mi corazón para ser destrozado por ti. Por un simple humano malcriado y enojón pero que es especial, que es hermoso y que muy dentro suyo, es una buena persona.

-¿Ciel?

Jalas mi chaleco y me acercas para plantarme un beso, entiendo… tu también me quieres.

-¿Aún necesitas palabras?

-No, no palabras exactamente

Te gusta molestarme, entonces corres por el bosque para esconderte ¿Con qué sentido si sabes que te encontraré? Como sea corro a buscarte, porque eso es lo que siempre hago. Esto me está tomando más trabajo de lo normal ¿Dónde te has metido? Y entonces te encuentro, metido en aquel manantial cristalino y transparente, y veo tus ropas a la orilla.

-Tú ganas, me encontraste

-Eres una caja llena de sorpresas

-Tal vez, ahora ven que el agua está helada y necesito una fuente de calor

Con velocidad me despojo de mis ropas y entro en el agua, donde me envuelves en un abrazo y noto el alivio en tu cara ¿Cuánto tiempo tendría allí esperándome?

-Con lo frío que eres no pensé que una baja temperatura podría afectarte tanto. ¿Qué? No me mires así

-No me hagas enojar, Sebastian. Disfrutemos este momento que no siempre habrá oportunidad para ello

Disfrutar… sólo podré disfrutar esto una vez que te bese en este manantial, pero para hacer que esto perdure; dejémoslo para el final.

-Seguramente Meyrin y todos los demás se estén preguntando dónde estamos

-Simple, son asuntos de negocio

-¿Negocio?

-Un trueque, tu corazón por el mio.