Por siempre tú.

Se encontraran, se odiaran y comenzaran a ver que las diferencias que los separan los unirán. El la hará fuerte y se encargara de cuidarla. Ella por otro lado lo traerá a la realidad y le dará una razón para vivir. ¿El pasado los dejara permanecer juntos?

Mi primer fic!

CAPITULO I:Los ojos de un sueño.

Corría por la ciudad. Estaba descalza, no lo veía pero tenia la sensación de estarlo . Buscaba por ayuda y la gente no la miraba. Se sentía igual que siempre, sentía que no existía. Entonces cayo, le dolió y mucho. En eso alguien la toma del brazo izquierdo de forma muy posesiva, voltea y se pierde en los dorados ojos de su salvador. Sabia muy bien que lo estaba buscando. La soltó.

-Po... ¡¡¡RIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIINNNNNGGGGG!!!

Se destapo suavemente y apago el despertador. Confundida y algo dormida se levanto de la cama. Se desperezo y se fue al baño.

-Siempre es lo mismo. Voy a hablarle a ese chico y el despertador suena.- la joven de cabello azabache estaba decepcionada. – Pero ¿ Quien sera?- decía mientras rodeaba su cuerpo con una toalla.

Al instante salio del baño. Su gato Buyo la esperaba, ya era hora de el desayuno. Se puso una falda color azul que cubría la mas de la mitad de sus muslos y una camisa blanca de manga larga. Sirvió una buena porción de alimento balanceado para su gato y preparo algo para ella. Hoy iba a ser un día complicado entre el trabajo, la universidad e ir a ver a su familia que vivía al otro lado de Tokio.

-Bueno, adiós Buyo- acaricio al gato en la cabeza y avanzo hacia la puerta – portate bien, ¿si?- y le regalo una linda sonrisa.

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Sintió algo frió. ¿Estoy sudando?No, esto es demasiado. No puedo sudar de esa manera. ¿O si?. Abrió poco a poco los ojos. Podía ver la figura de un hombre. No era muy nítida por eso se froto los ojos y lo reconoció.

-MALDITA SEA MIROCU!!! ¡¿QUE DEMONIOS HACES?!- el muchacho lo miraba divertido, le había echado agua helada. El peli-plateado se seco el rostro con las manos.

-Que manera de dormir. ¡Eres un tronco cuando te lo propones!- exclamo. Miro alrededor estaba tapado de botellas de cerveza -... Y que manera de beber...- Inuyasha estaba parado. Firme, como si no hubiera tomado la noche anterior. Miraba al joven de la coleta con un ceño bastante fruncido.

-Ya deja de molestar. ¿Que quieres?- el peli-plateado se adentraba en el baño. Necesitaba una buena ducha para que se le pasara el dolor de cabeza. Realmente lo había afectado tanto trago.

-A si. Kaede me ordeno que viniera a buscarte. Tenemos trabajo.- Inuyasha salio del baño con el torso desnudo y una toalla en la parte inferior. El cabello plateado se pegaba a su piel por el agua. Tomo una silla y se sentó a horcajadas. El hombre de ojos azules también tomo una silla y se acomodo delante del oji-dorado.

-¿ Que clase de trabajito si es de día? -dijo de una forma sarcástica -Ademas tengo que ir a hacer otra cosa. – expreso con desgano. Mientras el chico de la coleta lo observa con cara de pervertido.

-Así que "cosas que hacer".- Inuyasha capto la intención de su amigo y frunció el ceño. Rápidamente el oji-azul se levanto de su asiento, palmeo la ancha espalda del peli-plateado y volteo- No te preocupes. Le inventare algo a Kaede para que tu puedas ir visitar a alguna de tus mujeres...

-¡¡MIROCU!! ¿COMO SE TE OCURRE? ¡¡¡PEDASO DE PERVERTIDO!!!- el traje que llevaba el chico de la coleta se arrugo de tanto agarrarse el estomago mientras se reía. Su amigo de toda la vida era... como decirlo... bastante reservado en esos temas.

-Ya... -decía Mirocu riendo y enjugando con su dedo indice las lagrimas que había causado semejante carcajada -Ve a vestirte. Kaede te necesita con suma urgencia- un no tan divertido Inuyasha se dirigió a su habitación y a los pocos minutos salio vistiendo unos jeans gastado, zapatillas y una camisa rallada en azul oscuro con las mangas dobladas a la altura de los codos.

Tomo las llaves, una chaqueta de cuero negro y prosiguieron a salir del departamento del peli-plateado. - ¿Mirocu?

-¿Que?- lo observa como transformaba el cabello plateado por uno de color negro y los ojos dorados de el mismo color que el cabello.

-¿ Como entraste a mi casa?

-Ah... Con esta llave- el oji-azul le enseño la llave y este se la quito de la mano y la guardo en el bolsillo- ¿Por que hiciste eso?

-Por las dudas que se te ocurra despertarme así otra vez -lo miro con cara de pocos amigos y subieron al auto del oji-negro, un Audi R8 negro brillante. Se encaminaron hacia el destino: Shikon & co

Ya estaban adentro. Inuyasha apurado por llegar y hablar con Kaede, traía arrastrando a el joven de la coleta que se quedaba a hablar con cuanto par de piernas descubiertas veía.

-Camina libidinoso.- insistió. Era lo mismo todas las mañanas.

-Para que me necesitas. -decía algo desesperado el peli-negro, se le acababa de escapar una joven rubia que aparentemente era nueva. - Si tienes que hablar con Kaede.

-Escuchame, si lo que me dijiste llega a ser una de tus torpes mentiras para sacarme de mi casa, vendré a buscar tu pervertida cara y...

-...y calmate. La jefa si te esta llamando y es totalmente importante que hables con ella.- dijo con cara seria. Cara que se transformo al instante, había localizado a la nueva victima... la joven rubia.- Si me disculpas tengo asuntos que atender de extrema importancia- Inuyasha no llego a decir nada porque su amigo había salido disparado como un cohete. Era hora de ver a la jefa.

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Era el decimoctavo cliente que atendía y solo había pasado la mitad de la mañana. Lo cual era muy bueno porque habría mas propina. Pero a Kagome eso parecía no importarle, estaba mas concentrada en el sueño de esta mañana. Si bien el sueño se repetía todas las mañanas desde que se había mudado a su apartamento, osea desde hacia ocho meses, en el de hoy había algo particular. El joven la miraba distinto como si quisiese decirle algo... no, quitarle algo... pero que...?

Una chica que preparaba té paso su mano delante de la cara de la oji-marrón. Estaba sumergida en sus pensamientos. Hasta que oyó un grito que la bajo derechito a la tierra.

-Higurashi! Hay clientes que atender.- el jefe de Tokio Nikki, lugar donde trabajaba Kagome que era como un bar diurno donde lo jóvenes y adultos se reunían a tomar té y comer algo, había notado la ausencia de su mejor camarera.

-Si, señor- la chica de pelo azabache salio disparada a atender a los clientes.

Ya había atendido a todos y su turno terminaba. Pero llego alguien, su compañera que tenia que remplazarla aun no venia y decidió encargarse por ella. Se acerco con una libreta. Era dos hombres uno de cabello negro, con coleta, unos ojos azules, tez bronceada y con un traje de color azul profundo. Es bien parecido. Y al instante desvió la mirada al otro hombre que le daba la espalda tenia una cabellera larga de color negro y su vestimenta contrastaba completamente con la de su acompañante, ya que traía una camisa azul rallada en azul oscuro y unos jeans. Ambos compenetrados en su conversación.

-Ja, ja, ja- reía Mirocu.

-Ya te dije que no es nada gracioso- replico Inuyasha.

-Si, es gracioso y mucho. El solo hecho de imaginarte entrenando a una niña es muy graciosos- El peli-negro cambio su cara de burla para poner una de conquistador, había visto a la camarera que estaba cerca de ellos y era muy bonita.

-Disculpen.- dijo muy tímida - ¿Que van a tomar?

-Quiero un poco de te, algo de pan de canela y tu numero de teléfono en un papel- la joven anoto todo muy tranquila y Mirocu sonrió triunfador.

-Ya, no puedes dejar a las mujeres en paz por un segundo- Inuyasha bufo- eres incontenible.

Una risita nerviosa escapo de los labios de Kagome -¿Usted va a querer algo?- pregunto sin darle importancia a la petición del joven de traje.

-Si- el joven de largos cabellos negros se volteo para ver a la chica y sus miradas se cruzaron. La muchacha quedo perdida en sus rasgos. Se parecía tanto al chico de sus sueños con excepción del color de sus ojos y de su cabello. Pero tenían algo esos ojos, algo idéntico a los del sueño. Esos ojos o su dueño, mejor dicho, parecían querer quitarle algo. Entonces tal vez era él.- Ey,¿ me esta escuchando?- paso una mano por el rostro de la chica que pestañeo como si saliera de un sueño.

-Eh... Si!- sabia que esta vez no era un sueño. Del otro lado de la mesa un divertido Mirocu miraba la escena.- ¿ Qué iba a ordenar?

-Quiero te verde y una buena porción de tarta de chocolate- el oji-negro observa que la mesera le había clavado los ojos color chocolate en la misma mirada que era temida por todos. Algo no estaba bien. Carraspeo para sacarla de su concentración.

-¡¡Si!!- se exalto la chica. No era un comportamiento muy habitual en ella.- Ya les traigo sus ordenes- y desapareció.

Inuyasha observo a la muchacha hasta que se perdió en lo que parecía ser la cocina, luego dio media vuelta y quiso continuar la conversación. Pero el oji-azul estaba con una tonta sonrisa en la cara . Para el pobre Inuyasha significaba una sola cosa: su amigo tendría algo para fastidiarlo. Tomo aire y se adelanto -¿A qué le ves tanta gracia, eh?

-A nada.- expreso muy tranquilo y saco su celular de ultimo modelo.- Solo que...

-¿Solo que qué?-pregunto, sabia lo que se le avecinaba

-La chica esa te miraba... y de que manera- se paro en un suspiro al lado de Inuyasha y lo empezó a golpear, de manera amistosa- Eres todo un rompe corazones. Es mas, creo que eres peor que yo. Ni modo, las chicas no pueden resistir nuestros encantos.

-Ya Mirocu deja de molestar- el joven de largos cabellos se estaba exasperando- No me compares contigo.- se lo saco de encima. Ambos se acomodaron la ropa. Eran dos niños grandes.

Carraspeo una vos femenina- Aquí tienen- primero le dio la orden a el chico de coleta- su té y el pan de canela.

-Falta algo- dijo muy serio.

-Yo... lo lamento.- era la primera vez que fallaba en una orden- ¿ Qué le falta?

-Tu numero de teléfono- al instante Mirocu quedo cabizbajo. Inuyasha le había propinado una buena patada.

La joven del cabello azabache solo sonrió y prosiguió a servirle a Inuyasha.- A...qui... tiene- Kagome estaba muy nerviosa. Los dos hombres se dispusieron a tomar y a comer, claro que continuando con su tan animada charla.

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Inuyasha y Mirocu estaban en el deposito de armas de Shicon & co. Tomaron algunas armas y cuando el oji-negro iba a agarra una espada escucharon el llamado.- Taisho, Yoshida preséntense ahora en mi oficina- sonaba la vos de la jefa. Ambos jóvenes salieron del deposito y se dirigieron a la oficina.

Una gran puerta de madera se abrió dejando pasar a un joven alto, de cabello largo y negro.- ¿Y ahora que quieres?- pronuncio con fastidio el peli-negro.

-Si, ¿jefa en que podemos ayudarla?- hablo Mirocu que atravesaba la puerta que Inuyasha intentaba cerrar a toda costa. El oji-azul lo miro buscando complicidad.- Haz buena letra, por favor- murmuro para ser oído solo por el oji-negro.

-No molestes.- se dirigió hacia el escritorio y se sentó enfrente de la anciana.- Dime que dem...- no pudo terminar la oración ya que el joven de la coleta le había tapado la boca ¿Que rayos haces?¿ Ahora aparte de pervertido eres adulón? Pensaba con el ceño totalmente fruncido.

-Disculpe a Inuyasha. Es que esta algo ansioso con el trabajo de hoy.- comento el oji-azul.- Ya sabe como es el siempre tan entusiasmado con su trabajo.- palmeo la espalda de del oji-negro y se sentó enfrente de la mujer.

-Si, lo se.- hablo una calmada anciana- Por eso quiero hablarles sobre la misión.- bajo la mano hasta un cajón del escritorio para abrirlo y retiro de este una carpeta con gran cantidad de papeles.- No están muy nítidas.- decía Kaede pasandoles a los jóvenes unas fotografías bastante borrosas.- Tienen que estar en este lugar antes de las nueve de la noche- señalaba lo que parecía ser un callejón.-Si se tardan en llegar podríamos perder a la "vasija".-miro con convicción a el peli-negro.-Y lo que pueda pasar con la "vasija" en manos equivocadas es algo que no quiero ni imaginar.- observo como la cara de Inuyasha se transformaba de fastidio a algo parecido al dolor.

-Bien.- se recupero el oji-negro.- Haremos todo lo que sea posible.-

-Mirocu creo que estas imágenes te ayudaran a identificar a el objetivo.- entregaba un par al joven de traje. No estaban muy claras, al igual que las anteriores, pero se podía ver a una jovencita de oscuro cabello.- Cuando la encuentren traiganla aquí y responderé todas las preguntas que tenga.¿Entendieron?- dijo una Kaede muy seria.

-Si- respondieron al unisono los dos hombres.

-No necesito que este mujeriego me acompañe- expreso Inuyasha con cierto desgano.

-Tú no, pero yo si- reafirmo una severa anciana- Necesito que te acompañe para asegurarme que cumpliste el trabajo.

-No tiene caso discutir contigo.- tomo las llaves de su bolsillo y se dirigió a la salida.

-Esperame- dijo Mirocu tomando los papeles de el escritorio y corriendo para alcanzar al peli-negro.

-Mucha suerte!- grito la anciana de gris cabellera- Espero que no lo arruinen- pronuncio para si.

Una vez afuera del edificio se acercaron al coche. Esta vez al del joven de coleta, el de Inuyasha poseía dos asientos solamente y lo mas probable era que volvieran acompañados. Se pusieron en marcha. Mirocu encendió el estéreo y puso algo de hip-hop lento con un tono romántico, algo que habitualmente escuchaba cuando una linda chica se subía a su Peugeot 407 coupe plateado. El oji-negro levanto una ceja y miro al conductor ¿Su amigo quería coquetearle?

-Quita eso- ordeno.

-Ya, no te sulfures amigo. No tengo intenciones de conquistarte- pronuncio un divertido Mirocu. Al instante cambio por algo de Led Zeppelin.

-Mejor que no tengas intenciones. Pobre de los hombres el día que intentes cambiarte de bando.- expreso muy serio.

-No te preocupes. Dudo mucho que llegue a cansarme de las mujeres- y soltó una buena carcajada. Inuyasha solo lo miro, el oji-azul, estaba bastante loco.

Conducieron aproximadamente unos 15 minutos y llegaron a su destino. Algo desolado, era perfecto para el plan. Nadie haría preguntas y nadie sabría que paso. La hora se acercaba e Inuyasha se preparaba cambiando su forma humana por la de demonio.

El silencio del lugar aturdía-¿Mirocu?- hablo rompiendo el silencio el oji-dorado.

-¿Qué?- dijo el peli-negro observando a la luna. Ya eran como las nueve de la noche.

-Mi espada- mientras desenfundaba algo que parecía un revolver con un compartimiento adelante del gatillo.

-¿Qué tiene tu espada?- inquirió un despistado joven.

-No tiene nada- hablo un exasperado Inuyasha- Creo que esta en tu maletero desde la ultima misión- el oji-azul entendió, saco las llaves de su bolsillo y se dirigió a abrirlo. El peli-plateado lo acompaño. No había ninguna espada en el baúl solo una rueda de auxilio.

-Parece que hoy no te podrás divertir- dijo Mirocu que observaba el rostro de furia contenida del oji-dorado.

-No preocupes-estaba bastante alterado con el trabajo y encima no había traído su espada- De todas formas voy a conseguir algo con que entretenerme- pronuncio mientras hacia tronar sus nudillos.

Se apoyaron contra un gran paredón de ladrillos grises y se dispusieron a esperar con toda la paciencia del mundo. Aunque Inuyasha carecía, por desgracia, de esta.

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Subía las escaleras, con una gran cantidad de bolsas y cierta pereza. Estaba exhausta. La universidad había sido caótica y tener que atravesar Tokio la había terminado de agotar. Llego a la puerta de su tan preciado apartamento, preciado porque estaba su cama en donde iba a recostarse para dormir profundamente, y busco las llaves en su bolso. No estaban. Se agacho en frente de la puerta y puso el bolso en el suelo. Buscaba minuciosamente cuando una sombra sobre la puerta la hizo voltear. Miro con algo de terror pero no había nada ni nadie allí excepto los inquilinos que estaban en sus correspondientes apartamentos. Las encontró y al entrar la recibió su tierno gato con un dulce ronroneo. Lo acaricio como siempre.

-Hola Buyo!- prendió la luz y siguió acariciando al animal. Entonces lo noto, había sangre en el piso. Reviso al gato, nada. Se saco los zapatos, abrió la puerta de un closet y saco un palo de hockey, un regalo de su hermano. Cuidadosamente se guió con las manchas hacia su huésped. Estas la dirigían hacia la recamara. Abrió con sigilo la puerta, prendió la luz y se preparo para atacar... sorpresa no había nada; pero el rastro de sangre no se cortaba ahí. Continuaba hasta su cama. Camino para ver si estaban frescas y escucho como lentamente se cerraba la puerta tras de si. Dio media vuelta con el bastón lo mas aferrado posible y encontró a un horrible demonio sobre ella. Peleo con todas sus fuerzas contra la bestia. Le partió el bastón en la cabeza y el monstruo le desgarro la camisa provocandole un leve rasguño en el brazo derecho. Al momento que le partió el bastón salio corriendo en busca de su gato, pero el muy valiente había escapado por la ventana antes que ella, ni modo que se quede a defender a su ama. Por eso no reparo en ese detalle y salio corriendo por la puerta que daba al exterior. Bajo las escaleras tan rápido como pudo y solo en ese instante se dio cuenta de que no traía zapatos. No le importo y siguió con su carrera.

Doblo para meterse en el callejón, mala idea, de paredón gris, tenia miedo, y se tropezó. Le dolió la rodilla como si la hubiese atravesado un rayo. Trato de levantarse, pero solo se pudo sentar para ver la herida y evidentemente se había clavado una barra de hierro. Intentaba sacarla y en ese momento vio al monstruo acercarse de una forma atacante. Kagome solo atino a taparse el rostro con los brazos y sintió como su brazo izquierdo era tomado de forma posesiva. Lo vio a los ojos era él, como en su sueños.

-Quedate atrás- musito el peli-plateado. Que la apoyo delicadamente contra los brazos del hombre que lo acompañaba. Instantáneamente trono sus falanges y el demonio que venia a una velocidad impresionante intento frenar o algo parecido. Inuyasha le atravesó el estomago con sus garras y saco su raro revolver. Le disparo, el demonio fue absorbido por la peculiar arma.

La oji-marrón tapaba su rostro no quería ver una escena tan desagradable y solo ahí se dio cuenta que ya conocía al hombre que le prestaba sus brazos. Los dos jóvenes también se habían dado cuenta en eso preciso instante.

-Ah... Pero si usted es la señorita del Tokio Nikki- dijo Mirocu despegandola de su pecho, que había usado como refugio.

-Eh... Si- Kagome estaba sorprendida- ¿Que hacen usted por aquí?- dirigiéndose al peli-negro.

-La estábamos buscando a usted.- contesto el joven de la coleta.- Soy Yoshida Mirocu y el Taisho Inuyasha.- la chica de cabello azabache los miraba sorprendida.

-Yo...yo... soy Higurashi Kagome.- decía mientras escrutaba al peli-plateado.- ¿Por que me buscaban?

-Todo a su tiempo señorita.- hablo el oji-azul que buscaba algo en el bolsillo de su pantalón- Primero la transportaremos a donde le puedan atender esa herida.- al fin había encontrado lo que buscaba, las llaves.

-Pero...- expreso una desconfiada oji-marrón.

Inuyasha que se había mantenido callado durante un tiempo, vio como la chica empezó a dudar -Pero nada, tu vienes con nosotros.- y la levanto en brazos.

-¿Que haces?- pregunto una furiosa Kagome que trataba de bajarse.-Suéltame-el oji-dorado no presto atención al forcejeo de la chica.- Ya te dije que me sueltes.- la joven de cabellos azabaches golpeaba al hombre de cabellos plateados mientras el oji-azul que iba mas adelantado habría la puerta del auto.

La pelea de la muchacha de ojos color chocolate contra Inuyasha continuo hasta que llegaron al coche. El peli-plateado no había pronunciado ni un palabra pero los gritos de la mujer lo estaba poniendo de mal humor.- Escuchame una cosa...- la tiro en el asiento de piel de la parte trasera bruscamente -...tampoco estoy feliz con esto.¡¡Así que mejor callate y quedate quieta!!-abrocho el cinturón de la joven y cerro la puerta con fuerza. Mirocu miraba la "tierna" reacción de su amigo por el retrovisor. Al instante se subió al automóvil y observo como el joven de la coleta tenia una sonrisa en la cara.- No molestes.- gruño.

-Que carácter.- ironizo Mirocu- Señorita no se preocupe las preguntas que tenga serán respondidas por nuestra jefa.-dio la vuelta para observarla mientras paraban en un semáforo. Había notado algo de miedo en su rostro por eso añadió: -No le haremos daño, no se preocupe.-acaricio la suave pierna de la mujer. Que intento alejarse al instante. El copiloto de plateados cabellos le propino un coscorrón en la cabeza y lo hizo volver a su postura.

-Seguramente Kaede me mando a mi para que no te propasaras.- dijo Inuyasha tronando los nudillos.

-Calmate. No es para tanto.- hablo un adolorido joven de la coleta y se frotaba la zona de el golpe con la mano.

Habían llegado a un gran edificio. Kagome miro fascinada. Parecía un lugar muy importante. Los dos hombres bajaron del auto, el de la coleta se adelanto y el oji-dorado se acerco a la puerta en donde la chica se asomaba. Abrió la puerta y la chica de cabello azabache le regalo una mirada de pocos amigos. Mirada que fue contestada por una aun mas profunda pero de color dorado. Desabrocho el cinturón y prosiguió a levantarla en brazos.- No me toques. Eres un mal educado e insensible. Así que suéltame.- Inuyasha hizo caso omiso y la cargo.- Te dije que me soltaras!- golpeaba al muchacho

-Quedate quieta de una maldita vez mujer- trataba de sostenerla más fuerte pero la chica se lo estaba dificultando.

-¡Aaaaaaah! Mi pierna.- la barra de metal que tenia en la rodilla se había salido al chocar contra un pared.- ¡Suéltame bruto!-esta vez había logrado zafarse del agarre del peli-plateado. Apenas se podía apoyar en una pierna pero estaba dispuesta a huir.

-¡¿Bruto yo?! Escuchame niña...-le apunto con el dedo indice.- No tengo la culpa de que...- al instante se desmayo en sus brazos. De la herida brotaba sangre como de un manantial. Inuyasha solo la tomo en brazos y la llevo al enfermería.- Ni una palabra. ¿Entendiste?.- dijo el peli-plateado a su amigo que simulo un cierre sobre su boca y se alejo.

Hola! Como estan? Espero que les haya sido amena la lectura. Este es el primer fic que publico(es mas que obvio ¿no?) y para que continue publicando me gustaria recibir sus reviews de si les gusta o no.

Bueno los dejo con un calido saludo y mucha suerte para la semana.