Ninguno de los personajes me pertenece, son obra de Rumiko Takahashi y parte del elenco de Inuyasha. Lo único mío es esta historia, hecha sin fines de lucro, sólo para entretener.
Advertencias: Puede haber capítulos cortos, largos, con contenido para todo público o adulto.
Este fic participa del Mini-reto: ¡Semana Sessh/Kagura!' del foro ¡Siéntate!
Vida juntos.
Capítulo I. El primer mes.
La moneda rodó en la fina madera de su comedor una y otra vez, un juego que patéticamente nada lograba para relajarla, o distraer su atención del reloj adornado que retumbaba con su tic tac.
Estaba anocheciendo, hace rato habían traído la comida que mandó pedir para ambos, y él… No aparecía. Bastardo, si ella incluso se esforzó en tomar la comida y ponerla sobre unos platos decentes junto con vasos y cubiertos limpios.
El cambio volvió a rodar por la mesa, aunque esta vez no fue atrapado, Kagura retiró la mano que lo atraparía en cuanto escuchó la puerta del departamento abrirse. Tomó sus cubiertos y metió varios bocados de golpe a su boca, masticando tan rápido como podía y bebiendo de su agua para pasar la comida. Hizo su pose indiferente después de su odisea con los primeros bocados y sin dificultad se fingió desinteresada, mientras lentamente deslizaba la comida hacia su boca.
—¿No piensas venir a saludar?— el pedazo de carne en su plato estaba siendo cortado al tiempo que dirigía la mirada hacia la entrada.
Él estaba de pie en el marco de madera, aflojando su corbata y los botones de las mangas de su camisa. Tan correcto ante todos, pero ella podía sentir lo asfixiado que lo hacía sentir el mundo laboral en el que estaba sumergido.
Se sentó en el lugar en el que estaba su plato y comenzó a comer. Al primer bocado alzó la ceja, no pareció del todo a gusto con el alimento.
—Está frío.
Ella levantó los hombros mientras pasaba un poco de arroz —No se mantiene caliente a temperatura ambiente. Debiste llegar antes— siguió dedicada a su propio plato de comida, como si el de ella estuviera caliente y rico.
—No puedo llegar temprano todos los días y lo sabes. Ya te lo había dicho— a pesar de la primera observación se llevó un poco de carne a la boca. Tal vez debería reconsiderar dejar en sus manos la alimentación de ambos.
La conversación no llegaría a ningún lado, no era algo importante. Y la convivencia de esa forma fue establecida desde hace tiempo. Ambos pactaron en silencio por la tranquilidad de la cena, dedicándose sin demasiadas ganas a sus platos.
—Hoy cumplimos un mes de vivir juntos— lo soltó de forma casual, como si no le importara mucho.
—Lo sé— la respuesta la hizo abrir los ojos un poco más de lo normal y detener el bocado antes de su destino a su boca.
—Esta comida está asquerosa… Deberíamos ir a comer a otro lado— por alguna razón dar esa propuesta le cosquilleaba en el estómago y la hacía sentir ligeramente nerviosa. Basura, si ella sólo lo decía por lo desagradable que resultaba esa cena.
—Pero yo elegiré el lugar. No quiero algo demasiado ruidoso— hizo a un lado el platillo que apenas había tocado y se puso de pie. Volviendo a acomodar su corbata y camisa.
—Da igual, pero que sea mejor que esto— de forma veloz levantó la mesa, metiendo los desperdicios en una bolsa —. Iré a tirar esto— sin esperar respuesta Kagura tomó la bolsa de basura y salió a los depósitos del edificio. Quería tomar un poco de aire, sentía ganas de sonreír de forma idiota y no lo haría ahí metida.
Se paró sin cuidado en un costado del contenedor, un quejido la alertó, pero no logró escuchar nada debido al sonido de los desperdicios entrando a su lugar. Un dolor punzante la hizo doblar la pierna y lanzar una patada con la otra. Un perro salió llorando de entre las sombras, en búsqueda de otro refugió.
Tardó en reaccionar a lo que había pasado, se sentó en las escaleras más cercanas al edificio y se quedó mirando un rato a su pierna, con las marcas de colmillos y sangre brotando por la fuerza de la mordida y la profundidad de las heridas. Llevaba una falda ese día y la tela poco pudo protegerla.
—¿Qué pasó?— la voz masculina la sacó del trance. Volteo a verlo, estaba demostrando enojo, de las pocas emociones que llegaba a expresar de forma ligeramente recurrente —¿Dónde está?
—¿Quién?— seguía como perdida, el dolor aún estaba presente y ella seguía mirando atentamente la sangre, ligeramente seca.
Dejó de sentirlo a su lado y tampoco le dio demasiada importancia, ahora estaba sintiendo bastante enojo tras empezar a asimilar lo que le había pasado. La puerta de un auto se abrió cerca de ella, lo notó gracias al sonido que anunciaba que la puerta había sido abierta y el auto seguía encendido.
Cuando iba a levantar la mirada a ver qué ocurría, se vio a sí misma elevada y llevada hacia el asiento del copiloto, aunque sin demasiada delicadeza.
—¿Qué cara-? ¿Sesshomaru?— ahora él ocupaba su lugar en el asiento del conductor y ponía el auto en marcha.
—Vamos al hospital.
No pudo responderle nada, sabía que era lo más apropiado.
Al llegar tuvo la suerte de que la atendieran antes de que en un ataque de ira destrozara la sala de espera, una vacuna obligatoria, la curación de la herida y un par de medicamentos para sanar. No entendía cómo tantas horas de la noche se habían consumido, ni en qué momento. Ya era de madrugada.
—¡Estúpidos! ¿No podían haberlo hecho más rápido?— al menos ya estaban en la comodidad del auto, un par de calles más y estarían de vuelta en el departamento.
Él continuaba con la mirada atenta al camino, ignorando la rabia que salía de la otra boca.
—… Ahora no cenaremos nada. Tiré la comida que pedí del restaurante y a esta hora con trabajo conseguiremos una maldita sopa instantánea.
—Igual es tarde. Bastará con llegar a dormir.
Lo miró con ligero desconcierto, pero no había alguna palabra que pudiera o quisiera decir. Dormir era lo único que se le antojaba. No rechazaría esa idea.
—Mañana no dejaré enfriar la cena. Pero ahora tú sales a tirar la basura— ahora ella también tenía fija la vista al camino.
—Deja eso para otro día. Mañana cenaremos en donde yo elija.
De nuevo las malditas mariposas en el estómago y la sonrisa sobre sus labios, ligeramente descoloreados del labial rojo que solía usar. Bajó la ventana de su lado, dejando entrar un poco de aire fresco, el viento revoloteando algunos cabellos negros que habían salido de su peinado.
Esa noche su cama le bastaba, en la mañana se preocuparía de conseguir algo que cubriera la mordedura que había recibido pero que aun así resaltara sus curvas… Además, incluso no se sentía tan despojada de energías como para negarse a acostarse sin dormir.
Feliz primer aniversario.
Prompt: Lastimadura.
¡Yoho! Saludos y bienvenidas a esta pequeña historia común, una simple serie de relatos cortos, o quizá no, que trataran de la vida de Sesshomaru y Kagura viviendo juntos. Tengo muchas historias activas, pero la verdad es que la musa no ha querido cooperar mucho, así que aproveché esta actividad del amado y sensual foro de ¡Siéntate! Para lograr destrabar algo, aprovechando la semana dedicada a mi OTP. ¡Muchas gracias a YumiPon por estar para ayudarme siempre! (incluso con cosas fuera del fandom).
¿Les gustó el resultado? Espero contar con sus reviews, sino saben cómo dejar uno pueden ir a mi perfil, en donde encontrarán una guía que les ayudará a dar ánimos a sus fickers favoritos.
Nos estamos leyendo.
