Hola a todo el mundo:

Hoy no me pude quedar a darles un saludito porque estoy haciendo unas cuantas historias clínicas para mañana y tengo dos exámenes para el día siguiente, pero no pude evitar escribirles una pequeña nota. Este es un minific de tres o cuatro rounds donde pasaran una serie de acontecimientos que espero sean de su disfrute. Esta dedicado para mi amiga Emma.Zunz que esta de cumpleaños. Feliz Cumple!! Nunca me dijiste cuantos eran, pero no importa. Ojala disfrutes de tu día. Además ando algo loca con la preparación del bautizo de mi pequeño y amado Eriol. Sirius y yo decidimos bautizarlo este fin de semana y prometo contarles la próxima vez. Ya tenemos a los padrinos que serán Draco y Rianne (Una prima segunda de Sirius). En fin, ya saben que Harry Potter y Co. Perteneces a J. K. Rowling Excepto Sirius que es MÍO. Bueno, se me cuidan y nos vemos en estos días.

Bye,

Andrea I. Black.


Capitulo 1

Primer Round.



Horrible. Horripilante, asqueroso y nauseabundo era todo. Cerró sus ojos indignada y repitió mentalmente que todo fuera imaginaciones suyas o una pesadilla de esas que suelen atacarla luego de llenarse de dulces en la noche. Repitió con fe, como si de un rezo se tratase: Ojala todo sean solo ilusiones mías. Abrió los ojos con miedo y soltó un gritito al notar, que todo seguía igual.

Malditas estaciones. Había regresado la primavera al mundo mágico y muggle.

Caminó furiosa por las transitadas calles, mientras sentía los últimos remanentes del frío viento de invierno golpear su rostro. No se fijaba por donde caminaba, ni tampoco le importaba. Tenía aún un par de horas antes de encontrarse con Harry y Ron en el caldero chorreante. Se detuvo de golpe al notar como un par de hombres movilizando un par de muebles obstaculizaban el camino. Zapateó el suelo con notable desespero y decidió distraerse con los aparadores de los almacenes, al fin y al cabo estaba en la zona comercial del mundo muggle.

Mala idea. Todo se encontraba atestado de flores. Flores por aquí, flores por allá. Flores en el suelo, flores en el techo. Flores en las ventanas, flores en las puertas, flores en las mesas. Y esa tienda estaba decorada de rojo y dorado. Horror. A pesar de reconocer los colores de su casa de Hogwarts entre el decorado, no pudo evitar sentir arcadas. Toda esa decoración era extremadamente Cursi. Ahora solo falta que cuando te vendan el diario, te den una flor con este. O al tomar una taza de café, el camarero le diga a uno: ¿Gusta una flor de acompañante? Otra vez, maldita sea la primavera.

¿Por qué todo debía estar inundado de flores? Observó que los hombre se le habían quedado mirando y uno le guiñaba un ojo con coquetería. Bufó sonoramente y los esquivó para luego continuar su caminata. Seguía fastidiada y con mal humor. Esta estación siempre la ponía de mal humor, porque extrañamente todo el mundo parecía estar más feliz y con el pensamiento cursi de que no había estación más perfecta que la primavera. La estación del amor. Se preguntó a si misma, cuantos mentecatos pensaban de esa manera en el mundo. Y dejando la pregunta sin respuesta para no crearse un dolor de cabeza sin justificación, sigo andando por las calles.

Sin darse cuenta llegó a una plaza, y sintiéndose cansada y estupida al mismo tiempo. ¿Quién la mandaba a colocarse precisamente ese día las bonitas y sofisticadas botas de tacón que la pelirroja de su mejor amiga la había obligado a comprar? Ahora no sentía cuatro de los cinco dedos que cada pie tenía y sus tobillos al parecer no soportarían por mucho tiempo más el peso de su cuerpo. Se dejó caer en una de las bancas de la plaza y comenzó a masajearse los tobillos sobre el cuero de sus botas, mientras los movía suavemente. Otra razón más para odiar la primavera, le daba estupidas ideas a Ginevra y ella, Hermione Jane Granger (si, el nombre completo porque estaba enojada), terminaba pagando las consecuencias de ello.

Luego de cinco merecidos minutos de estar masajeándose los pies, levantó la mirada y se arrepintió totalmente de ello. Frente a ella, se encontraba una pareja de jóvenes de su misma edad que se acercaban con una mirada soñadora que haría revolcar a los ositos cariñositos si los vieran y se acercaban el uno al otro con tal teatralidad, que pareciera que estuvieran en un campo infestado de flores. Cuando estuvieron frente a sí, y a ella de paso, se miraron a los ojos como un par de idiotas por casi tres minutos para luego fundirse en el beso más baboso que había visto en su vida. Y eso es decir mucho, luego de haber visto los besos de Ron con Lavender en sexto.

Asco. Fue todo lo que su mente logró procesar antes de desconectarse y colocarse en modo automático. Aquel modo que le indicaba que si quería continuar con todo el contenido gástrico en su lugar, lo mejor era escapar de tal impactante imagen. Tratando de ser lo más cuidadosa posible, comenzó a andar intentando no interrumpir a la pareja. Aunque siendo sinceros, esos no escucharían y ni se percatarían de nada más que de su intercambio salivar a pesar de que el mundo se estuviera viniendo encima.

Debería irse a vivir a un lindo y tropical país donde no existieran las estaciones y no tuviera que vivir esto todos los años. Error. Entonces no disfrutaría de las tranquilas tardes de otoño y los memorables días de invierno. Rayos, y el viajar lejos para escapar de la primavera no entraba entre sus planes. Gastar tanto dinero por una tontería así, no valía la pena. Una vez más, maldita sea la primavera y todos los imbeciles que la adoran.

Al verse sin lugar que al cual recurrir, y notando que aún faltaba demasiado para encontrarse con sus mejores amigos, decidió pasar un rato por la tienda de discos más cercana y luego a alguna tranquila y solitaria librería. Si, eso sonaba como un muy buen plan.

Apretando un poco más su chaqueta y apresurando sus pasos, algo más complejos y tortuosos por las benditas botas negras, logró encaminarse a la tienda de discos que se encontraba a una calle de la plaza. Entró rápidamente y suspiró al notar todo coloridamente decorado, pero al menos su amada sección permanecía inmutable. Sonrió casi maternalmente y se dirigió a donde se encontraba su música y dejó salir una exclamación de paz al verse rodeada de los suyos. Un rato de paz con sus pequeños y musicales amigos lograría calmar cualquier mal genio que tuviera, además de que la hacia sentir ligeramente acompañada en su propuesta "No más primaveras".

Tomó un CD y lo colocó en el reproductor, para luego ponerse los audífonos y sentir la música inundar su pequeño y desastroso días. Al fin había encontrado la paz en medio de uno de los acordes de aquella guitarra que resonaba en su cabeza, mientras se imaginaba un mundo perfecto donde Freddy Mercury todavía viviría al igual que John Lennon y Led Zeppelin seguiría rockeando por el mundo. Tan concentrada estaba en su pequeño mundo que no escuchó la puerta abrirse estrepitosamente, ni la campanilla del local sonar bruscamente o el escándalo que se encontraba afuera del pequeño local. Sólo estaba ella y el reproductor de música. En eso siente un peculiar aroma llegar a su nariz. Un aroma peculiarmente conocido. Olisqueo un poco el aire, para luego hacer una mueca al no lograr identificar la esencia hasta que dio con un lejano recuerdo de sus años de estudiante. Ese olor le recordaba los pasillos de Hogwarts pero no sabía muy bien porqué. Además, ¿Qué hacía ese olor en el mundo muggle?

Saliendo levemente de su ensoñación decidió descubrir la fuente de esa particular esencia y girándose levemente se encontró de lleno con un masculino y trabajado muro de músculos. Tal vez una vista un tanto tentadora si cabe resaltar que los primeros botones dejaban al descubierto una piel blanca y bastante cuidada.

-¿Gustas de lo que ves, Granger?- dijo una voz demasiado masculina al oído que logró aturdirla, pero esa manera de arrastrar las palabras sólo la conocía en una persona en todo el planeta. Tenía el sello Malfoy en todas partes. Reprendiéndose a si misma por haberse permitido pensar que el torso de Malfoy podría ser tentador, apretó la mandíbula y alzó el mentón levemente ignorándolo deliberadamente. Siguió "escuchando" la canción que sonaba aunque estuviera más pendiente en identificar la esencia que traía el rubio encima, para luego mirarlo furtivamente. Y lo que vio la dejó impactada.

Draco Malfoy. El perfecto Draco Malfoy lucía algo desarreglado y sus mejillas estaban bastante coloradas, a parte de que su respiración se encontraba aceleraba y echaba furtivas miradas a la puerta y a ella al mismo tiempo. Claro que la diversión se podía vislumbrar en sus orbes grises cuando la enfocaba a ella. Siguió la mirada del rubio y notó el motivo de su presencia en ese lugar. Sonrió burlona y jugueteó con uno de los empaques de un CD, haciéndose la desentendida.

-En realidad si, este CD es una reliquia digna de un coleccionista. Creo que me lo voy a llevar.- respondió la joven con tranquilidad mientras observaba aparentemente embelesada el reverso del CD, aunque su mirada estuviera puesta en el entrecejo fruncido de Malfoy. Luego de eso se gira teatralmente y mirarlo con fingida sorpresa. -¿Malfoy? ¿Desde cuando eres empleado de esta tienda de discos?- preguntó Hermione con una cara de sorpresa tan falsa que se regocijaba de que así fuera.

-Muy graciosa, Granger.- respondió Draco soltando pequeñas palmadas, mientras una sarcástica sonrisa curvaba su boca. -Había olvidado tu peculiar sentido del humor.- añadió después mientras se alejaba levemente de la joven para situarse detrás de ella.

-Y yo tu manera de arrastrar las palabras, pero creo que eso no viene al caso.- comentó Hermione con simpleza para luego mirarlo con los ojos brillantes y rebosantes de burla. -Ahora coméntame Malfoy, ¿Qué fue lo que te obligó a esconderte en una tienda muggle?- gesticuló la joven con una sonrisa burlona bailándole en los labios, mientras Draco fruncía levemente el ceño.

-¿Qué te hace pensar que estoy huyendo de algo?- preguntó el rubio mirándola desafiante y algo enojado a lo que la castaña aparentó meditarlo por unos segundos en silencio.

-No sé, tal vez lo desarreglado que te ves o el hecho de que pareciera que hubieras llegado corriendo desde Hogwarts.- respondió Hermione mirándole fijamente y sin perder la sonrisa a lo que el rubio bufó. -Bueno Malfoy, gracias por escoger el lugar donde yo me encontraba como escondite de quien sabe que, pero me tengo que marchar.- anunció la joven con teatralidad mientras seguía sonriendo. -Además de que tu compañía no me es grata.- añadió mientras dejaba los audífonos y los CD en su lugar para luego simplemente comenzar a caminar, y al pasar junto a él simplemente susurró algo que hizo apretar los puños del rubio hasta dejar sus nudillos pálidos.

Suerte con Parkinson y Greengrass. Ojala te encuentren pronto, Hurón.

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