(Historia NO cómica. Por fin voy a hacer algo serio... ¿Qué pasa?¿No me
creéis capaz? Vais a ver...)
¡No todo empezó con un te quiero y un beso en Rivendel!
Lo que de verdad pasó entre Aragorn y Arwen
Mucho tiempo después de haber habido una batalla en la que elfos y hombres unieron sus fuerzas para evitar la caída de la noche de la mano de Sauron en la Tierra Media hubo otra batalla.
Mucha sangre se derramó. Elfos y hombres volvieron a luchar, pero esta vez entre si, para gobernar unos territorios en los cuales, si Sauron regresaba al poder, cada uno de sus pueblos podía estar a salvo. Los elfos, desde el mar, en sus barcos de oro y plata, hicieron silbar sus flechas y caballeros en las montañas desenvainaron sus espadas.
Arathorn estaba al frente del ejercito de los hombres, heredero de Isildur, rey de Gondor, y los estandartes del color del fuego brillaron al sol tras de él cuando su espada se alzó en el aire y dio su grito de guerra. A su lado, Aragorn, su hijo y heredero al trono, luchó con valentía.
Elrond también estuvo allí y desde su barco blanco y dorado divisó otra victoria de entre las innumerables batallas vividas.
Aragorn luchó y se defendió y cuando su caballo también calló entre cuerpos de ambas razas y sangre versada continuó luchando y defendiéndose a pié blandiendo su espada y animando a sus hombres a luchar por su pueblo. Era joven pero no conocía el miedo y la muerte no le preocupaba.
Se fue alejando de las tropas, intentando abrirse paso entre los elfos enemigos y se encontró solo, muy alejado de la verdadera batalla pero rodeado de espadas que dirigían sus puntas afiladas hacia su cuello y flechas que apuntaban a su corazón. No iba a rendirse, seguiría luchando, pero cuando iba a alzar su espada algo le golpeó en la cabeza y calló entre personas extrañas.
¡No todo empezó con un te quiero y un beso en Rivendel!
Lo que de verdad pasó entre Aragorn y Arwen
Mucho tiempo después de haber habido una batalla en la que elfos y hombres unieron sus fuerzas para evitar la caída de la noche de la mano de Sauron en la Tierra Media hubo otra batalla.
Mucha sangre se derramó. Elfos y hombres volvieron a luchar, pero esta vez entre si, para gobernar unos territorios en los cuales, si Sauron regresaba al poder, cada uno de sus pueblos podía estar a salvo. Los elfos, desde el mar, en sus barcos de oro y plata, hicieron silbar sus flechas y caballeros en las montañas desenvainaron sus espadas.
Arathorn estaba al frente del ejercito de los hombres, heredero de Isildur, rey de Gondor, y los estandartes del color del fuego brillaron al sol tras de él cuando su espada se alzó en el aire y dio su grito de guerra. A su lado, Aragorn, su hijo y heredero al trono, luchó con valentía.
Elrond también estuvo allí y desde su barco blanco y dorado divisó otra victoria de entre las innumerables batallas vividas.
Aragorn luchó y se defendió y cuando su caballo también calló entre cuerpos de ambas razas y sangre versada continuó luchando y defendiéndose a pié blandiendo su espada y animando a sus hombres a luchar por su pueblo. Era joven pero no conocía el miedo y la muerte no le preocupaba.
Se fue alejando de las tropas, intentando abrirse paso entre los elfos enemigos y se encontró solo, muy alejado de la verdadera batalla pero rodeado de espadas que dirigían sus puntas afiladas hacia su cuello y flechas que apuntaban a su corazón. No iba a rendirse, seguiría luchando, pero cuando iba a alzar su espada algo le golpeó en la cabeza y calló entre personas extrañas.
