-Odio la cerveza.-murmuraba una voz por los pasillos a las seis de la mañana- odio la cerveza, odio la cerveza, odio la cerveza...
La voz continuó bajando las escaleras de las mazmorras hasta que llegó a una puerta, dijo la contraseña, entró y tras un portazo, la voz se apagó.
El sonido de una puerta despertó a Draco Malfoy con una terrible jaqueca. ¿Qué había pasado anoche? Paseó la vista por su cama, toda deshecha y vio algo rojo debajo de las sábanas. Lo cogió. Era una corbata de Gryffindor. Lo escondió de nuevo bajo las sábanas, sin pensar siquiera que los elfos domésticos pudiesen encontrarlo y se fue corriendo al baño a vomitar.
Albus Dumbledore se intentó incorporar en la cama e inmediatamente sintió un gran dolor... en la espalda. De las orejas le salía humo. Parpadeó y soltó un: "¡Oh!". Hacía mucho tiempo que su metabolismo había decidido librarse del alcohol y sus efectos de ese modo, así que no le dio importancia. Pero lo que sí le intrigaba era el cuerpo que estaba tumbado a su lado en la cama. Más bien, estaba acurrucado contra él, completamente desnudo y durmiendo profundamente.
Minerva MacGonagall abrió los ojos y chilló.
Lucius Malfoy abrió los ojos y pegó un alarido.
Sibyl Trelawney se despertó y palpó extrañada a su alrededor. ¿Desde cuando su cama era peluda? Al ver al enorme perro negro a su lado, casi le da un ataque y se pasó la mitad de la mañana corriendo y chillando por los pasillos que el Grim le quería poseer.
Esa tarde hubo reunión del claustro. Severus Snape no acudió. Albus observó, uno por uno, a sus colegas (incluido a Sirius Black, que era el nuevo profesor de Defensa contra las Artes Oscuras) y sintió lástima por ellos. El alcohol no les había sentado nada bien. Claro que, como a él no le afectaba, nunca podría entender los efectos de una terrible resaca.
-Entonces –dijo al cabo de un rato- anoche os emborrachasteis todos en la fiesta de antiguos alumnos. ¿Y nadie recuerda absolutamente nada?
Todos los ojos a su alrededor se movieron nerviosos de un lado a otro. Minerva MacGonagall quería salir de allí y estrangular a Lucius Malfoy (quien había puesto pies en polvorosa nada más verla); Remus Lupin parecía algo aturdido y alternaba los ojos entre Dumbledore y Sirius, el cual trataba por todos los medios no mirar a Trelawney. La profesora de Adivinación, por su parte, estaba temblando en una silla con unas mantas sobre su regazo.
Sirius se rascó la cabeza pensativo. Recordaba vagamente que en la fiesta cada uno había ido vestido de su Casa y también unas sábanas...y un pelo rubio... pero nada más.
El único de todos los profesores que parecía estar tranquilo aparte de Dumbledore era Lupin. Después de la reunión se quedó a solas con el Director y le pidió disculpas por colarse en su cama la noche anterior.
-Oh, tranquilo Remus. Al parecer el alcohol afectó también a tu parte de lobo. Supongo que, debido al instinto, buscaste refugio en el primer sitio caliente que encontraste.
Dumbledore nunca cerraba la puerta de su habitación (una cama enorme y dos estanterías repletas de libros) por si alguien le necesitaba y el lobo se había sentido como en casa, arropado y calentito.
-Eso parece. Lo siento mucho, Director.- Lupin frunció el ceño.- Y ¿no encuentra extraño que el Profesor Snape no se haya presentado?
-Ah, ciertamente no es muy común, si. Me ha comunicado que hoy se cogía su primer día libre en todos estos años. Baja por enfermedad, me temo. Pobre Severus, nunca soportó el alcohol.
-Qué extraño...-murmuró Lupin.
-Si, lo es. ¿Sabes que afirma no poder levantarse de la cama?
En la Torre de Gryffindor, Harry Potter yacía en su cama con los ojos abiertos como platos, jurando y perjurando que no volvería a beber alcohol el resto de su vida.
¿Cómo demonios se le había ocurrido violar al profesor Snape?
