¡Hola! Antes de que me aniquilen, les informo que he republicado los cuatro primeros capítulos de mi fic porque cambie de beta. Erised Black ya no beteará mi fic, sino que ahora lo harán Priimavera y Rosegranger. ¿Qué cambios he hecho? Bueno, solamente unos cuantos en ortografía (habían alguuunos que se me pasaron por alto). Muchas gracias a todos por leer mis fic y por la paciencia en espera de alguna actualización, así como agradezco a mis betas por el tiempo que se tomaron en revisar mi fic.
Ahora los dejo con el fic, no sin antes poner el fastidioso, pero obligatorio disclaimer: Harry Potter y todo lo relacionado es propiedad de J.K Rowling y Warner Bros.
Capítulo 1: La noble y ancestral casa de los Black.
Para toda bruja perteneciente a una familia de sangre pura hay un solo objetivo: mantener la pureza de la sangre. Y eso solamente se lograba de una manera: casándose con alguien de sangre pura, y si tenía una cuenta de más de mil galeones en Gringotts mejor todavía.
Obviamente, el caso de las Black no era excepción. Las tres hijas de Cygnus y Druella Black estaban ya destinadas a unirse con alguien puro. La mayor de ellas, Bellatrix, estaba comprometida con Rodolphus Lestrange desde que ambos eran estudiantes. Claro que la chica pensaba que tal vez pudo haber conseguido a alguien mejor. Si bien Rodolphus era alto, adinerado y de sangre pura, era por otro lado feo, demasiado delgado, un poco tonto y, nadie sabía por qué, pero era mujeriego. Cabe recalcar que nunca pudo jugar bien al Quidditch y que estuvo a punto de reprobar un año en Hogwarts. Pero a Cygnus Black no le importaba, con tal de ser de sangre pura, adinerado y repudiar a cualquier "sangre sucia" y muggle bastaba para que le presentara a la mayor de sus hijas y arreglaran el compromiso.
La noticia del compromiso alarmó bastante a la familia, todos conocían de la pésima reputación de Rodolphus Lestrange y nadie quería que fuera parte de la familia, a excepción de Cygnus, su hermana Walburga y su padre Pollux. Como los niños no opinaban y las esposas eran sumisas (menos Walburga, porque ella y su esposo Orion eran primos en segundo grado y por ende ella también era Black), nadie dijo nada al respecto.
Nadie excepto el tío Alphard.
—Honestamente, una mujer guapa, inteligente y respetable como Bella no merece estar casada con alguien como Rodolphus Lestrange. Hay muchos muchachos que están a su altura y que también podrían estar con ella.
Su hermana Walburga opinaba distinto.
—Alphard, conozco a los solteros disponibles y créeme, o son pobres, o son traidores a la sangre, o no son sangre pura o son muy viejos o jóvenes para nuestra Bella querida.
—Claro, Rodolphus Lestrange es apenas unos cuantos años mayor...
—Tres años de diferencia son más que suficientes. Además, los hombres maduran después que las mujeres así que Rodolphus está al nivel de madurez de Bella.
—En todo caso —interrumpió Cygnus—, mi hija ya eligió casarse con él y todos opinamos que es lo mejor para ella. Andrómeda y Cissy están muy contentas con él y están ayudando mucho en los preparativos de la boda. Yo diría que están muy entusiasmadas.
Lo que no sabía Cygnus Black es que lo que estaba diciendo no era completamente cierto.
— ¡Oh, Bella! —Exclamaba una chica de trece años muy entusiasmada—, ¡Te ves hermosa!
Narcissa Black contemplaba a su hermana mayor mientras se probaba un elegante y costoso vestido de novia.
— ¿No te parece precioso? —preguntó a su otra hermana.
Andrómeda Black, quien estaba distraída leyendo Corazón de Bruja, alzó la mirada y vio a sus hermanas. La menor con la cara radiante y con los ojos brillosos, mientras que la mayor esperaba un comentario de parte suya, y más le valía que fuera bueno, de lo contrario estaría castigada todo el mes.
Se levantó, caminó hacia la futura novia, la miró de arriba a abajo y de abajo hacia arriba y le pidió que se amarrara el cabello. Bellatrix hizo una mueca, pero lo hizo.
—Si te recoges el pelo, podrás pedir prestado el collar de plata con esmeraldas a la Abuela Nissa —dijo Andrómeda.
La expresión de su hermana cambió de fastidio a ilusión. Es que para Bellatrix no había nada más hermoso que ese collar. Pertenecía a su abuela materna Narcissa Rosier y deseaba que se lo regalara o al menos se lo prestara en la boda.
— ¿Tú crees? —preguntó, aún dudando.
—Claro, ¿por qué no? Eres descendiente de mi abuela, tienes derecho a usarlo.
Bellatrix Black se miró en el espejo, sonrió, se le dilataron las pupilas y suspiró, pensando en lo hermosa que se vería con el collar de la Abuela Narcissa.
Cissy se puso a su lado y también sonrió, pensando en por qué su hermana mayor era tan perfecta. Andrómeda, por otro lado, volvió a su lectura, pensando en por qué su hermana mayor era tan tonta para casarse con el idiota de Rodolphus Lestrange.
Al día siguiente, en la noble y ancestral casa de los Black, todos se encontraban arreglados y vestidos, tanto los Black como los Lestrange. La mesa estaba servida para lo que sería una abundante cena y la casa estaba impecable.
De repente de la chimenea de la cocina salió una mujer mayor, de unos 60 años, aunque aparentaba tener menos edad. Llevaba una túnica azul oscura con un bolso y zapatos negros. El sombrero, del mismo color, le daba una apariencia madura y elegante. Llevaba también consigo un baúl lleno de estampillas. Esa mujer era Narcissa Rosier, la abuela materna de las hermanas Black, quienes la llamaban Abuela Nissa.
— ¿Bueno y qué? ¿Nadie me va a saludar?
La primera en hacerlo fue Cissy, que corrió hacia ella. Luego Druella fue a saludar a su madre. La Abuela las saludó y luego preguntó por "la novia más guapa del año."
Bellatrix apareció del brazo de Rodolphus y saludó afectivamente a su abuela quien, al ver al novio, casi muere de espanto pero logró disimular su desencanto con una amplia sonrisa.
—Abuela, le presento a Rodolphus Lestrange, mi prometido —dijo Bellatrix. Las dos últimas palabras las dijo como si le pesaran.
— ¡Oh! ¡Encantada! —Exclamó la Abuela Nissa—. ¡Y supongo que estos son sus padres! —dijo mientras se acercaba a los señores Lestrange.
Por otro lado, Andrómeda estaba esperando a que su abuela la tomara en cuenta, cuando alguien la distrajo.
—Parece que tu abuela se ha olvidado de tu existencia...
—Tú sabes que no, ella es siempre así de alegre y cuando pasan estas cosas se distrae mucho y...
—Yo no tengo por qué saberlo, no es mi abuela.
—Bueno, pero sí es la mía y ahora ya sabes cómo es.
— Andrómeda... ¿sabes que no me afecta en absoluto?
La chica suspiró, no era la primera vez que Sirius se portaba como tonto.
—Si no te molesta, iré a saludar a mi abuela. Y más te vale que tú también lo hagas o mi tía Walburga te castigará.
— Sabes que mi mamá odia a Narcissa Rosier, ¿verdad?
—Y que el sentimiento es mutuo... igualmente, hay que aparentar. Vamos.
Andrómeda se acercó a su abuela y la estrechó fuertemente. La Abuela Nissa la saludó cálidamente y luego le susurró al oído —: Fue Walburga quien eligió semejante monstruo para tu hermana, ¿verdad?
—De hecho, fue el Abuelo Pollux.
—Sigo sin sorprenderme.
Se separaron, y Nissa dijo a Andrómeda que fueran a su habitación, que tenía algo importante que decirle. Al llegar, Nissa cerró la puerta y pidió a su nieta que le enseñara el vestido que iba a usar para la boda. Era rojo oscuro, sin mangas, largo hasta las rodillas, ceñido arriba de la cintura y un lazo atrás.
— ¿Rojo para las damas? —Preguntó extrañada la Abuela Nissa—. ¿Es para la corte de damas de una novia o del dueño de un prostíbulo?
—Fue la mamá de Rodolphus —respondió Andrómeda riendo.
— ¿Y qué dijo Walburga?
—Su reacción fue un tanto parecida a la suya, pero gracias a Dios estaba muy ocupada ese día con las cosas del colegio de mi primo Sirius. Empieza Hogwarts la próxima semana, ¿Lo olvida?
— ¡Oh, sí! Bueno, ¿pero qué dijeron Bella y tu mamá en todo caso?
—A Bella le hubiera gustado verde, pero mi mama la convenció...honestamente no están feos los vestidos...
—No están nada mal, querida, pero yo no lo hubiera permitido...
—Mi tía Walburga dijo lo mismo, que cómo se les había ocurrido elegir esos vestidos sin ella presente...
— ¡Como si ella estuviera pagando algo de la boda!
A la Abuela Nissa le encantaba criticar a las personas que no le caían bien. Y los Black no eran la excepción. Estimaba a su yerno Cygnus, le parecía un hombre muy recto y respetuoso, un caballero, lo mejor que pudo conseguir para su hija. Y al fin y al cabo, era el que había criado a sus tres nietas y Narcissa Rosier estaba orgullosa de ellas, tres brujas guapas e inteligentes. A Cygnus le tenía cierto cariño y respeto...pero al resto de los Black, no tanto.
Con excepción de Alphard y Sirius, todos le parecían unos ridículos. Toda decisión debía ser tomada por el gran patriarca Pollux, y solo podían opinar sus hijos Alphard, Cygnus y Walburga, su yerno/sobrino Orion y cualquier miembro de la familia que fuera mayor de edad. Las mujeres (a menos que fueran de la familia y mayores de edad) no podían opinar.
—Bueno —siguió la Abuela Nissa—, la razón por la cual te llamé es porque quiero prestarte algo para que uses en la boda. Algo con lo que te aseguro te verás más hermosa de lo que ya eres. Tu mamá no compró joyas, ¿verdad?
—No, dijo que de eso se encargaría luego...
—Porque le escribí diciéndole que no lo hiciera, que yo me encargaba de aquello. Y bueno —sacó de su bolso una caja—, aquí esta.
Andrómeda abrió la caja. Adentro estaba el collar de esmeraldas que Bellatrix tanto añoraba.
La chica agradeció a su abuela, pero quería comentarle lo que le había dicho a su hermana. Desafortunadamente, un elfo doméstico irrumpió en la escena informando que ya debían bajar a cenar.
Andrómeda se quedó parada sin decir nada, sin moverse, solamente pensando en cómo haría para evitar o sobrevivir la furia de su hermana mayor.
Después de la cena, la Abuela Nissa se reunió con Bellatrix. Andrómeda esperaba preocupada cerca de la habitación. Cuando Nissa salió de la habitación, Andrómeda entró silenciosamente. Adentro estaba Bellatrix, sentada, mirándose en el espejo. En su cara se veía una mezcla de decepción y tristeza. Vio el reflejo de su hermana en el espejo, se volteó, la miró y supo que la Abuela Nissa le había dado a ella el collar de esmeraldas.
—Bella, no sabía...lo siento...
—A mí me dio esto.
Bellatrix mostró una cadena de oro, de ella pendía un dije de cristal, en cuyo centro estaba un pájaro de oro. Era el obsequio que el Abuelo Cecil le había regalado a la Abuela Nissa cuando se casaron. Y no solamente incluía el collar, sino un juego completo de joyas.
—Bella, la Abuela Nissa te quiere mucho... y al fin y al cabo, a mí me prestó el collar de esmeraldas, a ti te regalo el juego completo de las joyas que ella usó cuando se casó... deberías sentirte honrada.
—Sí, ¡pero yo quería el collar de esmeraldas!
Andrómeda se quedó muda un momento, luego pensó.
—Hagamos un trato. Quédate con el juego y te doy el collar.
— ¿Y tú que vas a usar?
—Supongo que tú me prestarás el juego completo.
— ¿Y qué dirá la abuela?
—Yo hablaré con ella y le diré que el collar se veía horrible con el vestidito rojo y que tú te pondrás el juego para su cumpleaños y Navidad.
—Está bien...
—Mama tenía razón con los vestidos rojos... te dije que serían útiles.
Dejó la caja con el collar sobre la mesita de noche de Bellatrix, y luego se retiró.
— ¡Andrómeda! —La llamó su hermana, la cual se volteo, — ¡Gracias!
—De nada —respondió, dándole una sonrisa.
Este capítulo fue beteado por Erised Black, Rosegranger y Priimavera.
