Hola a todos los que están leyendo esta historia!

Primero que todo, mis disculpas por haber abandonado este fanfic. La época en la que lo comencé trajo muchos cambios y perdí tanto la inspiración como las ganas de continuar escribiendo. Ahora, años después de haber dejado de lado a Card Captor Sakura, he retomado esta historia porque la inspiración (y un poco más de madurez) me han permitido volver a escribir con ganas! He cambiado parte del contenido de lo que había escrito previamente, aunque a manera general la idea sigue siendo la misma.

Sobra decir que CCS no me pertenece y que esto lo hago puramente por entretenimiento y porque tal vez siga habiendo alguien que recuerde este fanfic y esté interesado en leerlo en su nueva versión. Además, creo que no importa la edad porque la pareja de Sakura y Shaoran seguirá siendo perfecta :)

A cualquiera que esté por ahí leyendo... gracias.


Capítulo 1: Un sueño

El cielo oscuro, sin estrellas, cubría la noche de Tokio como en tantas otras veces lo había visualizado en sus sueños. La brisa de la madrugada chocaba contra los altos edificios y generaba un eco, serpenteando entre acero y cemento y alzándose en un susurro que erizaba su piel. Estaba sola, con sus pies al borde de la cornisa de un alto edificio, con la mirada fijada en la imponente torre que se erigía frente a ella. El silencioso monumento de metal parecía llamarla, atraerla. Sakura Kinomoto estaba ahí, con sus manos sosteniendo el báculo mágico y sus pies casi listos para saltar, viendo otra vez aquella imagen que hacía tantos años había dejado olvidada en un baúl de su memoria.

Lo vio de pie, mirándola desde la torre, desafiante y energético, como si estuviese listo para enfrentar aquello desconocido. Sus vestiduras, similares a aquellas que usaba de niño, se movían con el vaivén de la brisa. Sus cabellos oscuros caían desordenados sobre su frente, enmarcando aquellos ojos ámbar que parecían leer el interior de la maga. Él estaba ahí, como si hubiese estado esperando ese momento toda una vida.

Los suaves labios de Sakura se entreabrieron, con ella aun temerosa de decir en voz alta lo que estaba pensando "… Eres" – Su corazón latió con fuerza al verlo saltar, detallando su silueta a la luz de la luna. La forma precisa y sin esfuerzo de sus movimientos le hacía parecer como si estuviese flotando en el aire. Era el mismo sueño que tantas veces había soñado de niña, sólo que ahora era diferente.

"… Shaoran" – Su voz, casi un susurro, no alcanzaba a reflejar la sorpresa en su interior. Era Shaoran, pero no el joven que una vez conoció. Era la misma escena frente a la torre de Tokio, la misma noche fría, el mismo traje, el mismo espacio, pero Li Shaoran ya no era un niño.

"Tu…" Sakura abrió sus ojos sobresaltada en medio de la penumbra. Desorientada, miró el reloj sobre su mesa de noche. Aún faltaban unos pocos minutos para el amanecer. Su cabeza retumbaba de dolor y su cuello dolía levemente tras haber dormido en una mala posición. La castaña volteó su mirada hacia el costado de la cama para ver a un joven rubio aún dormido al lado de ella. El amargo sabor de la resaca subió por su garganta al recordar fragmentos de la noche anterior y sintió la necesidad de abrir la ventana y sentir un poco del frío de la madrugada.

Abandonó el calor de la cama en busca de una camisa tirada en el suelo. La noche anterior había sido la perfecta culminación de una catastrófica semana. Diablos, de un catastrófico mes. La joven salió a su sala y prendió la cafetera, para luego observar distraídamente el horizonte. ¿Por qué lo había hecho? Se preguntó a si misma a manera de regaño. Era la segunda vez que dejaba que el alcohol actuara por ella y había terminado con una nueva conquista en su cama. El calor de una noche de tragos, besos y contacto físico era el escape más fácil para ahogar lo que estaba sintiendo, pero no por ser fácil era lo correcto. Sakura sabía que lo que estaba haciendo no solucionaría nada.

"Un poco temprano para el desayuno ¿no?" – los fuertes brazos de su compañero de cama rodearon su cintura delicadamente, mientras su barbilla se acomodaba en cerca de su cuello.

Sakura escondió su sorpresa con una sonrisa nerviosa más no se apartó de su abrazo – "Lo siento, creo que no será posible. El camión de la mudanza llegará a primera hora de la mañana y aún debo empacar algunas cosas. Luego debo tomar de inmediato el tren." – comentó casualmente mientras tomaba otro sorbo de café. El dolor de cabeza disminuyó levemente, pero no se iría del todo. Sintió sus suaves labios besando su cuello, pero en vez de relajarse se tensó un poco más. Por los dioses ¿Qué había estado pensando ayer para terminar en la cama con un completo desconocido?

Sintió su respiración cerca de su oreja – "¿Supongo que entonces no tendrás tiempo para una pequeña despedida?" – Sus manos bajaron lentamente hacia sus caderas.

Sakura se dio la vuelta antes de que pudiese pasar algo más – ¿Café, Fai? – preguntó algo exaltada y el joven de cabellos rubios soltó su abrazo. Sabía captar una negativa.

"Claro, gracias." – Respondió con una mirada pícara – "Noté las cajas la noche de ayer, pero creo que estábamos muy ocupados como para poder preguntarte por ellas" – continuó mientras buscaba su ropa interior entre las prendas tiradas en la sala.

Sakura se ruborizó un poco ante el comentario y ante aquella visión del esbelto cuerpo masculino paseándose desnudo por su sala. Los músculos marcados de sus piernas y brazos la distrajeron, y agradeció que aún no hubiese prendido las luces de su apartamento para que él no se percatara de sus mejillas enrojecidas. Se limitó a extenderle la taza de café.

"No te sientas incómoda, princesa." – le aseguró Fai dejando que sus dedos rozaron los de Sakura al tomar la taza de sus manos. La mujer era una belleza perfecta de piel blanca y largos cabellos castaño claro cayendo sobre sus hombros. Verla usando su camisa a medio abotonar hacía más difícil quitarle los ojos de encima. – "Disfruté mucho ser tu compañía en tu última noche en Tokio, aunque me hubiese gustado tenerte cerca un poco más de tiempo." – agregó mirándola de nuevo con aquellos ojos azules que tanto la atrajeron el día anterior.

Sakura mordió levemente su labio inferior. Fai se veía terriblemente pecaminoso mirándola de esa forma y él lo sabía. La joven de ojos verdes no podía evitar sentirse atraída a tal espécimen, pero su mente le alertaba que sólo lo hacía por mero gusto físico y por ser un escape a su realidad. El remordimiento comenzaba entrar de nuevo en su mente. El joven la interrumpió antes de que pudiera decir algo – "¿Te molesta si tomo un baño antes de irme? Creo que de aquí iré directo a mi oficina." – Mencionó y luego dejó la taza de café sobre la mesa a medio terminar.

El semblante relajado de Fai aliviaba la tensión en Sakura, dejándole claro que no era la primera vez que el rubio hacía algo así –"Por supuesto, hay toallas limpias en la caja que está al fondo del pasillo"

El joven rubio estuvo a punto de preguntarle si no quería acompañarlo en la ducha, pero se contuvo. Si bien él disfrutaba mucho de sus aventuras de una noche, era claro que para Sakura era algo un poco más complicado. "Tu celular está vibrando" – le dijo mientras se dirigía al baño.

Sakura se apresuró a tomar el aparato. "cenaremos juntos esta noche ¿cierto?" - La joven frunció un poco el ceño, releyendo el mensaje un par de veces más. Sabía que no podría posponerlo por más tiempo. Había pasado un mes desde la última vez que lo había visto. Un mes, pero sentía como si hubiese sido ayer. Sus delicadas facciones se ensombrecieron un poco al recordar todo lo acontecido y la terrible distancia que sentía entre ella y su hermano Touya. Sin embargo, postergar el encuentro sólo empeoraría más las cosas y ella estaba cansada de su propia soledad. Escribió un simple por respuesta y partió a la ducha. A la mierda con todo, una última vez con Fai tal vez calmaría ese vacío que sentía en la boca de su estómago, y tal vez la ayudaría a olvidar el sueño que tuvo en esa mañana.


"¿Estás pronta a llegar? ¿Estás segura que no quieres que te recoja?" – la delicada voz de Tomoyo sonaba por el otro lado del auricular. Sakura sonrió levemente mientras miraba el paisaje pasar con rapidez por su ventana. El tren no iba muy ocupado en aquella mañana de miércoles, con la mayoría de gente yendo en dirección a la capital y no saliendo de ésta. –"No, tranquila, me haría bien caminar un poco" – respondió la joven de ojos verdes y tomó otro sorbo de café. Su cuarta taza del día.

Tomoyo suspiró levemente, pero no quiso insistir más. Sabía que Sakura aún necesitaba acostumbrarse a la idea de regresar a vivir en Tomoeda, pero también tenía muchas ganas de verla. –"Está bien." – Respondió sin poder ocultar la decepción en su tono de voz. Sakura sintió un tremendo remordimiento por cómo se había comportado últimamente con su mejor amiga desde la infancia. – "Tomoyo, lo siento. Sé que he estado algo ausente y no es justo contigo ni con nadie" – vaciló en continuar por un momento – "Pero solo quería llegar a casa y estar un momento más a solas. Sólo hoy. Prometo que mañana nos veremos. No creas que no te he extrañado" – agregó.

"Igual te haré pagar por estar perdida casi todo el mes, Sakura Kinomoto" – señaló la joven de ojos amatista con un falso tono acusador. En el fondo entendía por qué Sakura necesitaba su tiempo a solas.

"¡Pero si te dejé con una excelente compañía!" – Se defendió la joven de ojos verdes. Sin aquel dolor de cabeza del comienzo de la mañana comenzaba a sentirse un poco mejor.

Tomoyo soltó una sarcástica risa para luego susurrar con algo de frustración suprimida – "Un mes con Keroberos, Sakura. Un mes. Mañana lo tendrás de regreso en casa" – declaró.

Sakura suprimió su risa. El vagón estaba casi solo pero aún había algo de gente a su alrededor – "Vamos, no pudo ser tan malo." – El tono de inocencia en su voz no podría ser más fingido.

"¡Un mes!" – Refutó su amiga – "Mañana regresa contigo"

"Está bien"

"Y no olvides tu compromiso mañana jueves en la tarde"

Sakura torció sus ojos con molestia. Lo había olvidado por completo.

"No tuerzas la mirada, Kinomoto. Es lo mínimo que puedes hacer por mí" – se defendió Tomoyo al otro lado de la línea. – "7 p.m."

"7 p.m." – repitió Sakura con voz aburrida.

"En punto" – recalcó la joven peli negra. Conocía muy bien las mañas de su amiga.

"Tengo 21 años, puedo llegar a tiempo" – ahora era Sakura defendiéndose.

"Ja" - Tomoyo rio sin ganas – "en punto." – luego colgó.

Sakura sonrió levemente mirando el horizonte. Contaba con suerte de tener a Tomoyo como amiga.


Llegar a casa no había sido fácil. Había tanto silencio en el lugar que Sakura quería salir corriendo de ahí. Las cajas con sus cosas estaban regadas por toda la sala, y la joven no tenía ni idea de por dónde empezar. Quizás el problema era que no quería empezar para nada. Se sentó con desánimo en el sofá principal. No quería moverse de ahí. Todo en aquel lugar le traía recuerdos de su padre, reforzando aún más el vacío dejado por su ausencia. Había pasado poco más de un mes desde su entierro y Sakura aún no podía soportar estar rodeada de todo lo que le pertenecía a él.

"Maldición…" – murmuró cubriéndose los ojos con las manos y masajeandolos con fuerza. Sentía la opresión en su pecho cortándole la respiración, el ardor en sus ojos amenazando con sacarle lágrimas, la impotencia en su cuerpo para levantarse y el temblor incontrolable de sus manos. Las palmas comenzaron a sudar y su respiración se agitó desesperadamente, mientras la opresión ahora era un dolor que se irradiaba por su pecho y sus brazos. Sabía lo que le estaba pasado. Ya lo había sentido antes.

La joven corrió hacia el patio y abrió la puerta corrediza. Sus pasos torpes la hicieron caer de rodillas estrellándose sobre la tierra escasamente cubierta de hierba. Apretó los puños buscando controlar su ansiedad, tomando algo de la arena negra entre sus dedos mientras luchaba por controlar su respiración. Tras un largo rato, la calma parecía regresar a su cuerpo y la joven se enderezó, sentándose contra un árbol de cerezo aún desprovisto de flores. Suspiró sobándose las sienes en un intento por disipar la ansiedad de su mente.

Un suceso similar había ocurrido poco después de la muerte de Fujitaka Kinomoto, y en ese momento pensó que sufría de un ataque cardiaco. Poco después en la clínica le habían informado que aquello había sido un ataque de pánico y le sugirieron visitar a un psicólogo para analizar las razones que podrían haberlo causado. Pero Sakura tenía claro porqué aquello había ocurrido e ignoró la sugerencia y salió decidida a olvidar el incidente. Sin embargo, un mes había pasado y el dolor se repetía con la misma intensidad de aquella primera vez.

Sakura se levantó al sentir el frío en sus piernas. Aún no había llegado la primavera y el suelo húmedo y frío no era el mejor lugar para estar sentada. Regresó adentro de la casa sintiéndose cansada, pero sabía que debía ponerse a organizar y cocinar antes de que llegara Touya. Decidió que no era el momento para abrir sus cajas y simplemente las amontonó en una esquina de la sala, procurando que su ropa estuviera a fácil alcance. El apartamento en el que vivía y los muebles dentro de éste habían sido arrendados, así que sus posesiones no eran muchas. Sin embargo, el abrir aquellas cajas y sacar sus pertenencias le daban un sentido de culminación a su mudanza y eso era algo para lo que aún no estaba lista.


Para cuando Touya llegó, la cena estaba lista. Sakura pensó que tal vez Yukito les acompañaría, y sin lugar a dudas eso hubiera ayudado a relajar el ambiente.

"Yukito te manda sus saludos. No pudo cambiar su turno en el hospital para poder acompañarnos" – dijo su hermano apenas entró a la casa. Era como si hubiera estado leyendo su mente. – "De todas formas te envió esto" – Touya depositó una caja de galletas en las manos de Sakura. Tenían formas de estrellas y lunas, y la joven sonrió sutilmente. Quizás eran un breve recordatorio de ciertas cartas que había dejado desatendidas por mucho tiempo. – "Agradécele de mi parte" – le dijo la joven depositándolas sobre la mesa de la cocina.

"Tal vez lo puedas hacer directamente con una llamada" – señaló Touya con algo de resentimiento en su voz. Tampoco era fácil estar ahí con Sakura. Era tan extraño sentirla tan ajena a él en aquel lugar donde habían crecido y compartido tantos recuerdos con su padre.

Sakura lo miró con seriedad, como a manera de regaño por el tono de su voz; no obstante, luego su mirada se tornó triste y algo tímida. Como si aceptase tácitamente el sutil reclamo de Touya. Su hermano se sintió incómodo al ver aquella reacción y aclaró su garganta antes de volver a hablar – "Huele muy bien. ¿Qué has preparado?" – preguntó intentando aliviar la tensión entre los dos.

"Vegetales asados y sopa de miso" – respondió Sakura agradeciendo el cambio de tema. – "No tuve mucho tiempo para hacer algo más elaborado. Espero esté bien así"

Touya sacó una botella de vino de su mochila – "Creo que irá perfecto con estas cervezas"

La cara de Sakura palideció un poco tras la mención de alcohol después de la noche del día anterior. Hoy no era un día para tomar – "¿Te molesta si tomo solo agua?" – indagó con algo de timidez. Al final del día, Touya era su hermano mayor y se sentía algo culpable de admitir que hacía pocas horas tenía una resaca.

Touya aguzó su mirada por un momento, para luego dejar la botella en la mesa – "No es mala idea, creo que es mejor no beber después de un turno de 24 horas" – cayó sentado sobre la silla y estiró un poco sus brazos. Hasta ese momento Sakura se dio cuenta de las ojeras en la cara de su hermano. Su rostro de facciones atractivas y masculinas se veía cansado y su cabello estaba algo desordenado. Se le notaba exhausto y la joven sintió remordimiento por haberse quejado de estar ahí cuando él evidentemente había hecho un gran esfuerzo por cumplir la cita.

Era la primera vez que Touya y ella se veían desde el entierro de su padre. Sakura había regresado al día siguiente a Tokio y sólo se había comunicado con su hermano por teléfono. Ambos estaban haciendo un difícil duelo y esto parecía haber erigido una pared entre ambos en vez de haberlos unido. La joven no podía evitar culparse por el distanciamiento, cuando había sido ella quien enfáticamente dijo que necesitaba estar sola. No le había dado tiempo de reaccionar, comprando su tiquete de regreso a la mañana, queriendo huir de todos y de todo. Touya se había sentido profundamente herido y desde ese momento las cosas no eran iguales.

Pero un mes había pasado y Sakura tenía claro que era necesario hacer las paces entre ambos. Touya era una de las personas más importantes de su vida y su ser querido más cercano. Si bien no deseaba quedarse viviendo sola en una casa que le recordaba constantemente a su padre, tampoco podía culpar a su hermano por lo sucedido.

"Se ve delicioso, gracias por la comida" – la profunda y cansada voz de Touya interrumpió las cavilaciones de Sakura. Su hermano ahora miraba al portarretrato de sus padres en la mesa. La mano de Sakura se extendió hasta tocar la suya, sus ojos verdes llenos de pesar y algo enrojecidos. – "Touya, yo…-

Su hermano negó con la cabeza y sonrió cálidamente. Cómo había extrañado el roce de sus manos. Quería envolverla en un abrazo y no dejarla ir. – "Come antes de que se enfríe, monstruo."

La cara de Sakura se iluminó con una sonrisa enorme – "No me llames monstruo, hermano" – señaló sin un ápice de rabia en su voz.

Touya le respondió con una sonrisa maliciosa. El aspecto juvenil de su rostro le hizo recordar cuando apenas estaba en secundaria. – "No sabía que los monstruos sufrieran de resaca" – observó para luego meterse un enorme trozo de espagueti en la boca.

Sakura enrojeció de pena - "¡Touya!"


Sakura sentía que algo presionaba la punta de su nariz intermitentemente. La joven maga se encontraba tan cansada que no quería abrir sus ojos ni recobrar completamente su conciencia. Quería dormir profundamente pensando en aquellos ojos ámbar que invadieron su memoria al irse a dormir la noche anterior.

"… Sakura" - De nuevo aquel golpecillo sobre la punta de su nariz.

Sus párpados pesaban pero ahora podía escuchar a alguien diciendo su nombre.

"… Sakura, despierta" – la suave voz comenzaba a incrementar su potencia. Sakura entreabrió sus ojos un poco para encontrar la borrosa figura de Keroberos a milímetros de su rostro.

La impresión fue tan grande que por poco se cayó del sofá en el que se había quedado dormida. El guardián retrocedió un poco gritando al ver la inesperada reacción de su dueña, para luego menear la cabeza al escuchar los insultos que salían de su delicada boca.

Sakura pasó una de sus manos por su cara, buscando tranquilizarse un poco mientras respiraba profundamente. Un mes, había logrado tener un mes sin despertarse con aquel muñeco en frente de su cara y ahora sin previo aviso volvía a experimentar la misma invasión de privacidad que había experimentado desde los 10 años.

"Por el amor de todo lo vivo en este mundo ¿por qué tienes que acercarte tanto todas las benditas mañanas?" – Preguntó conteniendo su rabia – "¡¿Por qué, Keroberos?!"

El guardián voló cerca a ella con aire indignado – "Porque cuando intento despertarte de una manera normal nunca abres los ojos y llega un punto en el que me desesperan tus ronquidos" – señaló con soberbia.

La mirada de la joven podía matar. Sus ojos verdes se veían profundos y desprovistos de entusiasmo – "Ya recuerdo por que no te extrañé durante todo este mes." – Se levantó del sofá para hacer café.

Kero trató de esconder una pequeña sonrisa. Sakura no había vuelto a ser la de antes, pero al menos le hablaba con sarcasmo. Una Sakura sarcástica era infinitamente mejor que una Sakura en silencio y triste. Tal vez la joven estaba regresando lentamente a ser quien era antes.

"¿No dormiste bien?" – increpó el guardián acercándose a la cocina.

Sakura meneó ligeramente su cabeza – "Tan bien como se puede dormir en un sofá" – respondió meditabunda mientras miraba como la máquina filtraba el café y desprendía ese adorable olor en la mañana. Aquella madrugada se había vuelto a despertar con la misma imagen de Shaoran y comenzaba a temer que éste no fuera un simple sueño sino algo más.

"¿Por qué te quedaste dormida en el sofá?"- la pregunta de su guardián interrumpió sus pensamientos nuevamente.

Sakura lo miró frunciendo el ceño levemente. Pensó en decir algo pero luego cambió de parecer – "Creo que sería bueno desayunar. Debo salir a hacer algunas compras y luego tenemos lo de Tomoyo ¿Correcto?"

Las sospechas de Kero se esfumaron momentáneamente al oír el nombre de Tomoyo. Si bien su estadía en casa de la joven de ojos amatista había sido bienvenida, los últimos días no habían sido los mejores para su relación. La joven estaba algo agitada y estresada con la fecha tope para la entrega de la que sería su primera colección, y Keroberos en definitiva no la había ayudado mucho a mantener la calma.

"Creo que tal vez debas ir sola a la sesión de fotos" - Revoloteó un poco en el aire antes de sentarse sobre el mostrador de la cocina. – "Así estarás más cómoda, tu sabes…"

Sakura levantó una ceja inquisidora – "¿Más cómoda? ¿Qué fue lo que hiciste, Keroberos?"

El guardián no dio respuesta.

La joven maga movió su cabeza con un aire decepcionado – "Tomoyo es una de las personas más pacientes que conozco, y no quisiera pensar en lo que tuviste que hacer para enojarla de la manera que lo hiciste. Tampoco esperes que abogue por ti." – señaló sirviéndose una taza de café. Sentía algo de frío usando solo shorts y una camiseta larga, así que se recostó cerca del calentador. – "Arréglalo, y pronto. Si debo darle el lado a alguien, será a ella"

Kero puso su pequeña pata contra su pecho, simulando absoluta indignación ante las palabras de su dueña. – "¡Pero si yo sólo intentaba ayudarla! Cualquier otra persona hubiese estado agrade—

El timbre de la casa interrumpió la defensa del guardián y Sakura levantó el dedo índice de su mano derecha para hacerle callar. Con una seria mirada a manera de reprimenda salió de la cocina para abrir la puerta y encontrarse con Nathan Nakamura.

Sakura sonrió ampliamente al verle – "Te adoro" – dijo agarrando la taza de café con sus dos manos para mantenerse caliente al sentir el frío entrando por la puerta abierta.

Los ojos verdes de Nathan brillaron con picardía. – "¿Vaya pero qué he hecho para recibir tanto afecto tan repentinamente?" – indagó levantando una ceja cómicamente. En sus manos había un sobre grueso lleno de papeles. La brisa sopló levemente amenazando con regar su contenido por todo el suelo.

Sakura se apresuró a hacerlo pasar y cerrar la puerta antes de helarse por completo. – "Supiste llegar en el momento adecuado" – le dijo mientras miraba de reojo hacia la sala. Kero se encontraba estático como un peluche.

Nathan no entendió muy bien aquel comentario, pero le contentaba ver a Sakura de buen humor. Había sido de las pocas personas que la habían visto durante el último mes y sabía que en parte eso era posible porque trabajaban en el mismo departamento de la universidad. Le había inquietado mucho su estado de ánimo tras la muerte de su padre, así como sus imprevistas ausencias de la oficina. Sin embargo, verla sonriendo en aquel pasillo, con su cabello amarrado en un moño desordenado y aquella camiseta demasiado grande para su cuerpo, le mostraba una faceta nueva que le alegraba sobremanera.

"Gracias por haber venido" – le dijo la joven tímidamente – "Realmente me has salvado la vida. No quería regresar a la universidad sólo por esos documentos. No sé en qué estaba pensando al dejarlos olvidados" – se excusó dirigiéndose a la sala. Nathan la siguió de cerca.

"No te preocupes, igual debía regresar esta semana a Tomoeda" – el joven de ojos verdes dejó el sobre la mesa de centro y observó el lugar. Era la primera vez que venía a la casa de la familia de Sakura. Como ella, vivía en Tokio y pocas veces coincidían en estar en Tomoeda al mismo tiempo, así que no pudo esconder su curiosidad al observar sus alrededores. – "Veo que aún tienes las cajas sin abrir" – señaló viéndolas amontonadas en un rincón de la sala – "¿Necesitas ayuda?"

"No, no" – Sakura se apresuró a decir – "Igual tengo suficiente tiempo para hacerlo luego" – Se notó algo tensa por un momento, pero luego pareció recobrar su postura relajada – "¿Quieres quedarte a desayunar?"

"No te preocupes, debo regresar a casa. Mi padre me pidió el favor de revisar unos documentos con él y quisiera terminar rápido con eso" – Los ojos del joven reflejaron la molestia que le generaba todo ese asunto.

Sakura sabía muy bien que Nathan y su padre no se la llevaban bien, y que las cosas habían empeorado desde que había regresado a Japón hace poco menos de medio año. Con su padre en Londres, el joven pelinegro había podido mantener una distancia geográfica y emocional, pero al tenerlo viviendo de nuevo en su vieja casa de Tomoeda no le ayudaba con ninguno de esos dos propósitos.

"¿Entonces por ahora no regresará a Londres?" – Sakura sentía pesar por el joven.

"No. No parece que lo hará" – respondió Nathan meneando su cabeza. – "En fin, al mal tiempo buena cara. Creo que al final de la tarde estaré libre."

La joven maga intentó esconder su sonrisa pero le era imposible. Unos apenados ojos verdes claros se encontraron con los suyos esmeralda. "¿Libre como para acompañarme a cierta sesión de fotos?" – escondió una sonrisa burlona detrás de su taza de café.

La piel blanca de las mejillas de Nathan se enrojeció – "No es lo que quería decir. Bueno… tal vez. ¿Crees que sería posible si—

Sakura dejó la taza de café sobre la mesa y se acercó al joven, colocando una mano sobre su hombro derecho. – "Escucha, lo haré porque te debo un favor. No es que me guste emparejar a una expareja con mi mejor amiga."

Nathan se echó a reír echando su cabeza un poco hacia atrás. El rubor se había ido de sus mejillas y su semblante se mostraba más relajado. – "Pero qué descarada eres ¡Fueron dos citas y quizá medio beso!" – Exclamó quitando la mano de Sakura de su hombro – "¿Hasta cuándo usarás eso contra mí? No es como si hubiese decidido salir contigo deliberadamente, al menos no la primera vez."

Sakura levantó ambas cejas fingiendo sorpresa, para luego sonreír abiertamente – "Vamos, Nate. Mi vida amorosa no puedes ser peor. Es probable que tú hayas sido mi relación más duradera. Déjame disfrutarla al menos." – suplicó fingidamente con sus grandes ojos verdes.

El joven alzó una mano para callarla – "No exageres, Kinomoto. Es virtualmente imposible que no hayas tenido una relación seria, así que deja de usar nuestras dos citas como consuelo. Dime ¿Hablarás con Tomoyo? ¿Podré pasar un rato en la tarde?"

"Estoy segura que no habrá problema. Sin embargo, debo invitarte a actuar un poco más deprisa mi querido Nakamura" – Sakura tomó el sobre en sus manos para revisar su contenido. Eran copias de algunos de sus apuntes para comenzar a escribir su tesis.

La mirada de su amigo se tornó preocupada – "¿Qué quieres decir con eso? ¿Hay alguien más?"

La joven vaciló un poco antes de responder – "No, no que yo sepa" – dijo con algo de inseguridad. La verdad era que tenía claro que Tomoyo no estaba con nadie en estos momentos, pero su sexto sentido le hacía pensar que tal vez hubo alguien antes. Alguien de quien ella no le había hablado todavía. – "Relájate, Nate. Lo que quiero decir es que después de conocerla casi por más de 1 año, se está haciendo algo tarde para invitarla a salir"

Nathan pasó sus largos dedos por su sedoso cabello negro, con algo de exasperación – "Lo sé, lo sé. Es que no ha sido sencillo. Es decir, siento que no me es tan fácil llegar a ella. ¿Algo de lo que digo tiene sentido?"

Sakura asintió levemente. Tomoyo, sin duda, era alguien reservada. Sin embargo, ella había visto cómo el hombre de ojos negros había capturado su atención y sabía que habría una oportunidad de que ella compartiera algo de sus sentimientos con él. –"Escucha ¿Qué tal si nos vamos a las aguas termales este domingo? Sé que no es el escenario ideal, pero yo podría irme a nadar o tomar un masaje y dejarlos solos. Tal vez puedas encontrar el momento adecuado"

La sonrisa de Nathan lo decía todo. – "Te adoro"

Ahora era Sakura la que levantaba su mano en el aire. – "Ni lo menciones. Hago esto por puro agradecimiento. Pero eso sí, no pierdas la oportunidad esta vez."

Nathan meneó su cabeza apenado y tomó las llaves de su carro. – "Sé que actúo como un niño de 10 años que no sabe cómo expresar lo que siente. Pero es solo que ella… ella es fantástica."

Sakura sonrió débilmente. Aquella frase tenía un significado más grande de lo que Nathan se imaginaba y le costó trabajo ocultar su tristeza. "¿Nos vemos luego?"

Nathan sonrió ampliamente – "Creo que es mejor dejarlas solas esta tarde, pero sin falta nos vemos este domingo." – Estaba tan feliz que no había notado el cambio de ánimo de la joven de ojos color esmeralda.

Cuando se fue, Sakura se quedó observando fijamente la puerta. "a los 10 años no se sabe cómo expresar lo que se siente" – pensó para sí. Volvió a imaginar la mirada penetrante de Shaoran en sus sueños. ¿Por qué había de regresar a su mente de nuevo? ¿Por qué de pronto comenzaba a sentirse como aquel día en el que él se marchó? Por los dioses, le había tomado años convencerse de que aquello había sido solo un amor infantil, una infatuación causada por el nivel de magia y la determinación con la que aquel chico la había protegido. Uno no podía enamorarse a los 10 años y ciertamente Sakura había conseguido vivir su vida sin tener a Li Shaoran a su lado.

Pero si eso era cierto ¿por qué pensaba de nuevo en el hombre de ojos ámbar?

"… Sakura?" – la suave voz de Kero la sacó de sus cavilaciones. El guardián había procurado hablar en voz baja en esta ocasión. La había visto de pie, meditabunda y con una mirada algo melancólica. Temía que de nuevo se estuviese retrayendo después de haber dado unas primeras muestras de regresar a su actitud normal. No quería que su dueña siguiera triste pero contaba con pocas opciones para ayudarla.

Sakura volteó la mirada distraídamente – "¿Dime?"

"Tengo hambre" – declaró Keroberos de manera irritada. Sakura torció sus ojos exasperadamente, olvidando por un momento su malestar interno. El guardián ocultó una sonrisa de satisfacción al verla caminar de regreso a la cocina. Tal vez Sakura volvería a ser la misma de antes pronto.

"¡Un mes, Keroberos, un mes!" – Exclamó desde la cocina – "¡Solo pude descansar de ti un mes!".


Nota de autor: Ok. Cambié más de una cosa, cierto. Siento mucho no incluir a Fujitaka en a historia. De igual forma, espero les gusté la inclusión de Fai en mi trama reformada! La verdad es que me encantó Tsubasa Chronicles y el personaje del mago es perfecto para lo que tengo planeado para él. No se preocupen... Shaoran pronto aparecerá.

De nuevo, gracias por leer!