No era un mal día. Pero llevaba tiempo dándole vueltas a lo mismo. Se encontraba completamente solo y deseaba más que nada en el mundo alguien a quien amar o que reconociera los sentimientos que deseaba entregar.
Si era sincero, había alguien que llevaba mucho tiempo dando vueltas en su cabeza. Alguien que le gustaba e incluso podría decir que estaba completamente enamorado de él.
Sin embargo, no importaba. Su amor era del tipo no correspondido y por eso no se hacía ilusiones. Se sentó en el pasto del parque y se dedicó a pensar en todo eso y mucho más. Cuando se disponía a marcharse fue que sintió como alguien cubría sus ojos.
-Hola Barry-susurro el sujeto en su oído y el castaño no pudo más que sonreír de modo impecable.
-Oliver-murmuró suave y el rubio lo rodeó para sentarse delante de él. Quedaron enfrentados y se mantuvieron en silencio por un rato hasta que fue el castaño quien se atrevió.
-¿Puedes cerrar los ojos?-dijo viéndolo atentamente. El ojiazul lo hizo y Barry pasó una mano por delante para estar seguro. Cuando estuvo seguro de lo que iba a hacer, lo tomó por la barbilla, delineo sus labios con su pulgar izquierdo y se acercó. Sintió la respiración del rubio contra sus labios y se hizo hacia adelante, uniendo sus labios. Besandolo como siempre había querido, para su fortuna fue correspondido y al momento de separarse sintió un beso casto sobre sus labios.
Se atrevió a abrir los ojos y noto la sonrisa de su socio, quien estiró su mano para entrelazarla con la del castaño.
-¿Vamos a un sitio más privado?-sugirió el arquero y en un par de segundos se vio en la entrada de su loft. Luego de abrir la puerta supo que quería a Barry Allen por siempre en su vida.
