DISCLAIMER: Hetalia y todos sus personajes le pertenecen a Himaruya Hidecaz. Latin Hetalia pertenece a la comunidad latinohetaliana.
ADVERTENCIA: Muerte de personaje.
Insultos, nombres de personajes, luchas históricas, saltos futuristas, OoC y +18 /Burla hacia todos los países y estereotipos.
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Narración normal.
Cursiva corresponde al cambio de Idioma.
Negrita y cursiva corresponde a persona del otro lado del teléfono.
"Cursiva entre comillas corresponde a pensamientos"
― Guion alto, abre conversaciones.
*O*O*O*O*
Capítulo 1: El cóndor cae.
Una de las cosas más desagradables era encontrarse con Arthur en el Palacio de la Moneda, si le hubieran dicho que se lo iba a encontrar cara a cara, no hubiese ido, pero la petición de su chinita le hizo pensarse dos veces las cosas.
Ella personalmente le había mandado un mensaje al teléfono para que le fuera a ver. ¡Por supuesto que se emocionó! Manu estaba pensando en él, y lo necesitaba a él… ¡Y lo mejor de todo es que la grossa y Gran República de Argentina estaba muy cerca de ese lugar! No demoró más de 10 minutos en aceptar y hacer que su jefe y él se subieran a un auto de matrícula negra con letras blancas y emprendieran el recorrido hasta la casa de gobierno chilena.
La verdad, es que había tenido un pésimo día, y esta había sido una de las mejores noticias… la verdad es que había tenido una pésima semana. Comenzando con que no había podido hacer grandes negocios con la República de Chile, porque, bueno, estaban tan quebrados y en quiebra como ellos.
La verdad, es que había sido un mes horrible desde que cayó el dólar y el yen, la economía mundial se fue a pique como un barco que se hunde de proa hasta el fondo del océano, y como siempre, los más perjudicados fueron los países "pobres".
― ¡Qué hace este sujeto acá! Vos siempre interrumpiendo todo, maldito inglés trolo.
― Oh, por favor Argentina, tu vocabulario es cada vez más pobre, al parecer la crisis no solo afectó tu forma de vida, sobre todo en el último tiempo, eres un "villero" …
― Che… vos sos un hooligan ― se cruzó de brazos.
― ¿Ese es un agujero? ― El rubio levantó una ceja y se acercó a inspeccionar el suéter del latino.
― Eh… ¡Salí inglés puto! ― Empujó al caballero inglés y se cubrió mejor ― Yo jamás vestiría tan horrible, yo no soy vos… Romano me crio demasiado bien che, siempre a la moda italiana… Jamás podría tener un agujero ¡Que lacra!
Ojalá hubiera sido verdad… Pero su realidad estaba lejos de eso; la crisis había hecho estragos hasta con su ropa, lo mismo que vestía ahora, era lo mismo que meses atrás había rechazado por pequeños detalles. Decir que había ahorrado para este viaje era realmente poco ¡Viviendo al lado de Chile, no pudo hacer otra cosa más que ahorrar y juntar dinero para los pasajes! No, el inglés no podía tener razón.
Tenía razón, pero él no quería aceptarlo.
― ¡Qué hacés vos acá, Che! Soltálo de una vez, yo levanto una piedra y aparecés vos como una plaga ― Se cruzó de brazos.
― Vine a visitar a Chile, por supuesto, ella y yo tenemos estrechos vínculos ― El inglés sonrió con malicia ― Aunque no sabía que venías, no me lo comentó, debió ser algo sin importancia para ella ¿No?
Argentina había dejado pasar muchas cosas en su vida, dejó pasar el verlo ahí, pero ciertamente… No dejaría pasar eso ¿Acaso ella se estaba burlando de él? Se sentía como un idiota, todo ese tiempo él preocupado por ella, y ella no fue capaz de devolver siquiera uno de sus mensajes o una de sus llamadas, ella estaba bien, lo sabía por las noticias, el problema es que nunca la veía en persona.
Ella se había negado a verlo por más de 6 meses seguidos, y hoy, de la nada, aparecía un mensaje de ella en su teléfono, y como si nada hubiera pasado, le pedía que fuera a verla… Claro que se alegró.
Que el inglés estuviera allí, no le gustó… Ella le había dado preferencia a Inglaterra, como siempre, y ahora, las sobras, iban para él, Argentina.
― ¡Quedáte vos, yo me largo! ― Gritó enfadado.
― ¿No decías que Chile te pidió venir? ― El inglés parecía demasiado divertido.
― ¡Calláte hijo de puta! ― Le dio un empujón que el británico no supo responder, sólo se quejó ― ¡Quedáte vos, yo me largo!
― Ay, eres tan inmaduro… ― El europeo suspiró.
― De todas formas, vos le servís más… Cuídate maldito.
Chile y su maldita forma de ser, de preferir al inglés… podían irse al carajo.
¡Vete a la mierda Chile! ¿Con quién crees que estás jugando? Con Argentina no, con Argentina… NO.
Inmediatamente una mujer salió corriendo tras la delegación argentina, una señorita de la alta burocracia, encargada de la nación femenina de Chile, una especie de profesora que se preocupaba de que la chilena hiciera su trabajo.
Pero no había caso, ya habían desaparecido y no pudo alcanzarlos. Argentina no entendía, él realmente no entendía las cosas… ¡No entendía lo que estaba sucediendo en Chile! Cuanto de enferma estaba, y cuál era la gravedad… Si lo hubiera sabido en ese momento, hubiera corrido a su lado.
…Pero no lo hizo.
No supo que hacer, se sacó los zapatos y se sentó en el pavimento, Chile le había dicho específicamente que le llevara a la nación de Argentina… a ese rubio de ojos verdes que vivía del otro lado de la cordillera, que le pagaran los pasajes de ser necesario. Chile realmente necesitaba a Argentina… Lo necesitaba como jamás esperó necesitarlo, su pensamiento era claro, quería un favor muy grande.
Ella rogaba por él, que llegara rápido, porque era tiempo…
Argentina no lo sabía, Argentina creía que era uno de sus tantos juegos.
Argentina se había aburrido de jugar, él la quería… de verdad. De verdad la amaba.
Pero, Chile no estaba jugando.
― Excuse me… Lady, Are you Okey?― Una voz masculina la despertó de su ensoñación.
― Usted… Usted es la nación inglesa ― Se quitó una lágrima del rostro.
― Efectivamente ¿Ocurre algo? ― Le ayudó a levantarse y le tendió un pañuelo blanco, tan caballero como solo él podía ser.
Ella se levantó, se arregló la falda, se calzó los zapatos y volvió a la templanza que había alcanzado tras diez años de estudios… Suspiró y miró al inglés, como si algo muy grave hubiera sucedido. El inglés se ofreció para acompañarla al interior del palacio de La Moneda, en dónde la esperó, como un buen hombre hace, que ella entrara al lavado… No sabía que sólo era una excusa para hablar por teléfono.
¿Quiere usted acompañarme? Claro, él asintió ¿Ha visto usted a la nación chilena? Lamentablemente negó, había estado varios meses antes en Chile, y no pudo verla ¿Quisiera usted verla? Claro que le gustaría verla, lo que más le preocupaba en esa visita que estaba por terminar en unas horas era su salud. Él se iría en un avión privado de vuelta a Inglaterra en solo un par de horas.
Era un afortunado encuentro.
Afortunado encuentro que cambiaría para siempre su vida.
Un encuentro que quedaría grabado en su memoria para siempre.
Meses más tarde sufriría por este encuentro.
En algún lugar de La Moneda, una chica está de pie mientras la luz entra cálida al cuarto, intenta abrazarse y siente miedo… Pequeñas ríos de lágrimas inundan su rostro y van a parar a sus crecidos pechos. Hay muchas cosas que la atormentan.
― ¿Por qué? ― Susurra… ― ¿Por qué? ¿Por qué, por qué? Aún… aún tengo muchas cosas que decir… Aún tengo muchas cosas que contar… Mamá, tengo miedo… aún soy una niña que no acepta el ciclo de la vida… aún busco tu cariño y tu gracia. Por favor, por favor… Necesito más tiempo…
Inglaterra corría por pasillos y era guiado por aquella dama burocrática.
Las grandes puertas de aquella habitación se abrieron ante sus ojos, todo había sido normal, hasta el momento, y al interior de la habitación, estaba ella, lucia muy enferma. Su cabello negro parecía gris y seco, sus ojos color miel y oro había cambiado a un castaño estaño, y su piel dorada, era blanca como papel, y su piel se hacía traslucida al él notar todas las venas que pueden pasarle por el cuerpo.
― ¿Chile?
La voz la busca, y ella no está preparada, no, no lo está para ser descubierta, su madre se lo advirtió, tantas, tantas, tantas veces, sus profecías se cumplían, todo iría en picada desde ese momento… No importa cuánto se prepare, cuanto rece, cuanto ruegue… Ya no hay solución, para ella… Para ella ya no hay alternativa.
― What the fuck…? Holy shit! For the quuen and the Diana princess…
Cualquiera hubiera tenido la misma reacción… La chilena tenía un vientre enorme.
Embarazada.
Chile estaba embarazada, y en su vientre estaba creciendo un bebe.
― Hola Inglaterra… ¿Cómo estás? ― Sonrió sumamente decaída.
― Estás embarazada… Estás… ― Él quiso salir de la ensoñación, pero no estaba soñando ― ¡Que pasó!
― No esperaba que estuvieras aquí.
― ¡Dime que pasó! ― Se acercó a ella, sin saber qué hacer, pero histérico.
―… Estoy gestando una enfermedad Inglaterra. Una enfermedad que ya ha destruido imperios y países con anterioridad…
Ella le hace una seña a la mujer burocrática, y ella se retira con una expresión de tristeza infinita, no puede creer, nadie lo cree. No lo quieren creer.
― ¿Cuánto queda? ― La miró serio, mientras sacó su libro de magia y su barita.
Se aproximó serio a ella, estaba dispuesto a hacer magia, ahí mismo, estaba dispuesto a todo, o a casi todo… Si su magia y sus hechizos podían ayudar… Si nada podía hacerse, él tenía el lado oculto ¡Que Rumania y Noruega vinieran, si él no era suficiente!
― Ya es tarde…
― ¡Puedo hacer algo! ― Tocó su vientre accidentalmente, y el bebe se movió, en ese momento dudó ― Yo puedo hacerlo… Puedo hacerlo.
― No puedes…
La sonrisa tranquila de la chilena, le indicaba que ya había asumido la situación, ella se acercó a él, estaba descalza y parecía que en cualquier momento se podría ir… Dejó lo brazos libres, sus cosas cayeron al suelo, y ella tomó sus dos manos que estaban lanzadas a la nada, y las puso sobre su vientre… Sí. Ya no había algo que hacer.
¿En qué momento había sucedido eso? Un país como Chile… Un país tan precioso como ella, con una sonrisa tan bonita, con una mirada tan profunda ¿Por qué? ¿Por qué tenía que sucederle a Ella? Cerró los ojos resignándose, tenía tristeza.
― ¿Cuánto más gestarás la enfermedad? ― Preguntó, aun negándose a todo esto, pero con un toque de resignación.
No era pesimista, era Realista.
― Este niño nacerá sin mancha… ― Sonrió ella.
― ¿Cuánto, Manu?
― Lo suficiente para verlo crecer… ― Se tocó el pecho ― Esta enfermedad se llevará mi vida… Pero aún debo enseñarle e instruirle, guiarle en el difícil camino de ser un pedazo de Tierra…
― ¡Cuánto! Dímelo ¡Cuánto! ― La zarandeó un poco.
― ¡No lo sé! ¡¿Acaso crees que lo sé?! ― Se agarró la cara, luego se sacó ambas manos y sonrió, estaba sensible, necesitaba tranquilizarse ― ¿Acaso crees… que sé cuándo voy a morir?
Su cara relajada y tranquila comenzó a desfigurarse en una mueca, nuevamente se cubre y llora, es muy doloroso, recordar y saber… que morirá pronto. Ya no puede pretender una fortaleza que no tiene, entiende que ya no todo estará mejor después de esto o aquello ¡Ya no tiene un "después"!. Ella no tiene un futuro…
― Tengo miedo… ― Susurró entre llanto.
Él la abrazó… Sólo la abrazó, ¿Qué más podía hacer?
― Quiero vivir… ― Era demasiado doloroso ― Arthur… no quiero morir… Tengo miedo, le temo a la muerte ¡No quiero morir! Quiero vivir… quiero… vivir…
Una mancha inesperada comienza a ensuciar su vestido… Es húmedo, es sangre, Arthur abre los ojos de forma desmesurada, mientras la ayuda a tenderse en la cama, le arregla los cojines… Si ese niño es fuerte, si ese niño tiene derecho a la vida, si ese niño es un luchador como su madre, si ese niño nacerá, lo hará allí, en ese momento.
El rubio sale corriendo por ayuda, pero no es necesario que vaya muy lejos, la dama burocrática mira todo a distancia, un médico y una enfermera acuden al lugar, Arthur se devuelve y se queda a su lado.
Chile lo sabe antes que todos… Es un pedazo de tierra, no es del todo humana, el parto se adelanta, y como no es humana, todo es más rápido…
¿Qué hacer? Inglaterra no lo sabe en verdad, sujeta su mano, siente su fuerza con cada contracción, su sufrimiento, su dolencia.
Jamás esperó sentir ese dolor, esa fuerza tan violenta… siente que la vida se le drena, se le va, se despide de ella… Está al borde de la muerte.
― De verdad quiero esto… ― susurra.
― Por favor Manu, tú eres fuerte, eres increíble ¡Lo haces genial!
― ¿Podrías… prometerme algo? ― Se acerca a ella.
― ¡Claro que sí! Lo que sea… Dime… Dime lo que sea… ― Estaba acostumbrado a decir esa frase durante las guerras… Y sabía que sólo se decía en un momento.
― Ayúdame a protegerlo… Prométeme… que me ayudarás a… Protegerlo.
― Lo haré…
Chile se va, no, eso no está bien… Mira hacia los médicos, ve mucho, demasiado, ve sangre a por montones ¿Es normal? Vamos… La remueve, despierta, Chile despierta y se queja… Es como si no se hubiera detenido de sufrir… Su vientre parece retorcerse. La alienta… Pero no hay caso… Ella vuelve a dormir a por momentos ¿Qué la remueva? ¡Lo hace! ¿Qué le grite? Lo está haciendo… Manu vuelve a despertar una vez más… Está más pálida de lo que estaba…
― Arthur… ― Su voz se relaja y adormece…
― I'm here… aquí estoy… ― Acaricia su cabello, mientras aún sujeta su mano, está desesperado, no esperaba esto ― Por favor… no desfallezcas…
― …Gracias.
Escucha un llanto… Chile se ha quedado dormida. El rubio le hace un cariño en el hombro, la "abraza", está bien, eso está bien… Ha hecho un gran trabajo… El bebe se ve bien, algo azulado y sucio, pero bien… Está bien, todo está bien…
No ha sucedido tanto rato, una hora a lo mucho, sí, es que le indujeron el parto con todo el poder de la medicina, todo ha terminado.
La enfermera limpia al bebe, amarra el cordón umbilical, el doctor aún parece trabajar, la verdad es que la máscara de papel le cubre el rostro, a la enfermera también. Aquella, envuelve al niño en mantas, sin siquiera decir una palabra, desata el vestido de Chile, mostrando así sus grandes pechos llenos de leche, y pone al niño a mamar de ellos.
Él evita mirar, quita la vista, avergonzado, Ella duerme, siente que en cualquier momento va a despertar y se sentirá muy avergonzada que él esté como un idiota viendo comer al "Suertudo" bebe… Que, por cierto, está teniendo un color más rosado y natural, y que es tan calvo, como su rodilla, ok, mala comparación, por alguna razón se siente feliz.
Cuando el niño satisface su hambre, la mujer lo vuelve a tomar y lo pone en los brazos del inglés… ¿Qué va a saber tomar a un bebé él? Él que en toda su vida sólo ha crecido niños que al final terminan abandonándolo. Pero llora el pequeño, es curioso. Tan pequeño, de piel entre blanca y dorada como su linda madre, sus manitos pequeñas y sus delgados dedos… Sus ojos se abren por primera vez, él cree que le está mirando, tiene unos ojos grises, natural en un recién nacido, pero no es cualquier niño, no es cualquier bebé.
― ¿Chile? ― Él se acerca a ella y sonríe ― Chile, despierta… Manu, ya nació, la madre debería ser la primera en cargar a su hijo… es un luchador.
La mujer ni siquiera mueve un musculo, no lo sabía, él había soltado su mano para tomar al pequeño. Pero su rostro parece muy pacifico para ser cierto, y desde que durmió, no ha abierto siquiera un ojo… No ha despertado.
― ¿C-chile…?
Se acerca a su rostro, poniéndose muy cerca… Espera un momento.
…No está respirando.
Deja al bebé acostadito en la cama, comienza a llorar, eso es lo de menos, el bebé está bien. La mueve y la remece, le habla… No hay reacción. Esto le asusta, le asusta mucho… Un calosfrió le recorre la piel cuando el médico la revisa, y finalmente la cubre con una sábana mientras baja la mirada.
― No… por favor― Toma su mano ― No te vayas. No te… no puedes irte. Quédate.
Ya es tarde.
…No puede ser.
― Me niego a creer esto… ― La enfermera toma al niño y se lo pone en los brazos al inglés ― Es que no puedo creerlo… Dijiste que aún tenías tiempo… que ibas a enseñarle lo básico ¡Dijiste que estarías para verlo crecer! ¡Lo dijiste! Lo… dijiste.
Miro al pequeño ser, estaba desnudo bajo esa manta, él y su cabeza de rodilla con apenas unos pequeños cabellos tan delgados y finos que podían ser imperceptibles… Su mente estaba distraída… se quedó sin madre tan fácilmente… "Ayúdame a protegerlo" ¿Se lo hubiera pedido a cualquiera? …A Argentina.
¿Qué hacer? ¿Qué sentir? Estaba en shok… Le dieron al niño, y lo sacaron de la habitación, mientras alguien le dio otra manta ¿Quién? Daba igual… Ese pequeño ser en sus brazos lloraba… ¿Y qué? Estaba bien… No supo cuándo, tampoco dónde… Cerca, ¿Cerca de qué? Una puerta… Poco a poco se fue acomodando en el suelo, hasta sentarse con el bebé en el regazo, de espalda a la pared… Lo abrazó y comenzó a llorar ¿Qué pasó?
Miró al niño… ¿Eso era todo? ¿Un país podía morir tan fácilmente? Por algo tan… tan pequeño y delicado, tan… Frágil.
Sí, Frágil.
Un pensamiento cruzó su mente como un rayo: "Si este niño muere, podría apropiarme de Chile para siempre, toda la Patagonia sería mía. Podría reclamar posesión no sólo de las Falklands, si tan sólo este niño muere…" ¡No!
― ¿Por qué te fuiste sin decirme que hacer? ¿Qué se supone que esperabas?
Miró al niño otra vez, lo envolvió y lo escondió al interior de su saco, entre las sombras… Y comenzó a caminar poco a poco, evitando a la gente que comenzaba a moverse como loca por todas partes.
Tenía que salir de allí.
De alguno u otra forma logró escabullirse sin dejar siquiera un rastro. Lo primero que hizo fue dar orden de salir inmediatamente de Chile, rumbo a Inglaterra, ni siquiera esperó a toda su comitiva, al avión subieron los necesarios, nadie le dijo algo al verlo llegar con un niño en brazos, niño, que se negaba a soltar.
Niño, que se le había encomendado, si Chile pidió ayuda externa, es porque algo sabía… ¿Qué cosa? Algo sucedía… ¿Acaso ella creía que ese niño corría algún peligro? Claro, el niño corría peligro, cierto riesgo a su lado también, pero entonces, era mejor tener al peor riesgo como guardián… Preferible tenerlo a él al lado, aun sabiendo lo imperialista y aprovechador que era.
Cuando llegó a Inglaterra… llovía.
Se quitó el saco y en él acomodó a la bebita.
Sí, era una linda niña de tan sólo unas horas de nacida.
La pequeña estaba envuelta en dos mantas, y la tapaba su saco… Cuando bajó del avión, uno de sus hombres de confianza explicó la situación al resto de la comitiva que juró silencio, y así lo harían.
Arthur no estaba bien… Chile había muerto entre sus brazos. El agua se escurría entre sus cabellos, y su camisa estaba tan empapada que comenzaba a transparentarse, pero la bebita estaba protegida… La bebita estaba bien… La bebita estaba a salvo…
Sería la última vez que metería la llave en la cerradura sin esperar que otra persona le recibiera… Estaba por empezar una nueva etapa en esta vida tan complicada. Aunque ahora estaba demasiado Impactado.
Aún con la bebita en brazos, cerró la puerta tras él. No tenía algo similar a una cuna… Arregló el sofá con cojines, le quitó las mantas mojadas y la acomodó en unas nuevas, secas y bordadas por él, a todo esto. La vio dormir por un rato, se sentó en el suelo, frente a ella, y bebió un poco de Ron… Sólo un poco, no quería emborracharse, estaba solo…
Sonó el teléfono.
Eran Alfred y Matthew.
¿Te enteraste lo que sucedió? Sí, lo sabía ¿Acaso no estabas en Chile? Sí, lo estaba ¿Entonces pudiste verla? No, el avión estaba en el aire cuando todos se enteraron de la noticia ¿Acaso no es preocupante? Un país acaba de morir debido a la deuda externa, sí, lo sabía… ¿Te sientes bien? No ¿Quieres que vayamos? No ¿Estás seguro? Sí, ellos debían ser quienes más sufrían… ¿No era Chile parte de nuestra familia americana? Sí, lo era ¡No quiero pensar que ella esté muerta! La situación es grave, ahora todos deben cuidarse ¿Cuántos países más podrían morir de aquí hasta que terminase todo? No lo sabía, esperaba que ninguno más.
La llamada termina.
Arthur Kirkland está aterrado.
No sabía qué hacer, pero no se sorprendió al tener a uno de sus espías en la puerta de su casa, con unas bolsas y un bolsón llenos de cosas que él en su vida había logrado utilizar.
Ropa para recién nacido… Pañales… Fórmula para bebes. Él sabía que la bebita había comido, se supone que al menos bebió de la tibia leche que Manu pudo ofrecerle, se supone que era la más importante ¿No? Estaba bien sí eso sucedía…
Lo aceptó y volvió a cerrar la puerta.
Se quitó la ropa y se puso otra…
¿Qué hacer?
Para empezar, olvidó todo y se concentró solo en la niña. Preparó un poco de agua tibia y con un pañuelo, la limpió, el pañuelo se manchó de rosado por la sangre que aún le quedaba a la nena sobre la piel. Tuvo cuidado de tocar su cordoncito. También, le puso los primeros pañales de su vida, y sí, él jamás había cambiado un pañal.
Nunca pensó en ser padre porque era demasiado complejo en ellos.
Oh… vamos Inglaterra, piensa en otra cosa porque te estás volviendo a deprimir.
La terminas de descubrir como una niña, pequeña, dorada, con unas cejas oscuritas y una carita de paz con mejillas rosadas, y unos labios finos y levantados… Es que es tu hija, acabas de adoptarla.
Se había enamorado de ella en aquél momento ¿O antes?
Tal vez cuando por primera vez le colocó su ropita, tan pequeña, ropa blanca con delicados bordados celeste… para hacerla más adorable, le colocó un pequeño gorro de color blanco con una flor bordada en plata.
¿O tal vez cuando la tomaste en brazos por primera vez?
Verla, le llegaba al alma… La toma en brazos, la acuna sobre su plano pecho. Pequeña, frágil, demasiado hermosa, demasiado linda y preciosa, es… es su hija, no puede ser de otra forma.
No puede evitarlo, vuelve a llorar con la niña en brazos… pero ya no es de tristeza, no es pena.
Ella no ha vuelto a llorar después que abrió los pulmones al mundo, pero sí hace quejidos raros cuando la toma de cierta forma… Por eso la acomoda de otra. Él se sienta con ella en brazos, la mira y sonríe, tiene curiosidad de tenerla allí… Ya sabe que casi no tiene cabello, pero sus tupidas pestañas son largas y risadas, aunque no de color negro, aún son herencia de ReChe, o eso supone él.
Necesita dormir.
¿Dónde dormirá ella? A su lado.
Por alguna razón la recuesta en la cama y se quita un poco de ropa, se pone el pijama y se acomoda, o la acomoda a ella, a su lado, toma toda la precaución posible para que no le sucediera algo mientras dormía.
La adecua de cara a él, a su lado, él la rodea con un brazo, y no puede quitarle la vista de encima, la ve dormir, la observa estar tan tranquila.
Arthur Kirkland se duerme con ella acunada a su lado. El cansancio lo orilla a no pensar más.
Al día siguiente despierta y la encuentra frente a él… Lo que creía era un sueño, no era más que la realidad como un balde de agua fría sobre el rostro… Desde ese día todos los demás serían así.
Se encierra en esa casa, tras esas cuatro paredes… Teme salir con la niña y que alguien le pueda hacer algo o arrebatársela, Ella ya no está para proteger a su bebé.
Pero esa pequeña lo tiene a él… su padre.
Mala suerte... Por problemas externos debo volver a subir esta historia.
¡Lo que me da la oportunidad para unir la historia! ¿Recuerdan, los anteriores lectores, que era una historia con dos finales? Pues ya no XD Sólo un final, lo que me da la libertad de unir cosas a los capítulos bifurcados hasta el momento.
¡Saludos, saludosos!
Atte: Reino Inquieto.
