Disclaimer: Pokémon y sus personajes pertenecen a la franquicia del mismo nombre.

Advertencias: Violencia fuerte. Rated M.

Esta historia participa del reto "New Year, New Universe" del foro "DexHolders del Prof. Oak".

Se recomienda altamente escuchar la [música] indicada a la hora de leer. Las mismas se encuentran en Youtube.


Libertad

Capítulo 1: Soprano

[Guilty Crown - Euterpe]

Hermosa. Era una sola palabra la que necesitaba para describir a la bellísima mujer que cantaba sola en medio del escenario, frente a las más de cinco mil personas que llenaban el enorme y antiguo Teatro de Chatelet, en la famosa capital de Paris. Su vestido rosáceo con lentejuelas destellaba en cada giro que ella daba mientras cantaba y danzaba, como si de una musa se tratase.

A pesar de que la joven llamaba la atención de todo el público, mi mente estaba fija en otra persona, que tomaba una copa de vino tinto en una de las salas privadas del tercer piso del teatro. Existía una razón por la cual me encontraba precisamente en la decimoséptima fila, cinco asientos alejado del pasillo. Aquel hombre de pelo castaño y ojos negros se encontraba exactamente debajo de mí. Era mi objetivo.

Pretendiendo que me quitaba un mechón de pelo rubio de la cara, levanté el brazo izquierdo y con un ligero giro de la muñeca hice girar la pequeña perilla del reloj de plata que llevaba en éste. Haciendo un sonido casi imperceptible para el oído humano y acoplado por la voz de la mujer que provocaba eco en las paredes, una pequeña esfera de color gris oscuro salió despedida varios metros hacia arriba y trazó un arco perfectamente calculado que la envió a aterrizar precisamente en la copa de boca ancha, que se hundió sin hacer ningún ruido ni salpicadura. Un tiro excelente.

El hombre no notó nada. Mientras miraba embobado a la mujer tomó otro sorbo más de su copa, su bebida mortal. La pequeña bola de cianuro de rápida disolución y envuelta en una cobertura de goma isonorizante provocaría la muerte en tan solo unos instantes… y así lo hizo. El hombre comenzó a toser mientras tomaba aire a bocanadas, y en un trastabilleo tropezó contra la barrera de contención de la sala y se precipitó hacia abajo, algo que no esperaba.

La cantante se interrumpió al ver al hombre caer y estrellarse contra el suelo produciendo un horrible sonido. Me giré y me llevé las manos a la boca pretendiendo la misma incertidumbre que el resto de los oyentes cerca de mí, que comenzaron a alborotarse y amontonarse alrededor del cuerpo. Sería mi perfecta distracción para retirarme.

Sin embargo, en el momento en que estaba por abrirme paso entre la multitud algo me llamó la atención. Había una sola persona que no se había inmutado por el incidente. Parada con las manos juntas a la altura del corazón y un rostro de tristeza profunda, la cantante seguía parada en el escenario. Luego de dudarlo un momento, y sintiendo que era una mala idea, me dirigí hacia ella. Al fin y al cabo, acababa de arruinar su función.

—Milady, sería un honor para mí escoltarla a las afueras del lugar —dije con toda la caballerosidad posible y extendiendo una mano a la joven, que me miró sorprendida—. Mi nombre es Clemont, y permítame felicitarla. Tiene usted una voz increíble.

La mujer se quedó plantada unos segundos observándome antes de otorgarme una sonrisa y tomar mi mano con timidez. Sin esperar un momento, la arrastré por entre la multitud al exterior, donde ella pudo respirar por tranquilidad.

—Debo darte las gracias— comentó mientras veíamos como un grupo de policías entraba apresuradamente en el lugar, sin siquiera echarnos un vistazo—. Supongo que no me he presentado, aunque si estabas aquí lo más probable es que sepas quién soy. Mi nombre es Serena.

Sus encantadores ojos azules me mantenían hipnotizado mientras la joven se acariciaba un mechón de pelo rubio oscuro, nerviosa. Quería quedarme hablando con ella más tiempo, pero debía irme de allí cuanto antes. Aunque quizás…

—Ha tenido una experiencia horrible, señorita. Lo más probable es que las fuerzas de seguridad la interroguen un par de horas— susurré bajando la voz, provocando que los ojos de Serena se abrieran de golpe por la preocupación—. Afortunadamente, usted tenía una importante cena programada para después de la función.

Guiñé un ojo seductoramente, y la joven finalmente lo entendió. Soltando una risa nerviosa y mirando para ambos lados, me tomó de la mano y frenó un taxi con la otra.

—Cualquier cosa con escapar de este embrollo—admitió mientras nos subíamos en el asiento trasero del vehículo—. ¿Conoce algún restaurant cerca de aquí, Señor Clemont?

No necesité responder, pues el taxista reconoció inmediatamente a Serena y procedió a largarle una perorata sobre los diez restaurantes más famosos de Paris. Disimuladamente y fingiendo que oía lo que decía, miré mi teléfono. Un nuevo mensaje saltó a la pantalla inmediatamente.

El objetivo ha sido eliminado exitosamente. Su depósito será realizado dentro de las 48 horas. Preséntese en la ubicación para su próximo objetivo mañana a las 5:30a.m. Se le asignará un compañero debido a la dificultad del mismo.

-Alan.

Junto al mensaje había adjunto un pequeño mapa del noreste de la ciudad, donde estaba marcado mi próximo objetivo. Respondí el mensaje afirmativamente y bloqueé el teléfono justo en el momento en que Serena volteaba a verme nuevamente.

—¿Te parece bien? —preguntó, sin saber que no había oído absolutamente nada.

—Me parece una elección excelente —respondí con convicción, haciendo que el chofer hinche el pecho orgulloso—. ¡Vamos allá!


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