Hola a todos, sí sé que me van a matar por comenzar una nueva historia, pero no pude evitarlo, a quienes no les gustan las historias de vampiros sería mejor que no leyeran esta, es un AU.

De toda la historia lo único que cojo prestado son los personajes y sus físicos, incluso moldearé un poco sus personalidades, ya me diréis si merece la pena o no la historia.

En este primer capítulo solo introduzco a una parte de los protagonistas, en el siguiente vendrá la otra cara de la moneda.

El beso de la noche:

El dieciochoavo cumpleaños.

Todo era perfecto, no comprendía porque Ron lo había llevado hasta ese lugar, pero sin duda no se arrepentía de estar ahí.

El ambiente era festivo y el lugar no tenía nada que envidiar a la gran ciudad, al día siguiente sería su dieciochoavo cumpleaños, y su mejor amigo desde hacía años se había empeñado en que se fueran a celebrar a escondidas de su padrino Sirius, esperaba que no se molestara demasiado con él por ello.

-Vamos Harry, a llegado el mejor momento de la celebración.

En los labios de Ron se dibujó una sonrisa pícara que le llamo en cierto modo la atención, de todos sus amigos, él, era el último en cumplir los dieciocho, sin embargo al ser la diferencia por unos meses no se apreciaba la diferencia de edades. Lo más extraño es que Ron no había invitado a nadie más a esa celebración.

Decía que al ser su mejor amigo, solo él tenía que estar presente, los demás no importaban. Sintió que tiraba de él con fuerza y lo siguió rompiendo a reír:

-Ya va, ya va, ¿por qué tan impaciente compañero?

Ron negó y su cabello rojo terminó de despeinarse por completo:

-Sí que hay prisa caballero, pues sino llegamos a tiempo no encontraremos sitio.

¿Sitio para qué?, se preguntó Harry a sí mismo perdido, sin embargo siguió a su mejor amigo sin protestar, juntos llegaron a la plaza central del pueblo, todos los jóvenes se habían dirigido hacía allí, Harry no pudo dejar de notar que desde la misma se podía llegar a cualquier sitio.

Todos los jóvenes se pusieron en un círculo y Ron tiró de él para que se uniese al mismo, recibió la mirada de los que se encontraban a ambos lados de él y le sonrieron dándole la bienvenida.

Harry notó que todos los que conformaban el corrillo eran chicos jóvenes de edades entre los dieciocho y veintialgo años. De repente el corrillo comenzó a girar al son de una melodía, se percató de que todos los chicos parecían esperar algo.

De todas partes comenzó a escucharse la voz de varias mujeres que comenzaban a proclamar:

-La dama elige, la dama escoge.

De alguna parte una muchacha ingresó en el corrillo y mientras los jóvenes seguían girando todos a su alrededor, ella levantó las manos hacía arriba y comenzó a girar, dio unas tres vueltas y de repente se detuvo, sus ojos se encontraron con los de varios jóvenes del corrillo.

En cuanto la joven bajó una de sus manos y la otra quedó extendida hacía delante, escuchó que decían:

-¿A quién escogerá?

-A ti.

Dijo la muchacha del interior del corrillo, esta señalaba a uno de los jóvenes y sonreía, sorprendido se percató de que lo único que podía distinguirse de la chica eran sus labios, todo lo demás quedaba escondido bajo una especie de máscara.

Esta cubría desde su nariz, incluida la misma, hasta el último de sus cabellos, los cuales estaban resguardados por una tela oscura que formaba parte de la máscara.

La joven se dirigió hacía el chico al cual había señalado y extendiendo ambas manos cogió su rostro entre ellas y terminó con la distancia, sus labios se posaron en los del chico y sus compañeros lo soltaron.

Este guiado por la chica quedó con ella en el centro, él y el resto comenzaron a girar sin dejar de besar al chico ambos giraron en el centro del círculo, una sola vez, y seguidamente salieron del mismo y se alejaron juntos.

Sorprendido vio como otras cinco muchachas repetían el mismo proceso, intentó buscar a Ron entre los jóvenes que quedaban, pero no consiguió localizarlo, las muchachas iban todas iguales solo cambiaba el color de su vestido o su máscara.

Eran chicas de todas las clases, desde altas, bajas, delgadas, normales, rellenitas, no había distinción, todas participaban y ellas eran las que escogían.

Llegó el turno de la séptima chica, las voces se elevaron y pese al mareo que comenzaba a sentir, Harry pudo distinguir que su vestido era de un color verde claro, ella comenzó a girar como habían echo todas las demás, no obstante, su baile era más grácil, incluso el corrillo de chicos se detuvo contemplando su magnífica forma de girar, su vestido se movía según ella lo hacía.

Miraba al cielo y reía feliz de poder seguir girando, de repente la chica paró y sin dudar señaló al frente y declaró:

-Tú serás mi caballero.

Harry se encontró como idiota mirando como la joven caminaba hacía él con una sonrisa en su rostro que le cortó la respiración, sintió un cosquilleo recorrer cada centímetro de su piel sin saber muy bien como actuar o qué hacer.

Esta llegó hasta él y sintió sus blanca y frías manos en su rostro, le dio el tiempo justo de fijar sus ojos en sus rosados labios antes de que ella lo besara.

Todo su cuerpo pareció arder en ese preciso instante, había besado a varias chicas con anterioridad, no obstante ninguna había empezado el beso, ni una sola lo había buscado de forma tan clara, sintió como lo soltaban los dos chicos que lo flanqueaban y se dejó llevar por ella hasta el centro del corrillo.

No escuchó las voces de todos retomando el baile y el ritual, solo sintió como comenzaba a girar con ella, no obstante no fue una simple vuelta como todos los anteriores, y al sentir la lengua de ella rozando sus labios no dudó en darle permiso para profundizar el beso.

Se dejó llevar por ella y sin dudar llevó sus manos a la cintura de ella y la pegó contra él, ella se separó de él y escuchó su risilla divertida:

-No, no mi joven caballero, usted no puede tocar.

Ella cogió una de sus manos y lo guio fuera del corrillo, se percató de que las otras seis parejas que ya habían abandonado el corrillo se encontraban cada cual en diferentes puntos, parecían puntos ya determinados.

La muchacha que lo guiaba lo llevó por una de las calles, desconcertado declaró:

-¿Dónde me lleváis mi señora?

Había decidido seguirle el juego, después de todo la fiesta estaba ambientada en esa época.

Ella no contestó a su pregunta y siguió caminando, cuando llegaron al final del pueblo se percató de que iban por el camino del bosque, ¿qué deseaba ella?, miró hacía la plaza de donde provenían las luces y cánticos de la fiesta.

Ella se detuvo y soltó su mano, caminó sola hasta quedarse con el bosque a sus espaldas y declaró:

-Mi joven señor, ¿será usted el caballero que venga a salvar a la dama en apuros?

Sonrió y todo él quiso responder que sí, pero ella no esperó su respuesta se introdujo rápidamente en el bosque mientras su risa se escuchaba en el mismo. Desconcertado y algo perdido debido al alcohol que ya había ingerido hasta el momento la siguió.

Descubrió un sendero y lo siguió, seguramente no sería tan tonta de no seguir el mismo. Al llegar al final se quedó helado contemplando a la muchacha ante él.

La luz de la luna la acariciaba con sutileza y el agua tras ella la hacía ver un personaje de los cuentos de hadas.

-¿Acaso sois una ninfa del bosque mi señora?

Ella rompió a reír divertida:

-Si lo fuese, ¿qué harías mi joven señor?

-Intentaría atraparos para siempre.

-Pero me gusta mi libertad, pero puedo permitiros atraparme por unos momentos.

Acortó la distancia que había entre ellos y besó sus labios, ella no dudo ni un solo segundo en responder a su beso, y profundizar el mismo. Se pegó a ella sin poder casi controlar el deseo que lo llevaba a desear estar más y más cerca.

Tenía que ser cosa del licor ingerido.

-¿Os gustaría daros un baño conmigo mi señor?

Declaró ella separándose de él lo justo, se sorprendió cuando ella llevó una de sus manos hacía atrás y se deshizo de un enganche al parecer, pues el vestido cayó limpiamente a la hierva bajo sus pies.

Se encontró con un cuerpo joven y deseable hasta casi la locura ante sus ojos, la muchacha no llevaba nada más que el vestido que acababa de dejar caer al suelo, por lo que no había lugar de su anatomía que los ojos verdes jade de Harry no pudieran acariciar.

Consiguiendo que estos se nublaron por el deseo en cuestión de segundos y que agradeciera a Ron lo indecible por llevarlo a ese lugar.

-Me temo señora que si voy con vos a ese lago no pueda aseguraros que dejaré intacta vuestra virtud.

Ella rio alegre y comenzó a internarse en el agua para declarar:

-Soy yo caballero la que no podrá asegurar que no perdáis la vuestra.

El cuerpo de ella quedó oculto bajo el agua, mientras no podía apartar la vista de la muchacha ante él. ¿De verdad estaba pasando eso?, dispuesto a no perder esa oportunidad como todo joven muchacho que se precie, comenzó a quitarse las ropas que llevaba, enseguida se introdujo en el agua.

Sintió los ojos de ella sobre su cuerpo y al verla morderse el labio inferior, supo que le gustaba lo que veía tanto como a él.

Ella se encontraba cerca de una piedra que había en medio del lago y parecía esperarlo impaciente, nadó hasta donde ella se encontraba y cuando rozó su rostro con su mano supo que era de verdad.

-No os desvanecéis.

-Podéis apostar que no.

Ya no llevaba la mascara puesta, por lo que pudo ver sus ojos ámbares fijos en los de él, sintió que se perdía en la profundidad de los mismos, era como si ella guardara los secretos del mundo en su interior.

Sus labios se encontraron sin demora, y ella enredo sus brazos en su cuello y sus dedos en su cabello negro azabache revuelto.

Él no podía distinguir el color del cabello de ella, pero supo que era una melena de rizos, más eran unos rizos suaves y que caían en cascada por su blanca espalda.

Sus manos viajaron rápidas hacía la cintura de ella y la pegaron a su cuerpo, el contacto de sus cuerpos desnudos y las caricias del agua en sus cuerpos los hicieron olvidarse de todo.

El beso subió de intensidad y él la acercó contra la roca, apoyó a la muchacha contra la misma y la alzó, se sintió prisionero de su cuerpo, más no le importó en lo más mínimo.

-¿Impaciente?

Escuchó que ella le decía al oído a la par que mordisqueaba el mismo, acarició una de sus piernas y hundió su rostro en el cuello de ella, esta le dio el acceso necesario y ella misma comenzó a besar su propio cuello, en cuanto apresó uno de sus pezones entre sus labios ella soltó un gemido de placer.

Jugó con el mismo y al sentirla moverse contra él no pudo controlarse más y cegado por el deseo la sujetó contra la piedra y sin más demora entró en ella.

No encontró oposición alguna y ella lo recibió limpiamente y gimiendo de placer entre sus manos.

La muchacha se movía con él y besaba sus labios cada vez que lo deseaba, lo incitaba a ir más rápido o más lento según ella deseaba. Sintió como ella clavaba sus uñas en su espalda y un exquisito dolor cargado de placer lo recorrió cuando sintió que ella mordía su hombro a la par que llegaba al momento culminante del acto.

Ambos a la par se perdieron en la pérdida de sentidos y experimentaron el momento con sumo placer. Ella suavizó su agarre y de morder su hombro pasó a atrapar sus labios mordió su labio inferior y sintió un dolor punzante haciéndole entender que este había comenzado a sangrar.

Juntos experimentaron el sabor electrizante y metálico de la sangre, compartidos con sus lenguas.

Cuando rompieron el beso, se miraron a los ojos y de nuevo se perdió en la inmensidad de los de ella, todo su cuerpo volvió a tener la necesidad de poseerla por segunda vez.

No, por segunda no, de hecho estaba seguro de que quería poseerla hasta la saciedad.

-Solo una vez más mi joven caballero, lo haré mío solo una vez más.

Ella se separó de él y cogiéndolo de la mano lo guio fuera del lago, una vez cerca de sus ropas lo volvió a besar:

-Quiero sentiros plenamente.

Lentamente ambos cayeron abrazos al suelo cubierto de hierva, con delicadeza Harry comenzó a acariciar el cuerpo de la chica entre sus brazos, aun y después de poseerla por primera vez, no se creía que estuviese pasando.

Recorrió casi todo su cuerpo con sus manos y el mismo camino lo hicieron sus labios. Ella se movió bajo sus caricias y respondió a cada una de sus provocaciones, si bien en esa ocasión era la primera que había llegado hasta el final con una mujer, también era cierto que sabía como enloquecerlas.

Se dispuso a hacer precisamente eso, cuando ella decidió que no quería ser la sumisa, de un momento a otro se encontró con su espalda golpeando el suelo y ella sentada a horcajadas sobre él:

-Os dije que deseo poseeros una vez más mi señor.

Sin más, ella tomó las riendas de toda la situación, antes de lo esperado por él ella consiguió que estuviese más que listo, y cuando ella lo guio hasta su interior se dejó llevar.

¿Cómo podía ser tan atrevida una chica que no aparentaba ser mayor que él?

Ella comenzó a danzar encima de él y tuvo que agarrarla de la cintura, sin saber como y sin proponérselo acabó sentado y pegado contra ella, ambos abrazados unidos y danzando juntos, siendo de nuevo uno.

Sus labios se atrajeron como imanes y se perdieron el uno en el otro, cuando por segunda vez llegaron juntos al momento culminante, él experimento algo muy raro en su interior y lentamente se desvaneció en un profundo sueño.

Cuando despertó se encontró con que aún era de noche y que se encontraba completamente solo en el claro, se incorporó y por su cuerpo resbaló una capa oscura. La cogió entre sus manos era de seda, eso lo pilló por sorpresa, no era de él, se la acercó al rostro y enseguida captó el olor a lavanda de la joven con quien había estado, más detecto otro olor mezclado con ese, un olor que no le resultaba familiar, pero por algún motivo lo sentía como metálico.

Tras darse cuenta de que la joven no estaba y no regresaba, se vistió y tras coger sus cosas se marchó de allí, la capa se la llevó con él.

Encontró a Ron dormido en el hotel del pueblo y tras despertarlo juntos se marcharon.

Un destello lo golpeó de lleno y se removió incómodo en la cama:

-Arriba vago, ya son más de las once.

-O venga ya, es mi cumpleaños.

-Me da igual, además por eso mismo que es tu cumpleaños, tus amigos están esperándote abajo.

-Diles que se vayan a la cama.

Sirius se acercó a él y tiró de la manta para destaparlo por completo:

-Draco y Luna te esperan abajo, así que levántate ya, no es culpa mía que quisieras salir de parranda la noche pasada.

Gruñó enfadado y se colocó la almohada sobre la cabeza, no deseaba ni escucharlo ni levantarse, estaba sumamente cansado y solo deseaba dormir.

-He dicho ya, Harry, vístete y te espero abajo.

Molesto lanzó la almohada contra su padrino, pero esta encontró la puerta en su camino. Sabiendo que no serviría de nada intentar volver a dormir se levantó, cogió la almohada del suelo y tras despeinarse un poco su ya de por sí desastroso cabello se dirigió al armario y después al baño.

No tardó en estar listo, pese a que se caía de sueño, al volver a su habitación sus ojos encontraron en su camino una capa oscura, frunciendo el ceño sin recordar de donde había salido se acercó a la misma.

Sus dedos deslizaron la tela entre ellos y la suavidad de la misma lo desconcertó, sentía que le dolía la cabeza horrores, se acercó la misma al rostro y el olor a lavanda inundó todos sus sentidos.

Enseguida a su dolorida cabeza llegaron todos los sucesos de la noche anterior y una clara imagen de ella se le presentó, casi como si la tuviera justo frente a él.

Su corazón se aceleró con una velocidad casi imposible y todo su cuerpo experimento una descarga de deseo mezclado con pura lujuria.

Soltó la capa y negó, rápidamente recobró su compostura y se decidió a bajar, quizás encontrase a Ron y podría preguntarle por el nombre del pueblo al que lo había llevado.

Al bajar, McGonagall le informó de que Draco y Luna lo esperaban en la sala, fue hacía allí y se los encontró de pie mirando por la ventana como distraídos.

Ambos iban vestidos de forma informal, ella más que él, al escucharlo entrar se giraron y le sonrieron:

-Al fin apareces, así que la noche anterior fue productiva.

Declaró Luna sin más, la miró sin comprender y Draco declaró:

-Luna, eso es evidente, además no podía ser de otra manera.

-¿De qué estáis hablando chicos?

Luna corrió hasta él, le planto un beso en la mejilla y tras felicitarlo declaró:

-¿Y cómo fue?, la verdad es que a mí me toco uno de los nuestros.

-¿De los nuestros?, ¿Te toco?, no te entiendo Luna.

-Venga ya Harry, no tienes porqué esconderte, yo también pasé por eso hace dos semanas.

Añadió Draco y tomo asiento junto a Luna, perdido los miró sin entender.

-Sí Harry, ya me entiendes, la noche antes de nuestros dieciocho nosotros debemos perder nuestra virtud. Imagino que tu repertorio para escoger es más amplio que el mío, con las chicas es diferente.

-Perdona Luna pero no te sigo.

-A mí me toco Ronald Weasley, el pelirrojo que es amigo tuyo, al menos fue considerado conmigo y no fue una mala experiencia.

-¿Estás de broma?

Preguntó sin entender absolutamente nada de nada:

-No, debía escoger entre alguno de los Weasley, Draco, o Longbottom, y bueno escogí a Ronald, no hay demasiados cazadores donde elegir.

Harry ahora sí que se estaba exasperando, se puso en pie y dijo entre dientes.

-¿Cazadores?

Draco lo miró por unos instantes y se puso en pie para decir:

-Dime que has hablado con Sirius esta mañana.

-Solo me dijo que estabais aquí.

Luna y Draco intercambiaron una mirada de sorpresa y miedo que él no supo entender.

Mientras eso sucedía en la sala de la casa en el despacho se encontraba Sirius encerrado acompañado de Ronald:

-¿Estás seguro de que todo salió bien?

-Sí, Harry fue uno de los elegidos por las muchachas, y pareció tocarle una especialmente entusiasta, porque volvió bastante tarde.

-Entonces ha llegado el momento de hablar con él. ¿Qué sabes del Drante?

-Lo mismo que hasta ahora, que está bastante interesado en localizar a su heredero, no se cansa de buscarlo y lo peor es que sus métodos están siendo más drásticos.

-Lo que menos necesitamos es que aparezca un segundo Drante, hacía quinientos años que no aparecía uno, creía que eso significaba que se exterminarían por fin.

Sirius golpeó con fuerza la mesa ante él y un retrato cayó al suelo, Ron lo recogió y declaró:

-Hemos ocultado y protegido al único que puede encontrar al siguiente Drante y destruirlo, no debes preocuparte, en cuanto le cuentes todo, Harry, los localizará y los terminará.

Ron le entregó el retrato a Sirius y este lo cogió entre sus manos, en este salían tres personas, un hombre y una mujer acompañados de su bebe.

-Si Lily y James estuviesen vivos aún esto ya no sería necesario.

-Al menos sabemos que el nuevo Drante es joven, el actual Drante Voldemort, mató a los padres de Harry para que no lo encontraran en cuanto lo sintió cerca.

-Exacto, pero carecemos de más información, de lo que sí podemos estar seguros es de que este año, o el próximo, el siguiente Drante alcanzará los dieciocho y comenzará a despertar, no podemos permitir que eso pase y mucho menos que ambos Drantes se unan, sería el fin de la actualidad.

Ron suspiró, era muy consciente de eso, vio a Sirius dejar el retrato en su sitio y suspirar:

-Gracias a dios que el actual Drante no sabía de la existencia de un nuevo chico Potter, eso habría significado nuestro verdadero final.

Si la única familia con capacidades para detectar a los vampiros de sangre pura hubiese desaparecido sería catastrófico.

-Gracias a dios Lily y James pudieron esconderlo bien.

-Sí, aun no me explico como sobrevivió, solo deseo que su suerte no se agotase ese día, la vamos a necesitar, ellos están más nerviosos que nunca.