La habitación se encontraba sumida en la penumbra, siendo iluminada tan solo por pequeños rayos de luna que a duras penas, conseguían colarse a través de las cortinas. La habitación se encontraba sumida en la penumbra, siendo iluminada tan solo por pequeños rayos de luna que a duras penas, conseguían colarse a través de las cortinas.
En la penumbra, lo único que rompía el silencio eran las respiraciones de quienes estaban en la habitación, ambas tranquilas y acompasadas.
La mujer pasó suavemente los dedos por la espalda del contrario, acariciándola con las yemas de los dedos, dibujando extrañas figuras cuyo único fin era el de saciar sus deseos de tocar a aquél hombre. A diferencia de ella, él estaba durmiendo, por lo que era obvio que no sentiría sus caricias. Le gustaba hacer eso cuando él quedaba dormido antes que ella, lo que solía ocurrir la mayoría de veces que se veían a altas horas de la noche. Él intentaba evitarlo y mantenerse despierto todo el tiempo posible para, simplemente, observar el rostro de la mujer, cuya mirada era siempre correspondida.
Yamuraiha quiso aumentar sus caricias y así hizo, pasando sus manos por la desnuda cintura del moreno mientras acercaba su rostro a su espalda para acariciarla con sus propios labios. Continuó así durante un largo rato, incorporándose progresivamente conforme sus labios ascendían hacia su hombro. Una vez allí dejó un beso en el que se demoró varios segundos.
Esbozó una sonrisa, sabiendo que ella era su propia y única confidente sobre lo que hacía cuando él caía dormido.
De pronto, sintió que el cuerpo de Sharrkan se movía y se giraba hacia ella, aunque ella no le dio la menor importancia. Volvió a agacharse hacia él, para esta vez besar sus labios pero se detuvo a tan solo unos centímetros de su rostro.
Los brillantes ojos verdes de Sharrkan la observaban con atención y podría incluso decirse que devoción. No supo si acababa de despertarse o realmente no había llegado a dormirse. Aprovechando esos instantes de distracción, el moreno pasó su brazo por la cintura de la mujer y la atrajo hacia él, depositando un suave beso en sus labios, esbozando después una sonrisas que era parcialmente visible gracias a la luz de la luna.
–¿Cuánto tiempo llevas despierta? –Preguntó ella, mientras acomodaba su cuerpo sobre el suyo para que ambos estuviesen cómodos, sin dejar de mirarle ni un solo instante.
–Hm... No mucho. Tranquila, no han sido tus caricias con los labios las que me han despertado.
Una risa escapó de sus labios mientras que una mueca adornaba los de ella. En venganza por su comentario, pellizcó su mejilla durante unos segundos con fuerza, soltándola para después dejar la mano sobre su cuello.
–No te pases de listo.
–Pero si yo solo me refería a las de esta noche, no a las otras...
–...Voy a hacer como que no he oído eso. Y ya que estás "oficialmente" despierto, te informo de que me voy a dormir a mi habitación. Buenas noches.
Tras eso se levantó, haciendo que las sábanas se deslizasen por su piel semidesnuda. Se deshizo de ellas y se sentó en el borde del colchón y se agachó para recoger su túnica y ponérsela. Sus movimientos eran lentos, demorándose en cada uno de ellos. Estaba a punto de levantarse cuando Sharrkan agarró su mano y entrelazó los dedos con los suyos, dedicándole una mirada de cachorro abandonado. Yamuraiha le observó durante unos segundos con el semblante serio, que posteriormente fue sustituido por una sonrisa acompañada de un suspiro. Volvió a quitarse la túnica y la dejó caer al suelo, tumbándose sobre él de nuevo.
–Si es que soy demasiado buena.
–Va a ser eso, claramente...
