Bueno, mi primer fic largo. Es un fic raro, pero espero que les guste. He decidido hacerlo de Ginny/Draco por alguna extraña razón que no se de dónde salió. Me inspiré en la canción de alejandro Sanz "Si tu me miras" que, al final, no ha tenido nada que ver con el fic, pero iba a ser parecida a esta, incluso había empezado con un songfic de un solo cap.
En fin, no los entretengo más y nuevamente, espero que les guste. Les aclaro, por supuesto, que los personajes no me pertenecen si no son propiedad de J K. Rowling a la que, agradecería, si se luciera en el último libro.
Pero bueno, aquí va...
Si tu me miras...
Capitulo I: Lo malo, lo bueno...
Pocas veces se había sentido impotente y muy pocas otras nervioso o angustiado. Pero a las contadas ocasiones las tenía firmemente guardadas en su mente y cada tanto las evocaba tratando de retener la sensación por un segundo. Aún cuando tuviese esa actitud de independiente y sobrevalorado muchacho él tenía otros sentimientos en su alma.
Si es que tenía una.
Ya hacía un tiempo que su padre estaba en la prisión de Azkaban y mucho menos de que su madre había sido amenazada por el Lord Oscuro, rezagándole a un camino que definitivamente él no había escogido, del que muchas veces había planteado escaparse. ¿pero era correcto dejarla librada a su suerte? ¿Huir? Él no era ningún cobarde. Quizás era una serpiente rasposa y asquerosa que no merecía nada de la vida y que se creía mejor que todo el mundo, pero en ningún momento se le cruzaría la idea de abandonar a su madre. La matarían. Y lo harían con placer.
Por eso ya tenía elegida una actitud frente a la vida. Una que le hacía un miserable. Siempre había pensado que el no haberla elegido hacia todo más sencillo o que quizás al verla los demás pensarían en él como un sujeto del que no se podía fiar. Por la misma cuestión se había mantenido apartado de muchas personas a las que consideraba quizás, interesantes.
Nunca se había enamorado antes. Y nunca había intentado hacerlo. Sin embargo se había sentido atraído por algunas chicas, después de todo era un hombre de carne y hueso. Era raro. Él siempre tenía lo que quería pues era un muchacho justamente atractivo y llamativo. Sus ojos grises, el cabello rubio platinado, despeinado, dándole un aspecto frío pero indudablemente guapo. Proyectaba escalofríos en las mujeres cuando las miraba desde su propia frialdad y les llenaba el cuerpo de un calor intenso.
Sin embargo al obtenerlas nunca había sentido ningún tipo de calor, siempre su misma frialdad, su modesta satisfacción con todas ellas. Y eso ya no le gustaba. Incluso de Pansy huía. Pero la estúpida parecía no notar que Draco Malfoy no tenía ningún tipo de interés en ella y se empeñaba en perseguirlo por los pasillos del colegio, por las escaleras, por donde fuere.
Mientras cavilaba ese día por el pasillo, con la túnica desorganizada y luego de un encuentro con una muchacha de cuarto año de Slytherin, no se dio cuenta de lo brusco que podía ser un golpe si no iba pendiente del camino que transitaba. Su cuerpo chocó contra otro que aparentemente corría hacia su dirección. Casi por inercia o quizás porque iba muy metido en sus pensamientos (en su madre principalmente), atrajo con su mano derecha una cinturita muy estrecha y se dejó caer él sobre ella, para amortiguar el golpe.
Sus ojos grises dieron contra los castaños ojos de quien estaba sobre él y sintió que toda la sangre subía hasta su cuerpo. ¡Por Merlín Draco Malfoy sonrojándose! Una sensación extraña recorrió cada rincón mientras ella se quitaba con brusquedad de encima de él, estaba totalmente colorada y su cabello hacia un juego extraño con su rostro. Se limpió la ropa. ¿tanto asco le daba?
- Lo siento – soltó ella con frialdad y se fue corriendo por el pasillo.
¿Cuántas veces? ¡¿Cuántas veces la había mirado desde su mesa y había pensado en lo delicioso que sería contar las pecas de su rostro mientras le acariciaba la piel! ¡¿Y cuantas otras se había reprendido por ser un estúpido al pensar así!
La respiración se le cortaba mientras su mano recreaban la sensación de tener la cintura de esa mujercita cerca de él, sus pechos pegándose a su torso, su rostro a milímetros. Aún podía sentir el aliento cálido y el sabor a fresa, sus labios carnosos... Sí. Definitivamente se había vuelto un estúpido pero no podía evitar preguntarse a qué sabría su boca, su piel y que sentiría al escucharla susurrar su nombre. ¿sería ella aún pura y virgen? ¿Sería hermoso hacer el amor con Ginny Weasley? No podía evitar preguntarse qué posibilidad tendría un Malfoy para poseer a esa mujer de carácter impresionante y de cuerpo que le hacía estremecer.
Si su padre conociera sus pensamientos le azotaría con millones de cruciatus y quizás su madre preferiría morir. Pero todo lo que sentía iba más allá de cualquier cosa, de cualquier sensación y precio a pagar. Ellos jamás lo entenderían.
A pesar de todo, Draco nunca se había enamorado. Y estaba seguro que el hacerlo era una sensación que estaba muy lejos de la misión de su vida. Tenía la certeza de que el amor era aquello que terminaría venciendo a Lord Voldemort. Y aún así él debía seguirlo. Y luchar para que él se alzara sobre todos, para que Potter terminara vencido. Aunque eso significara su propia destrucción.
A pesar de eso algo en su corazón (pues claro que tenía uno) le decía que el cara rajada terminaría venciendo y su señor caería. Para entonces él sería un mortífago joven que encontraría su destino en Azkaban donde todas las noches recuperaría entre pesadillas los horrores que había cometido, a las personas que había matado y cómo, al final, no había podido salvar a su madre. Una víctima de Lucius. Lo aborrecía.
¿Y a todo esto que sería de la Weasley? No, nada era evitable. Él no podía dejar de pensar que ella seguiría enamorada de Potter (lo odiaba por no notar a esa mujercita tras su corazón) y que quizás sacrificaría su vida por él. Por un amor que había nacido antes siquiera de conocer al joven tras el niño-que-vivió. Weasley era ingenua. Sin embargo, Ginny era hermosa, valiente y llena de sentimientos que su mente no podía comprender. Él era un Malfoy. Pero la deseaba.
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Las noches se habían vuelto una fatalidad. Y El tiempo se había adueñado de sus facciones, de su cuerpo, de la facilidad para cometer errores. Había hecho tantas locuras. Se había equivocado y nada tenía sentido.
Su madre había muerto.
La habían asesinado sin piedad, frente a él, le habían dado azotes, crucios. Su cuerpo estaba mancillado al igual que su honor y su lealtad. Todo lo que tenía se había escapado de sus manos como el agua y las lágrimas que derramaba cada día le habían vuelto un hombre común y corriente.
Y cada vez que cerraba los ojos volvía atrás. Soñaba con ella. La necesitaba. Aún la deseaba. Y el deseo de querer protegerla para que no saliera herida de lo que sería, seguramente, una batalla desastrosa le quemaba el cuerpo. Estaba seguro que su señor no tardaría en decidir que era momento de que el último encuentro entre Potter y él se llevara a cabo. Y estaba seguro que ella no lo sabría o que si lo hacía, iría tras él y terminaría muerta sobre el césped.
Y las imágenes de ella volvían a su mente una y otra vez. Quería evitarlo...
Salió del hotel donde llevaba semanas ocultándose. Ya era un hombre. Ya no había nada que temer. El Draco Malfoy que se paseaba pavoneándose por el pasillo había muerto aquel día en que el cuerpo de Naricissa cayó al suelo, inerte.
Desapareció. Era menester encontrarla, y estaba seguro de dónde lo haría.
San Mungo nunca le había parecido tan hermoso aquella noche, no había muchas personas en los pasillos y no le fue difícil encontrarla, leyendo unas planillas. Ella estaba haciendo sus prácticas allí, pues estudiaba medimagia en la Academia, mientras que él... él ya no tenía futuro. Y envidaba sin quererlo, a quienes aún se empeñaban en crear uno cuando la guerra estaba en su auge.
Jamás había perdido el contacto con ninguno. Los había vigilado. Controlado. Sabía que Ginny no salía con nadie y que cada noche, luego de las prácticas, volvía sola a su casa, caminando, mirando dos o tres veces hacia atrás, ocultando su varita en el bolsillo del gran abrigo de piel que sus hermanos gemelos le habían regalado para alguna Navidad. Sabía que a los Weasley les iba bien en la tienda que ya era demasiado grande para ellos dos. También sabía que los domingos Ginny salía a correr muy temprano y que luego se juntaba con Luna Lovegood para ir a comer con Potter y compañía. Sabía de todos los líos amorosos que había tenido y de cómo envidiaba la felicidad que Harry había encontrado con Granger al formar una sólida pareja, y su hermano en Lovegood. Sabía que ella quería ser feliz algún día y que suspiraba por todas su relaciones fallidas.
Y él la miraba de lejos.
- ¡¿Qué demonios haces aquí! – exclamó ella sacando su varita.
Con pasos tambaleantes se le acercó. Tenía un ojo hinchado y una fea abertura en la nuca. Le habían lanzado más de cinco cruciatus y las piernas le temblaban horriblemente. Su cara se contorsionaba de dolor sin poder evitarlo.
- Debo advertirte – le dijo con una voz muy suave y extraña. Ella pareció asombrarse de su tono de voz y sintió lástima mientras miraba preocupada el hilo de sangre que corría por su sien.
Él se desplomó en el suelo y Ginny se le acercó. ¡pero era malfoy! Podía ser una treta, un engaño para atraer a Harry o para hacerle daño. Una venganza bien oculta por los años de odio en la escuela. A pesar de que él nunca se había metido con ella no podía evitar tenerle rencor y un miedo muy oculto en el fondo de su corazón.
Los ojos grises le miraban con una expresión que ella no conocía de parte de Draco, le exploraban con sólo observarla y se sentía demasiado desnuda frente a él.
- El señor – tosió y una mancha de sangre cubrió su mano. Sus ojos se abrieron grandes. "¿Porqué desobedeciste Malfoy?" Escuchaba a Bellatrix riéndose de él por haber impedido el ataque a donde suponían era la sede de la Orden. Por haber dado mal detalles. Por haberse equivocado y para colmo, a posta. Obviamente el Lord lo sabía. Eso Draco podía asegurarlo. – El ataque...
- ¿Qué ataque, Malfoy?
- Voldemort...
Ginny se estremeció.
- Voldemort está listo... el ataque se llevará a cabo... en dos semanas... atacarán la Orden... Grimmauld... Place...
Y cayó rendido, a los pies de una Ginevra que no podía creer lo que escuchaba. ¿cómo era posible que él supiera? ¿Y porqué había venido a decirle? ¿Porqué Draco estaba así herido? Millones de preguntas le atacaron la mente mientras tomaba la mano del rubio y desaparecía. Iba a curarlo, no moriría. Por supuesto que no dejaría que su antiguo enemigo muriera, por sobre todo el odio que él aún le guardara. Pero no ahí en San Mungo, irían a la sede. Si él tenía algo que decir, ellos tenían algo que escuchar.
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Despertó dos días después. La cabeza le dolía y tenía vendas por doquier. Había una figura sentada en un sillón junto a la cama y por un momento deseó que fuera Ginny. Pero sabía que no era ella. Estaba en una especie de enfermería. Había otras camas y un buró junto a cada una. Un pequeño armario a un costado y una ventana con las cortinas cerradas. El lugar apenas estaba iluminado y un agradecimiento profundo surgió del fondo de su alma.,
La figura, al notarlo despierto, se puso de pie y él notó una coleta de cabello castaño caer a unos hombros blancos apenas cubiertos por una blusa de mangas tres cuartos, era una mujer... Y vaya que estaba bien dotada, curvas, pechos medianos, esbelta. En el sillón descansaba un jersey con una H y en su cuello una cadena con dos letras entrelazadas. Ella se le acercó con mucha lentitud. Estaba seguro, era Hermione Granger.
Ella le tomó la temperatura.
- Nadie más quiso atenderte – le dijo duramente.
- Entiendo – susurró. Su voz salió ronca y agria.
- ¿Cómo te sientes?
- Mejor...
- Ginny te curó.
No tenía nada para decir de eso pero estaba seguro que su corazón latiendo a toda velocidad tenía muchas cosas para comentarle acerca de lo que esa declaración producía en él.
- ¿Porqué le dijiste eso?
- Era la verdad.
- ¿Solo dos semanas?
- Doce días – corrigió – Habría sido antes.
- ¿Y qué sucedió?
- Voldemort tenía todo planeado – ella no hizo ningún gesto al escuchar su nombre. Y se lo agradeció. No era justo temerle solo a un nombre. Como no era justo enamorarse de uno. Aún le dolía esa herida y el pensamiento solo endureció sus rasgos – Iba a ser hace unos días atrás. Pero no resultó como debía ser y tuvieron que arreglar todo una vez más. Está furioso y sabe la ubicación de la orden.
- ¿Porqué lo hiciste? – él parpadeó confundido – Quiero decir, arruinaste sus planes y te torturaron, te dejaron casi muerto, ¿por qué lo hiciste?
Cierto, Granger seguía siendo la misma chica inteligente y hábil de siempre. Como le molestaba que supiese todo. No dejaba sorpresas a la vida. Se preguntó si acaso Potter no se aburría.
- Yo... – murmuró. No tenía respuestas para eso.
Ella le miró fijamente y él no pudo evitar mirarla. Tal vez eso era más sencillo, no puso barreras a su intromisión. La sentía hurgando en lo profundo de sus pensamientos, buscando las respuestas que necesitaba, localizaciones, memorias, recuerdos. Todos sus sentimientos a pleno. Incluso su extraño y acumulado amor por la menor de los Weasley. ¿qué diría ella?
Cuando ella cerró los ojos suavemente se preocupó un poco. Era probable que Potter no se aburriera con Granger si continuaba siendo tan impredecible.
- Ahora comprendo muchas cosas – dijo Hermione al fin mirándole y le sonrió. Como nunca lo había hecho antes, con una sinceridad que le dañaba toda el alma llena de maldades que tenía. – No pienso dejarte desamparado... Draco.
- Entonces prométeme que no dirás nada... Hermione.
- No lo haré, lo prometo.
- Me matarán.
- No lo harán.
- ¿cómo lo sabes?
- la orden está a tu favor.
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Draco nunca pensó que pudiesen darle una acogida así, le protegieron, le dieron apoyo, comida y calidez. Un hogar que nunca había pensado encontrar. ¡Mierda si eran sus enemigos! Pero ahí estaban cenando junto a él a tan sólo tres días después de su llegada a Grimmauld Place. Contándole sus planes, instándolo a recomponerse para comenzar a entrenar con ellos.
Claro que no era tan fácil dejar de pelear con Weasley o con Potter, pero la relación sí había mejorado. Hermione era perfecta. Pero lo era para Potter. Y se había vuelto su amiga, ayudándole, contándole cosas de Ginny, curándole las heridas, permitiéndole conocer cosas que tiempo atrás no había podido. Y tratando de recomponerse, quería pelear. Sabía quien estaría en la batalla final y sabía cual era su misión de ahora en más.
- Buenas noches – le dijo a Hermione, que era la última que quedaba en la sala.
- no te quedes hasta tarde... –le advirtió. Y Potter la miró con impaciencia desde las escaleras. Cada día parecían más enamorados, más felices... A veces les envidiaba pero estaba seguro que Hermione se lo merecía. Antes hasta habría reído si alguien le hubiese dicho que pensaría eso algún día, pero ahí estaba pensando que Granger era una mujer maravillosa.
A pesar de todo su apoyo, él sólo tenía una mujer en su corazón. Merlín... que cursi le parecía esa situación. ¡Él! Draco Malfoy, enamorado. Quizás podía considerarlo normal.
Había tantas cosas en su vida que habían cambiado, la oscuridad se había despegado muy suavecito de él, despacio, con la ayuda de muchas personas, con la muerte de su madre, con el arrepentimiento y el corazón. Y aunque en esos días se miraba en el espejo y pensaba en lo consciente que era de todo lo que sucedía, por dentro pretendía que todo era un sueño. Una fantasía donde podía ser bueno, normal, donde Lucius jamás aparecería otra vez y volvería a ver a su madre si giraba a la esquina. Ella le diría que estaba orgullosa de él y Ginny algún día le miraría con diferentes ojos.
Le besaría y le haría la mujer más feliz del mundo. Le haría el amor con todo el corazón y le demostraría que la frialdad de su apariencia era ajena a todo lo que podía llegar a sentir de él. Demostraría que Draco Malfoy no era la persona que todos parecían ver. Les explicaría que las personas a veces no eligen sus propias acciones, que pueden cambiar y que la maldad es sólo un estado repentino del alma, una enfermedad, que puede ser curada. Que él quería curarse y lo logró.
Pero que ahora necesitaba de otras cosas para vivir. De amor, de amistad, de sentimientos... Eso le hacía demasiado vulnerable, y aunque le gustaba en contadas ocasiones había otras en que no podía soportar su debilidad.
- ¿Aún despierto? – dijo una voz y sus ojos se despegaron de las palmas de su mano y miraron a la que acababa de bajar la escalera. ¿cómo no lo había notado?
- hay muchas cosas para pensar – le explicó intentando no sonreír como un bobo. A veces lo veía a Weasley sonriendo así y le daba vergüenza ajena, lo único que faltaba es que ahora él también pusiera esa cara de tonto.
- Entiendo, entonces te dejo solo...
- ¡No!
Ella volteó tan rápido a verle que hasta pudo sentir el ruido de su cuello y se lo frotó instintivamente.
- ¿Q-Quieres que me quede?
Fin del Capitulo I
¡Hola a todos los que están leyendo! Espero que les guste mi fic, habrá lemon, y por el ritmo que van las cosas, supongo se habrán dado cuenta. El fanfic consta de tres capítulos que ya están hechos y no son muy largos, me parece, pero al menos podremos adentrarnos en la mente de Draco. Y eso ya es mucho decir considerándolo tan complicado como es.
Espero que me puedan dejar Reviews y no simplemente lean mi fic. ¡Vamos que no cuesta nada! Y a mi, me hacen inmensamente feliz. Aunque no lo crean.
Agradezco desde ya a Julieta y Aiosami que me dejaron sus mensajes en el Foro de la Pareja del Fénix y que me alentaron a seguir con el fic.
Los amo a todos, besos y adiosín.
Sumire-chan
