Capítulo 01
Miku caminaba tristemente por el bosque mientras miraba la brillante luna.
¿Cuánto tiempo estuvo afuera?
No lo sabía.
No quería regresar a allí, no quería encontrarse con su padre, pues la reprendería y obviamente la castigaría.
La vida era muy mala con ella, un ejemplo muy claro era el día en que nació.
Kenji Hatsune, el gran líder de los Hatsune, había estado esperando con ansias ese día.
El día que su primogénito naciera.
Tenía en mente las mil y una cosas que quería hacer con él. Entre ellas estaba: Vengarse de los Kagamines.
¿Por qué se odiaban a muerte?
Porque cuando Kenji tenía 4 años, hubo un ataque entre ambos bandos, donde fallecieron muchas personas, entre ellos, su padre.
Los Hatsune, al ver que no tenían otra opción, corrieron hacia el bosque, refugiándose, mientras los Kagamine se quedaban con todo el territorio.
Desde ese día Kenji, juró venganza y esperaba el día el cual pudiera ejecutar sus planes, lamentablemente, nunca llegó.
Años después de haberse casado, escuchó que su enemigo, Toshio Kagamine el nuevo líder, tuvo un hijo, a lo cual él se enfado y decidió tener también uno.
Y eso nos lleva a un 31 de Agosto.
Kenji estaba bastante nervioso, ya quería tener en sus brazos a su queridísimo hijo.
Cuando escuchó un llanto, entró casi volando a su hogar y se encontró con su esposa con algo muy pequeño envuelto en mantas.
Era el momento de darle su primer baño, destapó al bebé y se encontró con algo que no podía creer.
¡Una niña!
La noticia fue como un balde de agua fría, estaba sorprendido y a la vez molesto.
La pequeña lo miraba con esos enormes ojos verdes llenos de vida de su madre y aunque no se le notaba mucho, tenía el cabello de su abuelo.
Pero eso no sirvió para que el instinto paternal de Kenji saliera.
—Una niña no sirve para pelear—Dijo antes de irse.
Durante años actuó como si su hija no existiera, no hablaba con ella, la evitaba a cada costa, en se presentaba en sus cumpleaños.
Un día cuando Miku jugaba tranquilamente en su cuarto, con la edad de 8 años, su padre entró sorpresivamente, dándole lo que sería, la primera prueba de afecto hacia ella.
Dos Katanas, bien afiladas, no aptas para infantes.
La madre de Miku se molestó mucho, ¿Por qué le regalaba algo tan peligroso?
La respuesta era simple, desde ese día, Miku dejaría de ser una "Niña Florecita", y aprendería a luchar.
En ese mismo instante, Kenji enseño a su pequeña hija a pelear con espadas, algunas veces la lastimaba, haciéndole cortes, no muy profundos, por todo su cuerpo.
Ella lloraba por el gran dolor que estás le causaban, su madre corría con vendas y trataba de calmar.
—Si fueras hombre, resistirías más— "Ayudaba" su padre.
Y así cada día, el entrenamiento se hacía cada vez más duro a medida que ella crecía.
Y a la vez, también el odio hacia su padre.
Ahora se encontraba a unos cuantos pasos de su hogar, dio un suspiro y abrió la puerta.
—¡Estoy aquí!—Aviso y antes de encontrarse con alguien, subió a su habitación.
Estando allí, se dio una larga ducha de agua tibia y cambio su ropa por la cómoda y siempre confiable pijama.
Esta era de seda rosada, regalo por su décimo séptimo cumpleaños, tenía una camisa con botones blancos y un pantalón simple.
Arregló su cabello en una trenza al costado y bajó a la cocina a ver si había algo para comer.
Se preparó un pan con mantequilla y un poco de té, para luego subir nuevamente a su "Cueva".
Se metió en su cama calentita y se dispuso a dormir cuando vino a su mente la discusión que había tenido con su padre horas atrás.
Estaba practicando, cuando Kenji apareció.
Se quedó observándola por unos segundos y luego se acercó.
—Lo haces mal—Le dijo tranquilamente, tal vez sólo buscaba molestarla.
—No, así es—Respondió sin darle importancia.
—Eres muy terca—.
—Tomo eso como un cumplido—Aclaró sin dejar lo que estaba haciendo.
El hombre suspiró.
—Dame eso—Y le arrancó la espada.
Hizo una serie de movimientos, lentos y precisos, parecía un baile.
—¿Entendiste?—Preguntó con aires de superioridad.
Ella sólo asintió.
—Entonces...Hazlo— Le entregó la katana.
La chica respiró profundamente y empezó a hacer lo que se le había instruido.
—Nunca entiendes nada—Trató de ignorarlo.
—Un hombre ya lo habría hecho sin falla alguna—Esa fue le gota que colmó el vaso.
—¡Pues perdóname por no serlo papá!—Gritó casi queriendo llorar, él siempre la hacía sentir mal.
Su madre salió a ver qué pasaba asustada, aunque a estas alturas, ya se había acostumbrado a los constantes gritos de su esposo y los de su hija.
—¡Sé que no me quieres!—Siguió —¡Tú querías un varón, pero no lo soy— Realmente estaba lastimada.
—Además...¡No es mi culpa!...¡Yo no pedí nacer!—Dicho esto se fue corriendo al interior del bosque.
Su madre quiso detenerla, pero Kenji se lo impidió.
—Déjala hacer su berrinche—.
Se molestó al recordar eso, quería pensar que en el fondo, muy en el fondo, su padre la quería.
Luego recordó a esa chica, quien la animó cuando nadie podía.
Estaba sentada en una gigantesca roca, aburrida e irritada.
—¿Hola?— Preguntó una voz desconocida.
Se giró y vio a una chica rubia, era pequeña, sus ojos azules brillaban de la curiosidad, usaba un vestido amarillo y ballerinas negras.
—Hola—Respondió con una sonrisa.
—Yo soy Rin...¿Y tú?—Dijo extendiendo su mano hacia ella.
—Miku—Correspondió el agarre.
Empezaron a hablar y descubrieron que tenían algunas cosas en común, ambas tenían 17 años y no tenían muchos amigos.
Estuvieron hablando toda la tarde hasta que apareció un chico rubio con ojos dorados vistiendo un pantalón blanco y una especie de bata que llegaba hasta la cadera ajustándola a su figura con dos gruesos cinturones, atados a estos había una espada.
—Aquí estabas Rin—Dijo sonriendo mientras ponía una mano en el hombro de esta.
—Hola Len, te presento a Miku—En ese momento se sonrojo un poco.
—Mucho gusto—Dijo estrechando su mano —Soy Len Kagamine—.
En ese momento, Miku se asustó.
¡Un Kagamine!
Rápidamente se paró y se puso en guardia queriendo atacar al rubio.
—¡Oye que te pasa!—Len agarró a Rin y la puso detrás de él.
—Yo soy Miku Hatsune—Dijo con autoridad.
—¿Hatsune?—Se sorprendió
—Así es— Respondió la chica.
Len apartó a Rin y se lanzó a atacar a Miku.
Se notaba que ambos habían practicado demasiado, no tenían ventaja sobre el otro.
Rin gritaba para que pararan de una vez.
Llegó un momento en el cual Len arrojó a Miku al suelo, la dejó sin escapatoria.
Ese era el final, tanto entrenamiento para nada.
Rin empujó a Len y lo separó de Miku.
—¡Vete!—Dijo mientras forcejeaban.
Se levantó del suelo y se fue corriendo.
Cuando se sintió lo suficientemente segura, empezó a caminar.
Su amiga termino siendo una Kagamine.
Era curioso.
Pero...
¿Por qué pensaba tanto en Rin?
Una idea se le cruzó por la mente, pero no podía, era ridículo.
Además ella era su AMIGA.
—No creo estar enamorada, sólo estoy un poco confundida, mañana hablaré con ella y lo arreglaré—Pensó y se quedó dormida.
Se despertó muy agitada, ese sueño en realidad era muy extraño, vio su reloj.
«4:47 a.m»
Ella estaba sentada en un claro en el bosque, cuando escucho a alguien llamándola, se dio la vuelta y se encontró con una cabellera rubia, pero no distinguía bien.
Tan distraída estaba, que no se dio cuenta que alguien estaba detrás de ella.
Sintió una fuerte puñalada en la espalda, la persona que la había llamado, ahora se encontraba sosteniéndola por la espalda para que no cayera.
Se quedó nuevamente dormida y esta vez no pasó nada.
A la mañana siguiente, se puso un short azul oscuro, una casaca negra, zapatillas blancas y amarró su cabello en dos coletas bajas.
Tomó su desayuno rápidamente, agarró sus katanas y salió para el bosque.
Eso es todo por hoy.
Espero que les hay gustado c:
Teddy-San =3
