Prólogo – Una amenaza.

Hacía muchísimo frío y el tiempo no auguraba nada bueno. El cielo estaba cubierto por una capa tan densa de nubes que no había ni rastro de la luna o las estrellas: en cualquier momento se desataría la tormenta.

Y Rin odiaba las tormentas.

La gente inteligente había optado por quedarse en sus respectivas casas, resguardándose de lo que estaba por venir: incluso héroes y villanos parecían haberse tomado la noche libre y la ciudad estaba extrañamente silenciosa, transmitiendo un aire de abandono bastante inusual.

Por supuesto, ella no entraba en la categoría de "gente inteligente" y aquella noche había salido de su refugio habitual para colarse en una casa destartalada y deshabitada que no parecía tener muchas posibilidades contra una tormenta de magnitudes hercúleas. Lamentablemente, no había encontrado un lugar mejor como base de operaciones y la situación se había convertido en urgente. La polvorienta cocina de aquella casa abandonada tendría que bastar.

—¿Y bien, Rin? ¿Qué era tan importante como para molestarnos esta vez? —inquirió uno de los chicos que habían acudido a su llamada. Tenía el pelo rojo oscuro cayéndole sobre la frente con aire descuidado y la fulminaba con sus ojos grises, tan fríos y lacerantes como el mismo hierro. Había apoyado los pies sobre la mesa en actitud insidiosa y balanceaba su silla con insolencia—. Si has pensado en dar un golpe espero que sea algo mejor que la última vez.

La aludida entrecerró los ojos para dedicarle su mejor mirada fulminante.

—Haya paz, chicos —intervino Fudo alzando una mano en gesto apaciguador. Tenía el cabello color malva encrespado y despeinado, con unos afilados ojos rojos. Quizás porque era el mayor –aunque solo fuera por un año– siempre adoptaba el papel de mediador—. Suficiente tengo ya con aguantar a los héroes como para encima tener que venir aquí a pelearme con vosotros. Déjala hablar, Norah.

Rin suspiró preparándose para hablar, al menos Fudo siempre solía ponerse de su parte.

—Ya sé que generalmente hago que nos reunamos por cosas… con poco sentido —les dedicó una sonrisa torcida: sus ideas habituales iban desde asaltar una juguetería hasta volar por los aires una tienda de fuegos artificiales solo porque le apetecía ver colores en el cielo, con un amplio abanico de posibilidades entre ambas. Sabía que eran peticiones sin sentido e infantiles, sin un fin definido, pero encontraba realmente divertido hacer aquel tipo de cosas con las únicas personas que se atrevería a llamar amigos. Y en el fondo, sabía que tanta queja por su parte era solo una fachada, ellos también se divertían—, pero ya me conocéis. Las cosas realmente importantes suelo resolverlas por mi cuenta.

El último integrante del grupo alzó una ceja. Entre su cabello rubio como el oro bruñido, tan esponjoso y suave que parecían hebras de nubes, y sus ojos grandes ojos azules, brillantes como zafiros, parecía sacado de una fábrica de niños buenos. Uno casi esperaba que un coro de ángeles celestiales empezara a cantar a su alrededor en cualquier momento.

Por suerte Rin nunca había sido mucho de confiar en las apariencias.

—Entonces… si esto es importante, ¿por qué nos llamas a nosotros? —Haku sonrió de forma encantadora, pero la malicia de sus ojos le delataba.

Era un capullo y quería que reconociera en voz alta su fracaso y su debilidad.

—Pues… porque resulta que quizás esto se me vaya un poco de las manos —apretó los dientes conteniendo el impulso de saltar sobre él y partirle los dientes de un golpe. En otras circunstancias jamás hubiera cedido, pero era consciente de que la situación le sobrepasaba.

Por una vez debía actuar como la persona madura y responsable que no era.

—Supongo que entonces debe ser algo realmente serio… —Fudo se rascó la nuca, pensativo. Rin asintió, agradeciendo mentalmente su apoyo: ella siempre sería su favorita y contaba con él para que, también en aquella ocasión, le echara un cable cuando lo necesitara— ¿de qué se trata?

Y, antes de lo que le hubiera gustado, llegó el momento de la verdad.

—Se trata Grey Goo —un pesado silencio se hizo hueco entre los chicos, tratando de digerir las palabras de Rin. Ese nombre levantaba escalofríos entre todos ellos y los empequeñecía por el terror puro que sentían ante él.

Ella no iba a juzgarlos, lo entendía perfectamente.

—Venga ya —finalmente, el primero en reaccionar fue Norah, que había bajado los pies de la mesa con un golpe seco y la miraba furioso, como si ella fuera la única culpable—, tienes que estar de coña. Ese psicópata ya está muerto.

Y ojalá se hubiera quedado así: Rin podría definir como los años más felices de su vida aquellos en los que también creyó que estaba muerto.

—Escuché rumores aquí y allá y comencé a indagar —dio un largo suspiro, apoyándose en la polvorienta encimera dela cocina, cruzando los brazos sobre su pecho—, al final descubrí que no murió en el incidente y está más dispuesto que nunca a cumplir con… sus ideales. Tenemos que hacer algo para evitarlo.

—¿Nosotros cuatro? ¿Pero es que has terminado de perder la cabeza? —Haku frunció el ceño—. Si lo que quieres es suicidarte existen otros métodos más poéticos, ¿lo sabías?

—Lo siento Rin, pero creo que Haku tiene razón —Fudo juntó sus manos sobre la mesa y desvió la mirada, incómodo—. Ya sabes que generalmente no me importa seguirte de vez en cuando en tus campañas sin sentido, es divertido y… no sé, a veces también está bien poder pasar tiempo con vosotros, sois algo así como la única familia que me queda. Pero esto es demasiado —el mayor sacudió la cabeza—. No dudo que de verdad ese… hombre esté de vuelta, ni tú eres tan inconsciente como para soltar una perla de ese calibre como si fuera una broma. Pero aunque sea así… ¿qué quieres que hagamos nosotros?

Y era ahora o nunca, tenía que hacer uso de todas sus dotes de persuasión antes de que terminaran de cerrarse de plano a la idea.

—Colaborar, eso es lo que podemos hacer. Está claro que por nuestra cuenta somos bastante inútiles, pero tendréis que estar de acuerdo conmigo con que tampoco podemos dejar que obre a su gusto y se cargue el planeta en el que vivimos. Así que lo mejor es buscar ayuda y, como esto se nos va de las manos, quizás necesitemos a los héroes para conseguirlo —alzó una mano para acallar las inminentes protestas de sus compañeros y siguió hablando—. Ya sé que suena a locura, pero esto no tiene nada que ver con héroes o villanos, quizás cada uno tenga su manera de ver las cosas o de actuar, pero estamos de acuerdo en que a todos nos gusta la tierra en la que vivimos, ¿no es así?

—No puedes estar hablando enserio —murmuró Norah, con los ojos como platos.

—Venga ya, chicos. Tenemos que dejar a un lado nuestras diferencias, aunque sea temporalmente, y colaborar los unos con los otros. Los héroes tienen recursos que nos pueden ser de utilidad y por otro lado, nuestros métodos para detener a gente como él suelen ser más eficaces. Si existe una remota posibilidad de salvarnos de Grey Goo, es uniendo fuerzas.

La pequeña cocina se quedó en silencio unos instantes hasta que Haku estalló en carcajadas.

—Joder Rin, cuando creía que ya estabas lo suficientemente pirada, vas y sales con esto. Y pensar que la última vez que nos llamaste solo querías robar la máquina de algodón de azúcar del puesto de la feria —Haku negó con la cabeza, intentando mantener su risa bajo control—. Creo que tus neuronas se han sobrecargado demasiado, aliar héroes y villanos es una idea demasiado estúpida incluso para ti.

—Muy bien, si alguien tiene una idea mejor de como lidiar con esto, estoy dispuesta a escucharla.

—¿Y por qué tenemos que lidiar nosotros con esto? ¿No se supone que somos los malos? Que se encarguen los héroes, que para algo es su trabajo —refunfuñó Norah frunciendo el ceño.

—¿Es que no lo veis? Los héroes no tienen ni idea de las intenciones de Grey Goo ni del verdadero alcance de su quirk. Y ahora mismo, con la pérdida del símbolo de paz y todas esas drogas nuevas en la ciudad no dan para más. Para cuando quieran ver que ese hombre es verdaderamente peligroso ya será tarde. Tenemos que hacerlo nosotros por… por el bien común.

—Vaya Rin, qué considerada eres —ironizó Haku. A pesar de mantener su actitud burlesca, era obvio que estaba inquieto.

Rin le dedicó una sonrisa torcida, sabiendo que nunca podría esconderle nada tan obvio a Haku. Cosas como el altruismo, la humanidad y la tierra misma en la que vivían eran, para ella, cosas más bien secundarias. Era lo suficientemente egoísta como para pensar solo en ella misma y en la venganza que pensaba cobrarse. Mataría a Grey Goo, a ser posible con sus propias manos, pero sabía que si empezaba aquella campaña ella sola no llegaría muy lejos.

Fudo se reclinó un poco en la silla y la miró con severidad, como si pudiera leer su mente.

—Ponte que te hacemos caso, coincido contigo en eso de que solo los héroes no bastan para detenerle… además de que seguro que los muy imbéciles no lo matarían en cuanto tuvieran la oportunidad y ese es un grave error. Con todo, quizás nos cueste convencer a los héroes, pero… ¿has pensado en el resto de villanos? ¿Te crees que van a acudir a nosotros así por las buenas? No es tan sencillo, Rin. Mira lo que pasó con la Alianza de Villanos y los Ocho Preceptos: no creo que podamos aspirar a nada mejor.

Rin dio una vuelta sobre sí misma, tratando de organizar sus ideas: su mente trabajaba a un ritmo frenético y necesitaba aclararse un poco. Finalmente, se detuvo en seco y apoyó ambas manos sobre la mesa, bajando la cabeza e intentando parecer más confiada y segura de lo que era. Sabía que no sería fácil hacerse oír: ella era siempre la de los planes absurdos y arriesgados, las improvisaciones y las estupideces en los momentos menos adecuados. La mayoría de los villanos que conocía se negaban a trabajar con ella, a excepción de los presentes –y quizás más por el lazo emocional que les unía que por otra cosa–, y ya podía imaginar como se tomaría el resto del mundo su descabellada idea. Pero necesitaba que, al menos ellos, la escucharan.

—Ya sé lo que pensáis de mí y de como planifico las cosas, soy un asco. Es intentar organizar algo y no tardo en echarlo todo a perder. Sé que este plan es arriesgado y ni siquiera debería llamarse plan porque no tengo ni la más remota idea de cómo llevarlo a cabo: son tantas las posibilidades de que salga mal, que no me voy a molestar en calcularlas. Pero tenemos que hacer algo. Grey Goo no se va a detener fácilmente y necesitamos recurrir a la mayor fuerza de la que podamos hacer uso, no hay otro plan. Es la única manera… y ya sé que es una locura, pero no nos queda más remedio que hacer que funcione —apretó los puños y los miró directamente con su mirada más determinada—. Lo que intento deciros es que pienso hacerlo, aunque al final me tenga que enfrentar a él yo sola. La única cuestión aquí es si estáis dispuestos a luchar conmigo.

La cocina volvió a sumirse en el silencio meditabundo de los presentes, tensos y alertas. Miraban a Rin como asimilando sus palabras. Finalmente, el impacto del puño de Haku contra la mesa atrajo la atención de todos.

—¡Joder! —tenía el ceño fruncido y la mirada iracunda—. Se supone que soy un puto villano, estas gilipolleces tendrían que importarme una mierda.

—Sabes que todos estamos sentenciados a muerte por tu culpa, ¿verdad, Rin? —añadió Norah frotándose las sienes, con aspecto cansado.

—El caso es que claro que no te vamos a dejar sola, a saber la que lías por tu cuenta —concluyó Fudo con una sonrisa ladeada que no terminó de llegarle a los ojos. Rin tuvo que hacer uso de todo su autocontrol para no llorar del alivio: era cierto que estaba dispuesta a plantarle cara a ese monstruo aunque fuera sola, pero era mucho más reconfortante saber que estarían con ella—. Ahora… ¿cómo se supone que vamos a empezar?

Y esa, era una gran pregunta.


Y bueno, aquí estoy con esta idea que me asaltó el otro día. Me encanta el concepto de mezclar héroes y villanos, meterlos en un entorno que no es el suyo y, digamos, poner a prueba sus convicciones. Lo bueno no es tan bueno y lo malo no es tan malo y todo el rollo.

Solo quería añadir que si alguien quiere, puede enviarme un OC para que salga en la historia. Necesitaría nombre, nombre de héroe o villano (en caso de tenerlo), una descripción física y psicológica lo más precisa posible, su quirk, algo de su historia... también cuáles son sus aspiraciones (es decir, si es villano o héroe por algún motivo en concreto o por simple amor al arte) y cualquier otra cosa que queráis añadir (en caso de ser héroe y tener un traje, cómo es por ejemplo, si es villano como acaba enterándose del plan de mis OCs y uniéndose, algún detalle que se me haya olvidado... lo que sea)

Sin más que añadir, nos leemos!