El ruido de una cremallera fue lo primero que escuchó esa lluviosa mañana. Todavía se encontraba somnoliento, apenas podía mantener sus ojos abiertos pese a intentarlo con esmero. Sus manos se deslizaron por el colchón, acariciando y agarrando las finas sábanas grises de una cama que no conocía.
Intentó incorporarse. La cabeza dolía como si clavasen mil cuchillos sobre ella y tan sólo pensaba en una cosa… ¡Quería una aspirina!. El ruido de las gotas golpeando el cristal hizo que mirase la ventana. El cielo estaba cubierto de nubes grises que avecinaban tormenta, las hojas de los árboles se movían en una danza caótica por el vendaval, sin embargo… tras conseguir abrir bien los ojos, se fijó en ese chico frente a él, a los pies de la cama que buscaba su camiseta en uno de los sillones.
¡No recordaba mucho! Pero verse en la cama, desnudo como estaba… le hizo darse cuenta de que no había sido una noche tranquila. Él… que había salido de fiestas con sus amigos, estaba en esa cama que no conocía, con un chico tan atractivo como desconocido.
- ¿Qué he hecho? – susurró levantando ligeramente la sábana gris para comprobar que realmente… estaba desnudo.
- Me voy a trabajar – escuchó que decía el chico frente a él.
Observó aquellos músculos de sus brazos tensarse mientras la camiseta resbalaba sobre su cuerpo, cubriendo su abdomen antes que fuera en busca de su chaqueta.
- Necesito un café – se dejó caer Naruto sobre la cama al ver aquello.
- Yo no soy tu madre – le aclaró el chico subiendo un pie encima de la silla para atarse los cordones de la recién puesta zapatilla.
¡Antipático! Eso le resultó a Naruto. Él, que siempre había elegido a sus citas, que jamás había tenido un "rollo de una noche", se encontraba allí y todo… ¡Porque sus amigos le habían incentivado a beber esa noche! Primero fue la cerveza, detrás los chupitos, siguiendo los cubatas y finalmente… la estúpida apuesta de sus amigos de que no sería capaz de llevarse a alguien a la cama sin querer tener una relación seria.
- Mierda – se quejó Naruto de sí mismo, por haberse dejado convencer de semejante locura, por haber bebido hasta perder la razón sobre lo que hacía.
Toda su vida había caminado sobre decisiones seguras. Su primer novio y su segundo… todos ellos los había elegido a conciencia y con todos creyó que serían su pareja para el resto de su vida. No podía evitar que sus amigos le vieran inocente en ese aspecto. Se enamoraba perdidamente, creía en el amor y en que su pareja perfecta estaba ahí fuera, creía que la persona con la que salía sería la definitiva, nunca imaginó que pudiera existir "el sexo sin compromiso". Todos le habían roto el corazón, ninguno fue su alma perfecta, pero él seguía siendo ese idealista que creía conocer a la persona perfecta en cada ocasión.
- ¿Dónde vas? – preguntó alarmado Naruto al ver que ese chico de brillante cabello negro se movía ya vestido hacia la puerta.
- ¿Eres sordo? A trabajar – le dijo de mal humor.
- Eres muy antipático. Al menos podrías haber desayunado conmigo.
- ¡Oh, Dios mío! ¿No me digas que creías…? – se sorprendió el joven al ver la reacción de Naruto – mira, chico… estuviste increíble anoche y me lo pasé genial pero… si crees en el amor y los cuentos de hadas, yo no soy tu chico. Sólo ha sido eso, dejémoslo en que ha sido una noche increíble. ¿Vale?
- Pero… ¿Volveré a verte?
¡Se detuvo! Su mano se había detenido en el picaporte de la puerta y entonces…sus labios se curvaron hasta mostrar una ligera sonrisa, no una elegante o llamativa, sino una casi de incredulidad por lo que estaba viviendo. Su otra mano subió hasta su frente, acariciándose la sien como si todo el asunto le provocase dolor de cabeza y entonces, se giró de nuevo hacia la cama mirando fijamente al chico desnudo que seguía en ella.
- ¡Por dios!… Noooo – dijo el moreno arrastrando la "o" con una sonrisa y casi una burla en sus labios.
La puerta se cerró, dejando a Naruto solo en la estancia, con cara de sorpresa e incredulidad. Resopló frustrado, sacando una ligera sonrisa que denotaba su malestar con la situación, pero no podía hacer mucho al respecto, por lo que simplemente… decidió vestirse para marcharse de ese hotel donde había pasado la noche.
Ya estaba terminando de subirse el pantalón vaquero, cuando escuchó la vibración de su móvil sobre la mesilla de noche. Era su amigo Kiba. Siempre habían sido muy cercanos, prácticamente se conocían desde el parvulario, así que cogió la llamada con algo de desgana mientras terminaba de subirse la cremallera.
- ¿Qué tal esa noche? – preguntó con cierto tono persuasivo.
- Parece un capullo – comentó Naruto sin más.
- ¿Tan mal ha ido?
- Desde luego, no puedo decir que sea el hombre de mi vida – aclaró.
- Naruto… por eso mismo estabas haciendo esto. Tienes la costumbre de imaginarte en la primera cita con alguien toda tu vida, tu matrimonio, con hijos, con una casa con jardín y perros… te imaginas una vida demasiado perfecta con todas tus citas. Debes abrir un poco la mente, no todas las personas que conozcas van a ser tu pareja perfecta.
- Ya lo sé, siempre me lo repites.
- Porque eres un idealista. Si al menos esto te ha servido para darte cuenta de que no siempre es así… entonces habrá valido la pena.
- ¿Crees que soy un mojigato? – le preguntó.
- No – dijo Kiba muy seguro – en acostarte con ellos no tienes ningún problema, el problema es más bien… que vas demasiado rápido en tus planes y los asustas. Seguro que ya te habías imaginado toda tu vida al lado de ese chico… y eso que ni le conocías.
Naruto se sonrojó levemente al darse cuenta de que era cierto, en la primera copa con él ya se estaba imaginando toda la vida a su lado. En parte, entendía a sus amigos, era normal que pensasen así, le conocían demasiado bien.
- Esta vez no será así, ya me he dado cuenta que no era el chico para mí – sonrió Naruto – sólo era un crío más.
- Muy bien, ésa es la actitud, ahora levántate y, ¡a trabajar!
¡Una sonrisa! Eso es lo que conseguía sacarle Kiba siempre ante cualquier situación. Había iniciado con una mañana pésima, pero estaba dispuesto a cambiar los acontecimientos de ese día. Por fin le habían dado una de las mayores oportunidades de su carrera como fotógrafo, iba a sacar las fotografías del modelo juvenil de más éxito en Tokio para una importante gala benéfica. Esos cuadros seguramente se los quitarían de las manos y con el dinero recaudado, harían grandes obras sociales. Estaba seguro de ello.
Una vez arreglado, cogió su chaqueta de cuero y buscó en uno de los bolsillos las llaves de la moto. Siempre era más cómodo moverse con ella por esa ciudad tan ajetreada. Buscó el casco por la habitación hasta hallarlo en el suelo, frente a la cómoda de noche y se dispuso a marcharse al trabajo. ¡Hoy iba a ser un gran día! Eso había decidido pese a la mañana que ya llevaba.
¡Atónitos! Así se habían quedado los dos cuando sus ojos se encontraron una vez más. Naruto no podía creerse que el "Gran ídolo" y modelo que todas las jovencitas deseaban… fuera precisamente ese chico con el que había pasado la noche.
- Mierda – susurró para sí mismo, observando también el rostro de frustración y casi enfado del moreno.
- Joder… tenía que ser el mojigato – dejó escapar Sasuke – quiero otro fotógrafo.
Aquella frase fue algo que el rubio no esperaba, pero a la vez, le hizo enfadarse como nunca antes. Él, que siempre había separado muy bien su trabajo de lo personal, ahora estaba en esa extraña situación por culpa de una maldita noche de alcohol y apuestas con sus amigos. ¡No iba a perder el trabajo por ese cretino! De eso estaba completamente seguro.
Enfadado como estaba, cogió del brazo a Sasuke Uchiha frente a los rostros sorprendidos de los presentes y lo apartó hacia uno de los laterales. Quizá el resto de los que trabajaban con él no se atrevieran a decirle las cosas claras… pero él estaba a punto de perder su trabajo por una tontería personal, así que… lo único que pudo pensar fue "de perdidos al río".
- Mira, chaval, no he venido aquí a jugar y ni siquiera sabía quién eras hasta que he entrado por esa puerta. Si tienes un problema conmigo, arréglalo como puedas, pero yo no voy a perder mi trabajo por lo que haya pasado una noche. He venido aquí a sacarte las fotografías para ese evento y es lo que voy a hacer, te guste o no. Así que haz tu trabajo y empieza a posar.
- ¿Puedes separar lo personal de lo profesional? – preguntó Sasuke – porque esta mañana parecía como si fueras a pedirme matrimonio – sonrió con toque burlón.
- Puede que sea algo inocente en algunas cosas y que crea que el amor existe, o que ahí fuera tiene que estar la pareja perfecta para mí, pero desde luego, esta mañana me has dejado bien claro que no eres tú. Ahora déjame hacer las fotos.
- Sólo por arriesgarte a hablarme así… creo que puedo darte una oportunidad. Pero recuerda… sólo es trabajo.
- Es un capullo – dijo enfadado al ver que Sasuke se marchaba y no podía oírle, aunque sí hubo otra persona que escuchó aquello.
- Sí que lo es. Últimamente está muy raro. Soy Neji, amigo de la infancia de Sasuke.
- Vaya… lo siento, no quería decir eso…
- Sí querías, pero no pasa nada. Es cierto que últimamente está más "capullo" de lo normal.
- ¿No era así antes?
- Qué va. Siempre ha sido un chico reservado, no le daba el mínimo interés a las chicas o incluso a los chicos… él sólo… estudiaba. Quería ser el mejor, quizá porque su familia siempre le ha pedido resaltar en todo. Hace aproximadamente un año… cambió. Dejó de estudiar pese a que le encantaba, ha empezado a vivir más la noche… ¡ya me entiendes! Y en el trabajo… bueno… es lo que ves.
Giró la mirada de nuevo hacia Sasuke Uchiha que hablaba con uno de los representantes. "Modelo y actor", el más joven e influyente ahora mismo en Japón y, sin embargo, no fue eso lo que Naruto vio, sino esos ojos melancólicos y perdidos. Habría mentido si hubiera dicho que no le causaba intriga descubrir el motivo de ese supuesto cambio que le comentaban. Había algo en Sasuke Uchiha… una sensación rara y a la vez atrayente que le incitaba a querer saber más sobre él, pero desde luego… no sería Sasuke el que le dejaría entrar así como así para descubrir sus secretos o su vida.
- Estoy listo – comentó Sasuke hacia el rubio – cuando quieras puedes empezar.
Pronto descubrió Naruto el motivo por el que los adolescentes estaban locos por ese chico. ¡La cámara le adoraba! Tenía una atracción única, hasta él mismo estaba hipnotizado con sus poses o con sus miradas. Era un chico realmente atractivo, cualquiera podría enamorarse de él… ¡Al menos si no conocían su actitud! O eso es lo que pensaba Naruto.
Acabada la primera sesión fotográfica, Naruto decidió bajar a la cafetería. Necesitaba cafeína y enseguida. Ni siquiera le había dado tiempo a desayunar debidamente con el ajetreo de esa mañana. Tras pedir un café con leche para llevar, observó a Sasuke Uchiha al fondo, frente a una gran ventana, con su mirada perdida en una fotografía que sostenían sus largos dedos.
Quizá… esa mirada triste y melancólica fue lo que le hizo fijarse una vez más en él, fue esa mirada la que por mucho que se repetía que era un idiota… conseguía sacarle un sentimiento de lástima. ¡Ese chico era tan extraño! En un segundo podía sentir todo el odio del mundo hacia él y al siguiente… sentía la necesidad de ir allí y abrazarle, descubrir qué le afligía y consolarle. ¿Qué era lo que ocultaba ese modelo tras su mirada? ¡Iba a descubrirlo! Porque si algo era Naruto Uzumaki… era persistente y cabezón.
Sacó su cámara de fotos una vez más y enfocó la lente desde donde estaba, en el momento justo cuando Sasuke apoyaba su barbilla sobre una de sus manos y miraba hacia la ventana, sacando la imagen más humana y perfecta que había hecho en toda la mañana, porque para Naruto… ése era el auténtico Sasuke Uchiha. No el engreído modelo, no el chico con el que se había acostado y había dejado libre su afilada lengua, no… era ese joven de mirada perdida.
