Piper Chapman despertó con un dolor tenue de cabeza al escuchar su teléfono, era soportable pero martillaba en sus sienes de manera constante, la fiesta de despedida había sido una locura, aquellas celebraciones que habían tenido en la facultad pese al salvajismo típico de la juventud en ese momento se le antojaban como una pijamada religiosa, porque al final de cuentas "tenía que aprovechar los últimos dejes de libertad que poseía", cosa que le había dicho Polly con una cara de sublime sabiduría, sin embargo, en ese instante sólo podía pensar en callar el maldito tono de celular que le parecía un motor furioso, dio unos manotazos sobre el buró intentando alcanzar su teléfono, tiró la lámpara de noche, y maldijo por lo bajo mientras los ronquidos de su prometido competían para volverla loca.

-¿Hola?.-Dijo finalmente frotando con los dedos su cara e intentando disimular un bostezo. ¿Hola?.- Insistió al no recibir respuesta, quedó expectante algunos segundos y pensó incluso
que se trataba de una broma.

-Hey Pipes.- Escuchó por fin cuando estuvo a punto de colgar, sintió un vacío frío en el estómago que se expandió a sus manos, el dolor de la resaca también había desaparecido.-Sé que probablemente no es un buen momento para marcar, ya que las cosas no terminaron bien, pero...

Piper estaba en un estado similar al shock, no podía articular palabra o pensamiento alguno alrededor de tres años que no escuchaba la voz de su exnovia.

-Pero necesito que me hagas un favor.-Siguió escuchando después de una pausa abrupta, su voz sonaba trémula como si estuviera moviéndose con premura.-Piper por favor yo...

Tres años sin ver a Alex, ni escucharla desde la audiencia que tuvieron, un juicio largo y tormentoso. Siguió a la expectativa pero sólo distinguía un silencio sepulcral del otro lado de la línea.

-¿Hola? Al...-Guardó silencio y miró con detenimiento la espalda de Larry, se levantó con sumo cuidado y se encerró en el baño, marcó el número por donde la había contactado Alex.

-Hola.

-Alex... ¿Qué diablos?

-Soy Vause deja un mensaje. – El característico pitido de la contestadora sonó después de esa frase.

-¡Alex!.-Exclamó casi gritando, tomando cuenta de ello bajó su tono.-Alex... ¿Qué pasa?.- Esperó incómoda unos segundos.-¿Estás bien? Bueno... Quizá estás borracha y te quedaste dormida... ¿No? Siempre has sido una mala bebedora... Llámame...-Piper hizo una pausa mientras caía en cuenta de que estaba preocupada, en un deje de orgullo atinó a decir.- Pero no es como si lo esperara de todas formas.

Colgó y un largo suspiro se escapó de sus labios.
Vio el reflejo de su rostro en el espejo del tocador y con rapidez pensó que seguramente mañana lo lamentaría.

Pensativa se recostó nuevamente, los brazos de su novio la rodearon.

-¿Todo bien?

-Sí.- Contestó en un susurro y dio un beso la mano de Larry.

La noche era tranquila y cálida, pese a la reciente conmoción a Piper no le fue difícil conciliar el sueño.

El ajetreo de las oficinas se traducía en un bullicio creciente, llamadas telefónicas, pasos con prisa, murmullos del corredor, pequeñas blasfemias en los centros de copiado, todo un mundo creciente del que Piper se sentía personalmente orgullosa, llevaba algunos años de prueba-error que le habían costado casi todo pero, al final , al escuchar todo ese sonido ambiental rutinario sabía que valía la pena.

-Entonces la venta de acciones se está elevando y nos posicionamos en un mercado cada vez más abierto.

Piper asintió con un sonido leve de la garganta.

-Una excelente oportunidad para dar una oferta de trabajo más atractiva al incrementar los sueldos bases.

El mismo sonido gutural de Piper le hizo entender a Polly que su amiga no la estaba escuchando.

-O podría vender toda la compañía como nos lo han ofrecido, estafarte con tu parte, huir con el dinero a una isla privada y dejarte en frente de la puerta de tu oficina una bolsa de papel repleta de heces incendiándose.

No obtuvo respuesta alguna, Piper se encontraba mirando hacia el ventanal que le permitía una excelente vista de Nueva York, jugaba con una pequeña pelota de estrés entre sus dedos, una visión excelsa adornada por la pulcritud de su vestimenta, su peinado recogido, y la expresión seria le daba un aire de madurez que inspiraba respeto.

Polly suspiró con pesadez y dio un manotazo al escritorio, la rubia dio un respingo y sacudió la cabeza.

-¿Qué te pasa? Has estado... ausente toda esta mañana, prácticamente me has dejado lidiar sola con Caputo... Y ha sido, definitivamente desagradable.

-Lo siento, ha sido un poco...-Se llevó los dedos a su cien, después vio alrededor y susurró- Me ha hablado, anoche...

Polly frunció el ceño.

-¿Caputo? aventuró a preguntar sinceramente preocupada de la respuesta.

-¿Qué? ¡No!... Alex .- Se aclaró la garganta.- Alex me marcó anoche, quiso pedirme un favor.

La castaña soltó una risa irónica.- Esa... Mujer...Después de toda la mierda que te hizo... ¿Cómo se atreve?.-Polly mantenía la sonrisa sarcástica, pero la borró de inmediato.-No has aceptado... ¿Verdad?

-Se cortó la llamada, no pude escuchar que iba a pedirme... Y no, no hubiera aceptado.- Piper rodó los ojos , era cierto, su ex novia le había jugado muy sucio , había llegado a un trato con la policía para que le redujeran la sentencia si acusaba a Piper abiertamente de un crimen que relativamente había cometido pero que en definitiva se había exagerado. -Es sólo que... no me gusta algo de esto.

-Ni a mí, no me gusta que alguien tan despreciable piense que de repente va a contar contigo...-Polly guardó silencio unos segundos.-Piper, yo sé que es mucho pedir, pero por favor... por favor, ya no le des más vueltas a esto, tenemos una reunión importante por la tarde, te necesito aquí, al cien por ciento conmigo. ¿Puedes hacerlo?

Si todo salía como tenían planeado, podrían tener una mejor distribución comercial que beneficiaría a todos en la compañía, Polly la veía con una expresión suplicante, sincera de preocupación, no sólo por la negociación sino porque ella entendía que una de las cosas que podría derrumbar a Piper si bajaba la guardia era Alex.

-¿Puedes hacerlo?.-Insistió con la voz firme, Piper asintió.-Bien... Promete que no vas a ahogarte en esto.

-¿Por quién me tomas? ...-Piper la vio con fijeza.-Soy alguien diferente, no haría algo de lo que pudiera arrepentirme después.

-¿Recuerdas esas pastillas que solías darme cuando despertaba muy mal? Te podrían servir ahora... Sé que te dije en la llamada anterior que te mantuvieras hidratada, pero Alex, las cervezas no sirven para eso...Adiós.-La oficina de Piper, estaba casi sellada, incluso fue muy contundente con su secretaria al pedirle de manera expresa que sólo le comunicara llamadas de alta prioridad, en parte porque tenía que repasar minuciosamente el contrato que pretendían firmar, sumado al hecho de que Polly la mataría si le escuchaba hablarle a Alex.

Volvió a marcar el número y arremedó el sencillo mensaje de buzón.

-El tequila tampoco sirve para eso, agua, o suero nada más.

Colgó molesta, sentía que perdía un poco de su dignidad cada vez que marcaba ese número, pero se replicó que no había nada más por hacer, leyó entre dientes las cláusulas del contrato, todo parecía en orden, incluso su padre había dado el visto bueno al mismo; de repente, escuchó como el picaporte intentaba abrirse hasta finalmente ceder el paso.

-Dije, sin ninguna visita.

-¿Incluso si es el amor de tu vida?

-¡Larry!.- Exclamó con sinceridad.-No sabría que vendrías.

-Sólo quería sorprender a la mejor prometida del mundo.-Levantó el ramo de rosas que tenía en la mano.

Piper se puso de pie para saludarle.

-¿Te sientes culpable por haberte puesto borracho hasta morir, que por cierto, tuvieron que traerte en silla de ruedas?

-Fue del automóvil a la puerta, lo haces sonar peor.

Larry la abrazó por la cintura y dio un beso delicado en sus labios.

-Polly tuvo que ayudarme a subirte por las escaleras.

-Te dije que una casa con dos pisos era mala idea.

La rubia rió.

-Siempre es bueno verte, he estado un poco presionada por lo de la expansión y...-Piper hizo una pausa para aclararse la garganta.-Y otras cosas.

-Espero que nada grave.-Larry la miró y entrecerró lo ojos.-Hagamos algo, celebremos el éxito de este contrato en una maravillosa velada, elige el restaurant. ¡No! Ya sé a dónde llevarte, hay un restaurant de comida árabe que acaban de abrir cerca de aquí. ¿De acuerdo?

-Bien, te marco cuando todo esté listo.

-Te amo Piper.-Le dio un beso en la mejilla.- Nos vemos.

Se recargó en el filo de su escritorio con la mirada pensativa, miró el celular sobre el mismo.

-Hey, ¿ya lista?-Polly entró con una mueca preocupada.

-Sí, vamos.-Piper tomó los papeles y su teléfono.-Tranquila Polly, tenemos esto, y si algo nos enseñó el bullying de la universidad es que no importa que tan gorda esté la persona que te pega si no que tanto puedes aguantar en el suelo.

-Okay...-Polly sonrió.-Ese es el peor consejo de toda la vida, por favor, nunca escribas un libro de superación personal.

-No tengo que preocuparme de eso si damos lo mejor de nosotras hoy...Así que.-Piper la tomó de las manos y con una mirada firme.-Tienes la responsabilidad de que no escriba ningún libro así.

-Eso es demasiada presión.-Polly cerró la puerta.-Pero que sea por el bien del mundo.

La compradora de las correccionales parecía una persona agradable, aunque tenía un semblante nervioso, Caputo a su lado portaba orgulloso el mismo bigote de siempre, la relación entre el departamento penal y PoPi Co. empezó unos años atrás con una propuesta de mejorar los aditamentos para baños de las reclusas, así que había una familiaridad ya establecida, y no fue difícil cerrar el trato en los términos justos.

Despidieron al personal de Penitenciarias con unas sonrisas excelsas y agitando sus brazos con efusividad.

¿Comida china?.- Inquirió Polly más relajada.

-He quedado con Larry...-Su amiga asintió.

-Gracias.

-¿Por qué? ¿Por rechazarte?

-Sí, también por eso... Pero en realidad por todo, eres una gran amiga... Perdón si te subestime, sólo es que...-Los ojos de Polly se enrojecieron de manera ligera.-No quisiera que te volvieran a lastimar.

Piper la asió de una mano, la miró unos segundos y le dio un fuerte abrazo.

-No te preocupes, no me volvería a hacer eso... No te haría volver a soportar toda esa mierda.-La separó de sí y le vio con fijeza.-¿Bien?

-De acuerdo...- Hacia más de una década que conocía a Piper y sabía con certeza que era muy fácil de malinterpretar, siempre se metía en problemas con las demás personas por comentarios inoportunos aunque ella tuviera las mejores intenciones.- Aún me debes esa comida.-Insistió.

-Es una cita.-Piper le guiñó el ojo, Polly se despidió con una sonrisa confundida.

El barrio no era precisamente una cuna brillante de la sociedad, pero tampoco era tan inmundo como pudo imaginar Piper, pese a ello se sentía objeto de miradas quisquillosas, Alex seguramente le diría que era sólo la manía que tenía de sentirse el centro de atención, pero si era sincera consigo misma, no podría estar exagerando en ese momento.

Un Volvo plateado de lujo que se estacionaba en frente de una casilla convencional en una zona perdida de Nueva York definitivamente levantaría algunas miradas y aunque llevaba una pañoleta que le cubría la cabeza y unos enormes lentes de sol sentía que los vecinos podían escudriñarla con claridad, de todas formas ella nunca había sido buena mintiendo.

El número setenta y tres se anunciaba con un metálico ya oxidado, la puerta de color blanco estaba de misma manera descuidada, sabía desde hace ya algún tiempo que Alex se había mudado a la ciudad , cosa que le servía para saber cómo mantenerse lo más lejos de ella, lo sabía por un informante policíaco que conoció en la primera negociación del departamento salubre gubernamental , hecho que le abrió nexos políticos interesantes, se podría decir que estaba conquistando por fin el mundo y una parte de ella esperó paciente el pretexto perfecto para echárselo en cara a Alex.

Tocó el timbre con educación exagerada propia de una mujer como ella y esperó con paciencia, no estaba acostumbrada a tener que insistir en algo pero aquel día con las llamadas interminables e infructíferas no tuvo más remedio que habituarse a eso. El atardecer caía sobre los fraccionamientos cubriéndolos de un tono naranja agradable, el aire también era cálido y los ruidos urbanos eran tranquilos, motores de coches a lo lejos, risas infantiles en el parque.
Volvió a insistir con el timbre, los sonidos zumbantes comenzaron a desesperarla. Parecía que después de todo, la temible Vause estaba dispuesta a dejar atrás una vida excesiva al mudarse a un vecindario tranquilo, así sin más. La rabia que sintió fue parecido a un golpe en el estómago, decidió entonces que había sido demasiado tolerante, no iba a permitir que Alex estuviera de lo más relajada cuando le había revuelto su tiempo , en cuanto ella saliera a abrirle en un conjunto seguramente sureño, con el cabello recogido y quizá una taza de té en la mano, Piper Chapman CEO de una de las mejores empresas cosméticas le diría todo al fin, tenía que desquitarse, sin embargo, mientras esas ideas que le conferían un placer personal seguían hilándose una tras otra, la rubia cayó en cuenta que quizá no había nadie, dudo unos segundos y como último recurso casi involuntario tocó la puerta con mediana fuerza, con sorpresa escuchó el chirrido de la madera maltrecha, la puerta estaba abierta, con rapidez volteó y sin pensar más se deslizo a través de ella.

Si la abrupta llamada y la nula respuesta de Alex, le provocaban mala espina, al ver el interior de la tranquila morada en los suburbios le confirmó algo que no esperaba y al mismo tiempo temía.

No parecía haber persona alguna dentro, pero alguien había estado enfrascado en una pelea exuberante, con pesar vio los papeles en el piso, cajones aventados de manera fúrica, todo fuera de lugar, parecía que un huracán había arrasado ahí dentro, probablemente incluso con Alex.

Repasó rápidamente las habitaciones que se encontraban en el mismo estado desordenado, incluso el baño estaba ultrajado, con los sentidos alerta y los pasos lentos, abrió una última puerta que se encontraba al fondo.
El aroma que le golpeó le resultaba, para su desgracia, familiar, era un dormitorio modesto pero amplio con un gusto sobrio, observo que aquella habitación también estaba mancillada, los libros clásicos yacían incrédulos en el piso, aquellos amantes incansables de Alex le confirmaron que en definitiva algo malo había ocurrido, abrió el cajón del buró y no vio nada que pudiera decirle algo, sobre el tocador varias botellas de fragancia y cremas se posaban erguidas, Piper tomó una de ellas y se aventuró a destaparla para olerla, la sintió tan cerca que su pecho sintió un vacío, el mismo que conoció cuando le dijeron que Alex estaba cerca, el mismo que sintió cuando la vio subir al estrado en el juicio, la misma sensación de incertidumbre y recelo que le provocó cuando la conoció una noche en el bar hace tantos años.

-Joder...-Susurró, y mientras lidiaba con esas emociones escuchó a lo lejos el aullido de las sirenas policíacas, pensó que si bien era poco probable que fueran a entrar específicamente ahí, lo mejor era no arriesgarse, puso el perfume en su lugar aunque tardó en soltarlo. Bajó las escaleras con rapidez, el ruido de las patrullas estaba más cerca, en la puerta dio un vistazo fugaz a la sala, sin pensarlo tomó de una mesilla un cuaderno pequeño que se asomaba apenas, se puso los lentes negros, regalo de Larry y cerró la puerta, arrancó el coche y sin mirar atrás manejó sin un rumbo fijo, cuando sintió cierta confianza paró para ver el viejo cuaderno y lo abrió, la letra de Alex era obvia, los trazos definidos a través de la tinta negra sólo eran números y algunas palabras ilegibles, leyó un nombre y vio el reloj, aún estaba a tiempo de salir con Larry.