Америка Линда, Little América
¡Hola! Este es mi primer fic de Hetalia, soy relativamente nueva por estos lares xD Y, por fin me decidí a subir, espero que os guste (o no) pero de todas formas dejadme un review please *.* bueno, allá voy con el disclaimer y tal... xD
Disclaimer: Los personajes no me pertenecen, si lo hicieran seria rica! Y todos en el fanfiction me adorarían jaja la historia si es mía ;)
Advertencias: parejas raras :S Rusia x USA x UK además de posible mención de otras parejas (puede ser)
Rated: T (por las dudas) posible M, no sé, me lo pensaré ^^
Notas: 1. Fem!USA, por lo que puede quedar un poco OoC, pero entiéndanme, es una chica, no puede ser tan idiota como siempre xDD perdón por algún que otro comportamiento de América cuando chica, digamos que tiene lo que tiene y no sabe cómo usarlo correctamente xD (tito Francis se aprovecharía mucho de eso jaja)
2. Este fic tendrá varios capítulos, aunque no sé cuantos… extensión variable Iré actualizando lo más pronto que pueda, si merece la pena jeje ^^
3. Para referirme a los personajes utilizo tanto los nombres humanos como la nacionalidad y el país que representan. Digo, Rusia puede ser tanto "Rusia" como "el ruso" o "Iván"… Para mí es más cómodo así ya que no suena tan repetitivo… Espero que no sea muy raro o lo que sea... bueno! no os entretengo mas, aquí va el primer capítulo ^^
~Capitulo 1~
Ivan Braginski caminaba tranquilamente por calles americanas. Había tenido que alojarse en "tierra hostil" durante unos días por motivos políticos, pues su presidente estaba reunido con el superior de ese idiota de América. Llevaba bastante tiempo recorriendo las calles de la capital, intentando familiarizarse con la cultura local, misión que consideraba imposible; por más que lo intentaba no le encontraba ninguna lógica al comportamiento de los estadounidenses que se agolpaban en los restaurantes de comida basura, y abarrotaban las grandes avenidas corriendo como si el mismo demonio les metiera prisa. No le gustaba el ambiente tan sofocante y abarrotado, incluso se vio obligado a quitarse su querida bufanda y su abrigo. Quería volver a Moscú, le gustaba el calor, pero aquello era tan desagradable…
Decidió torcer por una calleja apartada de la avenida principal para buscar un poco de tranquilidad, cuando…
-¡Aah! ¿Qué hago, qué hago?
El ruso se detuvo en seco, mirando a ambos lados. Esa voz le resultaba familiar, pero estaba seguro de no haberla oído antes.
Oyó un nuevo quejido, y esta vez si pudo localizar al dueño.
O mejor dicho, a la dueña.
Era una chica, una americana, con el pelo rubio y ondulado hasta los hombros, ojos azules y unas gafas balanceándose en un equilibrio precario sobre su nariz, pues le quedaban demasiado grandes. En realidad, todo le quedaba demasiado grande; la camisa que llevaba anudada bajo el pecho le colgaba de los hombros con las mangas tapándole las manos, y los pantalones, que parecían cortados apresuradamente para que no le arrastraran, amenazaban con caerse si no se los sujetaba.
A pesar de todo eso, la conciencia de nación rusa hizo que supiera sin dudar de quien se trataba.
-¿A-América…?
El (la) aludido se giró hacia Ivan, sobresaltado, pegando la espalda a la pared del callejón.
- A… ¡Ahahahaha~! ¡R-Rusia! –Rió nerviosamente, agarrándose la ropa-¡¿C-Como tú por aquí?
-¿Eres una…chica, da?- pregunto el ruso, atónito.
-¡E-eso parece, Ahahahaha~!- contestó América. Sonaba rara esa risa estridente de la boca de una chica.
-¿Cómo es posible, da?-preguntó Ivan, dejándose llevar por la curiosidad.
-¡Pues… h-hay una explicación totalmente lógica para esto! ¡Ahahahaha~! S-si que la hay…- aseguró Alfred.
Y Rusia entendió que no tenía ni idea.
-P-pero ahora t-tengo cosas que hacer, ¡el héroe está ocupado! ¡Ahahahaha~!- se apresuró a decir América, asomándose a la esquina que daba a la avenida comercial de la que Ivan acababa de salir, sin atreverse a girarla.
Era una situación curiosa para el ruso, pues cada vez que asomaba la cabeza a la avenida volvía a esconderla medio temblando. ¿Qué había sido del héroe?
-¿No ibas a algún sitio, da?-sonrió Ivan, con esa expresión tan característica suya.- ¿Tienes miedo, da?
-¡NO!- Saltó América, alarmado- ¡Es solo que…! ¡Que…!- apretó los dientes, frustrado por no saber qué decir. Finalmente cerró la boca (por primera vez en su vida), y miró al suelo sonrojado - Es que… esta mañana me he levantado así, y como mi ropa no me quedaba decidí salir a comprar… ¡Pero todos se me quedan mirando, y algunos hasta me silban! ¡Y…! –Alfred miró al ruso de reojo, y su sonrojo aumentó violentamente por lo que volvió a mirar al suelo. Lo estaba pasando realmente mal sintiéndose tan expuesto frente a Rusia, su mayor rival y enemigo desde el periodo de guerras. -¡Bueno, ya! ¡Venga, ríete, comunista! ¡Lo estas deseando!- le gritó…al suelo.
Ivan barajó las distintas opciones de qué hacer. La situación le resultaba verdaderamente cómica, ver al "héroe" en ese estado era hilarante, pero no iba a reírse, no era su estilo. El ruso no pudo evitar pensar lo fácil que sería hacer que América fuera uno con él ahora, parecía tan frágil, y ver ese rostro tan femenino y lindo suplicando por su vida sería… No, no podía hacer eso, no ahora que su jefe estaba en una reunión pacífica con el jefe de América… lástima. Por lo tanto solo le quedaba una opción.
Alfred se sobresaltó al notar algo pesado sobre los hombros. Rusia le acababa de cubrir con su abrigo, sonriéndole.
-¡¿Q-qué haces, comunista?- exclamó el americano, alarmado.
-Te acompaño a comprar, da.- contestó él, simplemente, sin borrar su sonrisa característica- Y si vas con mi abrigo, la gente no te mirará raro, da.
-¡A-a-alto ahí! ¡N-no pienso dejarme chantajear, ni hacerme uno contigo después de esto!- le advirtió ella, (si, ella, porque ya no podía referirse a América como "él") mientas le señalaba acusadoramente con el dedo.
…sería un buen plan.
-No voy a hacer nada de eso, ahora somos aliados, da.- contestó Ivan, ensanchando su sonrisa al ver la cara de asombro puro de Alfred. –Solo te ofrezco mi ayuda, ¿vamos, da?
América miró al ruso con desconfianza, pero al toparse solo con su típica sonrisa de niño inocente -ya, y un cuerno- no pudo poner ninguna pega que no sonara infundada o prejuiciosa, por lo que asintió, a regañadientes, y se puso bien el abrigo de Rusia. Ivan se rió un poco al ver lo grande que le quedaba –no lo puedo evitar, era tan patético, menudo héroe ¡JA!- y Alfred se sonrojó hasta las orejas y, dándose la vuelta, echó a andar, furiosa hasta las lágrimas. Maldita sea, un héroe como él (de hecho, era "ella") obligado a aceptar la ayuda de un comunista. El abrigo estaba tan empapado de su olor que luego tendría que frotarse con aguarrás para hacer que desapareciera.
Ivan no tardó en ponerse a la altura de la americana, sin borrar la sonrisa. Se veía tan pequeña dentro de su abrigo…tan frágil y débil… sería tan fácil hacerse uno… ¡Ah, basta ya de pensar eso! No debía hacerlo, obligar a América supondría…
Un momento… ¿y si… no tenía que obligarla? Kolkolkolkolkolkol…
-Hey, ruso loco, deja de poner caras raras…- refunfuñó América, mirándole de reojo.
-Lo siento, da. Me acordaba de algo divertido, da.- sonrió él.
América hizo una mueca.
-Seguro que pensabas en la última persona a la que torturaste hasta la muerte…- murmuró, con un escalofrió.
-Eso es otro tipo de diversión, da.-sonrió Rusia, de nuevo, y Alfred estuvo a punto de encogerse por el miedo que le dio esa sonrisa. No debía bajar la guardia, no ahora que era muchísimo más vulnerable que de costumbre.- ¿Entramos en esta tienda, da?- preguntó Ivan, señalándole a la americana una tienda de ropa femenina, de aspecto desenfadado. En el escaparate se exhibían varias chaquetas como la que Alfred solía llevar.
La americana enarcó las cejas; había que reconocer que Rusia conocía sus gustos…
…seguro que le espiaba, que miedo.
Ivan acompañó a Alfred de compras toda la tarde, hasta que la personificación del país pudo hacerse con un buen montón de prendas de chica. América no sabía como el ruso pudo aguantar tanto tiempo en su compañía sin intentar matarle… a lo mejor estaba exagerando y era verdad que ahora eran aliados.
Tras el intento de Alfred de asesinar a una dependienta de una tienda de lencería cuando insinuó que el ruso era su novio (intento que Ivan tuvo que frustrar), ambos países volvieron cargados de bolsas a casa de la americana. Ya en la puerta, esta no tuvo más remedio que ofrecerle a Rusia algo de tomar, como agradecimiento por haberle acompañado de compras. Luego, se juró, lo echaría de allí a patadas si era necesario.
-Siéntate donde quieras, yo voy a ponerme algo decente.- dijo América, desconfiando un poco, pero cogiendo las bolsas y metiéndose en su habitación, cerrando la puerta tas de sí.
Sacó la ropa de sus respectivas bolsas sin muchos miramientos, esparciéndola sobre la cama hasta localizar unos pantalones vaqueros, unas botas marrones y una camiseta blanca con la bandera de EEUU.
La primera parte fue fácil, la ropa interior de la parte inferior no tenía ciencia, y los pantalones y las botas menos. El problema…
Ivan se sentó en uno de los sofás de su anfitriona, curioseando con la mirada lo que había a su alrededor; la decoración era sencilla, tres sofás alrededor de una mesita baja, frente a un mueble donde estaba el televisor, lleno de fotografías del "héroe", la mayoría con el imbécil cejón de Inglaterra, otras incluyendo a Francia y Canadá jugando a la familia feliz. A la izquierda estaba la cocina, típicamente americana, con barra de bar y taburetes, y tras los sofás una mesa de comedor con seis sillas. Tsk, era una casa bastante ordinaria.
-Eh… ¿Rusia?- oyó la voz de la americana llamándolo desde la habitación- tú… tienes hermanas, ¿verdad?
-Da- contestó Ivan, extrañado por la pregunta.
-¿P-puedes venir un momento?- le… ¿pidió?- ¡Y ni se te ocurra reírte! Es que… no tengo mucha experiencia con estas cosas- prosiguió, mientas Rusia iba hacia la habitación y abría la puerta.
Lo que vio tras ella le produjo una serie de emociones contradictorias a las que decididamente no estaba del acostumbrado, todas a la vez: por un lado, veía a ese idiota americano de Alfred, con complejo de héroe, al cual odiaba casi por instinto. Por otro, lo que veía era a una bonita chica rubia, de ojos azules y lindas curvas de rodillas en la cama con el sostén a medio poner. No pudo evitar retroceder un poco, sonrojado.
-Tú sabes cómo va esto, ¿verdad? –siguió América, sin reparar en la batalla mental del ruso en ese momento. Podría arrojarse sobre ella y usar su bufanda para atarla a la cama. Podría trazar un bonito camino rojo (el color del comunismo sobre esa piel capitalista) desde su cuello hasta aquél lugar que intentaba cubrir…-¿Hola?- También podría enredar sus dedos en ese cabello rubio oro y tirar de él hasta que sus ojos se llenaran de lágrimas, mientras… -¡Houston llamando a Rusia! ¿Me escuchas?
Rusia salió del trance y sonrió como si no pasara nada, acercándose a Alfred. No podía hacerle nada malo, se recordó. Había decidido esperar el libre albedrio.
-Da.-asintió Ivan, mientras se sentaba en la cama tras ella.- Yo sé cómo va esto, da.
América frunció el ceño mientras el ruso cogía los bordes del sostén para abrocharlo.
-¡Ahh! ¡Tienes las manos heladas, ruskie!- se quejó ella, con un escalofrío que hizo que el ruso también se estremeciera.
Y no pudo controlar por más tiempo la parte que le pedía a gritos que fuera malo con América.
-Quién iba a decir que terminarías dándome la espalda, da.-sonrió Ivan maliciosamente, para distraer un poco a esa parte dejándola salir por un momento.
Sus palabras surtieron el efecto deseado, pues América se giró rápidamente hacia él, con los puños preparados defensivamente. El ruso recorrió con la vista el torso semidesnudo de la americana, deleitándose, lo que ensanchó más su sonrisa perversa.
-Bonito cuerpo, yanqui.- comentó, ante lo cual Alfred solo atinó a cubrirse el pecho con la camiseta.
-Cierra la boca, bastardo comunista.-escupió la chica, lanzándole una mirada envenenada, aunque tenía las mejillas sonrojadas.
-¿Te da vergüenza, Alfred?- le susurró, sonriendo mientras se inclinaba hacia ella sosteniéndole la mirada muy cerca. Violeta contra azul.
-¡You, bloody brat, he venido a por…!- la voz alzada de Inglaterra se detuvo en seco cuando este abrió la puerta de la habitación de la americana…
Y hasta aquí el capitulo! Reviews? Tomates lanzados a traición? Se aceptan incluso botellas de vodka y pollitos, pero opinen porfavor! Chao!
