AN: Buenas a todo el mundo, no pensé que volvería a escribir un fanfic pero aquí me veis otra vez. Decidí atreverme con esta historia tras leer el primer capítulo de un fic que parecía prometer pero que nunca volvió a actualizarse. No esperéis una gran trama o algo muy original ya que lo empecé por pura diversión (básicamente es más de lo mismo jajaja). Bueno espero que si al final os ha gustado este primer cap me lo hagáis saber.

Un saludo :)

Disclaimer: MSLN no me pertenece ni ninguno de sus personajes.

-O-

Me llamo Fate Testarrosa y soy la persona más desgraciada de este mundo. Todo comenzó a principios de verano, la crisis había llegado a nuestra compañía igual que había ocurrido en tantas otras y la oficina central decidió enviar a alguien para que intentara salvar a la pequeña sucursal del desastre.

Aún no lo he dicho pero la empresa para la que trabajo se dedica al diseño de todo tipo de formatos. Nació como una pequeña sociedad vinculada sobre todo al teatro, se encargaba del diseño y la construcción de los escenarios de las distintas obras. Su fama fue rápidamente en aumento debido a la originalidad de las escenas que fabricaban y en poco tiempo empezaron a lloverle todo tipo de ofertas. En la actualidad es un fuerte grupo empresarial que diseña desde muebles hasta páginas web, solo su sede, situada en la ciudad de Tokio, es la que aún se encarga de realizar escenarios aunque ya no trabajan para pequeños teatros, ahora sus esceanografías solo figuran en las mejores películas o videoclips.

Hace unos tres años los directivos del grupo decidieron entrar en el mundo de la publicidad y crearon unas oficinas en Unimari, una ciudad en pleno desarrollo, y es ahí donde aparezco yo. Nada más graduarme entré a formar parte de la nueva compañía como uno de sus publicistas, fui escogida junto con seis compañeros más entre cincuenta candidatos y desde entonces me he esforzado al máximo para triunfar en esta empresa. Sin embargo, aunque había grandes expectativas y el mercado era lo suficientemente grande como para acogernos, no llegamos nunca a conseguir ninguna cuenta importante ni a despuntar en el mundillo. La llegada de la crisis no hizo sino empeorar la situación, por lo que finalmente nos enviaron a un alto cargo de la compañía como último intento.

Era Martes y todos esperábamos de pie y debidamente alineados la llegada de nuestro nuevo jefe, ¿Cómo sería el futuro "dueño" de nuestras vidas?, ¿acabarían por despedirnos a todos? los nervios invadían el lugar. No hubo pasado mucho tiempo cuando el claro sonido de unos tacones que se acercaban a paso firme inundó el lugar, rápidamente inclinamos la cabeza para saludar al recién llegado que se detuvo nada más llegar a nuestra altura.

-Buenos días – Lo último que hubiera pensado en aquel entonces es que una mujer se convertiría en nuestra jefa, mi empresa es bastante machista.

-¡Buenos días!

Todos respondimos al unísono cual pelotón militar para descubrir luego la cara de nuestro supuesto salvador, o en este caso, salvadora. Fue ahí cuando sentí por primera vez como una descarga eléctrica recorría todo mi cuerpo, justo frente a mí se encontraban los ojos azules más profundos que jamás había visto. Solo nos miramos un momento, un simple instante, pero esos ojos me atravesaron el alma.

-Mi nombre es Nanoha Takamachi y me han enviado aquí para solucionar "vuestros" problemas.

Caminaba junto a nosotros mientras hablaba, como queriendo asegurase de que le prestábamos la máxima atención aunque obviamente eso no era necesario. No lo digo por aquellos intensos orbes que se complementaban con una preciosa melena cobriza recogida en una coleta ligeramente descentrada, sino por el escote de infarto de su camisa y la abertura en su falda que, ¿Cómo decirlo?... dejaba poco a la imaginación. Hubiera hecho falta un esfuerzo sobre humano para apartar la vista de ella.

-Lo primero que voy a hacer es evaluaros, quiero saber si estáis lo suficientemente cualificados para trabajar en esta empresa. –El terror se apoderó de todos nosotros, la posibilidad del despido se hacía patente. Los tacones seguían escuchándose. –No os preocupéis, no voy a haceros un examen. En los próximos días os iré llamando a mi despacho para hablar uno a uno con vosotros. –Un peculiar aroma a jazmín inundó mis sentidos –Necesito conoceros… muy a fondo. –La última frase la dijo mirándome descaradamente, me recorrió de arriba a abajo, solo ahora sé porque.

Tal y como dijo, los días posteriores se dedicó a hablar con el personal, no sólo con los publicistas como habría cabido esperarse, sino también con los dibujantes, relaciones públicas, imprenta, secretarios… creo que hasta se reunió con la señora de la limpieza. Durante ese tiempo nadie estuvo tranquilo, corría el rumor de que Nanoha Takamachi era en realidad el famoso Demonio Blanco, un directivo de la compañía conocido por todos los empleados y que había ascendido rápidamente en el grupo. Aunque no era por eso por lo que todos habíamos oído ese nombre, su fama se debía a una supuesta obsesión por la perfección añadida a la carencia de piedad hacia sus compañeros y a una falta total de escrúpulos.

Al contrario que el resto yo no estaba excesivamente nerviosa, puede que no fuera la mejor pero sabía que me había entregado al máximo en mis proyectos, no veía peligrar mi cabeza. Qué ilusa era. El por entonces temido despacho se encontraba en la misma planta donde yo trabajaba, prácticamente se situaba en medio de la sala. Según algunos esto se debía a que así nos controlaban mejor y es que el despacho no tenía paredes, era todo de cristal ahumado. Esto sí que provocaba intranquilidad ya que, aunque tú no pudieras ver el interior, el jefe podía estar observándote perfectamente. Eso sí, la intimidad se reducía a la vista, todos habíamos escuchado como nuestro antiguo supervisor discutía con su mujer infinidad de veces.

Al final de la semana casi la totalidad de la plantilla había pasado por la "caja negra", mote con el que había sido bautizado el despacho, y durante los descansos solo se hablaba de una cosa, la nueva jefa.

-Uff no lo he pasado peor en mi vida, no sé qué tiene esa mujer pero me pone nerviosísima. –La que hablaba era Suzuka, una de nuestras dibujantes.

-Yo sí sé que tiene, dos pedazos de…

-¿Podrías alguna vez dejar de actuar como un quinceañero en pleno apogeo sexual? siempre tienes que hablar de lo mismo. –En ese momento me dirigía a Chrono, me caía bien, era un tipo simpático, pero con él solo puedes hablar de un tema, o más bien de dos: sexo y fútbol. Normalmente siempre se encargaba de las campañas deportivas.

-Bueno cariño ya lo conoces, no sé de qué te extrañas –Quien intervino entonces fue mi autoproclamado novio, Shizuke. Nos enrollamos la noche del tercer aniversario de la empresa ¿Qué por qué? Pues supongo que por el wisky de garrafón, el chico está bastante bien pero no es mi tipo, demasiada arrogancia para tan poco cerebro. El problema es que al contrario de mí que solo lo vi como una noche de borrachera, él se había hecho ilusiones, supuestamente estaba enamorado y le encantaba pregonarlo por toda la oficina.

Iba a contestarle por milésima vez que dejara de llamarme así cuando mi nombre sonó por la megafonía, al parecer era mi turno de pasar por la caja negra.

Llamé a la puerta y entré, ahí estaba ella, sentada sobre su escritorio con el pelo perfectamente recogido en la descentrada coleta, una camisa blanca ligeramente desabotonada como era habitual en ella y unos minishorts que iban a juego con el chaleco negro, el conjunto se remataba con unos tacones que daban vértigo.

-Pase Testarrosa-san, estaba echando una ojeada a sus trabajos. –Comparada con ella yo parecía una vagabunda. No es que fuera a la oficina hecha unos zorros, simplemente no vestía como si fuera a desfilar en Milán. No me dio tiempo a sentarme cuando comenzó a hablar de nuevo.

-Sinceramente sus campañas han sido muy pobres, me esperaba algo más de alguien de la Tokai. -¡¿Pobres dice? –De los siete publicitas tus resultados han sido los peores, necesitamos ideas frescas y es posible que tú no seas capaz de darlas. –¿Quéeeee?

-Yo… Yo me he esforzado al máximo en todos mis proyectos, si mira

-Así que este es el máximo nivel que puedes dar. Bueno, supongo que si ese es el caso…

SE EQUIVOCA! –Los orbes azules se clavaron en mí otorgándome la mirada más despiadada que puedo recordar, sí, estaba claro que me había pasado.

-¿Qué ha dicho? –Tenía que arreglarlo.

-No.. esto yo… quiero decir que… aun soy capaz de dar más, todavía no he dado el cien por cien, confíe en…

-Testarrosa-san ¿quiere seguir trabajando en esta compañía? –Sobre todo quería seguir durmiendo en una cama y no sobre cartones, mi situación económica no estaba para muchas alegrías.

-Por supuesto. –Hacía rato que había abandonado la mesa para andar a mi alrededor, quizás esto de caminar era algún tipo de manía y no un plan siniestro para que todo el mundo babeara por sus conteneos como había pensado en un principio.

-Muy bien –Dejó de desgastar sus caros tacones para detenerse frente a mí –Y exactamente… –Una de sus manos se acercó a mi blusa –que estarías dispuesta hacer para que así sea –Antes de acabar la frase ya me había desabotonado el primer botón.

-Señora el director la llama, dice que es urgente. –Si las miradas matasen entonces Shizuke yacería en la oficina sobre un charco de sangre.

-Ootanashi-san –Su rostro se serenó rápidamente, casi a la misma velocidad con la que su mano abandonó mi cuello para volver a la carpeta que sostenía. -¿Dónde vive usted?

-¿Yo señora?

-Sí usted

-Pues acabo de comprarme una casita en las afueras –Un leve sonrojo apareció en sus mejillas- Es una unifamiliar, yo… pienso casarme pronto – Y entonces me miró de reojo. En serio, este tío es idiota.

-Pues si quiere poder seguir pagándola no se le vuelva a ocurrir entrar de nuevo en mi despacho sin llamar, ¿Me ha entendido? –Su tono era calmado pero mostraba la frialdad más absoluta.

-S… Sí señora. –El pobre hombre se quedó blanco con la inesperada respuesta.

-Espero por su bien que así sea. Ahora váyanse los dos.

Ambos nos dirigimos hacia la puerta, empezaba a creer que realmente podía tratarse del Demonio Blanco, sin duda esa mujer daba auténtico terror si se lo proponía. Por otra parte las dudas aparecieron en mí, comenzaba a creer si lo que había pasado solo hacía unos segundos no había sido producto de mi imaginación, suelo soñar despierta y no podía negar que había algo en ella que me atraía.

-Testarrosa-san –Ya estaba en el marco de la puerta cuando me giré a verla –Me aseguraré de que en el futuro dé el cien por cien en sus trabajos, que ponga su alma y sobre todo su "cuerpo" a mi servicio.

En ese instante comprendí que no lo había soñado, la sonrisa maliciosa, el sugerente tono de voz y el deseo de aquellos mares azules no daban lugar a duda. Ese fue el principio de mi tortura diaria.