Destino

Muchas personas creer en el destino, actos con consecuencias que se entrelazan entre ellas provocando un fin determinado, otros creerán que son puras casualidades. Ryoga no era uno de ellos. El si creía firmemente en que cada persona tenía su propia historia por recorrer, que no podía ser cambiada sino por uno mismo, según sus propios actos; los caminos que tomase lo conducirían al final predestinado.

Tirado bajo aquel árbol mirando el paisaje a su alrededor pensaba como había cambiado su vida a través de los años, de ser un niño viviendo una infancia normal, seguro en los brazos de sus padres en un pequeño pueblo del Japón, a ser un hombre viajando por el mundo sin rumbo fijo; ese pensamiento hizo que una leve sonrisa apareciera en la comisura de sus labios, también sabía que eso no era del todo cierto. Si, hubo un tiempo desde que dejo su pueblo que no tuvo un rumbo, tiempo en el que lo único que ocupaba su mente era volverse cada día más diestro en las artes marciales, en donde entrenar era su mayor interés en la vida y llegar a ser el hombre más poderoso su meta, y ahora muchos años después no podía decir lo mismo. Si bien su interés no había cambiado, su meta se había vuelto un poco distinta; ya no soñaba con ser el más fuerte de los hombres solo se conformaba con ser más fuerte que Ranma.

Hacía casi dos horas que había parado a descansar de su extenso viaje, lo necesitaba luego de casi tres días de caminata sin descanso, sin sueño y sin probar bocado, según sus cálculos se encontraba a la salida de Itabashi a unos 100 kilómetros de su destino final Nerima. Había entrenado arduamente en las montañas para poder sacar todo su potencial en la próxima pelea con su mayor y único rival.

Ya iban 6 meses que había abandonado Nerima con la promesa de regresar y enfrentar nuevamente a Ranma y si bien él pocas veces lo tomaba en serio, ahora se vería obligado a hacerlo para no perder su vida, porque Ryoga Hibiki había jurado hacerle pagar todas y cada una de sus burlas y por sobre todo su terrible maldición, y por supuesto todo gran sacrificio, como haber entrenado tanto casi hasta la inconsciencia tenía su recompensa, tenía la esperanza que en el preciso momento en que venciera y humillara a Ranma como tantas veces había hecho él con su persona la bella Akane Tendo caería en sus brazos dándose cuenta de su profundo amor y rompiendo su compromiso definitivamente dando paso a lo que sería lo mejor de su vida.

Con todo esto en la cabeza Ryoga levanto sus pertenencias y reanudo su viaje hacia su destino el que tanto tiempo la vida le negó y el que estaba seguro conseguiría con sus propias manos.

Ahora si iba a poder cumplir su meta, ahora sí podría vencer a Ranma en un combate cuerpo a cuerpo se casaría con Akane y su vida comenzaría de una buena vez por todas. Calculando que llegaría a Nerima en un par de horas si su falta de orientación no le jugaba una mala pasada como siempre hacia y en vez de horas tardara días. No eso ya no iba a ser un contratiempo para él, no lo seria porque su querida Akane ahora guiaba sus pasos y caminando lentamente en la dirección correcta dijo en un susurro levemente como esperando que el viento hiciera llegar su voz:

-Espérame mi amor….