Si te vas, cruza la puerta y tira tus llaves al cerrar. No pronuncies mi nombre. Apura tu paso y no mires detrás. No roces mi piel en tu carne, ahoga mi sombra en tu oscuridad. Si te vas, no lleves la luz de mi alba, mi búsqueda. Y al despertar, acostúmbrame.
Si me lo pidieras te daría el sol, y que inundes mi dolor. Abrázame.
CAPITULO I
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Referencias:
- Diálogos -
"Citas"
/Pensamientos/
Redacción
[…] Flash Back […]
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CAPITULO I
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- Te estaré esperando - dijo mirándole a los ojos mientras sentía, con angustia, cómo ella retiraba su mano de la suya y la asía a la valija con fuerza, como queriendo ocuparla con algo para no sentir tan hondamente el frío de haberla separado de la de él. La vio alejarse con lentitud hasta la verja que marcaba el límite del patio delantero de su propia casa. Ella caminaba hacia atrás, manteniendo el contacto visual y casi prometiendo con los ojos, mientras él rogaba con los suyos, que pronto volverían a reencontrarse.
Le resultó irónico que, sintiendo el pecho tan vacío, no pudiera ingresar más aire en sus pulmones cuando suspiró, con una mezcla de soledad y resignación, luego de verla desaparecerse tras la pequeña puerta de madera. Él la hubiese acompañado hasta la cerca para despedirse, pero ella no le hubiese dejado. Prefirieron un apretón de manos, mudo y frío como el sabor de los puntos suspensivos. Y así, de un momento a otro, sintió el peso de los segundos sobre sus hombros, y la pastosa densidad de la espera.
Sonrió con angustia, como si acabase de cerrarse el telón de su comedia favorita, y giró sobre sus talones con la pesadez de quien no tiene deseos de hacer lo que debe. A sus ojos apareció su casa, tan desequilibrada e intrigante como siempre, con la maleza poblada de gnomos y la madera manchada de humedad, que parecía dar testimonio de que la casa misma había llorado las desventuras de su familia. Cerró los ojos para suspirar de nuevo y la madurez, a la que tuvo que acostumbrarse de golpe, le supo amarga en el velo del paladar.
Con la misma parsimonia con la que se hubiese puesto a redactar un ensayo de pociones, emprendió la corta distancia que lo separaba del ingreso principal a la Madriguera. Sonrió con amargura ante la ironía de saber que nunca más haría un ensayo de pociones, porque ya no estará ese insufrible profesor para pedírselo, ni ella, para corregir los errores que seguramente hubiese cometido.
Puso un pié en el living de su casa y miró a su izquierda, sabiendo que encontraría a su madre revolviendo por inercia una olla con el almuerzo. Ella lo miraba con gravedad:
- Deberías haber ido con ella - le dijo en un suave pero serio tono de voz.
Él le devolvió la seriedad con la mirada y sin dejar de observarla negó con la cabeza. Diciendo nada se encaminó a la escalera que, recorriendo todas las habitaciones de su casa, le abría sus brazos para guiarlo en el prolongado ascenso hacia su cuarto. Y así, uno a uno, fue encontrándose con los miembros de su familia, como en un negativo sin revelar que se mira a contraluz sin demasiado interés.
Su padre leía sin leer un libro de Shakespeare; fruncía el seño y regresaba a la página anterior, consciente de haber recorrido las palabras con la vista sin haberlas leído realmente. Arrugaba la nariz y respiraba hondo, como resignado a hacerse creer a sí mismo que se mantenía ocupado. En la habitación contigua, una especie de pequeño comedor, Bill y Charlie jugaban un partido de ajedrez mágico; tardaban minutos eternos en hacer cada movimiento, mirándose de vez en cuando, como pidiéndose disculpas por dejarse llevar por su mente muy lejos del tablero de juego.
La escalera lo invitó a seguir subiendo para enfrentarse, apenas pisaba el descanso, con la puerta abierta de la habitación de Percy. Lo encontró dormido sobre el escritorio, con los lentes torcidos sobre la frente y una pluma agarrada en su mano derecha. No quiso violar su privacidad leyendo los garabatos, que ahora se encontraban debajo de su mejilla izquierda, pero supo con certeza que, sea lo que sea, era su excusa para mantenerse despierto durante la noche. Era su nuevo rol, montar guardias nocturnas por si a alguien le pasaba algo mientras todos dormían; por eso la puerta abierta, /todos saben que Percy adora encerrarse/, por eso el ronquido profundo sobre el escritorio a las once y media del medio día. No supo bien por qué no cedió a su impulso de quitarle los lentes y abrigarlo con algo, sino que simplemente giró a su derecha para seguir su trayecto.
La puerta de la habitación de Ginny estaba entreabierta. Se apresuró a llegar a ella cuando la escuchó sollozando adentro, pero al oír los arrullos de Harry y verlos por la pequeña abertura, ella recostada sobre su regazo y él acariciando su largo cabello, sólo atinó a sonreír débilmente a su hermano por elección y señalarle con el índice que subiría a su habitación. Sabía que Harry no lo seguiría al rato, aunque haya asentido con la cabeza en señal de /ya voy/, tanto como sabía que su amigo entendía que él necesitaba estar solo.
La madera del penúltimo tramo de la escalera acompañaba sus pasos con el sonido extraño de los escalones viejos, como si hicieran manifiestas sus ganas de quejarse con angustia por la habitación que estaba por aparecer frente a él.
George se había quedado dormido llorando. Pudo intuirlo por sus ojos hinchados y lo apretados que tenía los puños a la funda de la almohada. Debajo de la misma distinguió el reloj que antes estaba colgado en la cocina. Lo retiró casi con enojo, procurando no despertar a George. Por un segundo miró la aguja de su hermano Fred, que indefinida flotaba entre las palabras "casa" y "peligro de muerte", y luego de mirar como reprendiendo a George (aún sabiendo que éste no era consciente de ello), se retiró con reloj y todo; no sin antes dirigir una mirada fugaz, como un saludo involuntario, a la cama perfectamente tendida que debería estar ocupando su hermano muerto.
Dejó el reloj en la mesada del baño, como quitándose una prenda sucia, y miró el último tramo que ascendía de la escalera. La puerta de su cuarto estaba cerrada y pudo distinguir con facilidad el viejo cartel que la denunciaba como suya: "Habitación de Ronald". Suspirando por enésima vez en el día, comenzó a ascenderkk con la seriedad, la angustia y la determinación de un guerrero que se abre camino hacia el campo de batalla.
Empujó la puerta casi con miedo y entró achicándose paulatinamente, como si en cada paso perdiera fuerzas, dejándose caer sentado en la cama que ocupaba Harry. Por la ventana se veía el punto exacto en el que Hermione acababa de desaparecer. Hundió la cara en sus manos y se apretó los ojos con impotencia. Él había elegido acompañarla, pero ella lo obligó a elegir diferente.
Así, se quedó con su familia en la Madriguera, para ayudar a acomodar la inestabilidad emocional que la muerte de Fred había inyectado en sus entrañas. Mientras tanto, ella viajaba a Australia para recuperar a sus padres, llevándose con ella, sin saberlo, a su otra familia. Esa que aún no tenía, pero que le borboteaba en la boca del estómago de vez en cuando y le hacía cosquillas en la punta de las orejas.
Suspiró por última vez y, como si pudiera invocarla con ello, comenzó a ojear sin ganas "Hogwarts, una Historia", sabiendo que la próxima edición de ese libro debería incluir los importantes, y terribles, eventos recientes.ç
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Espero les guste el primer capítulo.
¡Espero comentarios!
