Bien, pues aquí está mi primer long-fin, que estoy editando poco a poco; básicamente, signos de puntuación y alguna que otra incongruencia fruto de ir escribiendo capítulo a capítulo. Pero tranquilos, que la trama sigue siendo la misma y no hay cambios en la historia.
Disclaimer: los personajes no son míos, simplemente me entretengo con ellos un ratín
¿CÓMO LLEGAMOS A ESTO, DRACO?
Haztelo mirar, chaval
Draco. Draco despierta, que ya es la hora.
Draco se arrebujó entre las mantas mientras Harry le sacudía fuertemente por los hombros. Pero parecía que no servía de nada. Suspirando, Harry pensó que siempre pasaba lo mismo. A Draco le costaba muchísimo madrugar, sobre todo cuando tenía algún acontecimiento importante. Y ese día era muy importante: tenía el juicio por su participación en la segunda guerra contra Voldemort. Harry miró el reloj y vio que aún era bastante pronto, así que decidió dejarle dormir un poco más y bajó a tomar un té. Total, habían pasado cuatro años desde el final de la guerra y ahora empezaban los juicios: por que el Wizengamot esperase unos minutos no iba a pasar nada
Mientras Kreacher le servía el té y un par de tostadas, se preguntó cómo era posible que él hubiese acabado con Draco, por que eso sí que había sido raro. Raro de cojones.
Antes de la Batalla de Hogwarts había visto a Draco en contadas ocasiones ese último año. Una de ellas fue en la mansión en la que vivía, cuando fue apresado por Greyback. Draco se había acercado obligado por su padre para confirmar que verdaderamente habían capturado a Potter. Al llegar a su altura, y a pesar del hechizo punzante con el que Hermione le había desfigurado las facciones de su cara, había podido notar que Draco le había reconocido, pero que tenía miedo a delatarlo, porque quizás sabía a lo que exponía a sus antiguos enemigos de colegio. Harry también pudo ver que Draco estaba más pálido y delgado de lo normal, temblaba sin motivo e intentaba pasar desapercibido. Incluso cuando consiguieron escapar de la mazmorra donde estaban encerrados y se enfrentaron a Bellatrix, Narcissa, Lucius y al mismo Draco, éste lanzaba los hechizos como con desgana, sin ningún animo de herir a nadie. Una de las veces había tenido a Hermione enfrente y no había error posible, pero falló: a Harry le pareció ver como en el último instante desviaba su mano hacía arriba, haciendo saltar parte de la moldura de escayola que adornaba el techo del salón de los Malfoy.
Poco después se habían vuelto a ver en Hogwarts, en la Sala de los Menesteres. Harry había ido a buscar la diadema de Ravenclaw. Cuando ya la había localizado lo habían sorprendido Malfoy, Crabbe y Goyle, con la idea de apresarle y llevarle ante Voldemort. Pero en el último momento los planes se habían torcido y Crabbe y Goyle habían decidido matarle allí mismo. Nunca olvidará la expresión de angustia de Malfoy en ese momento, pero Harry la atribuyó a que sabía que sus compañeros fallarían y él volvería a ser el blanco de la ira de lord Voldemort. Tiempo después supo que no era precisamente por eso por lo que temía Malfoy.
También le vio después de la batalla, en el comedor del colegio. Harry estaba en el entarimado donde comían los profesores intentando reconfortar a Ginny, la cual parecía inconsolable. Por el rabillo del ojo vio como se abría la puerta del comedor y entraban los Malfoy al completo. Primero Lucius, en actitud desafiante y haciendo sonar el bastón de puño de plata que siempre llevaba; detrás de él Narcissa y Draco, en actitud mucho mas humilde, con la mirada clavada en el suelo. Se sentaron en un banco, madre e hijo a un lado, el cabeza de familia en el otro, y Harry se dedicó a observar a Draco mas detenidamente. Cuando éste por fin levantó los ojos de la mesa, vio que se rostro reflejaba una serie de emociones que nunca había soñado con asociar a Draco. En ese momento reflejaba cansancio, miedo, angustia, incertidumbre. Vio como la profesora McGonagall se plantaba delante de ellos y les lanzaba una profunda mirada de desprecio; en ese momento Harry experimentó un breve acceso de pena y compasión hacia su enemigo declarado hacía ya tantos años, breve pero de una intensidad tal que le asustó.
Al finalizar la guerra no había tenido mucho tiempo libre. Había vuelto una vez mas a Privet Drive, solo para comprobar que sus tíos y su primo estaban bien (a instancias de Hermione; a él le daba lo mismo como estuviesen), había recogido sus últimas pertenencias y se había instalado definitivamente en Grimauld Place. Aunque no le hacía mucha gracia vivir allí ya que estaba llena de recuerdos de Sirius, era el único lugar que tenía. Con la ayuda de Hermione y Kreacher le dio un aire un poco mas acogedor, dentro de las posibilidades que ofrecía esa siniestra casa, claro. A menudo recibía las visitas de sus amigos, e incluso algunos se instalaban allí algunos días cuando tenían que hacer alguna gestión en Londres, como Parvati y Padma Patil o Neville, con lo que pasaba todo el tiempo ocupado. Todos se habían pasado en algún momento u otro por allí, como si no le quisieran dejar solo o temiesen que hiciera alguna locura al estilo Potter. Todos se habían pasado por allí en algún momento u otro. Todos menos Ginny.
Cuando por fin venció a Voldemort se había prometido a si mismo que reanudaría su relación con Ginny, que no volvería a dejarla sola. Se propuso un plazo de un par de días para ir a la Madriguera y hablar con ella, pues estaba destrozada por la muerte de Fred y supuso que querría estar con su familia. Después amplió un poco mas del plazo: no le parecía decoroso hablar de noviazgo durante un velatorio o en el funeral que le siguió. Una vez terminado decidió volver a prorrogar el plazo una semana más, para que Ginny se acostumbrase a la perdida de su hermano y estuviese cerca de su familia en ese momento, ya que los Weasley la necesitaban más que él. Y poco a poco, casi sin darse de cuenta, fue buscando un pretexto tras otro para no ir a la Madriguera: volvía a haber doxys en las cortinas verde oliva del salón, tenía que ir a comprar comida con urgencia, se pasaba dos días enteros intentando descolgar el cuadro de Walburga Black del recibidor o intentaba reparar el tapiz con el árbol genealógico de los Black. Siempre se le ocurrían mil cosas urgentísimas que hacer antes de ir a ver a Ginny.
Una noche, a principios de julio, se despertó sobresaltado y se sentó en la cama. Habían pasado dos meses desde el fin de la guerra y no había hablado con Ginny, no la había visto, y lo que le parecía mas grave: llevaba más de un mes sin pensar en ella en absoluto. Ya no se trataba de aplazar su noviazgo, si no que ahora tenía que pensar si realmente quería reiniciar su relación con Ginny (su mente dijo más bien iniciar). Harry analizó sus sentimientos y descubrió que si volvía con Ginny era por obligación, porque era lo que se esperaba de él, porque era la forma correcta de actuar. Se sorprendió al ver que sentía lo mismo que cuando lo dejó con Cho: un poco de pena y cariño, pero nada más. Ahora si que tenía que hablar con Ginny. Al día siguiente, sin falta.
Por la mañana se levantó con un terrible nudo en el estómago. Se había propuesto ir de inmediato a la Madriguera, pero se detenía en pequeños detalles, como hacer su cama de forma perfecta o intentar quitar un invisible mancha de la camiseta que llevaba puesta, así que decidió que o se iba ya o no lo haría nunca. Bajó hasta la cocina, cogió un pellizco de unos polvos verdosos de un cuenco que había sobre la chimenea, se introdujo en ella y con voz temblorosa dijo:
¡A la Madriguera!
Después de unos segundos viendo girar salones y cocinas ante sus ojos, cayó de rodillas en la chimenea de la Madriguera. Salió sacudiéndose el hollín y lo primero que vio fue a la señora Weasley en el salón, mirándole con la boca abierta:
- ¡¡Harry, cariño!! ¿Qué tal? ¿Has desayunado? Ven, vamos a la cocina.
Y aunque lo decía con la amabilidad de siempre, Harry notó que tenía oscuras sombras debajo de sus ojos y le faltaba algo de la alegría que la caracterizaba. Respirando hondo se soltó de su brazo y dijo:
- Disculpe señora Weasley, pero vengo a hablar con Ginny. ¿Está en casa?
- Si, claro que está – ella le miró sonriendo, creyendo saber el motivo de la visita y las prisas del muchacho -. Está dando de comer a las gallinas. Anda, no pierdas más el tiempo.
Aquello solo sirvió para ponerle más nervioso. Estaba claro que toda la familia daba por supuesto que los dos volverían a salir juntos y Molly no sospechaba que las intenciones de Harry eran justamente lo contrario. Cruzó la puerta de la cocina y salió a un pequeño patio donde había una vieja construcción de madera que hacía las veces de gallinero. Justo cuando iba a entrar, la puerta se abrió y salió Ginny con un cubo en las manos, tropezando con él y cayendo al suelo. Azorado, Harry le tendió una mano para ayudarle a ponerse en pie, pero ella la ignoró y se levanto por si misma. Aquello no tenía buena pinta.
- Ho...hola Ginny – consiguió decir con mucho esfuerzo. Notaba la lengua pegada al paladar y la garganta completamente seca -. ¿Como estás?
- Bien, gracias – y se dirigió sin mirarle hacia el interior de la casa.
Harry ya había esperado algo así, pero no por eso dejo de sentirse dolido. Tenía que hacer algo y ya.
- ¡Ginny, espera! –se acercó corriendo, pensando que no le iba a hacer el menor caso. Cuando la tuvo al lado, le dijo intentando no parecer demasiado serio -. Bueno, yo...esto...creo que tenemos que hablar, ¿no?
- ¿Sí, Harry? ¿Y de qué, si puede saberse? – sus ojos despedían chispas y tenía agarrada el asa del cubo con tanta fuerza que sus nudillos se estaban poniendo blancos -. ¿De qué quieres que hablemos Harry? ¿De cómo me has ignorado estos últimos dos meses? ¿De cómo me has dejado sola cuando mas te necesitaba, después de la muerte de mi hermano? Por que espero que no vengas a invitarme a tomar algo en el callejón Diagon como si nada hubiera pasado. Ni tu eres tan tonto.
- No, yo....Ginny, venia a hablar de lo nuestro, de porqué no he venido antes.
Soltó el cubo, cruzó los brazos debajo del pecho y en actitud fría y desafiante Ginny dijo:
- Bien. Empieza, te escucho.
Y Harry, torpemente al principio, con algo más seguridad después, le fue contando a Ginny todas las razones por las que no había ido antes a la Madriguera: primero por dejarla a solas con su dolor, después para que estuviese con su familia, hasta que finalmente se había dado cuenta de que no quería comenzar una relación con ella, no al menos en ese momento. Prácticamente se lo soltó a bocajarro ya que nunca había cortado con ninguna chica (lo suyo con Cho se fue a pique casi antes de empezar), y creía que no estaba teniendo mucho tacto en ese momento. Ginny no le quitaba los ojos de encima y poco a poco su expresión se fue ablandando.
- Perdona por haberte tratado así antes, pero me dolió que no estuvieses a mi lado cuando pasó lo de Fred. Han sido momentos muy duros y yo te necesitaba aquí, a mi lado. No como novio, si no como amigo. Necesitaba conmigo a todos los amigos posibles, mi casa ha sido una locura: mamá llorando cuando creía que no la oíamos, para mirando sin ver, con la vista en el vacío. Y George...imagínate como está George. Ahora está pasando unos días en casa de Lee. Espero que le hagan bien, porque parece que nosotros no lo podemos ayudar.
- Disculpa, pero estaba hecho un lío, no sabía como actuar en un momento así. Es la primera vez que me veo en esta situación, Ginny.
Ginny, ya de mejor humor le miro con una expresión divertida en la cara y dijo:
- En cuanto a lo nuestro no te preocupes Harry. Me has dejado mucho tiempo libre para reflexionar, y he empezado a ver claras algunas cosas. ¡¡Por Merlín!! ¡¡Si debía haberlas visto hace años!! Pero estaba cegada y solo te veía a ti cuando miraba hacia el futuro, no me lo imaginaba sin ti a mi lado. Pero está claro que tu no quieres nada conmigo. Y yo tampoco lo quiero contigo.
Aquello hirió en lo mas profundo del ego masculino de Harry. Siempre había estado convencido de que Ginny estaba perdidamente enamorada de él. Sus palabras le produjeron una extraña sensación, como si se despidiese para siempre de un viejo amigo. Pero también le aliviaron profundamente.
- ¿Ah, no? Pero yo pensé qué...bueno que esperabas que estuviésemos juntos.
- No Harry, ya no. Te lo he dicho antes, pero si quieres te lo repito. Mi enfado no se debe a que no hayas aparecido en mi puerta a lomos de un caballo blanco pidiendo mi mano mientras mis padres (y todos mis hermanos) nos daban su bendición. Mi enfado se debe a que no has estado conmigo en los momentos mas duros de mi vida. Pero ahora que sé lo que te ronda por la cabeza, y si sumamos eso a tu gran caballerosidad, no me extraña que no hayas venido antes.
Y luego dijo algo que se clavó en el cerebro de Harry:
- Durante estos dos meses me ha dado tiempo a pensar sobre ti, sobre mi, sobre los dos. Y aunque te parezca raro, también he pensado en tu relación con Cho. He llegado a la conclusión de que yo nunca podría ser feliz al lado de alguien como tu. Y difícilmente tu serías feliz al lado de alguien como yo, eso seguro.
- Pero... ¿Qué estás diciendo Ginny? ¿Cómo no iba a ser feliz a tu lado? -una sombra de duda cruzó por su cabeza -. Cho...Ginny, no estarás pensando por un casual que Cho y yo...por que si es así ya te di...
Pero una sonora carcajada de Ginny, de las que tanto le gustaban antes, hizo que no pudiese acabar la frase.
- ¡No, Harry, no! ¡Nada de eso!! -le era difícil hablar debido a las carcajadas y Harry estaba empezando a mosquearse-. Perdona, no debí haberme reído. No Harry, no me refería a eso cuando he mencionado a Cho. Me refería a que había pensado en el tipo de relación que tuviste con ella.
Harry se sentía cada vez mas confuso. No solo Ginny comprendía todo lo que le había dicho antes, si no que había pensado largamente sobre el y su relación con Cho Chang, y daba la impresión de que sabía algo sobre él que el propio Harry ignoraba. Parecía que Ginny había dado por terminada la conversación, ya que recogió el cubo del suelo y empuñó el picaporte de la puerta de la cocina, pero antes de entrar se giró y le dijo:
- No le des muchas vueltas, ni trates de entender ahora lo que te estoy diciendo. Cuando tengas que saber de que estoy hablando, lo sabrás –y con una pequeña chispa del humor que la caracterizada añadió -. Pero solo recuerda una cosa: eres un gryffindor, se valiente.
Y antes de entrar en la cocina Harry oyó como murmuraba:
- Te va a hacer falta...
Pues hasta aquí el primer capítulo...¿comentarios?
